El Instituto de Filosofía Práctica continúa con el curso permanente titulado “Figuras Ejemplares”.
En este caso se tratará sobre
GUSTAVE THIBON, EL EQUILIBRIO Y LA ARMONÍA
MARTES 23 DE ABRIL, 19 HRS
Disertante: Dr. GERARDO PALACIOS HARDY
Los esperamos en la sede de este Instituto: Viamonte 1596 – 1ºPiso – CABA. Entrada gratuita. Rogamos confirmar su presencia por correo electrónico: infip@fibertel.com.ar o por teléfono, al 4371-3315, en el horario del Secretariado, de 15 a 18 h.
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Gustave Thibon (1903-2001) se definía así: “un campesino que nunca ha abandonado su pequeña propiedad agrícola situada en la ribera del Ródano y sobre las primeras estribaciones de los Ardèches donde su familia se instaló, hace ya tres siglos, y donde su hijo continúa su tarea secular. Todo su entrenamiento se realizó fuera del sistema universitario. A los trece años, en 1916 dejó la escuela con un certificado de la escuela primaria para ayudar a su abuelo en el viñedo de la familia. Con una biblioteca que tuvo a su disposición, ganó una cultura y coherencia a gran escala de las lenguas clásicas y modernas, la biología, la economía, las matemáticas, así como la historia, la literatura, la teología y la filosofía .
La soberanía enciclopédica que alimentó su mente y agudizó su juicio lo hizo, a través de la línea de tiempo, contemporáneo de las grandes mentes de la Edad Media ( Isidoro de Sevilla , Rabano Mauro ) y Renacimiento ( Pico della Mirandola ). Su pensamiento sobre la muerte se expresa en las frases: “A medida que avanzo en la vida -y avanzar en la vida es avanzar hacia la muerte- tengo la impresión de saber cada vez menos y de presentir otras cosas que, desgraciadamente son menos comunicables”. Otra forma de ver las cosas: “Es necesario que el exilio opere en toda su intensidad, en todo su horror. Si no, uno hipoteca la muerte, le quita su aspereza, su desgarramiento; uno hace de ella la prolongación del tiempo y no la entrada de la eternidad”.
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PUBLICACIONES DE GUSTAVE THIBON
La ciencia de la naturaleza (la obra de Ludwig Klages) , París, Desclée de Brouwer, 1933
Poemas , Bruselas, Universal Edition 1940
Diagnóstico, análisis fisiología sociales , prólogo de Gabriel Marcel, Paris, Librairie de Medici en 1940 y la última edición: París, Fayard, 1985
El destino humano , edición y prólogo de Marcel De Corte, Brujas – París, Desclée de Brouwer, 1942
La escalera de Jacob , Lyon, Lardanchet de 1942, última edición revisada: Fayard, 1975
Volver a la realidad. Nuevos diagnósticos , Lyon, Lardanchet de 1943
Lo que Dios ha unido. Ensayo sobre el amor , Lyon, Lardanchet 1945, última edición: Fayard, 1987
El pan de cada día , Mónaco, The Rock, 1945
Sacrificio de la tarde , poemas, Lyon, Lardanchet, 1947
Introducción a la gravedad y la gracia Simone Weil , la edición y la selección de los textos, París, Plon, 1947.
Chateaubriand , la elección de los textos y la introducción, Mónaco, The Rock, 1948
Nietzsche y el descenso del espíritu , Lyon, Lardanchet de 1948 Última edición: París, Fayard, 1985
Paisajes Vivarais , con fotografías de Jean-Marie Marcel, París, Plon, 1949
Simone Weil ya que sabíamos , con P. Joseph Marie Perrin, op, París, La Colombe, 1952, última edición: París, Fayard, 1967
Nuestra visión es deficiente en la luz , París, Amiot-Dumont, 1955, última edición: París, Fayard, 1995
La ignorancia estrella , París, Fayard, 1974, última edición 2001
El equilibrio y la armonía , crónica, París, Fayard, 1976
El velo y la máscara , París, Fayard, 1985
La ilusión fértil , París, Fayard, 1995
Nos tallan en el silencio, las reuniones , los documentos presentados por Philippe Barthelet, París, F.-X. Guibert, 2003
Las alas de la letra … pensamientos inéditos (1932-1982) , seleccionados y presentados por Françoise Chauvin, Mónaco, The Rock, 2006
Parodias y espejismos o decadencia de un mundo cristiano, notas inéditas (1935-1978) , los documentos presentados por Françoise Chauvin, Mónaco, The Rock, 2011
Hombres de las eternas conferencias públicas (1940-1985) , los textos preparados y presentados por Françoise Chauvin, París, Mame, 2012.
