Me fascinan todas las mariposas, pero estas y las mariposas Bandera Argentina, me han llevado a seguir su derrotero de vida.
Las mariposas, como todo ser vivo, vienen en tamaños variables. Las orugas (no tienen huesos, sino un millar de músculos que les sirven para desplazarse velozmente de un lugar a otro) también varían, algunas permanecen pequeñas, otras se atiborran con algodoncillo hasta que están listas para emprender un nuevo estadio (Fase o transformación). Hay machos y hembras tamaño gigante de mariposa monarca. Y otras pequeñas.
Cómo darnos cuenta si un una mariposa Monarca es macho (male) o hembra (female)?
La mariposa monarca macho tiene una mancha negra, en cada ala trasera. Estos puntos negros las marcan como masculino.
La hembra monarca tiene venas en las alas, visiblemente más gruesas, le dan un aspecto más oscuro.
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Al compararlas juntas, las diferencias saltan a la vista. Y si las alas están cerradas?
Parte del punto negro del macho monarca sangra hacia el ala exterior. Las mariposas excretan un líquido llamado meconio. A veces, este líquido se identifica con sangre, pero en realidad son excrementos de la crisálida.
Existe un mito sobre los mariposas, muy difundido, que dice que con apenas un roce podemos matarlas. En realidad esto es un poco extremo, aunque sí tienen alas muy delicadas y si las tocamos muy fuerte podemos lastimar algunas de las escamas que forman dichas estructuras.
Viven hasta 12 veces más que otras mariposas. Unos 9 meses. Desde donde viven y se ponen en marcha (unos 25 días) vuelan a 120 km por día. Dado que es un insecto de sangre fría, ajustan la temperatura de su cuerpo al medio ambiente. Pueden percibir la humedad atmosférica y encuentran manantiales donde beber en climas extremadamente secos
Esta especie en estado de larva, ingieren una planta venenosa (asclepias-algodoncillos es un género de plantas perennes, dicotiledóneas, herbáceas que tiene unas 140 especies conocidas. Pertenece a la familia Apocynaceae y muchas de sus especies son de distribución neártica ) que hace que queden protegidas de quienes quieran devorarlas. Si alguien se atreve, muere.
Cada año estos maravillosos seres, llegan puntualmente (ver mapas explicativos) a los bosques del centro occidente de México, para reproducirse. A diferencia de otras mariposas que vuelan a ras del suelo, las Monarcas aprovechando los vientos del Norte vuelan a 100 metros de altura.
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Están dotadas de un sistema de navegación que contempla la altura del sol y el análisis de la luz que las guía hacia el Sur. Esta maravilla es transmitida genéticamente para saber cómo llegar a la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca, al año siguiente, donde estuvieron sus antecesores.
¿Por qué los machos maltratan a las hembras previamente a la cópula? ¿Por qué las lastiman internamente con sus cornuti? ¿Es un accidente o están diseñados para ese fin? En el caso de las “violaciones” cometidas por los machos de los monarcas, se piensa que éstas no son producidas por machos con problemas psicológicos, sino que son adaptaciones evolutivas. Al acercarse la época de migrar de regreso al norte, la mayor parte de las reservas de grasas y proteínas de los machos ya fueron utilizadas para sobrevivir durante el invierno, por lo que su probabilidad de sobrevivir la migración es baja. Por eso es mejor (en términos de hijos producidos) aparearse antes de migrar, aunque las hembras no sean sexualmente receptivas, ya que los espermatozoides pueden permanecer viables dentro de ellas durante varias semanas. Hay varias ideas están siendo evaluadas en estos momentos. Los resultados de estos estudios nos permitirán entender si la vida sexual de las mariposas es tan armoniosa como creíamos, o si está plagada de conflictos como la de… otras especies que conocemos. Miriam Rothschild, una entomóloga británica (además de aristócrata y activista política que ha promovido leyes contra la discriminación de los homosexuales y de personas con capacidades diferentes), se refirió a los machos de las mariposas monarca (Danaus plexippus) como el ejemplo típico del “cerdo chovinista”. Los machos Monarcas en el revuelo por servir a una hembra con otros machos dando vueltas, también son homosexuales, ya que suelen copular entre ellos…no los defiende? Y si las dejamos vivir en paz y hacer la vida para la que llegaron a este mundo? Las Monarcas como nosotros, evolucionan, algunos en ser bisexuales, otros en no migrar y definitivamente vivir en ciertos lugares sin alejarse y así la cosa.
Es notable destacar que hay santuarios en Oceanía y Europa Oriental y desde Canadá al sur de Perú.
Y la labor que los norteamericanos despliegan a favor de la vida de estos maravillosos insectos, es digna de destacar. Les proveen un hábitat (los tamaños son variados) sin peligro de depredadores. Con sus plantas de algodoncillo en su interior.
No puedo dejar de mencionar al más grande defensor de la mariposa Monarca. Lincoln Brower dedicó seis décadas al estudio del extraordinario ciclo de vida migratorio de la mariposa monarca y a hacer un llamado para su protección. Recibió su título de biólogo de la Universidad de Princeton. Comenzó a estudiar los monarcas cuando estuvo en la escuela de posgrado de Yale, donde recibió un doctorado en Zoología en 1957.
Murió el 17 de julio/18.
Brower retrató la historia del monarca, la cual puede volar varios miles de kilómetros de lugares como Maine, en Estados Unidos, hasta un hogar invernal en las montañas del centro de México. El viaje es particularmente asombroso porque las mariposas que llegan a México nunca han estado en las zonas donde arriban para invernar; son las descendientes de las monarcas que migraron desde México en el ciclo anterior (las mariposas se reproducen en su camino hacia el norte y después mueren). Comentó Brower en una entrevista que dio en 1990 a The New York Times. “Si alguna vez has visto dentro del cerebro de una mariposa, te habrás percatado de que es del tamaño de la cabeza de un alfiler y, a pesar de esto, la minicomputadora que se encuentra dentro de esa cabeza de alfiler tiene toda la información necesaria para llevarlas a México sin haber ido antes”
Trabajó con el gobierno y grupos mexicanos para establecer santuarios que protegieran de la explotación forestal a los bosques de abetos, claves porque son donde se concentran las mariposas, aunque en años posteriores denunció que aún había tala ilegal. Expresó su preocupación por los efectos que pudieran tener en las mariposas los herbicidas y los cultivos modificados genéticamente en Estados Unidos, pues los monarcas dependen del algodoncillo cuando cursan su parte del ciclo vital en el norte.
“La gente que visita por primera vez los santuarios de la mariposa monarca en México queda atónita ante las mariposas que flotan en el cielo, pero Lincoln tenía el corazón roto al ver la disminución dramática que sufrió la especie desde las expediciones que realizó en las décadas de los setenta y los ochenta”
En Michoacán México
Brower no pensaba que la monarca estuviera en peligro de extinción, al menos no por el momento. Sin embargo, alertó en varias ocasiones que su espectacular patrón migratorio estaba en riesgo.
“Las poblaciones sedentarias de monarcas se dan de manera natural en las islas del Caribe, Trinidad, Bermuda y Suramérica. Las monarcas sobrevivirán como especie en algunos de esos lugares”, dijo en 1998. “No obstante, nos perderemos de su increíble y hermosa migración y de todo lo que esté asociado con ella. Es por eso que he dicho que este bello síndrome de la migración y el ciclo invernal es un ‘fenómeno biológico en peligro de extinción’”.
Siempre le dio gusto conversar con niños de escuelas primarias sobre orugas y mariposas. Brower recordó que lo castigaron en la escuela por no entrar a clases, pues se retrasó por querer recolectar un tipo particular de polilla.
“Me suspendieron un día y me humillaron”, rememoró. “Me tuve que sentar en una silla dentro de un salón de clases todo el día”.
Las “noticias” en los medios de comunicación liberales dicen que, “como dijiste, el sol sale por el oeste”. Las grandes máscaras de los conglomerados masivos de medios repiten la negación hasta ponerse azules. Citan a “expertos”, sin tener estos una sola credencial para opinar.
