” TRAGOEDIA DE ARBORIBUS OLIVARUM “

" LA TRAGEDIA DE LOS OLIVOS "
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por  Gonzalo Sánchez.

 

                    En aquellos tiempos, a fines del invierno se recogían las aceitunas en el huerto de Getsemaní.

                    El clima seco y temperante poco a poco sosegaba la alegría de la cosecha, y la prensa de la cueva del huerto, ya se disponía para la producción del tan preciado aceite de oliva.

                    La Ciudad dorada de Jerusalén se introducía a fines de la primavera a un clima cómodo y lluvioso, en aquellos tiempos de Jesús.

                    Los acebuches del huerto de Getsemaní hacían ostensibles la gran satisfacción de haber cumplido su ciclo fructífero y se disponían a reiniciar su período biológico anual.

                    Los olivos son seres vivos muy activos de la Creación Divina, es un árbol de la familia de las oleáceas, símbolo de sabiduría, de paz y de gloria.

                    Dios los ha misionado como emisarios para el reconocimiento de la ” reconciliación y la paz entre ÉL y la humanidad (Gen 8:11); y para destacar con su madera, accesos, puertas, umbrales, postes, querubines y lugares santísimos (1 Rey 6: 23-33).

                    Los olivos interactúan en forma permanente con el ambiente que lo rodean y tienen la capacidad de reaccionar a estímulos y amenazas que puedan agredirlos; es decir que, de producirse un daño en alguna parte de la planta, inevitablemente surgirá un estímulo que pondrá en alerta a toda la planta y consecuentemente la preparará para una reacción protectora.

                    Si podemos alcanzar a entender que los olivos pueden “sufrir”, pensamos que tienen capacidad para identificar y corresponder a la agresión negativa o a circunstanciales heridas.

                    Las plantas pueden responder a las agresiones negativas, aunque a los seres humanos les cueste percatar, a través de reacciones o señales olorosas, químicas, eléctricas y hasta electromagnéticas; en el caso de los acebuches las señales olorosas los identifican.

                    Dios diseñó y creo la vida vegetal, (Gen 1: 11-12 / 1: 29), o vida vegetativa o alma vegetativa que consiste en la triple función de nutrición, crecimiento y reproducción.

                    Tengamos presente que las plantas carecen de sistema nervioso, pero el Señor las dotó de otros mecanismos para suplantar su incapacidad sensorial.

                    Los olivos tienen sentidos, pero no sentimientos, es decir perciben cambios físicos y químicos, y hasta sufren estrés ante condiciones adversas que los rodean.

                    En los huertos donde la población vegetativa se identifica por una especie en particular, se crea una interacción e interrelación especial, en cuanto a la comunicación entre ellas, advirtiendo- se la presencia de predadores, búsquedas de nutrientes en los suelos, orientación de sus follajes para la mejor distribución del ingreso de la luz solar; y hasta existen jerarquías donde las responsabilidades de las plantas más longevas ceden parte de sus nutrientes a las más jóvenes para asegurar su crecimiento; Así lo diseño Dios.

                     En la naturaleza, existe una planta llamada “Sensitiva”, pertenece a un género vegetal de plantas leguminosas, originaria de América Central; sus hojuelas se doblan y caen instantáneamente si se las tocan o apenas sacuden; es altamente sensible.

                     El alma vegetativa de los olivos tiene la capacidad de “percibir”, es decir tiene “vida sensitiva” , en consecuencia posee la facultad de sentir confort, dolor y la petición de desear.

                     Los olivos no poseen razón, pertenecen al estado irracional, pero en su mundo sensitivo evolucionaron con la capacidad que les permitió percibir cambios desestabilizantes, violentos, funestos o trágicos que se pueden producir en el ambiente que los rodea, los vincula, los circunscribe con seres de su propia o de otra especie; como así cambios de condiciones hidrometeorológicas o agresiones climáticas.

                     Hay infinidad de estudios que afirman que las plantas son muy sensibles a las vibraciones de la voz humana, como así también al estado de ánimo de las personas con quien se relacionan.

                     Los olivos y/o los acebuches son árboles de características especiales, considerados con distinción por nuestro Padre Celestial.

                    

                      Podemos imaginar entonces, la influencia de la potencia de la personalidad de Jesús, que fuera percibida por los olivos del huerto de Getsemaní que los circunscribían; como también la carga energética del ambiente que dominaba la soledad virtual en la que se encontraba nuestro Salvador, ya que sus discípulos dormían (Luc 22:45).

                      La realidad era que los olivos ante tal acontecimiento eran los principales protagonistas testimoniales que acompañaban vegetativamente los hechos que sucederían por los designios de Dios.

                      La tragedia estaba en su comienzo; sería pues “la tragedia de los olivos del huerto de Getsemaní “, ya que estos seres vegetativos percibirían el inicio del acto más trascendental  de la expiación de Jesús, que concluiría con nuestra salvación.

                      Está escrito en las ipsíssima verba (Luc 22:39-46); “Luego Jesús salió y se fue, como solía, al monte de los olivos; y sus discípulos lo siguieron. Cuando llegó al lugar les dijo “Orad para que no entréis en tentación”. Y ÉL se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas  diciendo “Padre, si quieres aparta de mi esta copa; sin embargo, no se haga mi voluntad sino la tuya”.

                      Entonces apareció un ángel del cielo que lo confortó.

                      En su agonía oraba más intensamente; y su sudor fue como grandes gotas de sangre que caían a tierra. Cuando se levantó de orar vino a sus discípulos y los halló durmiendo a causa de la tristeza; y les dijo: “¿porque dormís?, levantaos, y orad para que no entréis en tentación”.

