4) La “ola de cuestionamiento”, inaugurada en 1890, no ha encontrado hasta hoy su resolución.
5) La Crisis Política Argentina y la Nueva Pugna Imperial.
6) La “Generación Malvinas”.
La Segunda Argentina.
1) Geografía y Cultura.
2) De la Confrontación Heredada a la Cooperación Necesaria.
3) Desde el Mercosur a la Unión Iberoamericana.
4) La metamorfosis hacia Mercosur Político.
5) Una Segunda Argentina es posible.
6) Un plan estratégico no escrito.
7) Una idea geopolítica superadora: “La Segunda Argentina Posindustrial”.
La Primera Argentina.
La situación mundial emergente de la posguerra fría -2001- se traduce en Iberoamérica en grandes desafíos políticos, graves crisis socioeconómicas y excelentes oportunidades. El encuadramiento que nos condiciona y frecuentemente nos determina, ha quedado esbozado en artículos anteriores al presente (1). Para retomar el hilo procesal de la situación de nuestra ya centenaria decadencia, es imprescindible reiterar cuales han sido sus causas, su origen y calar en las profundidades conceptuales y funcionales, inalcanzables en la visión de superficie a través de los sentidos.
Origen y Crisis de la Nación y del Estado.
Cuando el proto-argentino Cap. Grl. D. Pedro de Ceballos propuso a Carlos III la creación del Virreinato del Río de la Plata, concibió un país bioceánico y autosuficiente. El nuevo Estado debía constituir un antemural ante el avance británico y lusitano desde el Atlántico, para caer sobre la espalda de Lima, centro del poder español en América del Sur. Luego del 25 de Mayo de 1810, Buenos Aires no supo retener las fronteras de aquel enorme espacio heredado.
Cuando se cedió voluntariamente el Alto Perú las arcas fiscales quedaron sin ingresos genuinos, en tiempos de una gran transición política y económica. Desde una economía fisiocrática fundada en la minería, la región se desplazaba a una economía mercantilista.
Se iniciaba así la recurrencia constante a los empréstitos externos o internos, estos casi siempre forzosos, para sostener los servicios civiles y militares de un Estado Nacional incipiente, en guerra civil permanente, mientras simultáneamente sostenía una guerra internacional muy difícil, para lograr la independencia.
En el país, tres sistemas económicos estaban en pugna: el industrial-andino, desde Cuyo al Gran Tucumán, que abastecía a la concentración demográfica-minera del Cuzco y del Alto Perú; el desierto central y litoral, que se irá desarrollando como una enorme “vaquería” y constituirá el Pacto Federal y la ciudad puerto, Buenos Aires, “cosmopolita, intermediaria y mercantil”.
A ésta confrontación de intereses se sumaba otra, de mayor entidad. Sobre un antiguo sistema social de cultura hispano-criolla y católica llamado el “país interior” por Buenos Aires, la “ciudad puerto” intentaba imponer -por la fuerza- un sistema político de raigambre anglosajona a tono con las exigencias comerciales del Imperio Naval Hegemónico -de ese momento- y a tono con las lecturas de los enciclopedistas franceses.
Era éste el choque inconducente entre la Cultura Fundacional (1560) y la Civilización Industrial-Mercantil (1776). Ambas debieron encaminarse en sinergia pero, desgraciadamente, lo hicieron en pugna.
La disfuncionalidad del desestructurado sistema socio-político-económico inicial, fue total. La crisis permanente de los subsistemas diluyó al embrionario Estado y retroalimentó la guerra civil, que tomó el nombre equivocado de “Guerra de la Organización Nacional”. Los combates más sangrientos se dieron después de 1852.
En 1853 se logra la transaccional Constitución escrita, en Santa Fe. Pero Buenos Aires no aprueba lo que su Gobierno firmara a través del Ministro de Gobierno -Dr. Vicente Fidel López- y se secesiona de la Confederación Argentina durante siete años. La guerra civil se agrava. El origen del desencuentro no era la “organización constitucional”. Era algo mucho más profundo: chocaban dos culturas.
Buenos Aires, de espaldas al “interior”, pretendía el relevo de la cultura fundacional ingresada desde Lima y aposentada en el “Gran Tucumán” durante dos siglos, por la civilización en boga. Esa fatal “confusión” de los “hombres de la luces” los llevó a ver en nuestra antigua identidad cultural a la “barbarie”. En vez de civilizar a la cultura o culturizar la civilización, confrontaron estos conceptos.
Hoy es necesario repetir -con Huntington-Harrison- (2), que “la cultura es lo que da forma al progreso”, es decir, a la civilización. Seguimos hasta hoy golpeando a nuestros valores culturales y rechazando la dinámica de la civilización en curso. La debilidad cultural consecuente impide la audacia para aceptar los desafíos del futuro.
El Proyecto Agropecuario.
Recién con la Revolución del ’80 tres tucumanos -Juan Bautista Alberdi, Nicolás Avellaneda y Julio Argentino Roca- pacificaron al país, federalizando a la “ciudad Puerto” y nacionalizando la Aduana de Buenos Aires. Durante un breve lapso, cultura y civilización se encaminarán en sinergia. Hubo “Paz y Administración”.
Habían pasado setenta años desde el año ’10, cuarenta y tres desde los tiempos de los salones de Marcos Sastre donde el brillo intelectual de Juan Bautista Alberdi y de la generación del ’37 dieron forma al proyecto que pondrían en acto los hombres del ’80, conducidos por el “Zorro” Roca y sus condiscípulos del Colegio Nacional y Colegio Militar de Concepción del Uruguay.
Luego de la pacificación y veintisiete años después de su sanción, la Constitución Nacional entró en vigencia, aunque parcialmente. Roca inició la organización del Estado Nacional -sus Instituciones- y modernizó el sistema económico. Límites, moneda, FF.AA., códigos, servicios -educación y trabajo- y edificios públicos, etc., transformaron al país del conflicto permanente en la PrimeraArgentina-“Agropecuaria”-, destino de centenares de miles de inmigrantes europeos que vinieron a “hacerse la América”.Había paz, credibilidad y confianza.
En menos de diez años la nueva economía de base agropecuaria nos ubica entre las primeras diez naciones del mundo. Ello da una pauta de la potencialidad del país -teniendo en cuenta que el nuevo proyecto abarcaba solo a la Pampa Húmeda-. El vaticinio de Alexis de Tocqueville parecía cumplirse. Sin embargo, en el explosivo éxito económico del proyecto del ’80 estaba ínsito el germen de su descomposición y caída.
La modernización del sistema económicono fue acompañada por una acción similar en el sistema político. El sistema político está constituido por los mecanismos permanentes de conciliación de los diferentes intereses e ideales existentes en una comunidad, unida por fines que la categorizan como Nación. Su modernización exigía, además de la eficiencia burocrática lograda, la ampliación de la representación y de la participación social, gradualmente, en un particular momento de un exponencial desarrollo socio-económico, que demandaba una redistribución equitativa.
Una ínfima proporción de la población tenía derechos electorales, mientras eran actores y espectadores del proceso de crecimiento que los rodeaba. El criollo de la estancia “vieja” había sido desplazado a las orillas de la ciudad por el alambrado de la estancia “nueva”. En “la orilla” ciudadana se produjo su encuentro con el “recién llegado” y de su mixtura aparecen el conventillo y luego las “casas decentes”, el “chuschudo” o “peloduro” y el “jailaifa”, el “orillero”, el “cachafaz” y, además, “m’hijo el dotor”.
Así emergió la clase media urbana que busca su lugar en una sociedad esperanzada, móvil y ascendente, en un ambiente político que empieza a ser llamado el “régimen” o el “unicato”. En Europa, nuestro espejo cultural, se consolidaba la industrialización.
3) El Cuestionamiento de Clase Media.
La Unión Cívica será el núcleo que movilizó al nuevo estamento social y Leandro Nicéforo Alem uno de los tribunos que, desde la “orilla y el centro”, lo representa. En 1890 la “Revolución del Parque” conducida por Alem, interrumpe el interregno de paz y prosperidad iniciada en el ’80. No se repetirán los combates campales de la guerra civil. Se iniciaba en el `90 el siglo XX de los argentinos, con los cíclicos “golpes de estado cívico-militares”.Es la continuidad de la guerra civil, con otras formas.
