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  Por Claudio Valerio

 Desde los inicios del siglo XX, en la Argentina fue incipiente la producción porcina que, claramente, fue muy influenciada por la importante cantidad de inmigrantes provenientes de Italia y España que, en su mayoría, se fueron arraigando en la región formada por el sur de la provincia de Santa Fe,  este de Córdoba, sur de Entre Ríos y norte de la provincia de Buenos Aires; conocida ésta como la “zona núcleo”. En esta época la población rural era creciente y fundamentalmente a la producción de maíz de manera artesanal, que ocupaba mucha mano de obra… Ya, a inicios de la década de 1880, en la ciudad bonaerense de Campana se construye el primer frigorífico de Sudamérica, el “The River Plate Fresh Meat and Co.” Y, con éste, otros más se instalaron en otras ciudades para la exportación de carne vacuna y ovina, siendo esta última de muy importante producción hasta ya iniciado el siglo XX; muchas décadas después aparecen los frigoríficos con faena de ganado porcino.

La carne de cerdo es extremadamente versátil. Rica en potasio, proteínas y vitamina B6, indispensable para el buen funcionamiento muscular y el desarrollo corporal en general y el metabolismo hormonal, hacen que la carne porcina sea un alimento que cada vez más sea incluido en nuestra dieta. Ya sea en forma de costillitas, en embutidos, en tocino,  cortadas en chuletas, como carne desmenuzada y jamón, la cantidad de proteínas que posee hacen que sean múltiples las formas de consumirla. Para todos los casos, y a pesar de que  en el tipo de corte de carne seleccionado incide su contenido de grasa, para el organismo sus beneficios son claros; la carne de cerdo no será una decepción;  por su delicadeza y delicioso sabor, su uso hará que podamos preparar grandes platos con ella.

Es muy vasta la variedad de nutrientes que posee y, además, la carne de cerdo aporta aminoácidos esenciales; estos son aquellos que el cuerpo humano no puede producir por sí mismo y que únicamente pueden conseguirse a través de la alimentación. Tal como su nombre indica, resultan importantes para el buen funcionamiento del organismo. Además provee de ácidos grasos monoinsaturados siendo estos buenos para la salud saludables, dado que el organismo necesita consumir grasas para estar sano.  A las grasas monoinsaturadas también se las pueden encontrar en pescado, nueces, paltas (aguacates).

La carne de cerdo nos aporta proteínas de alta calidad que, como es sabido, son necesarias para el correcto desarrollo muscular; ella, además, permite una mejor digestión y, además, es un complemento ideal para el deporte. También ayuda al normal funcionamiento del sistema inmunológico… Dada la presencia de bajos niveles de sodio y altos valores de potasio, el consumo de carne es de beneficios para las personas con problemas renales y cardiovasculares, como también para aquellas con alta presión sanguínea. Por su gran cantidad de proteínas,  que ayudan a generar nutrientes, resulta apropiado su consumo en períodos de embarazo o de lactancia.

Por todo lo expuesto, gran parte de las guías dietéticas aconsejan el consumo regular de esta carne dado que proporciona una adecuada variedad y cantidad de nutrientes esenciales… Vitaminas como la B6 y B12, proteínas nobles, niacina, tiamina, riboflavina; minerales como el hierro, selenio y zinc, que se encuentran mayor biodisponibilidad en las fuentes vegetales alternativas, son otros beneficios de la carne de cerdo.

El “asado de tira” que se obtiene con el corte transversal del costillar de la res, se cortó por primera vez en el año 1882; y fue en el “The River Plate Fresh Meat and Co.”. Hoy por hoy es, por excelencia, el corte de carne que  no puede faltar en la parrilla de todo argentino. El asado de tira viene de un corte de descarte del frigorífico en donde los empleados, en vez de tirarlo, se los servían para su consumo.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Octubre 15, 2024