Cualquier cosa menos que la creencia absoluta en un mundo imparcial. Todo lo que veo, sin analizar y sin dar opción a una respuesta, estará en la edición del día siguiente.
Pero esa utopía existe solo en sus mentes y es fácilmente refutada por esos molestos clavos conocidos como hechos. The New Tork Times, con su política, brinda el lado seductor de la historia para vender. No para informar.
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By Héctor Timerman
BUENOS AIRES — I write these lines from my home, where I have been confined by the courts for more than a week. I’m a political prisoner. An Argentine judge accused me of treason, and covering up for Iranian officials accused of masterminding the 1994 terrorist attack against the Argentine Israeli Mutual Association, or AMIA, Buenos Aires’ principal Jewish center, in which 85 people died and 300 were wounded. Twenty-three years after the attack, nobody has been convicted and few facts have been established other than that it occurred.
The investigation into the attack was so flawed and corrupt that in 2004 the entire trial was annulled and the judge who led it was put under investigation. Judge Claudio Bonadio — who now accuses me of treason — led the investigation into that cover-up, but was removed from it in 2005, charged with partiality and colluding to protect those who thwarted the initial investigation.
The prosecutor Alberto Nisman took charge of the AMIA investigation and pointed to a group of Iranian officials as the masterminds of the attack. The courts ordered that the suspects be apprehended and brought before a judge, as Argentinian law does not permit trials in absentia. Iran countered that its own laws forbid the extradition of its citizens. Thus, the case remained paralyzed for another decade.
Advancing the case was a key goal of the former president Cristina Fernández de Kirchner’s administration, in which I served as foreign minister from 2010 to 2015. The solution was an agreement between both countries: an Argentine judge would question the suspects in Iran and begin judicial proceedings to bring truth and justice to the victims. It also established a nonbinding truth commission composed of international jurists to observe the case. For Mr. Bonadio, the agreement undermines the criminal investigation in the AMIA case and is the pretext for my indictment.
Treason is an accusation without relevant modern precedent in our country. For an Argentine citizen to commit treason, the country must be in a state of war. Argentina and Iran are not, and never have been, at war. To this day, they maintain diplomatic relations. Nonetheless, Mr. Bonadio justifies this accusation by contending that the terrorist attack represents an act of war. He argues that the country has been at war for 23 years, without any formal acknowledgment, and in contradiction of all jurisprudence.
Iran rejects the accusations against its citizens. Nonetheless, it agreed to cooperate in the case after a multiyear diplomatic campaign led by the successive Kirchner governments. Thus began the official negotiations — announced by Ms. Fernández de Kirchner in the United Nations — and the political attacks by those who said Iran was an unacceptable negotiating partner. Certain groups in Argentina seemed to prefer paralysis, perhaps out of fear that there is insufficient evidence to condemn the Iranian suspects.
The case against the Kirchner administration reiterates the accusations made by Mr. Nisman a few days before his death that were dismissed by Argentinian courts that same year: that the agreement, ratified by Argentina’s congress, secretly aimed to cover up the alleged role of the Iranians. The accusations are cobbled together, in part, from false media reports alleging a secret meeting in Aleppo, Syria, between me and Ali Akbar Salehi, who at that time was Iran’s foreign minister. I did indeed travel to Aleppo, where I met with President Bashar al-Assad of Syria — a meeting that, far from secret, was documented in diplomatic cables and reported in the Argentinian press — but I did not meet with Mr. Salehi while I was there, and no credible evidence has been presented to support this falsehood. The rest of the allegations in the case were built on this lie, which I categorically deny.
A central part of Mr. Nisman’s accusations involve the Interpol red notices, a form of arrest warrant that aims to assist national police forces to locate those wanted internationally in criminal cases. Mr. Nisman, and now Mr. Bonadio, accused me of aiming to remove these red notices. Yet, to this day, they remain unchanged. I was anxious that this be the case, as they served to ensure Iranian compliance. The then-secretary general of Interpol, Ronald Noble, denied that Argentina requested any change in the red notices immediately after Mr. Nisman made his accusation, and Mr. Noble has maintained that position emphatically. Instead of accepting his statements, Mr. Bonadio now accuses Mr. Noble of colluding over the claimed cover-up.
I do not know why the agreement has become the focus of such vindictive anger. I cannot say why Mr. Bonadio seems determined to pursue a case with such flimsy evidence, and why he has announced decisions with suspiciously political timing. But I do know that he is accused of attempting to shield former political allies investigated in the original AMIA investigation.
Mr. Bonadio was a longtime Partido Justicialista (Peronist) activist. When Carlos Corach was appointed minister of the interior by President Carlos Menem — the position included managing relations with all the governors, Parliament, security forces and the judicial branch — he placed Mr. Bonadio in the secretariat of legal affairs.
In 1994 (shortly before the AMIA attack), Mr. Corach promoted him to federal judgeship. He got the position without passing through a competition with other candidates, as is the procedure in Argentina. In 2005, the judicial authorities separated him from the first trial investigating the cover-up the AMIA case, for having kept the case paralyzed for five years. One of the accused was Mr. Corach.
President Néstor Kirchner’s government accused Mr. Bonadio of poor performance and sought to have him removed from the bench. In 2010, Mr. Nisman accused Mr. Bonadio of threatening him to ensure AMIA investigation did not involve the judge’s allies. More broadly, he is the sitting judge with the most complaints in the country — he has collected at least 50 reports of misconduct over the years.
Since Mauricio Macri assumed the presidency at the end of 2015, Mr. Bonadio has managed to head most of the cases against Ms. Fernández de Kirchner and has imprisoned several of her former officials in pretrial detention.
The Centro de Estudios Legales y Sociales, a well-known Argentinian rights organization, has criticized the use of this measure, saying it represents the “use of the penal system to persecute political opponents.”
Mr. Bonadio has rejected a request to release me from detention, which apparently could continue for a long time. And a few days ago, he determined that I must ask for permission to see doctors, a decision criticized by Human Rights Watch.
Sadly, it is not the first time my family ihas been a victim of political persecution. Forty years ago, my father, the journalist Jacobo Timerman, was also a political prisoner. He spent over a year under house arrest, after being kidnapped and tortured in clandestine centers run by the military during my country’s last dictatorship from 1976 to 1983.
Defense of human rights has been vitally important in my personal and professional life. I considered my diplomacy in this case to be part of that ideal. Instead, I find myself enmeshed in a Kafkaesque process that aggravates my cancer and robs me of the time I have left.
For now, the AMIA case languishes, as it has for decades. And we who in good faith sought justice are the targets of the anger of the Jewish community and many families of the victims.
I have asked to be judged as quickly as possible. Preventing me from getting timely medical attention is like condemning me to death. Argentina’s Constitution does not permit the death penalty. But with a judge like this, that is little guarantee.
Héctor Timerman was the foreign affairs minister of Argentina from 2010 to 2015 during the presidency of Cristina Fernández de Kirchner.
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Por Héctor Timerman
Escribo estas líneas desde mi casa, a donde me ha confinado el tribunal durante más de una semana. Soy un preso político. Un juez argentino me acusó de traición y del encubrimiento de funcionarios iraníes acusados de ser los autores intelectuales del ataque terrorista de 1994 en contra de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el principal centro judío de Buenos Aires, en el que fallecieron 85 personas y 300 resultaron heridas. A veintitrés años del ataque, no hay detenidos y se sabe muy poco de los hechos, excepto que sucedieron.
La investigación sobre el ataque fue tan defectuosa y corrupta que en 2004 se anuló el juicio y se comenzó a investigar al juez que lo presidía. El juez Claudio Bonadio —quien ahora me acusa de traición— dirigió la investigación de aquel encubrimiento, pero lo retiraron del caso en 2005, acusado de ser tendencioso y de haberse coludido para proteger a quienes frustraron la investigación inicial.
El fiscal Alberto Nisman tomó el mando de la investigación de la AMIA y señaló a un grupo de funcionarios iraníes como autores intelectuales del ataque. Los tribunales ordenaron la aprehensión de los sospechosos y exigieron su presencia ante un juez, puesto que la ley argentina no permite los juicios en ausencia. Irán argumentó que sus leyes prohíben la extradición de sus ciudadanos. Por lo tanto, el caso siguió paralizado durante una década más.