Los hombres del “régimen” que se apercibieron de la urgente necesidad de desarrollar la Política, abrir los padrones y ampliar la representación, fueron alejados del poder. Es el caso del Dr. Roque Sáenz Peña. Cuando años después se logra el sufragio universal, secreto y obligatorio será tarde para darle continuidad y dinamismo al éxito económico. El patriciado de Roca se ausentó. La sentencia de un Senador por Córdoba -el Dr Manuel Pizarro- : “…La Revolución (del ’90) está vencida, el Gobierno está muerto…”, bien podría traducirse como… “el proyecto de la Primera Argentina está muerto”.
El impulso inercial del éxito económico del ’80 llegará hasta los años ’20. Para ese entonces ya había ocurrido la Primera Guerra Mundial -1914/11918- y un incipiente proceso de industrialización -por sustitución de importaciones- se había iniciado en la Argentina.
4) La “ola de cuestionamiento”, inaugurada en 1890, no ha encontrado hasta hoy su resolución.
Desde el Primer Centenario se gobierna sobre los sucesivos remanentes del proyecto del ’80 y se ingresa en un período de parálisis Política y empate social que acentúa la falta de dinamismo y consolidación del sistema político.
La guerra civil del S. XIX, librada en cientos de combates campales, es reemplazada por otra modalidad en el uso de la fuerza, con más de cincuenta planteos, movimientos, pronunciamientos, intervenciones, cuartelazos, chirinadas o golpes de estado cívico-militares, en un proceso cíclico y continuo que bien podría calificarse con la inexistente figura penal de la “defraudación de la esperanza pública”. Además, se inicia solapadamente una “guerra social”.
Al apelarse a la fuerza institucional del Estado Nacional y transformar a las FF.AA. en partidos políticos armados, el sistema de partidos descompone al Estado, desprofesionaliza a sus FF.AA. y desnaturaliza el sistema de representación. Los ciclos son cada vez más cortos y agravan la desconfianza en las instituciones de la República.
En los críticos años que siguen a la Segunda Guerra Mundial -1939/1945-, el sector social que luchó arduamente para obtener su participación política a través de una intransigente abstención comenzó a negar esa posibilidad a la naciente clase obrera.
La cuestión social había irrumpido luego de la primera revolución industrial y movilizaba al mundo entero, produciendo reformas y una evolución política protagonizada por los partidos socialistas. La disfuncionalidad del sistema político argentino agravó progresivamente la confrontación social. Llegamos a los años ´40/´50 con una Constitución liberal, una sociedad corporativa y maniquea (es cuando se acuñan neologismos, como el de “aluviónzoológico” o “cabecita negra”) y una economía progresivamente socialista. Aparecen el nefasto “odio social” y los resentimientos, que aún subsisten.
La confrontación por la inserción externa de la Argentina tampoco se resuelve. La neutralidad y el autismo, son consecuencia de la lucha entre anglófilos y panamericanistas. Muchos argentinos se identificarán con los nacionalismos europeos que rebrotan aquí como en un laboratorio. Lo que no emerge es el verdadero arraigo, la antigua cultura, la identidad del argentino genuino como una condición insoslayable de superación política.
La incoherencia nos lleva a una nueva edición de la “Revolución del Parque”. Es la del 17 de Octubre, medio siglo después. La simboliza, desde la base de la sociedad de masas en ciernes, una mujer que corporiza su espíritu y su voz: Eva Perón. Será bendecida o maldecida por cada una de las partes de la sociedad sectaria, donde el odio ha reemplazado a la esperanza y el pasado a la propuesta del “bien común”. La guerra civil continúa. La ausencia de desarrollo político en la sociedad, impide la dinamización de un proyecto de vida en común que constituya una unidad de fines. La unión nacional se declama, pero no se alcanza.
El reformista que intenta rescatar a la Argentina de su hora “0” es rechazado por algunos sectores urbanos “civilizados”,que medran en el statu-quo de la crisis permanente. Las reformas tendrán que hacerse desde abajo, tardíamente y a medias. A su turno, en el ciclo de los golpes de estado las “restauraciones” también serán tímidas, incompletas y hasta con formalidades constitucionales. Preocupa la formalidad de lo legal, quedando la verdadera legalidad y la legitimidad sepultada por los intereses, las ideologías y los escándalos. La hipocresía reina.
Lo superficial y formal impide y niega la visión de lo estructural y de fondo. Lo urgente priva sobre lo importante. La improvisación pasa a ser una virtud. La crisis se hace estructural. La cultura fundante, fuerte y generosa es reemplazada por otra, débil, egoísta y contractiva. Nos quedamos sin futuro, sin objetivos y sin unidad. Se vive en un punto muerto.
5) La Crisis Política Argentina y la Nueva Pugna Imperial.
A partir de 1947 la -profunda, prolongada e irresuelta- crisis del sistema político argentino -específicamente sus “odios sociales”- causa su guerra civil, es “cabalgada” por el conflicto Este-Oeste. La materia prima que la estrategia marxista-revolucionaria necesitaba para alcanzar sus designios estaba al alcance de la mano. Había que incentivar o catalizar el antiguo conflicto preexistente y fijar un enemigo. Así lo hicieron. El terrorismo-revolucionario cabalgó los odios sociales de las “señoras gordas” -y aun mantiene a la sociedad paralizada y dividida- y fijó a su enemigo: el núcleo duro del Estado-Nación, las FF.AA.
La lucha de las Repúblicas Imperiales asolará al Hemisferio Sur entre los años ´60/80, a través del terrorismo agresor y su condigna respuesta, las dictaduras. Es la continuidad de la antigua guerra civil, que se hace revolucionaria. En nuestro país -terminados los combates- ingresamos a su etapa de explotación -1984- por vía judicial, a través del Decreto 158/84 que trastocará la victoria en los combates en derrota estratégica-política de los argentinos.
Su consecuencia directa fue la progresiva licuación institucional del Estado, proceso que continúa en constante agravamiento y que está haciendo insoportable la vida para los ciudadanos de a pie. La Argentina bordea el estatus de “Estado Fallido” (13).Una prueba contundente de esta afirmación ha sido “el banderazo” del 17 Ago 20, día en que los argentinos homenajean al Libertador. La ausencia de Instituciones se manifiesta en los recientes y sucesivos “Cabildos Abiertos” callejeros, en todo el ámbito nacional. Es el último recurso en manos del mandante, que pareciera dispuesto a emplearlo.
El sector social que en nuestro país armó el brazo de sus hijos para disputarle el monopolio de la fuerza al maltrecho Estado, en nombre de la “revolución proletaria”, bajo conducción externa, perteneció mayoritariamente a la clase media. Casi no hubo obreros en las bandas terroristas armadas. Por el contrario, muchos dirigentes obreros fueron víctimas del terror revolucionario.
Los odios y prejuicios amasados durante décadas habían encontrado un cauce dramático, mientras las publicaciones diarias satirizaban acerca de las “señoras gordas” y de los “gorilas de derecha e izquierda”, sin calar en la profundidad de este fenómeno sociológico-político.
Aun no se han asimilado debidamente las consecuencias del ataque revolucionario al Estado que, con el tiempo devendría en la actual situación de vacío institucional, caos político anárquico fruto de la incultura política de candidatos improvisados y de una clase dirigente sin convicciones, desarraigada. Llegamos así a la licuación de los partidos tradicionales -provocada por el “entrismo” revolucionario- que sobreviven sin contenidos doctrinarios y sin liderazgos reconocidos, aun por sus propios componentes. Sus marbetes son empleados por dirigentes inmorales para captar votos en tiempos electorales, para luego olvidarlos.
Desde 1982 ya no habrá recurrencia al “partido militar” como “recurso de alzada”. La “reserva moral de la Patria” también fue barrida por una estrategia de aproximación indirecta del RU (1) desde 1982. Desde entonces estamos y estaremos condenados a buscar las soluciones dentro de este sistema político y con este Estado residual, ambos cuasi inexistentes. Sin embargo deberemos recuperarlos -de algún modo- por vías constitucionales. Es la etapa en la que vivimos hoy -en el 2020- en medio de una gran confusión, envueltos en una incertidumbre que angustia, mucho más que la pandemia (10).
En 1989 llegamos a creer que ya no habría “Estado prebendario”. Las inflaciones lo habían aniquilado. El “estado de necesidad” resultante obligó a intentar -sin convicciones- una economía de producción y de mercado. Sin embargo en los 2000 ya estamos de regreso en el populismo económico subvencionado. Las falacias -en su ápice histórico– alcanzaron a manipular a una gran masa social. Entendamos que:
“las falacias son estructuras de pensamiento-acción que ratifican creencias, a partir de interpretar a la realidad a través de la apariencia de los hechos, enmarcados dentro de un contexto de ideas hipotéticas, que a su vez sostienen a estas creencias” (7).
