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  Por Arlene Kevnesky.

La familia nuclear se refiere a una unidad familiar compuesta por dos padres e hijos, que viven juntos y son en gran medida independientes de sus parientes lejanos. Este modelo cobró especial relevancia en las sociedades occidentales después de la Segunda Guerra Mundial, idealizado como la base de la estabilidad social, el éxito económico y la formación moral. Sin embargo, pensadoras como Shulamith Firestone, escritora y activista feminista radical, han ofrecido perspectivas críticas sobre la familia nuclear, cuestionando su supuesta naturalidad y destacando su papel en el mantenimiento de sistemas opresivos.

Tradicionalmente, la familia nuclear se ha destacado por su intimidad emocional, roles claros y eficiencia económica. Los padres crían a sus hijos en un entorno privado, a menudo centrado en el hogar, con la libertad de inculcar valores y mantener la disciplina según sus estándares personales o culturales. La familia nuclear también se volvió fundamental en la sociedad capitalista, especialmente a mediados del siglo XX, cuando la división del trabajo por género —los hombres como sustentadores de la familia, las mujeres como amas de casa— promovió el consumismo y la productividad.

Sin embargo, los críticos han señalado que este modelo idealizado dista mucho de ser universal o natural. A lo largo de la historia y en todas las culturas, las familias han adoptado diversas formas, incluyendo sistemas extendidos, comunales y matrilineales. Además, la familia nuclear puede aislar a las personas, ejercer una presión desproporcionada sobre los padres (en particular, las mujeres) y reproducir las desigualdades de género.

Firestone

Una de las críticas más contundentes proviene de Shulamith Firestone, autora de La dialéctica del sexo (1970), quien consideraba la familia nuclear no una estructura neutral o saludable, sino un mecanismo central de la opresión de las mujeres. Firestone argumentaba que la unidad familiar biológica reforzaba la subyugación de las mujeres y los niños al hacerlos económica y emocionalmente dependientes de los hombres. Consideraba la reproducción y la crianza como actos profundamente políticos que mantenían a las mujeres confinadas a la esfera privada, excluidas de la plena participación en la sociedad.

Firestone abogó por una reestructuración radical de la familia, incluyendo la abolición de la familia nuclear tal como existe tradicionalmente. Imaginó un futuro en el que la tecnología reproductiva, la crianza comunitaria y la igualdad de género liberarían a las personas, especialmente a las mujeres, de las limitaciones impuestas por la biología y los roles domésticos. En su opinión, la liberación requería desmantelar la estructura familiar que sustenta el patriarcado.

Los debates contemporáneos en torno a la familia nuclear reflejan cada vez más algunas de las ideas de Firestone. A medida que las tasas de divorcio, los hogares no tradicionales, las familias LGBTQ+ y los hogares monoparentales se hacen más visibles y aceptados, el modelo rígido de la familia nuclear está dando paso a una comprensión más amplia y flexible de lo que puede ser la familia. Al mismo tiempo, las presiones económicas, como el coste de la vivienda y el estancamiento salarial, han hecho que la configuración nuclear tradicional sea menos alcanzable o deseable para muchas personas.

 


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Julio 16, 2025