Corría el tiempo Navideño de 1981. Un matrimonio amigo nos invitó a celebrar Navidad en su casa de Territet. El 23 de diciembre nos fuimos hasta Montreux para comprar obsequios. Antes de volver a la casa de Villeneuve, decidimos dar un paseo por la rivera del Lago (Léman). El paisaje era hermoso y hasta podíamos divisar las luces de Evian (Francia) del otro lado del lago. De pronto yo sentí como un sollozo apagado. Miré en todas direcciones y descubrí debajo de un alto arbusto cubierto de nieve a un niño acurrucado, tiritando y sollozando.
De inmediato le preguntamos qué hacía ahí solito. Nos dijo que era de Lausanne, que se había peleado con su mamá porque no lo dejó salir con sus amigos a jugar con el trineo en la nieve y que se había escapado por la ventana, se fue a la estación, subió al primer tren que encontró y lo bajaron en Montreux porque no tenía pasaje. Mi amado esposo José López Rega se quitó el grueso gorro de lana y se lo colocó al niño y también la bufanda. Yo le pasé mis guantes y le dijimos que lo llevaríamos hasta la estación para que volviera a casa junto a su mamá que estaría desesperada por su desaparición. Cruzamos la calle y subimos hasta la estación de trenes. Antes, desde el teléfono público llamamos a su mamá y la calmamos diciéndole que pondríamos al niño en el primer tren directo a Lausanne y que por favor lo fuera a esperar al andén. Le compramos un pasaje y mi amado esposo le dio un billete de 10 francos para que comprara algo de comer y un té caliente porque nos dijo que estaba con mucha hambre.
El niño nos quiso devolver bufanda, gorro y guantes, pero se los dejamos porque la temperatura estaba muy baja. Entonces le tendí una de las bolsas con regalos que contenía chocolates, galletitas y caramelos y le dije que se lo entregara a su mamá con cariño y para disculparse por el tremendo susto. El niño nos abrazó con alegría y subió al tren. Desde allí nos saludó con una enorme sonrisa en el rostro. Mi amado esposo y yo nos quedamos abrazados en el andén saludando al tren que llevaba a un niño que volvía a los brazos de su madre, nos dimos un largo beso y nos dijimos:
“Feliz Navidad amor!”-
¡FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2024 PARA TODOS!
TRES – MONTREUX (Suiza)
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Por Dra. María Elena Cisneros Rueda.
Corría el tiempo Navideño de 1981. Un matrimonio amigo nos invitó a celebrar Navidad en su casa de Territet. El 23 de diciembre nos fuimos hasta Montreux para comprar obsequios. Antes de volver a la casa de Villeneuve, decidimos dar un paseo por la rivera del Lago (Léman). El paisaje era hermoso y hasta podíamos divisar las luces de Evian (Francia) del otro lado del lago. De pronto yo sentí como un sollozo apagado. Miré en todas direcciones y descubrí debajo de un alto arbusto cubierto de nieve a un niño acurrucado, tiritando y sollozando.
De inmediato le preguntamos qué hacía ahí solito. Nos dijo que era de Lausanne, que se había peleado con su mamá porque no lo dejó salir con sus amigos a jugar con el trineo en la nieve y que se había escapado por la ventana, se fue a la estación, subió al primer tren que encontró y lo bajaron en Montreux porque no tenía pasaje. Mi amado esposo José López Rega se quitó el grueso gorro de lana y se lo colocó al niño y también la bufanda. Yo le pasé mis guantes y le dijimos que lo llevaríamos hasta la estación para que volviera a casa junto a su mamá que estaría desesperada por su desaparición. Cruzamos la calle y subimos hasta la estación de trenes. Antes, desde el teléfono público llamamos a su mamá y la calmamos diciéndole que pondríamos al niño en el primer tren directo a Lausanne y que por favor lo fuera a esperar al andén. Le compramos un pasaje y mi amado esposo le dio un billete de 10 francos para que comprara algo de comer y un té caliente porque nos dijo que estaba con mucha hambre.
El niño nos quiso devolver bufanda, gorro y guantes, pero se los dejamos porque la temperatura estaba muy baja. Entonces le tendí una de las bolsas con regalos que contenía chocolates, galletitas y caramelos y le dije que se lo entregara a su mamá con cariño y para disculparse por el tremendo susto. El niño nos abrazó con alegría y subió al tren. Desde allí nos saludó con una enorme sonrisa en el rostro. Mi amado esposo y yo nos quedamos abrazados en el andén saludando al tren que llevaba a un niño que volvía a los brazos de su madre, nos dimos un largo beso y nos dijimos:
“Feliz Navidad amor!”-
¡FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2024 PARA TODOS!
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Diciembre 26, 2023