                     

                      Los olivos del huerto de Getsemaní percibían el comienzo de la Pasión de Cristo, ante la intensidad de su oración en agonía, y ante la manifestación del sudor con gotas de sangre que emanaba su frente y se precipitaban al suelo, en aquella noche fresca del jueves Santo.

                      La tragedia del huerto de los olivos que comenzaba a acontecer, identificaba en aquel momento el destino de Cristo, que precisamente era la antesala del sufrimiento de la Pasión para redimir a la humanidad.

                      La sangre que suda Cristo, crea un clima de estrés tan intenso en el ambiente del huerto, que los olivos perciben, y dicha manifestación de Jesús no solo lo presenta como Dios, sino también verdadero hombre.

                      Justamente son esas “gotas de sangre” las que Dios nos expone para testimoniar la humanidad de su hijo, por el cual se cumplirá el plan de redención; y así Jesucristo por medio de ellas asumiría su condición de hombre, condición necesaria para el cumplimiento de su expiación.

                      No se puede negar la humanidad de Jesús; tampoco se puede negar su divinidad, esta última afirmación se fundamenta en las Santas Escrituras en (Luc 9:28-31) “Unos ocho días después de esas palabras Jesús llevó a Pedro, a Juan, y a Santiago y subió al monte a orar, Y mientras oraba, la apariencia de su rostro cambió, y su vestido se volvió blanco y resplandeciente, y aparecieron dos varones que hablaban con ÉL , Eran Moisés y Elías , que aparecieron en majestad y hablaban de la partida de Jesús , que ÉL estaba por cumplir en Jerusalén.”, cuando se describe la transfiguración de Jesús y su cuerpo emite luminosidad y radiación.

                      Así también se resalta su divinidad en (Mat 14:24-25)” La barca estaba ya en medio del mar, azotada por las ondas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche Jesús fue a ellos caminando sobre el mar”.

                      Pero el acto de la Redención debía llevarse a cabo, consecuentemente se sacrificaría al Cordero, para quitar los pecados del mundo.

                      Jesucristo había dejado de lado su divinidad, en el huerto de los olivos de Getsemaní; y siendo puro hombre, solitario pero percibido en su tragedia por los olivos del huerto; comenzaba ese proceso humano carnal fisiológico tremendo, producto de una intensa descarga nerviosa, y de gran estrés, que desencadenaría en una inevitable hematidrosis, es decir que su organismo extremadamente estresado provocó una dilatación de sus vasos sanguíneos que rodeaban sus glándulas sudoríparas, que sumadas a la aparición de sustancias bradiquininas aumentaron la presión en sus vasos sanguíneos subcutáneos, rompiéndose, en consecuencia apareciendo en su piel un sudor sanguinolento.

                      El Apóstol San Lucas escribió (Luc 22:44)” En su agonía oraba más intensamente; Y su sudor fue como grandes gotas de sangre que caían a tierra”.

                      Y los olivos del huerto de Getsemaní, percibiendo los acontecimientos y elaborando su propia tragedia; expandían sus hojas ante tal impresionante evento, en aquel ambiente fresco, sórdido, angustiante; siendo protagonistas testimoniales de un perfecto drama, necesario para los hechos previos de salvación de la humanidad.

                       Jesucristo clamaba ” Padre, si quieres aparta de mi esta copa; Sin embargo , no se haga mi voluntad sino la tuya ” ( Aba, em est whati lakkhet mamney at hespel hazeh, edien lo hertzon stay weiyasha, ela shlech ) ( Luc 22:42 ); El Señor pedía a su Padre que no se colecte su sangre en esa copa, que se aparte de ÉL ese sacrificio ; pero no es importante su voluntad, ÉL está dispuesto a verter su sangre en la copa por voluntad de su Padre para llevar adelante el plan de la redención. Es mas importante la voluntad de su Padre que su propia voluntad.

                       

                       Roma fue fundada en un acto religioso según ritual etrusco el 21 de abril de 753 AC ( si- glo 8 AC ) , el arresto de Jesús en el huerto de Getsemani se produjo en la noche del 13 y madrugada del 14 de marzo del año 782 de la época Romana ( Jueves y Viernes Santos – siglo 1 DC ).

                       Getsemani , significa en arameo “lugar de los olivos” , huerto al pie del monte de los olivos en la parte oriental de Jerusalén ; tal vez haya sido propiedad de algún discípulo , no se trataba en aquellos tiempos de una area demasiada extensa; en el huerto existía una cueva de unos 19 m de largo, 10 m de ancho y una altura máxima de 3,5m, en la que estaba la prensa para obtener el aceite, y en la cual los discípulos de Jesús habrían dormido, mientras nuestro Salvador oraba de rodillas en agonía.

                        Como durante la noche del jueves al viernes antes de las Pascuas , ningún peregrino podía abandonar Jerusalén , ni tampoco ninguno de los distritos de la Ciudad Dorada; Jesús quiso pernoctar con sus discípulos en la gruta del huerto de Getsemaní , en lugar de continuar viaje a Betania, ya que esta cueva estaba de paso en el camino hacia esa Ciudad; era costumbre de Jesús hacerlo , y Judas Iscariote lo sabía perfectamente.

                         Así fueron los acontecimientos que protagonizaron los olivos del huerto de Getsemani, tragedia que aún se puede saborizar con exaltación en el sabor del aceite de los acebuches.

 

Baruj hashem Adonai

 


PrisioneroEnArgentina.com

Abril 12, 2025


 

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