Tener avances en el caso era una meta clave para el gobierno de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, en el que trabajé como canciller de 2010 a 2015. La solución consistió en un acuerdo entre ambos países: un juez argentino interrogaría a los sospechosos en Irán e iniciaría los procedimientos judiciales para llegar a la verdad y darle justicia a las víctimas. Además se establecía la creación de una comisión de la verdad no vinculante compuesta por juristas internacionales que atendieran el caso. Para Bonadio, el acuerdo debilita la investigación criminal del caso de la AMIA y es el pretexto para mi acusación.
La traición es una acusación sin precedentes relevantes en la historia moderna de nuestro país. Para que un ciudadano argentino pudiera cometer traición, el país tendría que estar en guerra. Argentina e Irán no están en guerra y nunca lo han estado. Al día de hoy, conservan sus relaciones diplomáticas. No obstante, Bonadio justificó su acusación al decir que el ataque terrorista representa un acto de guerra. Arguye que el país ha estado en guerra durante veintitrés años, sin que se haya reconocido oficialmente, y contradiciendo toda jurisprudencia.
Irán niega las acusaciones en contra de sus ciudadanos, pero accedió a cooperar en el caso luego de una campaña diplomática que duró años dirigida por los gobiernos sucesivos de Kirchner. Así comenzaron las negociaciones oficiales (anunciadas por Fernández de Kirchner en las Naciones Unidas) y los ataques políticos perpetrados por quienes afirmaron que Irán era una contraparte inaceptable para la negociación. Ciertos grupos en Argentina parecen preferir la parálisis, quizá por el temor a que no haya suficiente evidencia para condenar a los sospechosos iraníes.
El caso en contra del gobierno de Fernández de Kirchner reitera las acusaciones, rechazadas por las cortes argentinas ese mismo año, que había hecho Nisman unos días antes de su muerte: que el acuerdo, ratificado por el congreso argentino, tenía el propósito secreto de encubrir la supuesta participación de los iraníes. Las acusaciones estaban forzadas, en parte porque aparecieron reportes falsos en los medios de comunicación que hablaban de que me había reunido en secreto en Alepo, Siria, con Ali Akbar Salehi, quien en ese momento era ministro de Relaciones Exteriores de Irán. En efecto, viajé a Alepo, donde me reuní con el presidente de Siria, Bashar al Asad —una reunión que, lejos de ser secreta, se documentó en comunicados diplomáticos y reportes en la prensa argentina—, pero no me reuní con Salehi durante mi estancia ni se presentaron pruebas fehacientes que sustentaran dicha acusación. El resto de las acusaciones en el caso se construyeron a partir de esta mentira, que niego categóricamente.
Una parte vital de las acusaciones de Nisman está relacionada con las alertas rojas de la Interpol, una especie de orden de aprehensión cuyo objetivo es ayudar a las fuerzas policiales nacionales a localizar a los involucrados en casos criminales de interés internacional. Nisman, y ahora Bonadio, me acusan de eliminar estas alertas rojas pero, hasta hoy, no han sido modificadas. Me preocupó que esto hubiera podido suceder, ya que las alertas contribuyen a garantizar el cumplimiento por parte de Irán. El que entonces era el secretario general de la Interpol, Ronald Noble, negó que Argentina hubiera solicitado algún cambio en las alertas rojas inmediatamente después de que Nisman diera a conocer su fallo y Noble ha mantenido su postura de manera enfática. En lugar de aceptar sus declaraciones, Bonadio acusa a Noble de estar coludido en este supuesto encubrimiento.
No sé por qué el acuerdo se ha convertido en el centro de tal ira vengativa. No puedo entender por qué Bonadio parece determinado a perseguir el caso con evidencias tan endebles, ni por qué ha anunciado decisiones con una sincronía política tan sospechosa. Pero lo que sí sé es que se le acusa de intentar proteger a sus exaliados políticos, quienes estaban en la mira de las indagaciones relacionadas con la primera investigación de la AMIA.
Durante mucho tiempo Bonadio fue activista del Partido Justicialista. Cuando el presidente Carlos Menem nombró a Carlos Corach ministro del Interior —el puesto requiere que gestione la relación con todos los gobernadores, los miembros del parlamento, las fuerzas de seguridad y la rama judicial—, colocó a Bonadio en el secretariado de asuntos jurídicos.
En 1994, poco antes del ataque a la AMIA, Corach lo ascendió a una magistratura federal. Subió al puesto sin presentarse a las oposiciones contra otros candidatos, como lo exigen los procedimientos en Argentina. En 2005, los funcionarios judiciales lo separaron del primer juicio que investigaba el encubrimiento del caso de la AMIA por haber mantenido el caso paralizado durante cinco años. Uno de los acusados era Corach.
El gobierno del presidente Néstor Kirchner acusó a Bonadio de un desempeño mediocre y buscó la manera de eliminarlo de la magistratura. En 2010, Nisman acusó a Bonadio de amenazarlo para que afirmara que la investigación de la AMIA no involucraba a sus aliados. En un sentido más amplio, es el juez en funciones con más quejas en el país: ha acumulado al menos cincuenta reportes de mala praxis a lo largo de los años.
Desde que Mauricio Macri asumió la presidencia a finales de 2015, Bonadio ha logrado encabezar la mayoría de los casos en contra de Fernández de Kirchner y ha declarado prisión preventiva para muchos de sus exfuncionarios.
El Centro de Estudios Legales y Sociales, una famosa organización que defiende los derechos de los argentinos, ha criticado esta medida y afirma que se trata de una “instrumentalización del sistema penal para perseguir a opositores políticos”.
Bonadio ha rechazado la solicitud de liberarme del arresto, que al parecer podría durar mucho tiempo. Hace unos días, decidió que debo solicitar permiso para ser atendido por los médicos, una decisión que criticó Human Rights Watch.
Tristemente, no es la primera vez que mi familia es víctima de una persecución política. Hace cuarenta años, mi padre, el periodista Jacobo Timerman, también fue prisionero político. Pasó casi un año en arresto domiciliario, luego de ser secuestrado y torturado en centros clandestinos dirigidos por la milicia durante la última dictadura de mi país, de 1976 a 1983.
La defensa de los derechos humanos ha tenido una importancia crucial en mi vida personal y profesional. Considero que mi cargo diplomático en este caso era parte de ese ideal. En cambio, me encuentro inmerso en un proceso kafkiano que agrava el cáncer que padezco y me roba el tiempo que me queda de vida.
Por ahora, el caso de la AMIA se diluye, tal como ha sucedido durante décadas, y quienes buscamos, de buena fe, justicia somos el blanco de la furia de la comunidad judía y de las numerosas familias de las víctimas.
He solicitado que se me juzgue lo más rápido posible. Evitar que reciba atención médica a tiempo es casi como condenarme a la muerte. La Constitución argentina no contempla la pena de muerte pero, con un juez como este, no tengo garantía de ello.
En el New York Times del día 29 de noviembre pasado se puede leer: “29 Argentines Sentenced to Life in Prison in ‘Death Flights’ Trial” (29 argentinos sentenciados a cadena perpetua en el juicio de ‘Death Flights’) sobre las condenas aplicadas en el juicio ESMA III. Acotemos que: The New York Times (a veces abreviado como The NYT o The Times) es un periódico estadounidense con sede en la ciudad de Nueva York con influencia y lectores a nivel mundial. Fundado en 1851, el periódico ha ganado 122 premios Pulitzer, más que cualquier otro periódico. A partir de septiembre de 2016, tuvo la mayor circulación combinada de impresión y digital de cualquier periódico diario en los Estados Unidos. The New York Times se clasifica en el puesto 18 en el mundo por circulación (1) pero periódicos con mayor circulación están en la India o en China con lo cual casi son de circulación interna y no cubren el mundo como en este caso. En esta nota también se pueden leer declaraciones de ABÉL CÓRDOBA, ex fiscal militante y gran mentiroso. En lo personal fue el artífice de mi involucramiento y detención por este tipo de delitos, juntamente con el periodista de Página 12 DIEGO MARTINEZ y el obsecuente juez subrogante removido ULPIANO MARTINEZ.