Hemos insistido que las posguerras han producido entre nosotros un efecto de significativa transculturación. Ello acarreó un debilitamiento ético en el campo de la Política -desplazada en su rol por la embestida de una ideología fracasada- y se trasladó al pueblo como corrupción, como podredumbre moral. El “entrismo” de izquierda no ha dejado a un solo partido tradicional en pie. Escalamos así, rápida y negativamente, a una cultura contractiva cuya característica central “es evitar la responsabilidad de las situaciones que promueve,desarrollando soluciones aparentes, que siempre resultan disfuncionales”.
La especulación de los grupos corporativos, rotativamente asociados con el Estado, también ha regresado. La salida de esta crisis sociopolítica será larga y difícil, pues su solución requiere grandes transformaciones sociales y culturales. El desarrollo político no se alcanzará rápidamente.
El impulso de las reformas económicas en los ’90 surgió del drama hiperinflacionario. No desde la razón política-dirigencial. La libertad económica se emprendió sin recuperar las instituciones y, naturalmente fracasó. Nos llevó al drama actual por la vía de las ingenierías electorales fraudulentas. Los negocios cortos de la corrupción dirigencial anulan al bien común, que exige la gran empresa del desarrollo político e institucional.
La relativizada cultura de la clase media urbana fue la más afectada por la economía abierta y competitiva y, con la excusa de la existencia de una mayor corrupción funcional votó al “progresismo”, un neo-marxismo volcado a la moralina de un discurso hueco, con la secreta esperanza de volver a la prebenda estructural en sus diversas formas, mientras califica a la economía de mercado como “conservadurismo”.
La tenaz resistencia a los cambios estructurales e instrumentales que son exigidos por la presente civilización es tan firme en estos estamentos, como lo es su facilidad para el desliz hacia el “hombre light”, es decir, hacia la quiebra de las virtudes heredadas e incambiables.
El progresismo, para persistir en su actitud cómoda y egoísta, necesita la continuidad del deterioro de las Instituciones del Estado. Si lográramos lo contrario, restableciendo el Estado-Institucional, dándole una conducción política inteligente y luego de un gran esfuerzo, nuestra Argentina reencauzaría su destino.
Ya en el pasado tuvo la oportunidad de mostrar su gran capacidad de superación. Esa capacidad aun existe, pero hay que movilizarla. El bloqueo a la rehabilitación del Estado Nacional Necesario, como reiteradamente lo hemos expresado, está directamente relacionado con la explotación de la batalla perdida frente al totalitarismo terrorista-revolucionario de los ´70 y al resentimiento social de los grupos desarraigados que lo apoyan.
La “Primera Argentina Agropecuaria”, luego de una prolongada agonía de un siglo, agotó por estratificación al “proyectodel ’80” relacionado con el imperio hegemónico inglés hasta la Segunda Guerra Mundial. Desde 1945 -cuando el Reino Unido gana la guerra y pierde el Imperio- la Argentina navega a la deriva. Durante años será un “país paria”, “amigo de todos y aliado de nadie”.
Raymond Aron llegará a decir que “fue la decepción de Occidente en el Siglo XX”. Solo su fortaleza natural puede permitirnos tan larga y agónica decadencia. Entre 1982 y 1989 el Proyecto del siglo XIX se agotó, sin relevo.
Paul Samuelson -Premio Nobel de Economía- señaló a mediados del siglo XX …“Ha sido un milagro que la Argentina, a pesar de contar con todos los atributos para constituirse en una de las mayores economías del mundo, se convirtió en uno de los países más atrasados”…
Carlos García Martínez publicó en 1983 su oportuno y profundo libro “La GrandezaArgentina”. Una de sus conclusiones fundamentales es esta:
“…la verdadera raíz de nuestros males es la inexistencia de una concepción política capaz de renovar profundamente las Instituciones”…
El núcleo de su tesis se encuentra en la Tercera Parte de su libro:
“La Inestabilidad Política es la madre y el padre de nuestra decadencia” y
“La Inestabilidad Política y la Crisis del Estado son consecuencia y derivación de la fractura espiritual dela clase dirigente”.
La “fractura espiritual” es el extravío cultural de la clase media que gobernó durante todo el S. XX. Es la pérdida de su identidad, de su cultura.
6) La “Generación Malvinas”.
En 1982, agredidas por el “atlantismo” en Gritviken con un incidente provocado, la Argentina y parte de la América del Sur despiertan de su letargo. Pierden una batalla convencional en una extemporánea gesta anticolonial, que es a su vez el hito de un posible despegue hacia una Segunda Argentina y hacia una eventual y necesaria Unión Sudamericana.
El ideologismo que abarca a un sector de la dirigencia -autista- de la Argentina decadente, impidió abarcar y comprender el espíritu y la actitud de la naciente Generación Malvinas. No vio la oportunidad enorme que esta posguerra traía en sus pliegues. En 1983 llegó al timón un hombre con graves carencias intelectuales y una alta ideologización. Un típico argentino “desarraigado”. Iniciamos una inexplicable transición negativa.
Ortega y Gasset señalaba hace décadas que…“en el pivote de la Historia, están lasgeneraciones”. Luego de varias generaciones argentinas ausentes, envueltas por el torbellino de nuestros desencuentros, la Generación Malvinas tiene hoy una oportunidad trascendente, tal como nuestro vecino Chile percibió con éxito en 1973.
En 1983 se iniciaba el siglo XXI para los argentinos. La transición al estado de derecho, cuando la guerra fría tocaba a su fin, debía interpretar a su circunstancia y seleccionar los pasos a seguir. No lo hicimos. Nuestros vecinos, observadores directos de nuestros dramas sangrientos, reforzaron su identidad, entendieron a su circunstancia internacional y plantearon su unidad de fines. Tuvieron la audacia de poner el reloj en hora.
Nuestro primer objetivo deberá ser la rehabilitación del “Sistema Político” y del “Estado Necesario”, vitales instrumentos para recuperar la confiabilidad, interna y externa, que permitirá alcanzar el escenario que configura a una “Segunda Argentina”, la “Argentina Posindustrial”.
La Segunda Argentina.
1) Geografía y Cultura.
Si nos detenemos a observar el mapa físico de América del Sur, tres Regiones diferenciadas surgen de su relieve y de su hidrografía: la Orinoquia, actualmente con graves problemas políticos, económicos y estratégicos; la Amazonia, como vastísima y rica área anaecuménica y la Región del Río de la Plata, que se proyecta desde San Pablo en el Norte, hasta Valparaíso hacia el Oeste, abarcando el espacio más poblado y desarrollado de nuestro sub-continente.
Dentro de ésta última región se encuentran la mayoría de las capitales de los países con los que compartimos un origen y una cultura común: “la unidad realizable de AméricaLatina”o “la nacionalidad territorial de la Confederación del Plata”.
La política exterior del Imperio Británico logró desintegrar a los Estados creados por España en América del Sur. La balcanización buscaba el debilitamiento de los nuevos países independientes. Los Libertadores -en su momento- intentaron en vano la recuperación de la unidad.
Alcanzado el siglo XX, luego de la Primera Conferencia Panamericana en Washington 1889-1890, el uruguayo José Enrique Rodó -en “Ariel”- planteaba un afrancesado “latino americanismo”, como respuesta a la enérgica embestida de EE. UU. sobre el Sur.
El argentino Manuel Ugarte le sigue -1910- en la misma huella, con la publicación de “ElPorvenir de América Latina”. Prevé a Méjico en el Norte y a Argentina, Brasil y Chile en el Sur, como centros impulsores de la unidad.
En 1913 el peruano Francisco García Calderón publica “La Creación de un Continente”. Es la primera gran síntesis dinámica de la historia conjunta de Iberoamérica. En su último capítulo, lanza el siguiente vaticinio:
“A orillas del Plata heráldico, Buenos Aires tentacular, Montevideo reformadora; en la majestad del trópico, Río de Janeiro dominadora, anuncian por su imponente avance la futura grandeza de las naciones fraternales: sobre lentas crisálidas adivinamos ya el dorado vuelo de las alas audaces”.
La unidad iberoamericana comenzó a reconstruirse -tímidamente- cuando la alianza Buenos Aires- Brasilia -en 1977- encontró un camino estratégico. Pero no prosperó.
2) De la Confrontación Heredada a la Cooperación Necesaria.