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La revista Famille Chrétienne, le hizo en 1993 una entrevista a Thibon, con ocasión de cumplir 90 años. Se reproducen algunas respuestas:
-¿Cuál es su ideal de felicidad terrenal? – Saber acogerlo todo sin retener nada.
-¿Cuál es su santo preferido?- San Juan de la Cruz. El Doctor de la noche, el más extremista de todos los santos, con quien Nietzsche se habría entendido bien. Soy realista porque defiendo los “medios de apoyo”: sé que un Dios sin Iglesia es el principio de una Iglesia sin Dios. Pero soy extremista por mi atracción por la teología negativa, la mística de la noche, el “Dios sin base ni apoyo”, que era el de San Juan de la Cruz y el mío hoy.
-¿En qué siglo le habría gustado vivir?- En el siglo XII, el más libre de los siglos, el de la unidad de Europa, cultural y espiritual. También me habría gustado el siglo XVIII, por su finura de espíritu.
– ¿Cuál es su ocupación preferida?- Caminar por la naturaleza. “Sólo se puede pensar sentado”, escribía Flaubert, a quien contestó Nietzsche: “Las grandes ideas llegan caminando”.
– ¿Cuál es el principal rasgo de su carácter?- La docilidad. Siempre me he dejado llevar: por los hombres, por las mujeres, por las circunstancias. Prefiero obedecer a mandar, que me conduzcan la vida y sus azares, que son el camino que Dios toma cuando quiere pasar de incógnito.
-¿Cuál es vuestro sueño de felicidad?- La felicidad no se sueña. Está en todas partes, a condición de acogerlo todo como don de Dios.
– ¿Cuál es su pasaje favorito del Evangelio?- “Padre, ¿por qué me has abandonado?”. Ese grito me conmueve mucho hoy. Sobre la Cruz, Dios desespera de sí mismo, y, si se me permite decirlo, muere ateo. Creo, con Chesterton, que “nuestra religión es la buena porque es la única en la que Dios ha sido ateo por un momento”. Amo a ese Cristo en agonía, el Varón de Dolores, Dios infinitamente débil, Dios abandonado por Dios. También aprecio mucho el pasaje de la mujer adúltera. Dios es a la vez exigencia infinita e indulgencia infinita. Él nos perdonará lo que nosotros no nos atrevemos a perdonarnos a nosotros mismos. Amo las historias de misericordia. Cuando se envejece, uno se hace más indulgente con los demás.
– ¿Cómo definiría el infierno?- Como Simone Weil: “Creerse en el Paraíso por error”.
– ¿Y la muerte?- Como Gabriel Marcel: el “exilio absoluto”, un salto vertiginoso que no quiero imaginar. No hay que robarle su virginidad, quitarle el encanto a ese retorno a la patria. Porque nuestra vida es un exilio. Quedaremos estupefactos cuando veamos las líneas curvas con las que Dios ha escrito, hasta qué punto el bien y el mal se entrelazan. Creo en la solidaridad del bien y del mal, de la paja y el grano. A veces hay virtudes que nos pierden y pecados que nos salvan, por por sí mismos, sino por resurgimiento. Hay momentos en los que hay que arrepentirse de las virtudes tanto como de los pecados.
-¿Vuestra oración preferida?- La Salve: María, donde la misericordia desarma a la justicia.
– ¿Su verso favorito?- “Ella miraba hacia arriba, y yo a ella”: Dante, viendo el reflejo de Dios en la mirada de Beatriz, ya salvada.
– ¿Qué detesta por encima de todo?- La envidia, ese vicio que nadie confiesa. Todo el mundo es envidioso, más o menos, pero nadie lo confiesa porque sería reconocerse inferior. Preferimos confesar los pecados por exceso: la gula, la lujuria…
– ¿Cuál es el gran mal de nuestra época?- Exigir para nuestro tiempo las promesas de la eternidad. Simone Weil -el gran encuentro de mi vida- lo decía: “Dios y el hombre son como dos amantes que se equivocan sobre el lugar de la cita; el hombre espera a Dios en el tiempo, y Dios espera al hombre en la eternidad”.