Pero más allá de este “detalle”, el contenido de esta nota hace que me invada la rabia y la impotencia, al palpar lo que todos ya sabemos: “el relato” está impuesto no solo a nivel nacional sino internacional. Diría que estos desagradables sentimientos van dirigidos en menor cuantía a sus autores que pelearon y pelea una guerra sin fin.
Ulpiano Martínez
Saben cuál es su meta y dedican su vida y su pasión a ello. Como toda guerra en donde lo que se juega es la vida y la muerte, en los años 60 y 70, también hubo hechos poco nobles, que gente como ABEL CÓRDOBA y muchos otros supieron manipular muy bien. Así asesinos seriales pasaron a ser “perseguidos políticos” y “jóvenes idealistas” y sus víctimas, hombres, mujeres y niños no existen. Ahora bien, LA PREGUNTA QUE NO AGRADA es: ¿de este lado en el cual me encuentro, finalizada la lucha armada, que hubo y que hay?
¿DONDE ESTAN LOS PATRIOTAS?
Hoy a excepción de un grupo reducido de gente voluntariosa que defiende nuestra ilegal situación NO HAY NADA. SOLO EL SILENCIO, que como todo silencio yo diría que es cómplice de la iniquidad impuesta. Estos juicios comenzaron hace muchos años y desde entonces todo es apatía y un sálvese quien pueda, mostrándose lo peor del ser humano.
A lo largo de ellos ha habido no solo silencio, sino también altos mandos de todas las fuerzas que actuaron en contra de sus subalternos para acomodar su situación personal a cualquier precio (en mi caso el reptante Comisario Inspector ATILIO ROSAS). ¿Hoy donde están los heroicos patriotas, los hombres de intachable honor, los valientes dispuestos a dar la misma vida por Dios y por la patria? ¿Por qué no dan tan siquiera la cara? ¿Que les pasó? ¿Si los detenidos somos miles, por qué no se escucha el clamor de sus voces? ¿Como es posible que en los estrados judiciales acepten tan mansamente el escarnio de cierta gente? ¿Esas expresiones aparte de cobardes, son ilegales O acaso se hace silencio porque ellas expresan la verdad? DESPIERTEN SEÑORES PRISIONEROS. LOS VERADEROS PATRIOTAS VIVEN Y TAMBIEN MUEREN COMO TALES.
“Aléjate presuroso de los que emplean el tiempo en repetir
que son patriotas y viven del patriotismo de los demás”.
Constancio C. Vigil (1876-1954)
Jorge Acosta y Alfredo Astiz
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La Nota del New York Times
BUENOS AIRES — Los jueces a cargo de la causa de derechos humanos más importante de Argentina condenaron a cadena perpetua a 29 de los acusados, en un juicio que documentó la práctica generalizada de la última dictadura militar de matar a civiles arrojándolos de aviones en pleno vuelo.
“Este es un momento feliz en la larga lucha por la justicia que se ha mantenido durante décadas”, dijo Víctor Basterra, de 73 años y quien fuera un preso político que estuvo confinado en la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), eje central del caso. “Siempre es satisfactorio verlos sentenciados a cadenas perpetuas”.
La sentencia coronó el esfuerzo más ambicioso hasta la fecha para responsabilizar a los exlíderes militares por los abusos cometidos durante los años setenta y ochenta, cuando varios países latinoamericanos fueron gobernados por juntas militares derechistas. Los fiscales juzgaron a 54 militares argentinos por la muerte o desaparición forzada de 789 personas y presentaron los testimonios de más de 800 testigos.
El tribunal absolvió a seis acusados, incluidos un par de pilotos, y condenó al resto a penas de prisión que oscilaron entre los ocho y veinticinco años. Cuando concluyó la audiencia, que duró cuatro horas, los acusados evitaron mirar a quienes fueron presos políticos y familiares de los asesinados, que estaban parados al fondo de la sala.
Algunas personas presentes en el tribunal portaban fotografías de sus seres queridos. “Asesinos, violadores”, gritaban las víctimas, tocando un panel de vidrio que los separaba de los acusados. “¡Vas a ir a la cárcel!”, exclamó triunfante una mujer mayor.
El juicio de cinco años puso de relieve la tortura sistemática y el asesinato de miles de personas sospechadas de oponerse al gobierno militar. Fueron recluidos en un centro clandestino de detención ubicado en una base naval de Buenos Aires por orden de la junta militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983.
En una serie de audiencias, los testigos relataron con detalles escalofriantes cómo los ciudadanos fueron drogados, cargados en aviones y arrojados a las aguas frente a la costa de Buenos Aires. Si bien esta práctica se conoce desde hace mucho tiempo, los fiscales lograron hacer una referencia cruzada de testimonios y documentos para detallar cómo se realizó una de las tácticas más atroces de la dictadura argentina.
El juicio también esclareció la complicidad de la Iglesia católica en los crímenes de la junta. Ningún miembro del clero fue acusado en el juicio, pero los fiscales alegaron que los religiosos fueron cómplices en la ocultación de los detenidos ante la presencia de los inspectores internacionales de derechos humanos.
“Estamos muy satisfechos con el veredicto”, dijo Abel Córdoba, un fiscal. “Creemos que esta es una decisión justa que demostró la metodología de los vuelos de la muerte como una forma de exterminio”.
De todos los centros secretos de detención que por ese entonces existían en Argentina, el más infame estaba ubicado en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada, conocida como la ESMA. Según los testimonios, unas 5000 personas fueron detenidas y torturadas en la base, que ahora es un monumento a los derechos humanos.
Algunos de los acusados en el caso eran los exoficiales navales Alfredo Astiz, Ricardo Cavallo y Jorge Acosta, quienes ya cumplían sentencias por condenas anteriores.
El veredicto se produjo cuando las organizaciones de derechos humanos argentinas cuestionan el compromiso del presidente Mauricio Macri con el ajuste de cuentas legal por los abusos contra los derechos humanos cometidos durante la dictadura, un esfuerzo defendido por su predecesora, Cristina Fernández de Kirchner.
Macri se ha esforzado por enfatizar su apoyo a los casos judiciales. Sin embargo, los activistas dicen que su gobierno ha enviado señales contradictorias al desmantelar los departamentos de derechos humanos de los ministerios; cuestionar la estimación del número de víctimas de la dictadura, y enfatizar en la necesidad de que Argentina pase la página de ese capítulo de su historia.
Córdoba dijo que confiaba en que la política cambiante del país no obstaculizará la búsqueda de justicia en muchos casos aún pendientes por violaciones a los derechos humanos. “Creemos que es importante que los tribunales continúen enviando un mensaje sobre los crímenes de lesa humanidad”, dijo el miércoles por la noche.
Argentina ha hecho más que cualquiera de sus vecinos para castigar a los responsables por los crímenes cometidos durante el gobierno militar. Hasta el mes pasado, 818 personas habían sido condenadas y 754 acusados estaban siendo enjuiciados en casos en el país, según la oficina del fiscal general.
Durante mucho tiempo, la junta argentina ha sido considerada como la más despiadada de la época, ya que detuvo, torturó y asesinó a unas 30.000 personas que calificó de “subversivas”. Además de asesinar a personas sospechosas de ser disidentes, los oficiales militares secuestraron a cientos de bebés que fueron criados por familias leales al gobierno.
Mariposas Monarcas
Me fascinan todas las mariposas, pero estas y las mariposas Bandera Argentina, me han llevado a seguir su derrotero de vida.
Las mariposas, como todo ser vivo, vienen en tamaños variables. Las orugas (no tienen huesos, sino un millar de músculos que les sirven para desplazarse velozmente de un lugar a otro) también varían, algunas permanecen pequeñas, otras se atiborran con algodoncillo hasta que están listas para emprender un nuevo estadio (Fase o transformación). Hay machos y hembras tamaño gigante de mariposa monarca. Y otras pequeñas.
