“La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan”.
–Erich Hartman.
Los profesionales militares, quienes nos formamos sobre la base de los conceptos rectores del Derecho Internacional Humanitario (DIH) o Derecho Internacional de los Conflictos Armados (DICA) como también suele llamárselo, tenemos hacia nuestros enemigos en el campo de batalla, un profundo respeto profesional e incluso admiración en ciertos casos.
En el Conflicto Armado Internacional (CAI) del Atlántico Sur en 1982, ambas fuerzas militares, las argentinas y británicas, tuvimos un comportamiento digno de elogio – conocida como guerra de caballeros – y de estudio en lo que hace al correcto cumplimiento de los Convenios de Ginebra de 1949 y sus Protocolos Adicionales I y II, pilares del Derecho Internacional Humanitario.
Terminado el Conflicto Armado Internacional, nadie odió ni maltrató a nadie. Es más que eso, el mismo 14 de junio y días posteriores, incluso cuando estábamos en el primer Campo de Prisioneros de Guerra (PG) en el aeropuerto de Puerto Argentino, los oficiales continuamos portando nuestras armas reglamentarias, conforme lo estipulado en el tercer Convenio de Ginebra (CG III). Era un símbolo de autoridad que los ingleses deseaban mantener.
Terminada la guerra, muchos cuerpos de militares muertos de ambos bandos quedaron enterrados en distintas partes de las zonas de combate y en cumplimiento del CG III, los ingleses, designaron al Coronel inglés Geoffrey Cardozo, para su exhumación, identificación y entierro en los lugares asignados como cementerios de las tropas beligerantes, Darwin para los argentinos y San Carlos para los ingleses.
En la primera imagen se observan militares británicos enterrando a sus muertos después del Combate de Ganso Verde, donde se materializa el cumplimiento del Servicio de Tumbas. En la imagen siguiente, se observa el entierro del piloto británico, Teniente Nicholas Taylor, que conducía un Harrier, derribado luego del hundimiento del HMS Sheffield. Fue inhumado por personal del Ejército Argentino y un sacerdote argentino pronunció el responso.
Esta imagen representa la ceremonia de sepelio durante la guerra de los muertos en el combate de Darwin. El oficial inglés es el Brigadier Anthony Wilson, Comandante de la Quinta Brigada de Infantería Británica. En pleno combate se tomaron el tiempo suficiente para rendir honores a los militares caídos y representantes de ambos países en conflicto, incluso algunos que eran prisioneros de guerra, se dieron cita en tan trascendente momento de la vida militar.
Este tipo de actitudes honoríficas y muchas más que podría referenciar, ennoblecen la profesión militar, más allá de las fronteras territoriales, en particular en aquellos países que son occidentales.
Si bien Oriente es distinto, mi relación con algunos oficiales coreanos, rusos, ucranianos, blangadeshianos, jordanos, alemanes, suecos y entre otros con los que interactué en Naciones Unidas durante la década del 90, me permiten inferir que las conductas de los políticos de turno, no son las mismas que las de los hombres de armas.
Independientemente de que sus culturas son muy distintas a las nuestras, los uniformados son hombres de palabra, de honor y respeto por quienes comparten la misma profesión uniformada, como por ejemplo, el oficial pakistaní que pertenecía a mi Branch en la ONU, quien me prometió que me regalaría su Pakol Chitrali antes de regresar a su país y cumplió su palabra.
Por estas breves descripciones muy sucintas de hechos que exponen las conductas entre militares de distintas nacionalidades y otras fuerzas armadas, policiales y de seguridad, es que no resulta para nada extraño, la actitud de hace pocos días, de Veteranos de Guerra del Reino Unido de Gran Bretaña que combatieron en Malvinas, rindiendo honores a los 649 argentinos caídos en el conflicto ante el cenotafio de la plaza San Martín en la ciudad autónoma de Buenos Aires.
En el video se puede observar la marcialidad de esos viejos soldados, los que con sus limitaciones físicas impuestas por los años y profesión elegida, rinden homenaje a quienes enfrentaron con las armas, luchando palmo a palmo para conquistar sus objetivos.
