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  Por Maren Berkjo.

Sophie Scholl fue una estudiante alemana y activista antinazi que desempeñó un papel crucial en el grupo de resistencia Rosa Blanca, un movimiento que se opuso al régimen de Adolf Hitler mediante la resistencia no violenta. La Rosa Blanca fue fundada por un grupo de estudiantes de la Universidad de Múnich, entre ellos Sophie y su hermano Hans Scholl, junto con Christoph Probst, Alexander Schmorell, Willi Graf y el profesor Kurt Huber. Su misión era concienciar al pueblo alemán sobre las atrocidades cometidas por el gobierno nazi y fomentar la resistencia pasiva.

Nacida en 1921, Sophie Scholl creció en una familia políticamente comprometida. Inicialmente, fue miembro de la Bund Deutscher Mädel (Liga de Jóvenes Alemanas), la rama femenina de las Juventudes Hitlerianas. Sin embargo, a medida que maduraba, se fue desilusionando cada vez más de la ideología nazi, influenciada por la filosofía, la teología y los escritos de Theodor Haecker. Su hermano Hans también experimentó una transformación similar, lo que los llevó a unirse al grupo de resistencia Rosa Blanca.

Sophie Scholl

La Rosa Blanca era única entre los movimientos de resistencia porque se basaba en argumentos intelectuales y morales en lugar de la violencia. El grupo distribuía panfletos que exponían los crímenes nazis, criticaban la guerra y llamaban a los alemanes a resistir la dictadura. Estos panfletos se imprimían en secreto y se difundían por las ciudades, instando a los ciudadanos a rechazar la propaganda nazi y abrazar los valores democráticos.

Uno de sus panfletos más famosos decía: “No nos callaremos. Somos vuestra mala conciencia. ¡La Rosa Blanca no os dejará en paz!”.

El grupo también participó en campañas de grafitis, pintando lemas como “Abajo Hitler” en edificios públicos. Sus esfuerzos cobraron impulso, pero corrían constantemente el riesgo de ser descubiertos por la Gestapo.

El 18 de febrero de 1943, Sophie y Hans Scholl fueron sorprendidos distribuyendo panfletos en la Universidad de Múnich. Un conserje los vio y los denunció a las autoridades. Fueron arrestados, interrogados y sometidos a un juicio farsa dirigido por el infame juez nazi Roland Freisler.

A pesar de la intensa presión, Sophie se mantuvo desafiante, negándose a traicionar a sus camaradas. Fue declarada culpable de alta traición y condenada a muerte. El 22 de febrero de 1943, fue ejecutada en la guillotina con tan solo 21 años. Según se informa, sus últimas palabras fueron: “Un día tan hermoso y soleado, y tengo que irme. ¿Qué importa mi muerte si, a través de nosotros, miles de personas despiertan y se movilizan?”.

El último panfleto de la Rosa Blanca fue posteriormente lanzado desde el aire sobre Alemania por los Aliados, asegurando así la pervivencia de su mensaje. Hoy, Sophie Scholl es venerada como un símbolo de valentía y resistencia, con escuelas, calles y monumentos nombrados en su honor.

 


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Junio 8, 2025