Cómo darnos cuenta si un una mariposa Monarca es macho (male) o hembra (female)?
La mariposa monarca macho tiene una mancha negra, en cada ala trasera. Estos puntos negros las marcan como masculino.
La hembra monarca tiene venas en las alas, visiblemente más gruesas, le dan un aspecto más oscuro.
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Al compararlas juntas, las diferencias saltan a la vista. Y si las alas están cerradas?
Parte del punto negro del macho monarca sangra hacia el ala exterior. Las mariposas excretan un líquido llamado meconio. A veces, este líquido se identifica con sangre, pero en realidad son excrementos de la crisálida.
Existe un mito sobre los mariposas, muy difundido, que dice que con apenas un roce podemos matarlas. En realidad esto es un poco extremo, aunque sí tienen alas muy delicadas y si las tocamos muy fuerte podemos lastimar algunas de las escamas que forman dichas estructuras.
Viven hasta 12 veces más que otras mariposas. Unos 9 meses. Desde donde viven y se ponen en marcha (unos 25 días) vuelan a 120 km por día. Dado que es un insecto de sangre fría, ajustan la temperatura de su cuerpo al medio ambiente. Pueden percibir la humedad atmosférica y encuentran manantiales donde beber en climas extremadamente secos
Esta especie en estado de larva, ingieren una planta venenosa (asclepias-algodoncillos es un género de plantas perennes, dicotiledóneas, herbáceas que tiene unas 140 especies conocidas. Pertenece a la familia Apocynaceae y muchas de sus especies son de distribución neártica ) que hace que queden protegidas de quienes quieran devorarlas. Si alguien se atreve, muere.
Cada año estos maravillosos seres, llegan puntualmente (ver mapas explicativos) a los bosques del centro occidente de México, para reproducirse. A diferencia de otras mariposas que vuelan a ras del suelo, las Monarcas aprovechando los vientos del Norte vuelan a 100 metros de altura.
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Están dotadas de un sistema de navegación que contempla la altura del sol y el análisis de la luz que las guía hacia el Sur. Esta maravilla es transmitida genéticamente para saber cómo llegar a la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca, al año siguiente, donde estuvieron sus antecesores.
¿Por qué los machos maltratan a las hembras previamente a la cópula? ¿Por qué las lastiman internamente con sus cornuti? ¿Es un accidente o están diseñados para ese fin? En el caso de las “violaciones” cometidas por los machos de los monarcas, se piensa que éstas no son producidas por machos con problemas psicológicos, sino que son adaptaciones evolutivas. Al acercarse la época de migrar de regreso al norte, la mayor parte de las reservas de grasas y proteínas de los machos ya fueron utilizadas para sobrevivir durante el invierno, por lo que su probabilidad de sobrevivir la migración es baja. Por eso es mejor (en términos de hijos producidos) aparearse antes de migrar, aunque las hembras no sean sexualmente receptivas, ya que los espermatozoides pueden permanecer viables dentro de ellas durante varias semanas. Hay varias ideas están siendo evaluadas en estos momentos. Los resultados de estos estudios nos permitirán entender si la vida sexual de las mariposas es tan armoniosa como creíamos, o si está plagada de conflictos como la de… otras especies que conocemos. Miriam Rothschild, una entomóloga británica (además de aristócrata y activista política que ha promovido leyes contra la discriminación de los homosexuales y de personas con capacidades diferentes), se refirió a los machos de las mariposas monarca (Danaus plexippus) como el ejemplo típico del “cerdo chovinista”. Los machos Monarcas en el revuelo por servir a una hembra con otros machos dando vueltas, también son homosexuales, ya que suelen copular entre ellos…no los defiende? Y si las dejamos vivir en paz y hacer la vida para la que llegaron a este mundo? Las Monarcas como nosotros, evolucionan, algunos en ser bisexuales, otros en no migrar y definitivamente vivir en ciertos lugares sin alejarse y así la cosa.
Es notable destacar que hay santuarios en Oceanía y Europa Oriental y desde Canadá al sur de Perú.
Y la labor que los norteamericanos despliegan a favor de la vida de estos maravillosos insectos, es digna de destacar. Les proveen un hábitat (los tamaños son variados) sin peligro de depredadores. Con sus plantas de algodoncillo en su interior.
No puedo dejar de mencionar al más grande defensor de la mariposa Monarca. Lincoln Brower dedicó seis décadas al estudio del extraordinario ciclo de vida migratorio de la mariposa monarca y a hacer un llamado para su protección. Recibió su título de biólogo de la Universidad de Princeton. Comenzó a estudiar los monarcas cuando estuvo en la escuela de posgrado de Yale, donde recibió un doctorado en Zoología en 1957.
Murió el 17 de julio/18.
Brower retrató la historia del monarca, la cual puede volar varios miles de kilómetros de lugares como Maine, en Estados Unidos, hasta un hogar invernal en las montañas del centro de México. El viaje es particularmente asombroso porque las mariposas que llegan a México nunca han estado en las zonas donde arriban para invernar; son las descendientes de las monarcas que migraron desde México en el ciclo anterior (las mariposas se reproducen en su camino hacia el norte y después mueren). Comentó Brower en una entrevista que dio en 1990 a The New York Times. “Si alguna vez has visto dentro del cerebro de una mariposa, te habrás percatado de que es del tamaño de la cabeza de un alfiler y, a pesar de esto, la minicomputadora que se encuentra dentro de esa cabeza de alfiler tiene toda la información necesaria para llevarlas a México sin haber ido antes”
Trabajó con el gobierno y grupos mexicanos para establecer santuarios que protegieran de la explotación forestal a los bosques de abetos, claves porque son donde se concentran las mariposas, aunque en años posteriores denunció que aún había tala ilegal. Expresó su preocupación por los efectos que pudieran tener en las mariposas los herbicidas y los cultivos modificados genéticamente en Estados Unidos, pues los monarcas dependen del algodoncillo cuando cursan su parte del ciclo vital en el norte.
“La gente que visita por primera vez los santuarios de la mariposa monarca en México queda atónita ante las mariposas que flotan en el cielo, pero Lincoln tenía el corazón roto al ver la disminución dramática que sufrió la especie desde las expediciones que realizó en las décadas de los setenta y los ochenta”
En Michoacán México
Brower no pensaba que la monarca estuviera en peligro de extinción, al menos no por el momento. Sin embargo, alertó en varias ocasiones que su espectacular patrón migratorio estaba en riesgo.
“Las poblaciones sedentarias de monarcas se dan de manera natural en las islas del Caribe, Trinidad, Bermuda y Suramérica. Las monarcas sobrevivirán como especie en algunos de esos lugares”, dijo en 1998. “No obstante, nos perderemos de su increíble y hermosa migración y de todo lo que esté asociado con ella. Es por eso que he dicho que este bello síndrome de la migración y el ciclo invernal es un ‘fenómeno biológico en peligro de extinción’”.
Siempre le dio gusto conversar con niños de escuelas primarias sobre orugas y mariposas. Brower recordó que lo castigaron en la escuela por no entrar a clases, pues se retrasó por querer recolectar un tipo particular de polilla.
“Me suspendieron un día y me humillaron”, rememoró. “Me tuve que sentar en una silla dentro de un salón de clases todo el día”.
Fink le preguntó: “¿Valió la pena?”.
Brower respondió: “Totalmente”.
Fuente: https://www.nytimes.com/es/2018/07/26/lincoln-brower-mariposas-monarca/
Fuente:https://monarchbutterflygarden.net/how-to-raise-monarch-butterflies-inside/
VER: https://www.researchgate.net/publication/238778278_PRIMER_FORO_REGIONAL_MARIPOSA_MONARCA
Fotos de : https://monarchbutterflygarden.net/female-or-male-monarch-butterfly-pictures/
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 13, 2018
New York Times. Timerman si tiene espacio internacional: “SOY UN PRISIONERO POLÍTICO EN ARGENTINA”
Las “noticias” en los medios de comunicación liberales dicen que, “como dijiste, el sol sale por el oeste”. Las grandes máscaras de los conglomerados masivos de medios repiten la negación hasta ponerse azules. Citan a “expertos”, sin tener estos una sola credencial para opinar.