Las expresiones mayores del rostro bifronte luso-castellano de América del Sur, habían heredado de sus Metrópolis fundadoras, un conflicto profundo. La Casa de Braganza giraba en la órbita del Imperio Británico y éste había resuelto que ambas márgenes del Río de la Plata “no podían quedar en manos de un solo Estado”.
La ocupación brasileña de la Provincia Oriental nos llevó a la guerra y la intervención de Lord Ponsomby produjo la independencia de la Provincia Oriental del Uruguay. Ésta era una provincia central del Virreinato pues disponía de los puertos y era el “glacisestratégico” de Buenos Aires frente a los luso-británicos. Desde aquellos años -y por largo tiempo- la situación estratégica sobre el foso del Paraná fue la principal preocupación estratégica de Argentina y Brasil.
En la década del ’20 el Capitán Travassos publicó “Proyección Continental del Brasil”. Este joven Oficial del Ejército brasileño advertía allí que la Argentina reforzaba la natural orientación Sur-Norte de sus Ríos principales, con el trazado de los ramales ferroviarios que penetraban hacia la profundidad de Hispanoamérica. Brasil debía cortar el ingreso argentino hacia el Norte con el dominio del “triángulo de plata”: Santa Cruz de la Sierra – Cochabamba – Sucre. Las generaciones brasileñas subsiguientes siguieron el mandato de Travassos: Golbery da Couto e Silva – Meira Mattos – Terezinha de Castro.
En 195l hubo un intento de Perón, Vargas e Ibáñez del Campo para construir un “Nuevo ABC”, como “núcleo básico de aglutinación” de América Latina. Los conflictos sociales y dirigenciales y los grupos de presión, no acompañaron a estos Presidentes. Los tres cayeron en poco tiempo. Uno por suicidio y los otros dos por golpes de Estado. Las dirigencias regionales estaban preparadas para la “intermediación” de poder. La integración debía esperar.
Las ideas que en aquel momento promovieron esta iniciativa nos han llegado a través de la comunicación que el Presidente argentino hiciera llegar a Getulio Vargas, por vía del Embajador Lusardo:
“La unidad comienza por la unión y ésta por la unificación de un núcleo básico de aglutinación. Ni Argentina, ni Brasil ni Chile aisladas, pueden soñar con la unidad económica indispensable para enfrentar un destino de grandeza. Unidas forman, sin embargo, la más formidable unidad a caballo sobre los dos Océanos de la civilización moderna. Así podrán intentar, desde aquí, la unidad latinoamericana como una base operativa polifacética, con inicial impulso indetenible”.
En los años ’70, cuando los hombres de la Revolución del ’64 -en Brasil- iniciaron las grandes obras hidroeléctricas que exigía el proyecto de industrialización en marcha, el antiguo conflicto recrudece. Las obras se realizaron sobre sistemas hídricos compartidos. Debieron ser concebidas con una planificación centralizada y en cooperación, para obtener la más alta rentabilidad, el más alto cuidado del medio ambiente y del recurso natural. La situación conflictiva lo impidió. Brasil impuso su situación de país “aguas arriba”.
Como paradigma, digamos que la mayor obra hidroeléctrica del mundo -Itaipú- construida en esos años y en ese espacio, no se localizó en el punto de óptimo rendimiento económico y ecológico, sino en el de mayor rentabilidad estratégica frente a la Argentina, clausurando el Río Paraná hacia el Norte, en nuestra frontera.
Pero mientras estos hechos ocurrían, Brasil había comenzado a ampliar los espacios cultivables en sus Estados de la Cuenca Platense a través de la deforestación. En 1989 ya producía seis millones de toneladas de soja y doce millones de cabezas de ganado vacuno en esa zona y su única vía de salida económica era la Hidrovía Paraguay-Paraná-Plata, que en varias conferencias de estos últimos años hemos propuesto llamar “Sistema Hídrico Sebastián Gaboto”, en homenaje a quien lo descubriera.
También ocurría otro hecho de significativa trascendencia: en Enero de 1977 las Cancillerías de Argentina y Brasil producen un comunicado conjunto, referido a la “cooperación en política nuclear e intercambios científicos y técnicos entre las Comisiones de Energía Nuclear de ambos países”.
En 1980 se firmó el Acuerdo para “la cooperación en el desarrollo del ciclo del combustible nuclear” y en 1985 se estableció “un sistema conjunto de verificación de sus respectivos materiales nucleares”. Ambos países adhirieron al Tratado de Tlatelolco.
Estábamos en presencia de una nueva relación bilateral, política y estratégica, lograda en un brevísimo período. Ambas naciones acordaban la plena instrumentación de salvaguardias ante el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), extendiendo la confiabilidad al ámbito internacional. Los cimientos para ingresar a un proceso integrado de industrialización con altas tecnologías, estaban establecidos.
Este fue un punto de total inflexión en las relaciones regionales. De la confrontación heredada de las respectivas metrópolis, pasamos a la cooperación necesaria a ambos Estados. Poco tiempo antes, esta evolución regional era impensable. Sin embargo, la ausencia de un sostén político continuo, lleva de tropiezo en tropiezo la continuidad de la integración, hoy meramente comercial, de un Mercosur en continua degradación.
3) Desde el Mercosur a la Unión Iberoamericana.
A partir de 1989/91 el fin de la guerra fría cataliza este rumbo y se consagra en el Tratado de Asunción. Ahora la integración económica -el Mercosur- cuenta con un débil soporte político-estratégico que no había existido con anterioridad y el cuadro de situación internacional impulsa a la regionalización y a la formación de bloques económicos, en el “ámbitodifuso” de la globalización planetaria posguerra fría. Ese soporte fue insuficiente (11).
Era imperioso avanzar a un acuerdo de seguridad colectiva y defensa común que se hizo inviable cuando el precio del barril de crudo se elevó significativamente y el petrodólar venezolano permitió reiniciar el proceso pseudo-revolucionario, conducido ahora por el Foro de San Pablo.
La continuidad del eventual eje político Buenos Aires – Brasilia a partir de los años 2000, se verá interrumpido por éste nuevo impulso a la pseudo-revolución marxista. EE UU ofrece en Mar del Plata el ingreso a un TLC -el NAFTA- y Buenos Aires responde con una “contracumbre” conducida por ¡Diego Maradona!
Urgía encontrar en el ambiente altamente riesgoso de la guerra mundial “contraterrorista global” -desde el año 2001- el camino hacia un sistema colectivo de seguridad estratégica que preserve un futuro político en Paz frente a los nuevos riesgos yamenazas internacionalizadas que el área no puede enfrentar con éxito en la soledad de cada uno de sus actores regionales.
Se hace imprescindible salvaguardar a los Estados Nacionales Necesarios como instrumentos jurídicos de la Seguridad, la Justicia y la Equidad Social, ya que el mayor riesgo estratégico iberoamericano posguerra fría es, justamente, la pérdida de las instituciones estatales, desquiciadas durante el desarrollo de la guerra contrarrevolucionaria -1959/1989- y, particularmente en la etapa subsiguiente: el actual “estado de guerra civil revolucionario” -1989/…- (1).
Esta exigencia conduce -necesariamente- a un “Mercosur Político” y este exige una Política de Seguridad Colectiva y Defensa Común. Esta nueva organización –“Federal Continental”- obligará a las dirigencias políticas regionales a superar sus muy bajos rendimientos frente a graves conflictos generalizados, que les han anulado la confianza y credibilidad de los representados. La despolitización de la juventud es una demostración de su desesperanza. El número de bajas, el escandaloso agravamiento del tipo de delitos y la metástasis de la corrupción social, son algunos indicativos de la situación alcanzada (12).
Un nuevo entramado institucional, competitivo, abierto a las relaciones regionalizadas continentales, desbordará a los antiguos egoísmos clasistas y localistas. Surgirán nuevas visiones y mayores controles cruzados que anulen el alto estándar de corrupción política.
Alberto Methol Ferré, desde la ROU lo expresaba, hace unos pocos años:
“las visiones de justificación exclusiva, darán paso a la visión inclusiva de la dinámica integradora”.
De los 800 millones de potenciales habitantes del futuro continente integrado -actualmente con serios y antiguos disensos regionales y sufriendo las extemporáneas aspiraciones revolucionarias del populismo neo marxista- la mitad corresponde a nuestro hemisferio iberoamericano. Quienes reflexionen desde lúcidas percepciones históricas y políticas deben asumir cuál es el “subsuelo-soporte cultural” de este nuevo actor internacional hispano-luso americano. Se trata del Occidente Cristiano -de su reserva contemporánea-, ante la crisis prolongada del “viejo continente”.
