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  Por Mike Rossovich.

Saparmurat Niyazov, líder autoritario de Turkmenistán desde 1985 hasta su muerte en 2006, gobernó el país con mano de hierro, moldeando su panorama cultural y político según su propia visión excéntrica. Sus políticas, a menudo inusuales y profundamente restrictivas, trascendieron el control gubernamental y se extendieron a la vida cotidiana, prohibiendo diversas expresiones culturales y personales, como la ópera, el ballet e incluso el vello facial.

Niyazov

Niyazov, originalmente líder del Partido Comunista de Turkmenistán, asumió la presidencia tras el colapso de la Unión Soviética en 1991. Rápidamente consolidó el poder, autodeclarándose Turkmenbashi, que significa “Líder de todos los turcomanos”. Su gobierno se caracterizó por un culto a la personalidad, con ciudades, calles, aeropuertos e incluso meses del año renombrados en honor a él y a su familia. Su rostro aparecía en vallas publicitarias, y su libro, Ruhnama, se convirtió en lectura obligatoria en escuelas y lugares de trabajo.

En 2001, Niyazov prohibió oficialmente la ópera y el ballet, declarando que eran “ajenos a la cultura turcomana”. Insistió en que Turkmenistán debía centrarse exclusivamente en sus propias tradiciones en lugar de adoptar formas artísticas extranjeras. Si bien Turkmenistán tenía una larga historia de música folclórica, danza tradicional y narración, la ópera y el ballet se introdujeron durante la era soviética, integrando influencias artísticas occidentales en la escena cultural del país.

Al prohibir estas formas de arte, Niyazov aisló a Turkmenistán de la expresión artística global, reforzando su ideología nacionalista y enfatizando una identidad cultural aislada y controlada por el Estado. La decisión fue ampliamente criticada, y muchos argumentaron que era un intento de eliminar la diversidad y el compromiso intelectual de la vida pública.

Entre los numerosos decretos extraños de Niyazov, destacó la prohibición de la barba y el cabello largo para los jóvenes. Afirmó que esto modernizaría la imagen de Turkmenistán, asociando el vello facial con influencias extranjeras indeseadas. Algunos informes sugieren que prohibió las barbas porque quería que los hombres turcomanos lucieran “pulcros y respetables”, mientras que otros especulan que consideraba el cabello largo un símbolo de oposición o disidencia.

Las políticas extremas de Niyazov dejaron a Turkmenistán aislado, con poca libertad artística y casi ninguna oposición política. Su régimen controlaba estrictamente el acceso a los medios de comunicación, internet e incluso el discurso público, silenciando la disidencia mediante el miedo y la vigilancia. Tras su muerte en 2006, su sucesor, Gurbanguly Berdimuhamedow, revocó algunas de sus restricciones, incluyendo la autorización de representaciones de ópera en 2019, lo que marcó pequeños pasos hacia la apertura cultural.

Si bien la era de Niyazov suele recordarse por sus normas peculiares y opresivas, sirve como un duro recordatorio de cómo el culto a la personalidad puede moldear la cultura de toda una nación. Sus prohibiciones de la ópera, el ballet y el vello facial no fueron simplemente decisiones aleatorias: fueron extensiones de su esfuerzo más amplio por controlar todos los aspectos de la vida en Turkmenistán, suprimiendo la influencia extranjera y reforzando su visión personal de la identidad.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 27, 2025


 

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