Cualquier cosa menos que la creencia absoluta en un mundo imparcial. Todo lo que veo, sin analizar y sin dar opción a una respuesta, estará en la edición del día siguiente.
Pero esa utopía existe solo en sus mentes y es fácilmente refutada por esos molestos clavos conocidos como hechos. The New Tork Times, con su política, brinda el lado seductor de la historia para vender. No para informar.
By Héctor Timerman
BUENOS AIRES — I write these lines from my home, where I have been confined by the courts for more than a week. I’m a political prisoner. An Argentine judge accused me of treason, and covering up for Iranian officials accused of masterminding the 1994 terrorist attack against the Argentine Israeli Mutual Association, or AMIA, Buenos Aires’ principal Jewish center, in which 85 people died and 300 were wounded. Twenty-three years after the attack, nobody has been convicted and few facts have been established other than that it occurred.
The investigation into the attack was so flawed and corrupt that in 2004 the entire trial was annulled and the judge who led it was put under investigation. Judge Claudio Bonadio — who now accuses me of treason — led the investigation into that cover-up, but was removed from it in 2005, charged with partiality and colluding to protect those who thwarted the initial investigation.
The prosecutor Alberto Nisman took charge of the AMIA investigation and pointed to a group of Iranian officials as the masterminds of the attack. The courts ordered that the suspects be apprehended and brought before a judge, as Argentinian law does not permit trials in absentia. Iran countered that its own laws forbid the extradition of its citizens. Thus, the case remained paralyzed for another decade.
Advancing the case was a key goal of the former president Cristina Fernández de Kirchner’s administration, in which I served as foreign minister from 2010 to 2015. The solution was an agreement between both countries: an Argentine judge would question the suspects in Iran and begin judicial proceedings to bring truth and justice to the victims. It also established a nonbinding truth commission composed of international jurists to observe the case. For Mr. Bonadio, the agreement undermines the criminal investigation in the AMIA case and is the pretext for my indictment.
Treason is an accusation without relevant modern precedent in our country. For an Argentine citizen to commit treason, the country must be in a state of war. Argentina and Iran are not, and never have been, at war. To this day, they maintain diplomatic relations. Nonetheless, Mr. Bonadio justifies this accusation by contending that the terrorist attack represents an act of war. He argues that the country has been at war for 23 years, without any formal acknowledgment, and in contradiction of all jurisprudence.
Iran rejects the accusations against its citizens. Nonetheless, it agreed to cooperate in the case after a multiyear diplomatic campaign led by the successive Kirchner governments. Thus began the official negotiations — announced by Ms. Fernández de Kirchner in the United Nations — and the political attacks by those who said Iran was an unacceptable negotiating partner. Certain groups in Argentina seemed to prefer paralysis, perhaps out of fear that there is insufficient evidence to condemn the Iranian suspects.
The case against the Kirchner administration reiterates the accusations made by Mr. Nisman a few days before his death that were dismissed by Argentinian courts that same year: that the agreement, ratified by Argentina’s congress, secretly aimed to cover up the alleged role of the Iranians. The accusations are cobbled together, in part, from false media reports alleging a secret meeting in Aleppo, Syria, between me and Ali Akbar Salehi, who at that time was Iran’s foreign minister. I did indeed travel to Aleppo, where I met with President Bashar al-Assad of Syria — a meeting that, far from secret, was documented in diplomatic cables and reported in the Argentinian press — but I did not meet with Mr. Salehi while I was there, and no credible evidence has been presented to support this falsehood. The rest of the allegations in the case were built on this lie, which I categorically deny.
A central part of Mr. Nisman’s accusations involve the Interpol red notices, a form of arrest warrant that aims to assist national police forces to locate those wanted internationally in criminal cases. Mr. Nisman, and now Mr. Bonadio, accused me of aiming to remove these red notices. Yet, to this day, they remain unchanged. I was anxious that this be the case, as they served to ensure Iranian compliance. The then-secretary general of Interpol, Ronald Noble, denied that Argentina requested any change in the red notices immediately after Mr. Nisman made his accusation, and Mr. Noble has maintained that position emphatically. Instead of accepting his statements, Mr. Bonadio now accuses Mr. Noble of colluding over the claimed cover-up.
I do not know why the agreement has become the focus of such vindictive anger. I cannot say why Mr. Bonadio seems determined to pursue a case with such flimsy evidence, and why he has announced decisions with suspiciously political timing. But I do know that he is accused of attempting to shield former political allies investigated in the original AMIA investigation.
Mr. Bonadio was a longtime Partido Justicialista (Peronist) activist. When Carlos Corach was appointed minister of the interior by President Carlos Menem — the position included managing relations with all the governors, Parliament, security forces and the judicial branch — he placed Mr. Bonadio in the secretariat of legal affairs.
In 1994 (shortly before the AMIA attack), Mr. Corach promoted him to federal judgeship. He got the position without passing through a competition with other candidates, as is the procedure in Argentina. In 2005, the judicial authorities separated him from the first trial investigating the cover-up the AMIA case, for having kept the case paralyzed for five years. One of the accused was Mr. Corach.
President Néstor Kirchner’s government accused Mr. Bonadio of poor performance and sought to have him removed from the bench. In 2010, Mr. Nisman accused Mr. Bonadio of threatening him to ensure AMIA investigation did not involve the judge’s allies. More broadly, he is the sitting judge with the most complaints in the country — he has collected at least 50 reports of misconduct over the years.
Since Mauricio Macri assumed the presidency at the end of 2015, Mr. Bonadio has managed to head most of the cases against Ms. Fernández de Kirchner and has imprisoned several of her former officials in pretrial detention.
The Centro de Estudios Legales y Sociales, a well-known Argentinian rights organization, has criticized the use of this measure, saying it represents the “use of the penal system to persecute political opponents.”
Mr. Bonadio has rejected a request to release me from detention, which apparently could continue for a long time. And a few days ago, he determined that I must ask for permission to see doctors, a decision criticized by Human Rights Watch.
Sadly, it is not the first time my family ihas been a victim of political persecution. Forty years ago, my father, the journalist Jacobo Timerman, was also a political prisoner. He spent over a year under house arrest, after being kidnapped and tortured in clandestine centers run by the military during my country’s last dictatorship from 1976 to 1983.
Defense of human rights has been vitally important in my personal and professional life. I considered my diplomacy in this case to be part of that ideal. Instead, I find myself enmeshed in a Kafkaesque process that aggravates my cancer and robs me of the time I have left.
For now, the AMIA case languishes, as it has for decades. And we who in good faith sought justice are the targets of the anger of the Jewish community and many families of the victims.
I have asked to be judged as quickly as possible. Preventing me from getting timely medical attention is like condemning me to death. Argentina’s Constitution does not permit the death penalty. But with a judge like this, that is little guarantee.
Héctor Timerman was the foreign affairs minister of Argentina from 2010 to 2015 during the presidency of Cristina Fernández de Kirchner.
Por Héctor Timerman
Escribo estas líneas desde mi casa, a donde me ha confinado el tribunal durante más de una semana. Soy un preso político. Un juez argentino me acusó de traición y del encubrimiento de funcionarios iraníes acusados de ser los autores intelectuales del ataque terrorista de 1994 en contra de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el principal centro judío de Buenos Aires, en el que fallecieron 85 personas y 300 resultaron heridas. A veintitrés años del ataque, no hay detenidos y se sabe muy poco de los hechos, excepto que sucedieron.
La investigación sobre el ataque fue tan defectuosa y corrupta que en 2004 se anuló el juicio y se comenzó a investigar al juez que lo presidía. El juez Claudio Bonadio —quien ahora me acusa de traición— dirigió la investigación de aquel encubrimiento, pero lo retiraron del caso en 2005, acusado de ser tendencioso y de haberse coludido para proteger a quienes frustraron la investigación inicial.