El pretendido camino de retorno a los ’70 intentando una “internacional socialista iberoamericana” con el apoyo y la coacción del petróleo, del gas o del narcoterrorismo es, como mínimo, extemporáneo. Una utopía ideológica que inexorablemente nos lleva a la autodestrucción. La demostración cabal de esta situación quedó plasmada el 17 Ago 20, en todo el país.
Organizar y consolidar los instrumentos básicos de la integración política subcontinental, para lograr su eficiencia funcional en el mundo multipolar del siglo XXI, nos lleva a proponer sin demora el cambio de rumbo de nuestra Argentina y recuperar -en el más breve lapso- las décadas perdidas.
La metamorfosis hacia Mercosur Político.
Actos político-estratégicos que las circunstancias fueron imponiendo nos acercaron al fallido Mercosur Económico. Fueron aquellos que permitieron pasar de la “confrontación heredada, ala cooperación necesaria”. La situación actual, conflictiva y sin horizontes, “enun nuevo orden internacional complejo y difuso”,exige nuevos actos políticos, dentro de un proceso que no acepta demoras para llegar a la integración regional: el Mercosur Político.
La Argentina no puede tomar la iniciativa para tan enorme empresa, sin integrar previamente su propio territorio y quebrar la “continuidad de su estado de guerra civil-revolucionario” (1). Para ello nuestro Instituto ha elaborado -a nivel esquemático- un Plan Estratégico Nacional -de base geopolítica- que titulamos “La Segunda Argentina Posindustrial”.
Para que esta posibilidad encuentre viabilidad deben cumplirse, entre otros y como mínimo, los siguientes pasos prioritarios y simultáneos:
Entender la “naturaleza y origen” de la crisis-decadencia que nos aplasta.
Recuperar la “identidad”, la “pertenencia a la cultura heredada”.
Rehabilitar al “Estado- Institucional”, en todos sus niveles.
Recuperar la “credibilidad”, del mandante en los mandatarios y la de la “aldea mundial”.
Definir la “inserción de la nación”, en el mundo y en la región.
Reeducar y recapacitar -cuanto antes- a la masa laboral para ingresar a la economía competitiva, empleando intensamente los medios tecnológicos que así lo permitan.
Realizar un inteligente e intenso empleo de los medios de comunicación, en función de los objetivos establecidos.
Cumplidas estas condiciones básicas y prioritarias y lanzada la recuperación del concepto de República y del Estado Institucional, habrá que instrumentar:
la integración política regional iberoamericana, a través de un “Acuerdo de Seguridad Colectiva y de Defensa Común” y
el ingreso a los mercados internacionales, desde la región, con capacidad competitiva.
5) Una Segunda Argentina es posible.
Nuestra Patria no puede ingresar a la integración regional-continental -planteada por nuestros Libertadores- si previamente no integra y desarrolla su propio territorio.
Cumplidas las condiciones señaladas en el punto 4) -sin hesitaciones ni demoras- la Argentina deberá lanzarse a la conquista de sus objetivos políticos de largo plazo. La “visión estratégica” deberá dejar de ser discursiva, para ingresar a los hechos -“a las cosas”– que nos lleven a “La Argentina Posindustrial”.
La “Proto-Argentina” nos había entregado un fuerte soporte cultural que nos permitió ser expansivos: lo hemos perdido y hay que recuperarlo.
La “Argentina Agropecuaria” -que hemos llamado “Primera Argentina”-aunnos brinda generosamente el escalón que nos permitiría ascender a
la “Segunda Argentina Posindustrial” y ésta nos ingresaría a la “Civilización del Conocimiento” en plena expansión, en el ámbito complejo de la globalización planetaria.
Necesariamente la Argentina, para emprender la inmensa empresa que la lleve a alcanzar su destino, debe encontrar el o los Estadista (s) que lidere (n) con firmeza su nuevo rumbo y éste o estos hombre (s), emergente (s) de la “Generación Malvinas” deberá (n) tener la firme audacia dedeclarar solemnemente la Pacificación Nacional.
Ambas condiciones -imprescindibles- para emprender el magno desafío ya fueron recorridas con total éxito -a fines del siglo XIX- por una Argentina postrada, luego de la Guerra de la Triple Alianza, envuelta en una violenta guerra civil y con un ochenta por ciento de analfabetos.
El lema de aquellos años -que permitió llegar a nuestro zenit histórico- fue: “Paz y Administración”.
Aquel proyecto agropecuario que encumbró a la Primera Argentina -como lo describimos en I. 2)- sumó en una síntesis exponencial a los objetivos exitosos de los últimos gobiernos nacionales: la Constitución, la inmigración, la alfabetización, los ferrocarriles, etc., que fueron -aisladamente- civilizando a la joven nacionalidad argentina. La lucidez del estadista Julio A. Roca los sintetizóen una combinación proyectada al futuro que le dio una nueva impronta -al país casi inexistente- e ingresó así al “top-ten” internacional, en menos de una década.
¿Era un milagro?, ¿tenía Roca una varita mágica?: No, el tucumano era un estratega y un estadista nato. Esa fue la clave.
Héroe en la retirada de Curupaytí, factor de la victoria en Ñaembé, Comandante en Jefe en la victoria de Santa Rosa -que nadie esperaba-, es éste último hecho político-militar el que salva la continuidad constitucional de la presidencia del Dr. Avellaneda, produce el ascenso a Grl. de Roca, luego su exaltación al Ministerio de Guerra y Marina desde donde resuelve la centenaria guerra contra el “malón”, triunfa en la Revolución del ´80 y -consecuentemente- llega su natural candidatura a la presidencia de la república, que obtiene a través de la Liga de Gobernadores del Norte -del País Tucumanés Fundacional-.
La pacificación nacional roquista se alcanzó en dos frentes: terminó con la centenaria “guerra contra el malón”en ocho meses y al menor costo de sangre. Ello permitió al país la expansión hacia el Sud, ocupado a lo largo de décadas por los araucanos chilenos que llegaban en su rapiña violenta hasta el Río Salado o a la Villa de Luján. El otro frente fue el de la guerra civil histórica: la Confederación contra la Provincia de Buenos Aires. Derrotados “los rifleros de Tejedor”, Roca -generosamente- abrió el diálogo políticointerpartidario y así llega a un primer lapso de Paz. El primero, desde el 25 de Mayo de 1810.
La Argentina tiene las puertas abiertas para progresar. Se afirma la Constitución y hay un proyecto de país en marcha.
6) Un plan estratégico no escrito.
Los camaradas que en los fogones de la guerra civil o en la del Paraguay llamaron a Julio Argentino Roca “el Zorro”, ¿qué querían significar?, ¿porqué lo comparaban con ese ágil habitante de nuestro variado espacio físico, que aun hoy intenta organizarse como Nación? La aguda observación de aquellos aguerridos oficiales lo distinguían así porque el joven tucumano veía un poco más allá que sus pares. Tenía “visión estratégica”, no solamente para descubrir lo que había detrás de la niebla que oculta al futuro, sino porque llegaba a la “ola profunda”, a lo sustantivo, a la naturaleza de las cosas a resolver. Y esa cualidad -natural en él- lo había llevado a una carrera meteórica que coronó como Grl invicto, cuando recién cumplía sus treinta años.
Asumida la presidencia de la república convocó a los mejores talentos para conformar su gabinete. Podrá decir a la Asamblea Legislativa del mandato inaugural que todos sus Ministros eran “presidenciables”. Dialogó con cada una de las corrientes de opinión opositoras y elaboró su plan de gobierno -sin siquiera escribirlo- sumando los hechos positivos que se habían realizado hasta entonces pero, el presidente los “combina”,“los unifica” en el proyecto de la “Primera Argentina Agropecuaria”.
Hoy podemos homologar sus pasos para alcanzar la “Segunda Argentina Posindustrial”.
Sobre el firme cimiento de la cultura fundadora de la Argentina -1560- que el nuevo presidente tenía incorporada desde su patricio hogar tucumano, noble y austero y, desde su escuela primaria franciscana en San Miguel de Tucumán, hizo deslizar audazmente a la civilización de su tiempo recibida de los profesores franceses del Colegio Nacional de Concepción del Uruguay y de sus permanentes lecturas.
Superó a la larga discordia, pues comprendió lasverdaderas causasde los sangrientos desencuentros. Éstos lo habían mantenido en campaña durante décadas, desde su adolescencia, en la larga guerra civil argentina.