– ¿La virtud más necesaria hoy?- La reacción contra el conformismo que se oculta bajo la máscara de la libertad. Asistimos a una curiosa inversión del respeto humano. Esta época que provoca las guerras más sangrientas en nombre de la libertad constituye un escándalo único en la historia. Dado el grado de moralidad teórica del siglo XX, tales horrores no deberían ser posibles. Nuestro tiempo es, más que ningún otro, el tiempo del fariseísmo y de la hipocresía: es el reino de las verdades cristianas que se han vuelto locas que decía Chesterton.
– ¿Cómo se definiría usted?- Un anarquista conservador. Conservador en relación a la tradición, anarquista en relación a las modas e ídolos del siglo. La marginalidad me ha permitido escapar a la gloria y a las condecoraciones.
– ¿Qué hecho militar admira más?- La batalla de Lepanto.
– ¿Qué es lo que más le sorprende?- La debilidad de Dios: ver hasta qué punto Dios está desarmado. Ha hecho depender lo más alto de lo más bajo. Lo superior depende de lo inferior, pero al revés no es así. Dios necesita al hombre, pero el hombre pasa totalmente de Dios, se ha hecho esclavo de las causas segundas.
– ¿Su palabra de amor preferida?- “Ti voglio bene”, “Te quiero” en italiano, porque significa “Te deseo el bien”. Amar a otro es decirle: “Tú no morirás”. En cuanto al amor, me gusta la desmesura, ese “lo he escogido todo” de Santa Teresita del Niño Jesús. O esa frase de un campesino, vecino mío, sobre su mujer amada: “Cuando la miro, ya no la veo”. El amor humano es la sed del infinito aplicada a lo finito. Los grandes momentos del amor humano son de llamada, más que de plenitud.
– ¿Su definición del hombre casado?- Quien, en la resaca, mantiene las promesas de la borrachera. Mi experiencia me ha enseñado que uno no se casa sólo porque ama, sino para amar.
– ¿Cuál será su epitafio?- “Adieu, à Dieu”: “Adiós, me voy con Dios”.
– ¿Y sus últimas palabras?- Señor, pongo mi alma en tus manos. También me gustan las últimas palabras de la última carta de mi amiga Marie Noël: “Me duermo en Dios”. Ella había perdido el Dios de su infancia y lo descubrió en una noche sin estrellas. Al final de ese “combate desesperado por salvar a Dios”, constató que “Dios no es un lugar tranquilo”.
Disertación del Dr. Gerardo Palacios Hardy
El Instituto de Filosofía Práctica continúa con el curso permanente titulado “Figuras Ejemplares”.
En este caso se tratará sobre
GUSTAVE THIBON, EL EQUILIBRIO Y LA ARMONÍA
MARTES 23 DE ABRIL, 19 HRS
Disertante: Dr. GERARDO PALACIOS HARDY
Los esperamos en la sede de este Instituto: Viamonte 1596 – 1ºPiso – CABA. Entrada gratuita. Rogamos confirmar su presencia por correo electrónico: infip@fibertel.com.ar o por teléfono, al 4371-3315, en el horario del Secretariado, de 15 a 18 h.
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Gustave Thibon (1903-2001) se definía así: “un campesino que nunca ha abandonado su pequeña propiedad agrícola situada en la ribera del Ródano y sobre las primeras estribaciones de los Ardèches donde su familia se instaló, hace ya tres siglos, y donde su hijo continúa su tarea secular. Todo su entrenamiento se realizó fuera del sistema universitario. A los trece años, en 1916 dejó la escuela con un certificado de la escuela primaria para ayudar a su abuelo en el viñedo de la familia. Con una biblioteca que tuvo a su disposición, ganó una cultura y coherencia a gran escala de las lenguas clásicas y modernas, la biología, la economía, las matemáticas, así como la historia, la literatura, la teología y la filosofía .
La soberanía enciclopédica que alimentó su mente y agudizó su juicio lo hizo, a través de la línea de tiempo, contemporáneo de las grandes mentes de la Edad Media ( Isidoro de Sevilla , Rabano Mauro ) y Renacimiento ( Pico della Mirandola ). Su pensamiento sobre la muerte se expresa en las frases: “A medida que avanzo en la vida -y avanzar en la vida es avanzar hacia la muerte- tengo la impresión de saber cada vez menos y de presentir otras cosas que, desgraciadamente son menos comunicables”. Otra forma de ver las cosas: “Es necesario que el exilio opere en toda su intensidad, en todo su horror. Si no, uno hipoteca la muerte, le quita su aspereza, su desgarramiento; uno hace de ella la prolongación del tiempo y no la entrada de la eternidad”.