Esas coronas formadas de flores rojas con centro negro de papel, simulando una amapola, se usan en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y países del Commonwell, desde fines de la primera guerra mundial, inspiradas en los campos de amapolas de Flandes, Bélgica, para recordar a sus militares caídos en los diversos conflictos bélicos.
Originalmente fueron creados y comercializados en beneficio de las familias de los caídos y por las asociaciones de Veteranos de Guerra, mientras que hoy, resulta frecuente observarlas en todos los monumentos e iglesias, como recuerdo respetuoso a sus Hombres de Armas caídos en el campo de combate.
En el Día del Recuerdo o Remembance Day, también conocido como Día de la Amapola, Día del Armisticio o Día del Veterano, el cual se conmemora todos los 11 de noviembre de cada año, se usan estas amapolas en la solapa de los sacos y vestidos a modo de escarapela, para recordar el sacrificio de militares y civiles durante los conflictos armados.
A la izquierda se observa una imagen del cenotafio construido por los ingleses en las Islas Malvinas, en memoria de los muertos del Destructor Tipo 4 de la Royal Navy conocido como HMS Sheffield (D80). A la derecha, el cementerio británico de San Carlos, donde se aprecian las listas talladas de los soldados y suboficiales en mármol y cuatro lápidas que señalan el lugar donde están enterrados los oficiales británicos caídos en combate.
Alguna vez escribí “He pasado hambre y frío, he sentido el ruido lacerante de los proyectiles haciendo zumbar mis oídos, he enlodado mis borceguíes en la turba y arrastrado mi cuerpo por campos minados, he sentido que cada día podía ser el último, he sufrido la desazón de la derrota, pero no obstante, no he podido odiar a nuestros enemigos, mucho menos, cuando al finalizar las hostilidades, ellos y nosotros, como veteranos de guerra, comenzamos a librar otras guerras, en otros campos de combate, los de la mente y el corazón.”
HONOR Y GLORIA A LOS UNIFORMADOS CAIDOS EN CUMPLIMIENTO DE SU DEBER
HONRANDO AL CAÍDO EN COMBATE
◘
Por Cnel. Enrique Stel.
“La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan”.
–Erich Hartman.
Los profesionales militares, quienes nos formamos sobre la base de los conceptos rectores del Derecho Internacional Humanitario (DIH) o Derecho Internacional de los Conflictos Armados (DICA) como también suele llamárselo, tenemos hacia nuestros enemigos en el campo de batalla, un profundo respeto profesional e incluso admiración en ciertos casos.
En el Conflicto Armado Internacional (CAI) del Atlántico Sur en 1982, ambas fuerzas militares, las argentinas y británicas, tuvimos un comportamiento digno de elogio – conocida como guerra de caballeros – y de estudio en lo que hace al correcto cumplimiento de los Convenios de Ginebra de 1949 y sus Protocolos Adicionales I y II, pilares del Derecho Internacional Humanitario.
Terminado el Conflicto Armado Internacional, nadie odió ni maltrató a nadie. Es más que eso, el mismo 14 de junio y días posteriores, incluso cuando estábamos en el primer Campo de Prisioneros de Guerra (PG) en el aeropuerto de Puerto Argentino, los oficiales continuamos portando nuestras armas reglamentarias, conforme lo estipulado en el tercer Convenio de Ginebra (CG III). Era un símbolo de autoridad que los ingleses deseaban mantener.
Terminada la guerra, muchos cuerpos de militares muertos de ambos bandos quedaron enterrados en distintas partes de las zonas de combate y en cumplimiento del CG III, los ingleses, designaron al Coronel inglés Geoffrey Cardozo, para su exhumación, identificación y entierro en los lugares asignados como cementerios de las tropas beligerantes, Darwin para los argentinos y San Carlos para los ingleses.
En la primera imagen se observan militares británicos enterrando a sus muertos después del Combate de Ganso Verde, donde se materializa el cumplimiento del Servicio de Tumbas. En la imagen siguiente, se observa el entierro del piloto británico, Teniente Nicholas Taylor, que conducía un Harrier, derribado luego del hundimiento del HMS Sheffield. Fue inhumado por personal del Ejército Argentino y un sacerdote argentino pronunció el responso.