Pacificado el país, la “estancia vieja” -ovejera- se expandió y se alambró. Se transformó en la “estancia nueva” -vacuna-, que mestizó a la vaca criolla -devenida de los animales lanzados a la pampa por Don Pedro de Mendoza- con toros puros, importados. El mejoramiento de la calidad de las carnes permitió las exportaciones a nuevos y ampliados mercados, enfriadas por la nueva tecnología del frigorífico. El “tasajo” y el “saladero” quedaban en la historia. Las nuevas tierras -recuperadas al delictivo ocupante bárbaro y extranjero- empezaron a roturarse y pronto la Argentina se convirtió en el “granero del mundo”.
El plan ferroviario del Ingeniero Emilio Mitre, que abarcaba a la “pampa húmeda”, conformaba dos grandes abanicos de rieles con base en los puertos de Rosario -“la Chicago Argentina”- y de Buenos Aires, ahora Capital Federal, con Aduana Nacional.
Éste plan ferroviario fue la “base geopolítica” de un explosivo desarrollo económico.
Sobre estas redes ferroviarias se establecieron las estaciones de carga cada veinticinco Kms., facilitando así el acceso de los carros hipomóviles, cargados de granos, desde las “chacras gringas”. Sobre esas estaciones ferroviarias se formaron pequeños poblados al servicio del hinterland “agropecuario”. Así se pobló, ordenadamente, con alto “controlsocial”, el territorio pampeano naturalmente regado. Frente a una de esas estaciones ferroviarias he nacido y he tomado las vivencias que aquí describo.
Fuera de esa “pampaverde” se extendía aquel fundacional “interior profundo”, el “amplio secano argentino”, el “paístucumanés”, casi anaecuménico y la recién recuperada Patagonia inexplorada, en donde permanecían algunos antiguos “oasis” y “economías regionales”, progresivamente empobrecidas y aisladas -fuera del mercado de la nueva economía competitiva- por los crecientes costos del transporte automotor y por la ausencia de un sistema de transporte multimodal que se adecuara a las grandes distancias del país, y posibilitara el alcance a los puertos de mar, con una estructura de costos razonable.
La ceguera ideológica y la “visión de campanario” impidieron actualizar dinámicamente el proyecto inicial e instrumentar el acondicionamiento del espacio geográfico con los avances científico-tecnológicos, paso a paso, a lo largo del siglo XX. El exitoso “Proyecto de la Primera Argentina” se estratificaba y la Argentina no integró su espacio.
El “cuestionamiento social” paralizaba al dinamismo del pensamiento político. Ver I., 3) 4) y (3) (4) y (5).
Se iniciaba así el largo lapso de “cuestionamientos sin propuestas”. Crecía el conflicto social -guerra social- producto de la cíclica escasez y de la ausencia del diálogo político.
El gran país del Plata carecía de grandes políticos: de estadistas y estrategas.
Desde 1959 la histórica guerra civil se hizo “revolucionaria” (1) y el cuasi Estado Nacional reaccionó tarde y mal, recién en 1974. En 1982 un “incidente provocado” es escalado a guerra limitada -frente a la OTAN- y nos llegó una derrota “convencional”.
Al año siguiente -explotando el colapso del Proceso- los simpatizantes de los “revolucionarios marxistas” alcanzan -con sigilo- el poder y el RU, con una admirable maniobra estratégica de aproximación indirecta, logra que “los entrismos de izquierda” se apoderen de los “derechos humanos” -para ellos desconocidos-, legislen sobre la “inseguridad nacional” y así, en pocos años la Argentina empobrecida, desarmada y confundida, se dirige aceleradamente -desde el 2001- hacia el estatus de “Estado Fallido” (13) (14) (15).
La tensa y grave situación que vive la sociedad argentina del presente tiene una “válvula de escape” en las próximas elecciones y la esperanza de un cambio de rumbo que exige, como condición central, la pacificación nacional. Sin instituciones, el “mandante” se encuentra en el 2020 en “cabildo abierto” permanente y se expresa en las Fechas Patrias.
Para que la concordia llegue un nuevo gobierno tendrá que homologar la actitud y la decisión del Presidente Roca en 1880 al asumir su primera presidencia: abrir el diálogo político, cerrar el pasado confrontativo y plantear un destino de unidad.
Nuestro IEEBA -durante décadas- ha ido perfeccionando y actualizando un nuevo destino para la Argentina en el siglo XXI. Esquemáticamente lo expresaremos en el próximo y último punto de éste trabajo.
7) Una idea geopolítica superadora: “La Segunda Argentina Posindustrial”.
Hace quince años, como prólogo de uno de los trabajos iniciales del Plan Estratégico Nacional -que más abajo enunciaremos esquemáticamente- citábamos una frase de la sabiduría Tao (16). Vamos a repetirla:
“Aprende a no aprender, regresa por el camino que los demás ya han recorrido y así, sin atreverse a obrar, favorece la evolución natural de todos los seres. El sabio no es erudito y el erudito no es sabio. El sabio no atesora y ofreciendo a los demás, se hace rico. El camino del cielo beneficia y no perjudica. La norma del sabio es obrar sin combatir”.
“¿Aprendimos a no aprender?”. Con la situación que vivimos ¿será suficiente para reflexionar y al mirar, poder ver? En el país naturalmente rico reflexionar es difícil y aun más difícil cuando se induce, homeopáticamente, a no pensar. A improvisar según caprichos o ideologías. Sin embargo, hoy la caída es grande, en todos los frentes. ¿Es necesario enumerarlos? Creemos que no. Claro está: “no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír”.
La oportunidad ha llegado. Está en manos del soberano y debiera estar en la cabeza de sus dirigentes. Si recuperamos nuestra identidad y la Paz social y entendemos nuestra dinámica circunstancia internacional, solo nos faltaría establecer un destino para las próximas décadas: los objetivos políticos para nuestra generación. Para ello hemos elaborado el plan que responde al título de éste trabajo.
Ésta propuesta -abierta al debate- establece una maniobra integrada -“regresando por el camino ya recorrido”– que tiene por meta dar solución a los graves problemas sociales, políticos y económicos actuales. En el campo social, eliminar las “villas de emergencia” en todo el país, en un plazo de 12 años. En el campo económico triplicar el PBN y el ingreso per cápita, en el mismo plazo y en el área política, resolver cuanto antes la inseguridad, la indefensión nacional y la corrupción, recuperar la federación, el sistema judicial y el desarrollo político.
Así como la “base geopolítica” del Proyecto del presidente Roca fue el plan ferroviario del Ingeniero Emilio Mitre, nos serviremos en nuestro proyecto del Plan de Hidrovías Nacionales y Regionales del Ingeniero Geógrafo Carlos Pellegrini Felizia, que agregamos como Anexo 1. Su lema es: “ni una sola gota de agua dulce al mar, sin aprovechamiento previo”.
Allí, en el mapa anexo, podrán observarse los canales de irrigación y transporte, la localización de los puertos de transferencia de cargas de un sistema multimodal y, sobre estos puertos se establecerán una o dos “ciudades nuevas” a poblar por quienes actualmente “cercan” a las grandes ciudades, en un ambiente de pobreza y delitos. El narcoterrorismo quedará sin “santuarios” y el espacio argentino quedará integrado con un sistema de transporte en el que la autopista sirve al ferrocarril y éste a un sistema de canales fluviales, que alcanzan a los puertos marítimos de aguas profundas.
El enorme secano argentino -en clima cálido, templado o frío- tendrá riego según las especies a cultivar y éstas serán tratadas en las fábricas robotizadas próximas a las ciudades nuevas, donde habitan los servicios de apoyo para que los productos del hinterland sean productos terminados y se embarquen, para su exportación o consumo interno. El volumen y la variedad de productos aumentará exponencialmente, como lo hará el PBI y el ingreso per cápita. La Argentina recuperará el lugar que le corresponde en la región y en el mundo.
Para llevar adelante éste plan esquemático, será necesario instrumentar los siguientes programas:
RECUPERACIÓN DE LA PAZ SOCIAL Y LA CULTURA NACIONAL A TRAVÉS DE UNA REFORMA EDUCATIVA Y RECUPERACIÓN DE LAS FUERZAS DEL TRABAJO.
REFORMA DE LA CONSTITUCION NACIONAL Y DE LA LEGISLACIÓN NACIONAL.
GEOPOLITICA PARA LA INTEGRACION NACIONAL Y REGIONAL.