[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]PUBLICACIONES DE GUSTAVE THIBON
La ciencia de la naturaleza (la obra de Ludwig Klages) , París, Desclée de Brouwer, 1933
Poemas , Bruselas, Universal Edition 1940
Diagnóstico, análisis fisiología sociales , prólogo de Gabriel Marcel, Paris, Librairie de Medici en 1940 y la última edición: París, Fayard, 1985
El destino humano , edición y prólogo de Marcel De Corte, Brujas – París, Desclée de Brouwer, 1942
La escalera de Jacob , Lyon, Lardanchet de 1942, última edición revisada: Fayard, 1975
Volver a la realidad. Nuevos diagnósticos , Lyon, Lardanchet de 1943
Lo que Dios ha unido. Ensayo sobre el amor , Lyon, Lardanchet 1945, última edición: Fayard, 1987
El pan de cada día , Mónaco, The Rock, 1945
Sacrificio de la tarde , poemas, Lyon, Lardanchet, 1947
Introducción a la gravedad y la gracia Simone Weil , la edición y la selección de los textos, París, Plon, 1947.
Chateaubriand , la elección de los textos y la introducción, Mónaco, The Rock, 1948
Nietzsche y el descenso del espíritu , Lyon, Lardanchet de 1948 Última edición: París, Fayard, 1985
Paisajes Vivarais , con fotografías de Jean-Marie Marcel, París, Plon, 1949
Simone Weil ya que sabíamos , con P. Joseph Marie Perrin, op, París, La Colombe, 1952, última edición: París, Fayard, 1967
Seréis como dioses , teatro, París, Fayard, 1954, última edición: 1985
Nuestra visión es deficiente en la luz , París, Amiot-Dumont, 1955, última edición: París, Fayard, 1995
La ignorancia estrella , París, Fayard, 1974, última edición 2001
El equilibrio y la armonía , crónica, París, Fayard, 1976
El velo y la máscara , París, Fayard, 1985
La ilusión fértil , París, Fayard, 1995
Nos tallan en el silencio, las reuniones , los documentos presentados por Philippe Barthelet, París, F.-X. Guibert, 2003
Las alas de la letra … pensamientos inéditos (1932-1982) , seleccionados y presentados por Françoise Chauvin, Mónaco, The Rock, 2006
Parodias y espejismos o decadencia de un mundo cristiano, notas inéditas (1935-1978) , los documentos presentados por Françoise Chauvin, Mónaco, The Rock, 2011
Hombres de las eternas conferencias públicas (1940-1985) , los textos preparados y presentados por Françoise Chauvin, París, Mame, 2012.
[/ezcol_1half_end]La revista Famille Chrétienne, le hizo en 1993 una entrevista a Thibon, con ocasión de cumplir 90 años. Se reproducen algunas respuestas:
-¿Cuál es su ideal de felicidad terrenal? – Saber acogerlo todo sin retener nada.
-¿Cuál es su santo preferido?- San Juan de la Cruz. El Doctor de la noche, el más extremista de todos los santos, con quien Nietzsche se habría entendido bien. Soy realista porque defiendo los “medios de apoyo”: sé que un Dios sin Iglesia es el principio de una Iglesia sin Dios. Pero soy extremista por mi atracción por la teología negativa, la mística de la noche, el “Dios sin base ni apoyo”, que era el de San Juan de la Cruz y el mío hoy.
-¿En qué siglo le habría gustado vivir?- En el siglo XII, el más libre de los siglos, el de la unidad de Europa, cultural y espiritual. También me habría gustado el siglo XVIII, por su finura de espíritu.
– ¿Cuál es su ocupación preferida?- Caminar por la naturaleza. “Sólo se puede pensar sentado”, escribía Flaubert, a quien contestó Nietzsche: “Las grandes ideas llegan caminando”.
– ¿Cuál es el principal rasgo de su carácter?- La docilidad. Siempre me he dejado llevar: por los hombres, por las mujeres, por las circunstancias. Prefiero obedecer a mandar, que me conduzcan la vida y sus azares, que son el camino que Dios toma cuando quiere pasar de incógnito.
-¿Cuál es vuestro sueño de felicidad?- La felicidad no se sueña. Está en todas partes, a condición de acogerlo todo como don de Dios.
– ¿Cuál es su pasaje favorito del Evangelio?- “Padre, ¿por qué me has abandonado?”. Ese grito me conmueve mucho hoy. Sobre la Cruz, Dios desespera de sí mismo, y, si se me permite decirlo, muere ateo. Creo, con Chesterton, que “nuestra religión es la buena porque es la única en la que Dios ha sido ateo por un momento”. Amo a ese Cristo en agonía, el Varón de Dolores, Dios infinitamente débil, Dios abandonado por Dios. También aprecio mucho el pasaje de la mujer adúltera. Dios es a la vez exigencia infinita e indulgencia infinita. Él nos perdonará lo que nosotros no nos atrevemos a perdonarnos a nosotros mismos. Amo las historias de misericordia. Cuando se envejece, uno se hace más indulgente con los demás.