Esta imagen representa la ceremonia de sepelio durante la guerra de los muertos en el combate de Darwin. El oficial inglés es el Brigadier Anthony Wilson, Comandante de la Quinta Brigada de Infantería Británica. En pleno combate se tomaron el tiempo suficiente para rendir honores a los militares caídos y representantes de ambos países en conflicto, incluso algunos que eran prisioneros de guerra, se dieron cita en tan trascendente momento de la vida militar.
Este tipo de actitudes honoríficas y muchas más que podría referenciar, ennoblecen la profesión militar, más allá de las fronteras territoriales, en particular en aquellos países que son occidentales.
Si bien Oriente es distinto, mi relación con algunos oficiales coreanos, rusos, ucranianos, blangadeshianos, jordanos, alemanes, suecos y entre otros con los que interactué en Naciones Unidas durante la década del 90, me permiten inferir que las conductas de los políticos de turno, no son las mismas que las de los hombres de armas.
Independientemente de que sus culturas son muy distintas a las nuestras, los uniformados son hombres de palabra, de honor y respeto por quienes comparten la misma profesión uniformada, como por ejemplo, el oficial pakistaní que pertenecía a mi Branch en la ONU, quien me prometió que me regalaría su Pakol Chitrali antes de regresar a su país y cumplió su palabra.
Por estas breves descripciones muy sucintas de hechos que exponen las conductas entre militares de distintas nacionalidades y otras fuerzas armadas, policiales y de seguridad, es que no resulta para nada extraño, la actitud de hace pocos días, de Veteranos de Guerra del Reino Unido de Gran Bretaña que combatieron en Malvinas, rindiendo honores a los 649 argentinos caídos en el conflicto ante el cenotafio de la plaza San Martín en la ciudad autónoma de Buenos Aires.
En el video se puede observar la marcialidad de esos viejos soldados, los que con sus limitaciones físicas impuestas por los años y profesión elegida, rinden homenaje a quienes enfrentaron con las armas, luchando palmo a palmo para conquistar sus objetivos.
Esas coronas formadas de flores rojas con centro negro de papel, simulando una amapola, se usan en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y países del Commonwell, desde fines de la primera guerra mundial, inspiradas en los campos de amapolas de Flandes, Bélgica, para recordar a sus militares caídos en los diversos conflictos bélicos.
Originalmente fueron creados y comercializados en beneficio de las familias de los caídos y por las asociaciones de Veteranos de Guerra, mientras que hoy, resulta frecuente observarlas en todos los monumentos e iglesias, como recuerdo respetuoso a sus Hombres de Armas caídos en el campo de combate.
En el Día del Recuerdo o Remembance Day, también conocido como Día de la Amapola, Día del Armisticio o Día del Veterano, el cual se conmemora todos los 11 de noviembre de cada año, se usan estas amapolas en la solapa de los sacos y vestidos a modo de escarapela, para recordar el sacrificio de militares y civiles durante los conflictos armados.
A la izquierda se observa una imagen del cenotafio construido por los ingleses en las Islas Malvinas, en memoria de los muertos del Destructor Tipo 4 de la Royal Navy conocido como HMS Sheffield (D80). A la derecha, el cementerio británico de San Carlos, donde se aprecian las listas talladas de los soldados y suboficiales en mármol y cuatro lápidas que señalan el lugar donde están enterrados los oficiales británicos caídos en combate.
Alguna vez escribí “He pasado hambre y frío, he sentido el ruido lacerante de los proyectiles haciendo zumbar mis oídos, he enlodado mis borceguíes en la turba y arrastrado mi cuerpo por campos minados, he sentido que cada día podía ser el último, he sufrido la desazón de la derrota, pero no obstante, no he podido odiar a nuestros enemigos, mucho menos, cuando al finalizar las hostilidades, ellos y nosotros, como veteranos de guerra, comenzamos a librar otras guerras, en otros campos de combate, los de la mente y el corazón.”
HONOR Y GLORIA A LOS UNIFORMADOS CAIDOS EN CUMPLIMIENTO DE SU DEBER
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 12, 2024