PROGRAMACIÓN E INGENIERÍA DE LA CANALIZACIÓN NACIONALES Y REGIONALES.
ACONDICIONAMIENTO GEOGRÁFICO PARA LA INTEGRACION ESPACIAL DE LA SEGUNDA ARGENTINA POSINDUSTRIAL.
INGENIERIA DE PUERTOS DE TRANSFERENCIA DE CARGAS Y PUERTOS DE AGUAS PROFUNDAS.
PROCESO DE ERRADICACIÓN DE VILLAS DE EMERGENCIA Y CREACION DE NUEVAS CIUDADES SOBRE LOS NUEVOS PUERTOS.
POLÍTICA EXTERIOR PARA LA SEGUNDA ARGENTINA.
POLÍTICA ECONÓMICA PARA LA SEGUNDA ARGENTINA.
POLÍTICA DE SEGURIDAD NACIONAL PARA LA SEGUNDA ARGENTINA.
SISTEMA POLÍTICO Y SISTEMA DE PARTIDOS PARA LA SEGUNDA ARGENTINA.
APOYOS EXTERNOS, NACIONALES E INTERNACIONALES DE ORDEN TECNOLÓGICO, ADMINISTRATIVO Y FINANCIERO
PARA LOS HOMBRES DE CORAJE SE HAN HECHO LAS GRANDES EMPRESAS Y PARA AQUELLOS HOMBRES DE LA GENERACIÓN MALVINAS QUE TENGAN LOS PIES EN EL BARRO Y LOS OJOS EN LAS ESTRELLAS, SE HA PENSADO LA “SEGUNDA ARGENTINA POSINDUSTRIAL”.
CITAS:
J. Auel. “La larga guerra civil argentina y el actual estado de guerra civil revolucionario”. 09 Jul 13. www.ieeba.org
Huntington y Harrison. “La cultura es lo que importa”. Planeta. May 01.
H. Sommariva. “Historia de las intervenciones federales en las Provincias”. Ed El Ateneo. 1929.
Sorokin. “Social and Cultural Dynamics”. Ed. American Book Co. 1937.
Expresión del Ex presidente Sanguinetti –de la ROU- a la prensa.
B. Yofre. “Fue Cuba”. Ed. Sudamericana. 2014.
Behlohlavek. Escuela Unicista. Buenos Aires
J. Auel. “¿Cómo salimos de la actual emergencia política y estratégica?”. Ago 13. www.ieeba.org
J. Auel. “Proyección estratégica del Mercosur: fortalezas y debilidades”. Sep 02. www.ieeba.org
La Nación. Editorial I. “La Argentina, ante su mayor derrumbe institucional”. Bs As – 11 Mar 15.
Oliveira. “Mangabeira Unger:El Mercosur es un ‘cuerpo sin espíritu’ y el foco debe estar puesto en EEUU”. O Globo – Brasil. 09 May 15.
M. Otero. “¿De qué se sorprenden?” 16 May 15. www.ieeba.org
G. Auel. “La Argentina y su probabilidad de llegar a la situación de Estado Fallido, como riesgo estratégico, en el mediano plazo”. Ago 11. www.ieeba.org
J. Auel. “Los argentinos ¿cómo salimos de la actual emergencia política y estratégica? Ago 14. www.ieeba.org
J. Auel. “Relaciones Cívico-militares, la necesaria reconstrucción del Estado y de la imprescindible Seguridad Nacional, Regional y Continental”. Sep 13. www.ieeba.org
J. Auel. “Cultura, Civilización y Crisis Política”. Verano de 01. Anexo 1. www.ieeba.org
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Grl. Heriberto J. Auel – Pte. IEEBA
Junio de 1989, 1ra publicación.
Mayo de 2015, 1ra revisión.
Agosto de 2020, 2da revisión.
1) Origen y Crisis de la Nación y del Estado
2) El Proyecto Agropecuario.
3) El Cuestionamiento de Clase Media.
4) La “ola de cuestionamiento”, inaugurada en 1890, no ha encontrado hasta hoy su resolución.
5) La Crisis Política Argentina y la Nueva Pugna Imperial.
6) La “Generación Malvinas”.
1) Geografía y Cultura.
2) De la Confrontación Heredada a la Cooperación Necesaria.
3) Desde el Mercosur a la Unión Iberoamericana.
4) La metamorfosis hacia Mercosur Político.
5) Una Segunda Argentina es posible.
6) Un plan estratégico no escrito.
7) Una idea geopolítica superadora: “La Segunda Argentina Posindustrial”.
La situación mundial emergente de la posguerra fría -2001- se traduce en Iberoamérica en grandes desafíos políticos, graves crisis socioeconómicas y excelentes oportunidades. El encuadramiento que nos condiciona y frecuentemente nos determina, ha quedado esbozado en artículos anteriores al presente (1). Para retomar el hilo procesal de la situación de nuestra ya centenaria decadencia, es imprescindible reiterar cuales han sido sus causas, su origen y calar en las profundidades conceptuales y funcionales, inalcanzables en la visión de superficie a través de los sentidos.
Cuando el proto-argentino Cap. Grl. D. Pedro de Ceballos propuso a Carlos III la creación del Virreinato del Río de la Plata, concibió un país bioceánico y autosuficiente. El nuevo Estado debía constituir un antemural ante el avance británico y lusitano desde el Atlántico, para caer sobre la espalda de Lima, centro del poder español en América del Sur. Luego del 25 de Mayo de 1810, Buenos Aires no supo retener las fronteras de aquel enorme espacio heredado.
Cuando se cedió voluntariamente el Alto Perú las arcas fiscales quedaron sin ingresos genuinos, en tiempos de una gran transición política y económica. Desde una economía fisiocrática fundada en la minería, la región se desplazaba a una economía mercantilista.
Se iniciaba así la recurrencia constante a los empréstitos externos o internos, estos casi siempre forzosos, para sostener los servicios civiles y militares de un Estado Nacional incipiente, en guerra civil permanente, mientras simultáneamente sostenía una guerra internacional muy difícil, para lograr la independencia.
En el país, tres sistemas económicos estaban en pugna: el industrial-andino, desde Cuyo al Gran Tucumán, que abastecía a la concentración demográfica-minera del Cuzco y del Alto Perú; el desierto central y litoral, que se irá desarrollando como una enorme “vaquería” y constituirá el Pacto Federal y la ciudad puerto, Buenos Aires, “cosmopolita, intermediaria y mercantil”.
A ésta confrontación de intereses se sumaba otra, de mayor entidad. Sobre un antiguo sistema social de cultura hispano-criolla y católica llamado el “país interior” por Buenos Aires, la “ciudad puerto” intentaba imponer -por la fuerza- un sistema político de raigambre anglosajona a tono con las exigencias comerciales del Imperio Naval Hegemónico -de ese momento- y a tono con las lecturas de los enciclopedistas franceses.
Era éste el choque inconducente entre la Cultura Fundacional (1560) y la Civilización Industrial-Mercantil (1776). Ambas debieron encaminarse en sinergia pero, desgraciadamente, lo hicieron en pugna.
La disfuncionalidad del desestructurado sistema socio-político-económico inicial, fue total. La crisis permanente de los subsistemas diluyó al embrionario Estado y retroalimentó la guerra civil, que tomó el nombre equivocado de “Guerra de la Organización Nacional”. Los combates más sangrientos se dieron después de 1852.
En 1853 se logra la transaccional Constitución escrita, en Santa Fe. Pero Buenos Aires no aprueba lo que su Gobierno firmara a través del Ministro de Gobierno -Dr. Vicente Fidel López- y se secesiona de la Confederación Argentina durante siete años. La guerra civil se agrava. El origen del desencuentro no era la “organización constitucional”. Era algo mucho más profundo: chocaban dos culturas.
Buenos Aires, de espaldas al “interior”, pretendía el relevo de la cultura fundacional ingresada desde Lima y aposentada en el “Gran Tucumán” durante dos siglos, por la civilización en boga. Esa fatal “confusión” de los “hombres de la luces” los llevó a ver en nuestra antigua identidad cultural a la “barbarie”. En vez de civilizar a la cultura o culturizar la civilización, confrontaron estos conceptos.
Hoy es necesario repetir -con Huntington-Harrison- (2), que “la cultura es lo que da forma al progreso”, es decir, a la civilización. Seguimos hasta hoy golpeando a nuestros valores culturales y rechazando la dinámica de la civilización en curso. La debilidad cultural consecuente impide la audacia para aceptar los desafíos del futuro.
