La puerta al infierno

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Científicos rusos de la Universidad Estatal de Moscú han documentado el rápido ritmo de crecimiento del cráter de Batagaika, ubicado en la república rusa de Sajá, conocido popularmente como ‘la puerta al infierno’, el mayor cráter de permafrost del mundo.  El origen geológico del cráter de Batagaika se remonta a la década de 1960, cuando se taló parte de un bosque. Unos 25 a 30 años después comenzó el hundimiento de tierras, que continúa incrementándose. Como resultado de este proceso gradual, allí quedaron expuestas capas de permafrost de 650.000 años de antigüedad, lo que lo convierte en el permafrost más antiguo de Siberia y el segundo del mundo.

En los últimos años, el enorme sumidero ha aumentado considerablemente de tamaño, expulsando gases de efecto invernadero y consumiendo la tierra a su alrededor. Esta rapidez indica la intensidad de los procesos que tienen lugar en su interior, capaces de causar graves daños al ecosistema local, advierten los expertos. El deshielo provocado por el calentamiento global es la principal causa del nuevo colapso, que se está produciendo a un ritmo de 1 millón de metros cúbicos al año, según los datos de este mes. En junio del año pasado, el cráter alcanzó una anchura de 990 metros, lo que supone un aumento de 200 metros en la última década. Además, cada año se liberan unas 4.000-5.000 toneladas de carbono orgánico, previamente encerrado en el permafrost. Aunque el insólito paisaje puede atraer a los turistas, la expansión del cráter es “una señal de peligro”, declaró  en el 2023 Nikita Tananaev, destacado investigador del Instituto Melnikov de Ciencias del Permafrost de Yakutsk. También señaló que el suelo bajo el derrumbe, de unos 100 metros de profundidad en algunas zonas, contiene una “enorme cantidad” de carbono orgánico que se liberará a la atmósfera al descongelarse el permafrost, incrementando aún más el calentamiento del planeta. Por lo tanto, es de esperar un calentamiento climático aún mayor en los próximos años, señaló.

 


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Junio 19, 2024


 

Cuarenta años de soledad

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  Por Robert Lazarescu.

La familia Lykov, una familia rusa que vivió en completo aislamiento en Siberia durante más de 40 años, ajena a los grandes acontecimientos mundiales, incluida la Segunda Guerra Mundial.

En 1936, los Lykov, liderados por el patriarca Karp Lykov, huyeron a las profundidades de la taiga siberiana para escapar de la persecución religiosa bajo el régimen soviético. La familia pertenecía a los Viejos Creyentes, una secta ortodoxa rusa que enfrentó una severa represión por sus creencias. Se establecieron en una zona remota, a más de 240 kilómetros del asentamiento más cercano, en una región boscosa de las montañas Sayan.

La familia Lykov vivía en una cabaña de madera y sobrevivía buscando comida, pescando, cazando y cultivando un pequeño jardín. No tenían acceso a herramientas modernas, medicinas ni ningún tipo de tecnología. Estaban completamente aislados del resto del mundo y no tenían conocimiento de acontecimientos históricos importantes, incluida la Segunda Guerra Mundial, el alunizaje o el desarrollo de la bomba atómica.

Su existencia permaneció desconocida hasta 1978, cuando un grupo de geólogos soviéticos que realizaban estudios aéreos de la región se topó con su asentamiento. Los geólogos se sorprendieron al descubrir que la familia vivía como si todavía estuvieran en el siglo XVII. En aquel momento, la familia estaba formada por Karp Lykov y sus cuatro hijos, habiendo perdido a su madre, Akulina, por inanición en 1961.

La historia de la familia Lykov es un testimonio notable de la resiliencia humana y la capacidad de sobrevivir en las condiciones más extremas. También resalta la inmensidad y el aislamiento de la naturaleza siberiana, capaz de ocultar a una familia del mundo entero durante más de cuatro décadas.

 


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Marzo 20, 2024