– ¿Cómo definiría el infierno?- Como Simone Weil: “Creerse en el Paraíso por error”.
– ¿Y la muerte?- Como Gabriel Marcel: el “exilio absoluto”, un salto vertiginoso que no quiero imaginar. No hay que robarle su virginidad, quitarle el encanto a ese retorno a la patria. Porque nuestra vida es un exilio. Quedaremos estupefactos cuando veamos las líneas curvas con las que Dios ha escrito, hasta qué punto el bien y el mal se entrelazan. Creo en la solidaridad del bien y del mal, de la paja y el grano. A veces hay virtudes que nos pierden y pecados que nos salvan, por por sí mismos, sino por resurgimiento. Hay momentos en los que hay que arrepentirse de las virtudes tanto como de los pecados.
-¿Vuestra oración preferida?- La Salve: María, donde la misericordia desarma a la justicia.
– ¿Su verso favorito?- “Ella miraba hacia arriba, y yo a ella”: Dante, viendo el reflejo de Dios en la mirada de Beatriz, ya salvada.
– ¿Qué detesta por encima de todo?- La envidia, ese vicio que nadie confiesa. Todo el mundo es envidioso, más o menos, pero nadie lo confiesa porque sería reconocerse inferior. Preferimos confesar los pecados por exceso: la gula, la lujuria…
– ¿Cuál es el gran mal de nuestra época?- Exigir para nuestro tiempo las promesas de la eternidad. Simone Weil -el gran encuentro de mi vida- lo decía: “Dios y el hombre son como dos amantes que se equivocan sobre el lugar de la cita; el hombre espera a Dios en el tiempo, y Dios espera al hombre en la eternidad”.
– ¿La virtud más necesaria hoy?- La reacción contra el conformismo que se oculta bajo la máscara de la libertad. Asistimos a una curiosa inversión del respeto humano. Esta época que provoca las guerras más sangrientas en nombre de la libertad constituye un escándalo único en la historia. Dado el grado de moralidad teórica del siglo XX, tales horrores no deberían ser posibles. Nuestro tiempo es, más que ningún otro, el tiempo del fariseísmo y de la hipocresía: es el reino de las verdades cristianas que se han vuelto locas que decía Chesterton.
– ¿Cómo se definiría usted?- Un anarquista conservador. Conservador en relación a la tradición, anarquista en relación a las modas e ídolos del siglo. La marginalidad me ha permitido escapar a la gloria y a las condecoraciones.
– ¿Qué hecho militar admira más?- La batalla de Lepanto.
– ¿Qué es lo que más le sorprende?- La debilidad de Dios: ver hasta qué punto Dios está desarmado. Ha hecho depender lo más alto de lo más bajo. Lo superior depende de lo inferior, pero al revés no es así. Dios necesita al hombre, pero el hombre pasa totalmente de Dios, se ha hecho esclavo de las causas segundas.
– ¿Su palabra de amor preferida?- “Ti voglio bene”, “Te quiero” en italiano, porque significa “Te deseo el bien”. Amar a otro es decirle: “Tú no morirás”. En cuanto al amor, me gusta la desmesura, ese “lo he escogido todo” de Santa Teresita del Niño Jesús. O esa frase de un campesino, vecino mío, sobre su mujer amada: “Cuando la miro, ya no la veo”. El amor humano es la sed del infinito aplicada a lo finito. Los grandes momentos del amor humano son de llamada, más que de plenitud.
– ¿Su definición del hombre casado?- Quien, en la resaca, mantiene las promesas de la borrachera. Mi experiencia me ha enseñado que uno no se casa sólo porque ama, sino para amar.
– ¿Cuál será su epitafio?- “Adieu, à Dieu”: “Adiós, me voy con Dios”.
– ¿Y sus últimas palabras?- Señor, pongo mi alma en tus manos. También me gustan las últimas palabras de la última carta de mi amiga Marie Noël: “Me duermo en Dios”. Ella había perdido el Dios de su infancia y lo descubrió en una noche sin estrellas. Al final de ese “combate desesperado por salvar a Dios”, constató que “Dios no es un lugar tranquilo”.
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 15, 2019
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