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  Por Susan Bobic.

Imaginemos un titán de la industria, una empresa tan colosal que alguna vez tuvo un virtual monopolio sobre uno de los productos más esenciales de la vida moderna: el petróleo. Ahora, imaginemos a este gigante tomando una decisión tan tonta, tan catastróficamente miope, que no sólo paralizó su propio futuro sino que también sumió a la economía global en el caos. Ésta es la historia de la decisión de Standard Oil a principios del siglo XX de ignorar el floreciente mercado del automóvil.

A principios de siglo, Standard Oil, bajo el puño de hierro de John D. Rockefeller, controlaba aproximadamente el 90% de la refinación y distribución de petróleo en Estados Unidos. 

Sin embargo, su atención se centró en el querosene para iluminación y calefacción.

Vieron el automóvil como una novedad, una moda pasajera, y subestimaron por completo su potencial para revolucionar el transporte y la demanda de combustible.

Las consecuencias de este colosal error de juicio fueron nefastas.

Standard Oil se perdió el crecimiento explosivo de la industria automotriz, dejando la puerta abierta para que nuevos competidores como Texaco y Gulf Oil aprovecharan la oportunidad y se convirtieran en rivales formidables.

John D. Rockefeller

La participación de mercado de Standard Oil se desplomó y finalmente enfrentó acciones antimonopolio, lo que llevó a su disolución en 1911.

Los efectos dominó del error de Standard Oil se extendieron mucho más allá de la propia empresa.

La oportunidad perdida de invertir en infraestructura de producción y distribución de gasolina obstaculizó el crecimiento de la industria automotriz, retrasando la adopción masiva de los automóviles y los beneficios económicos que traían. La falta de previsión también contribuyó a la escasez de energía y la volatilidad de los precios, lo que afectó tanto a los consumidores como a las empresas.

¿Alguna vez escuchó la frase “más rico que un Rockefeller”? Bueno, eso se debe a que John D. Rockefeller fundó Standard Oil en 1870 en Ohio. Durante varios años se convirtió en la refinería de petróleo más grande del mundo. Ajustado a la inflación, en 1905 valía más de un trillón de dólares en dinero actual.

 


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Junio 26, 2024