El fiscal Alberto Nisman tomó el mando de la investigación de la AMIA y señaló a un grupo de funcionarios iraníes como autores intelectuales del ataque. Los tribunales ordenaron la aprehensión de los sospechosos y exigieron su presencia ante un juez, puesto que la ley argentina no permite los juicios en ausencia. Irán argumentó que sus leyes prohíben la extradición de sus ciudadanos. Por lo tanto, el caso siguió paralizado durante una década más.
Tener avances en el caso era una meta clave para el gobierno de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, en el que trabajé como canciller de 2010 a 2015. La solución consistió en un acuerdo entre ambos países: un juez argentino interrogaría a los sospechosos en Irán e iniciaría los procedimientos judiciales para llegar a la verdad y darle justicia a las víctimas. Además se establecía la creación de una comisión de la verdad no vinculante compuesta por juristas internacionales que atendieran el caso. Para Bonadio, el acuerdo debilita la investigación criminal del caso de la AMIA y es el pretexto para mi acusación.
La traición es una acusación sin precedentes relevantes en la historia moderna de nuestro país. Para que un ciudadano argentino pudiera cometer traición, el país tendría que estar en guerra. Argentina e Irán no están en guerra y nunca lo han estado. Al día de hoy, conservan sus relaciones diplomáticas. No obstante, Bonadio justificó su acusación al decir que el ataque terrorista representa un acto de guerra. Arguye que el país ha estado en guerra durante veintitrés años, sin que se haya reconocido oficialmente, y contradiciendo toda jurisprudencia.
Irán niega las acusaciones en contra de sus ciudadanos, pero accedió a cooperar en el caso luego de una campaña diplomática que duró años dirigida por los gobiernos sucesivos de Kirchner. Así comenzaron las negociaciones oficiales (anunciadas por Fernández de Kirchner en las Naciones Unidas) y los ataques políticos perpetrados por quienes afirmaron que Irán era una contraparte inaceptable para la negociación. Ciertos grupos en Argentina parecen preferir la parálisis, quizá por el temor a que no haya suficiente evidencia para condenar a los sospechosos iraníes.
El caso en contra del gobierno de Fernández de Kirchner reitera las acusaciones, rechazadas por las cortes argentinas ese mismo año, que había hecho Nisman unos días antes de su muerte: que el acuerdo, ratificado por el congreso argentino, tenía el propósito secreto de encubrir la supuesta participación de los iraníes. Las acusaciones estaban forzadas, en parte porque aparecieron reportes falsos en los medios de comunicación que hablaban de que me había reunido en secreto en Alepo, Siria, con Ali Akbar Salehi, quien en ese momento era ministro de Relaciones Exteriores de Irán. En efecto, viajé a Alepo, donde me reuní con el presidente de Siria, Bashar al Asad —una reunión que, lejos de ser secreta, se documentó en comunicados diplomáticos y reportes en la prensa argentina—, pero no me reuní con Salehi durante mi estancia ni se presentaron pruebas fehacientes que sustentaran dicha acusación. El resto de las acusaciones en el caso se construyeron a partir de esta mentira, que niego categóricamente.
Una parte vital de las acusaciones de Nisman está relacionada con las alertas rojas de la Interpol, una especie de orden de aprehensión cuyo objetivo es ayudar a las fuerzas policiales nacionales a localizar a los involucrados en casos criminales de interés internacional. Nisman, y ahora Bonadio, me acusan de eliminar estas alertas rojas pero, hasta hoy, no han sido modificadas. Me preocupó que esto hubiera podido suceder, ya que las alertas contribuyen a garantizar el cumplimiento por parte de Irán. El que entonces era el secretario general de la Interpol, Ronald Noble, negó que Argentina hubiera solicitado algún cambio en las alertas rojas inmediatamente después de que Nisman diera a conocer su fallo y Noble ha mantenido su postura de manera enfática. En lugar de aceptar sus declaraciones, Bonadio acusa a Noble de estar coludido en este supuesto encubrimiento.
No sé por qué el acuerdo se ha convertido en el centro de tal ira vengativa. No puedo entender por qué Bonadio parece determinado a perseguir el caso con evidencias tan endebles, ni por qué ha anunciado decisiones con una sincronía política tan sospechosa. Pero lo que sí sé es que se le acusa de intentar proteger a sus exaliados políticos, quienes estaban en la mira de las indagaciones relacionadas con la primera investigación de la AMIA.
Durante mucho tiempo Bonadio fue activista del Partido Justicialista. Cuando el presidente Carlos Menem nombró a Carlos Corach ministro del Interior —el puesto requiere que gestione la relación con todos los gobernadores, los miembros del parlamento, las fuerzas de seguridad y la rama judicial—, colocó a Bonadio en el secretariado de asuntos jurídicos.
En 1994, poco antes del ataque a la AMIA, Corach lo ascendió a una magistratura federal. Subió al puesto sin presentarse a las oposiciones contra otros candidatos, como lo exigen los procedimientos en Argentina. En 2005, los funcionarios judiciales lo separaron del primer juicio que investigaba el encubrimiento del caso de la AMIA por haber mantenido el caso paralizado durante cinco años. Uno de los acusados era Corach.
El gobierno del presidente Néstor Kirchner acusó a Bonadio de un desempeño mediocre y buscó la manera de eliminarlo de la magistratura. En 2010, Nisman acusó a Bonadio de amenazarlo para que afirmara que la investigación de la AMIA no involucraba a sus aliados. En un sentido más amplio, es el juez en funciones con más quejas en el país: ha acumulado al menos cincuenta reportes de mala praxis a lo largo de los años.
Desde que Mauricio Macri asumió la presidencia a finales de 2015, Bonadio ha logrado encabezar la mayoría de los casos en contra de Fernández de Kirchner y ha declarado prisión preventiva para muchos de sus exfuncionarios.
El Centro de Estudios Legales y Sociales, una famosa organización que defiende los derechos de los argentinos, ha criticado esta medida y afirma que se trata de una “instrumentalización del sistema penal para perseguir a opositores políticos”.
Bonadio ha rechazado la solicitud de liberarme del arresto, que al parecer podría durar mucho tiempo. Hace unos días, decidió que debo solicitar permiso para ser atendido por los médicos, una decisión que criticó Human Rights Watch.
Tristemente, no es la primera vez que mi familia es víctima de una persecución política. Hace cuarenta años, mi padre, el periodista Jacobo Timerman, también fue prisionero político. Pasó casi un año en arresto domiciliario, luego de ser secuestrado y torturado en centros clandestinos dirigidos por la milicia durante la última dictadura de mi país, de 1976 a 1983.
La defensa de los derechos humanos ha tenido una importancia crucial en mi vida personal y profesional. Considero que mi cargo diplomático en este caso era parte de ese ideal. En cambio, me encuentro inmerso en un proceso kafkiano que agrava el cáncer que padezco y me roba el tiempo que me queda de vida.
Por ahora, el caso de la AMIA se diluye, tal como ha sucedido durante décadas, y quienes buscamos, de buena fe, justicia somos el blanco de la furia de la comunidad judía y de las numerosas familias de las víctimas.
He solicitado que se me juzgue lo más rápido posible. Evitar que reciba atención médica a tiempo es casi como condenarme a la muerte. La Constitución argentina no contempla la pena de muerte pero, con un juez como este, no tengo garantía de ello.
PrisioneroEnArgentina.com
Enero 20, 2018
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THE NEW YORK TIMES, LA RABIA Y LA IMPOTENCIA
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“EL RELATO” EN EL MUNDO
En el New York Times del día 29 de noviembre pasado se puede leer: “29 Argentines Sentenced to Life in Prison in ‘Death Flights’ Trial” (29 argentinos sentenciados a cadena perpetua en el juicio de ‘Death Flights’) sobre las condenas aplicadas en el juicio ESMA III. Acotemos que: The New York Times (a veces abreviado como The NYT o The Times) es un periódico estadounidense con sede en la ciudad de Nueva York con influencia y lectores a nivel mundial. Fundado en 1851, el periódico ha ganado 122 premios Pulitzer, más que cualquier otro periódico. A partir de septiembre de 2016, tuvo la mayor circulación combinada de impresión y digital de cualquier periódico diario en los Estados Unidos. The New York Times se clasifica en el puesto 18 en el mundo por circulación (1) pero periódicos con mayor circulación están en la India o en China con lo cual casi son de circulación interna y no cubren el mundo como en este caso. En esta nota también se pueden leer declaraciones de ABÉL CÓRDOBA, ex fiscal militante y gran mentiroso. En lo personal fue el artífice de mi involucramiento y detención por este tipo de delitos, juntamente con el periodista de Página 12 DIEGO MARTINEZ y el obsecuente juez subrogante removido ULPIANO MARTINEZ.
[ezcol_1third][/ezcol_1third] [ezcol_1third][/ezcol_1third] [ezcol_1third_end][/ezcol_1third_end]RABIA E IMPOTENCIA
Pero más allá de este “detalle”, el contenido de esta nota hace que me invada la rabia y la impotencia, al palpar lo que todos ya sabemos: “el relato” está impuesto no solo a nivel nacional sino internacional. Diría que estos desagradables sentimientos van dirigidos en menor cuantía a sus autores que pelearon y pelea una guerra sin fin.
Ulpiano Martínez
Saben cuál es su meta y dedican su vida y su pasión a ello. Como toda guerra en donde lo que se juega es la vida y la muerte, en los años 60 y 70, también hubo hechos poco nobles, que gente como ABEL CÓRDOBA y muchos otros supieron manipular muy bien. Así asesinos seriales pasaron a ser “perseguidos políticos” y “jóvenes idealistas” y sus víctimas, hombres, mujeres y niños no existen. Ahora bien, LA PREGUNTA QUE NO AGRADA es: ¿de este lado en el cual me encuentro, finalizada la lucha armada, que hubo y que hay?
¿DONDE ESTAN LOS PATRIOTAS?
Hoy a excepción de un grupo reducido de gente voluntariosa que defiende nuestra ilegal situación NO HAY NADA. SOLO EL SILENCIO, que como todo silencio yo diría que es cómplice de la iniquidad impuesta. Estos juicios comenzaron hace muchos años y desde entonces todo es apatía y un sálvese quien pueda, mostrándose lo peor del ser humano.
A lo largo de ellos ha habido no solo silencio, sino también altos mandos de todas las fuerzas que actuaron en contra de sus subalternos para acomodar su situación personal a cualquier precio (en mi caso el reptante Comisario Inspector ATILIO ROSAS). ¿Hoy donde están los heroicos patriotas, los hombres de intachable honor, los valientes dispuestos a dar la misma vida por Dios y por la patria? ¿Por qué no dan tan siquiera la cara? ¿Que les pasó? ¿Si los detenidos somos miles, por qué no se escucha el clamor de sus voces? ¿Como es posible que en los estrados judiciales acepten tan mansamente el escarnio de cierta gente? ¿Esas expresiones aparte de cobardes, son ilegales O acaso se hace silencio porque ellas expresan la verdad? DESPIERTEN SEÑORES PRISIONEROS. LOS VERADEROS PATRIOTAS VIVEN Y TAMBIEN MUEREN COMO TALES.
Claudio Kussman
Claudio@PrisioneroEnArgentina.com
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 02, 2017
(1) https://en.wikipedia.org/wiki/The_New_York_Times
Jorge Acosta y Alfredo Astiz
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La Nota del New York Times
BUENOS AIRES — Los jueces a cargo de la causa de derechos humanos más importante de Argentina condenaron a cadena perpetua a 29 de los acusados, en un juicio que documentó la práctica generalizada de la última dictadura militar de matar a civiles arrojándolos de aviones en pleno vuelo.
“Este es un momento feliz en la larga lucha por la justicia que se ha mantenido durante décadas”, dijo Víctor Basterra, de 73 años y quien fuera un preso político que estuvo confinado en la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), eje central del caso. “Siempre es satisfactorio verlos sentenciados a cadenas perpetuas”.
La sentencia coronó el esfuerzo más ambicioso hasta la fecha para responsabilizar a los exlíderes militares por los abusos cometidos durante los años setenta y ochenta, cuando varios países latinoamericanos fueron gobernados por juntas militares derechistas. Los fiscales juzgaron a 54 militares argentinos por la muerte o desaparición forzada de 789 personas y presentaron los testimonios de más de 800 testigos.
El tribunal absolvió a seis acusados, incluidos un par de pilotos, y condenó al resto a penas de prisión que oscilaron entre los ocho y veinticinco años. Cuando concluyó la audiencia, que duró cuatro horas, los acusados evitaron mirar a quienes fueron presos políticos y familiares de los asesinados, que estaban parados al fondo de la sala.
Algunas personas presentes en el tribunal portaban fotografías de sus seres queridos. “Asesinos, violadores”, gritaban las víctimas, tocando un panel de vidrio que los separaba de los acusados. “¡Vas a ir a la cárcel!”, exclamó triunfante una mujer mayor.
El juicio de cinco años puso de relieve la tortura sistemática y el asesinato de miles de personas sospechadas de oponerse al gobierno militar. Fueron recluidos en un centro clandestino de detención ubicado en una base naval de Buenos Aires por orden de la junta militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983.
En una serie de audiencias, los testigos relataron con detalles escalofriantes cómo los ciudadanos fueron drogados, cargados en aviones y arrojados a las aguas frente a la costa de Buenos Aires. Si bien esta práctica se conoce desde hace mucho tiempo, los fiscales lograron hacer una referencia cruzada de testimonios y documentos para detallar cómo se realizó una de las tácticas más atroces de la dictadura argentina.
El juicio también esclareció la complicidad de la Iglesia católica en los crímenes de la junta. Ningún miembro del clero fue acusado en el juicio, pero los fiscales alegaron que los religiosos fueron cómplices en la ocultación de los detenidos ante la presencia de los inspectores internacionales de derechos humanos.
“Estamos muy satisfechos con el veredicto”, dijo Abel Córdoba, un fiscal. “Creemos que esta es una decisión justa que demostró la metodología de los vuelos de la muerte como una forma de exterminio”.
De todos los centros secretos de detención que por ese entonces existían en Argentina, el más infame estaba ubicado en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada, conocida como la ESMA. Según los testimonios, unas 5000 personas fueron detenidas y torturadas en la base, que ahora es un monumento a los derechos humanos.
Algunos de los acusados en el caso eran los exoficiales navales Alfredo Astiz, Ricardo Cavallo y Jorge Acosta, quienes ya cumplían sentencias por condenas anteriores.
El veredicto se produjo cuando las organizaciones de derechos humanos argentinas cuestionan el compromiso del presidente Mauricio Macri con el ajuste de cuentas legal por los abusos contra los derechos humanos cometidos durante la dictadura, un esfuerzo defendido por su predecesora, Cristina Fernández de Kirchner.
Macri se ha esforzado por enfatizar su apoyo a los casos judiciales. Sin embargo, los activistas dicen que su gobierno ha enviado señales contradictorias al desmantelar los departamentos de derechos humanos de los ministerios; cuestionar la estimación del número de víctimas de la dictadura, y enfatizar en la necesidad de que Argentina pase la página de ese capítulo de su historia.
Córdoba dijo que confiaba en que la política cambiante del país no obstaculizará la búsqueda de justicia en muchos casos aún pendientes por violaciones a los derechos humanos. “Creemos que es importante que los tribunales continúen enviando un mensaje sobre los crímenes de lesa humanidad”, dijo el miércoles por la noche.
Argentina ha hecho más que cualquiera de sus vecinos para castigar a los responsables por los crímenes cometidos durante el gobierno militar. Hasta el mes pasado, 818 personas habían sido condenadas y 754 acusados estaban siendo enjuiciados en casos en el país, según la oficina del fiscal general.
Durante mucho tiempo, la junta argentina ha sido considerada como la más despiadada de la época, ya que detuvo, torturó y asesinó a unas 30.000 personas que calificó de “subversivas”. Además de asesinar a personas sospechosas de ser disidentes, los oficiales militares secuestraron a cientos de bebés que fueron criados por familias leales al gobierno.
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PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 2, 2017