Recién con la Revolución del ’80 tres tucumanos -Juan Bautista Alberdi, Nicolás Avellaneda y Julio Argentino Roca- pacificaron al país, federalizando a la “ciudad Puerto” y nacionalizando la Aduana de Buenos Aires. Durante un breve lapso, cultura y civilización se encaminarán en sinergia. Hubo “Paz y Administración”.
Habían pasado setenta años desde el año ’10, cuarenta y tres desde los tiempos de los salones de Marcos Sastre donde el brillo intelectual de Juan Bautista Alberdi y de la generación del ’37 dieron forma al proyecto que pondrían en acto los hombres del ’80, conducidos por el “Zorro” Roca y sus condiscípulos del Colegio Nacional y Colegio Militar de Concepción del Uruguay.
Luego de la pacificación y veintisiete años después de su sanción, la Constitución Nacional entró en vigencia, aunque parcialmente. Roca inició la organización del Estado Nacional -sus Instituciones- y modernizó el sistema económico. Límites, moneda, FF.AA., códigos, servicios -educación y trabajo- y edificios públicos, etc., transformaron al país del conflicto permanente en la Primera Argentina-“Agropecuaria”-, destino de centenares de miles de inmigrantes europeos que vinieron a “hacerse la América”. Había paz, credibilidad y confianza.
En menos de diez años la nueva economía de base agropecuaria nos ubica entre las primeras diez naciones del mundo. Ello da una pauta de la potencialidad del país -teniendo en cuenta que el nuevo proyecto abarcaba solo a la Pampa Húmeda-. El vaticinio de Alexis de Tocqueville parecía cumplirse. Sin embargo, en el explosivo éxito económico del proyecto del ’80 estaba ínsito el germen de su descomposición y caída.
La modernización del sistema económico no fue acompañada por una acción similar en el sistema político. El sistema político está constituido por los mecanismos permanentes de conciliación de los diferentes intereses e ideales existentes en una comunidad, unida por fines que la categorizan como Nación. Su modernización exigía, además de la eficiencia burocrática lograda, la ampliación de la representación y de la participación social, gradualmente, en un particular momento de un exponencial desarrollo socio-económico, que demandaba una redistribución equitativa.
Una ínfima proporción de la población tenía derechos electorales, mientras eran actores y espectadores del proceso de crecimiento que los rodeaba. El criollo de la estancia “vieja” había sido desplazado a las orillas de la ciudad por el alambrado de la estancia “nueva”. En “la orilla” ciudadana se produjo su encuentro con el “recién llegado” y de su mixtura aparecen el conventillo y luego las “casas decentes”, el “chuschudo” o “peloduro” y el “jailaifa”, el “orillero”, el “cachafaz” y, además, “m’hijo el dotor”.
Así emergió la clase media urbana que busca su lugar en una sociedad esperanzada, móvil y ascendente, en un ambiente político que empieza a ser llamado el “régimen” o el “unicato”. En Europa, nuestro espejo cultural, se consolidaba la industrialización.
3) El Cuestionamiento de Clase Media.
La Unión Cívica será el núcleo que movilizó al nuevo estamento social y Leandro Nicéforo Alem uno de los tribunos que, desde la “orilla y el centro”, lo representa. En 1890 la “Revolución del Parque” conducida por Alem, interrumpe el interregno de paz y prosperidad iniciada en el ’80. No se repetirán los combates campales de la guerra civil. Se iniciaba en el `90 el siglo XX de los argentinos, con los cíclicos “golpes de estado cívico-militares”. Es la continuidad de la guerra civil, con otras formas.
Los hombres del “régimen” que se apercibieron de la urgente necesidad de desarrollar la Política, abrir los padrones y ampliar la representación, fueron alejados del poder. Es el caso del Dr. Roque Sáenz Peña. Cuando años después se logra el sufragio universal, secreto y obligatorio será tarde para darle continuidad y dinamismo al éxito económico. El patriciado de Roca se ausentó. La sentencia de un Senador por Córdoba -el Dr Manuel Pizarro- : “…La Revolución (del ’90) está vencida, el Gobierno está muerto…”, bien podría traducirse como… “el proyecto de la Primera Argentina está muerto”.
El impulso inercial del éxito económico del ’80 llegará hasta los años ’20. Para ese entonces ya había ocurrido la Primera Guerra Mundial -1914/11918- y un incipiente proceso de industrialización -por sustitución de importaciones- se había iniciado en la Argentina.
4) La “ola de cuestionamiento”, inaugurada en 1890, no ha encontrado hasta hoy su resolución.
Desde el Primer Centenario se gobierna sobre los sucesivos remanentes del proyecto del ’80 y se ingresa en un período de parálisis Política y empate social que acentúa la falta de dinamismo y consolidación del sistema político.
La guerra civil del S. XIX, librada en cientos de combates campales, es reemplazada por otra modalidad en el uso de la fuerza, con más de cincuenta planteos, movimientos, pronunciamientos, intervenciones, cuartelazos, chirinadas o golpes de estado cívico-militares, en un proceso cíclico y continuo que bien podría calificarse con la inexistente figura penal de la “defraudación de la esperanza pública”. Además, se inicia solapadamente una “guerra social”.
Al apelarse a la fuerza institucional del Estado Nacional y transformar a las FF.AA. en partidos políticos armados, el sistema de partidos descompone al Estado, desprofesionaliza a sus FF.AA. y desnaturaliza el sistema de representación. Los ciclos son cada vez más cortos y agravan la desconfianza en las instituciones de la República.
En los críticos años que siguen a la Segunda Guerra Mundial -1939/1945-, el sector social que luchó arduamente para obtener su participación política a través de una intransigente abstención comenzó a negar esa posibilidad a la naciente clase obrera.
La cuestión social había irrumpido luego de la primera revolución industrial y movilizaba al mundo entero, produciendo reformas y una evolución política protagonizada por los partidos socialistas. La disfuncionalidad del sistema político argentino agravó progresivamente la confrontación social. Llegamos a los años ´40/´50 con una Constitución liberal, una sociedad corporativa y maniquea (es cuando se acuñan neologismos, como el de “aluvión zoológico” o “cabecita negra”) y una economía progresivamente socialista. Aparecen el nefasto “odio social” y los resentimientos, que aún subsisten.
La confrontación por la inserción externa de la Argentina tampoco se resuelve. La neutralidad y el autismo, son consecuencia de la lucha entre anglófilos y panamericanistas. Muchos argentinos se identificarán con los nacionalismos europeos que rebrotan aquí como en un laboratorio. Lo que no emerge es el verdadero arraigo, la antigua cultura, la identidad del argentino genuino como una condición insoslayable de superación política.
La incoherencia nos lleva a una nueva edición de la “Revolución del Parque”. Es la del 17 de Octubre, medio siglo después. La simboliza, desde la base de la sociedad de masas en ciernes, una mujer que corporiza su espíritu y su voz: Eva Perón. Será bendecida o maldecida por cada una de las partes de la sociedad sectaria, donde el odio ha reemplazado a la esperanza y el pasado a la propuesta del “bien común”. La guerra civil continúa. La ausencia de desarrollo político en la sociedad, impide la dinamización de un proyecto de vida en común que constituya una unidad de fines. La unión nacional se declama, pero no se alcanza.
El reformista que intenta rescatar a la Argentina de su hora “0” es rechazado por algunos sectores urbanos “civilizados”, que medran en el statu-quo de la crisis permanente. Las reformas tendrán que hacerse desde abajo, tardíamente y a medias. A su turno, en el ciclo de los golpes de estado las “restauraciones” también serán tímidas, incompletas y hasta con formalidades constitucionales. Preocupa la formalidad de lo legal, quedando la verdadera legalidad y la legitimidad sepultada por los intereses, las ideologías y los escándalos. La hipocresía reina.
Lo superficial y formal impide y niega la visión de lo estructural y de fondo. Lo urgente priva sobre lo importante. La improvisación pasa a ser una virtud. La crisis se hace estructural. La cultura fundante, fuerte y generosa es reemplazada por otra, débil, egoísta y contractiva. Nos quedamos sin futuro, sin objetivos y sin unidad. Se vive en un punto muerto.
5) La Crisis Política Argentina y la Nueva Pugna Imperial.
A partir de 1947 la -profunda, prolongada e irresuelta- crisis del sistema político argentino -específicamente sus “odios sociales”- causa su guerra civil, es “cabalgada” por el conflicto Este-Oeste. La materia prima que la estrategia marxista-revolucionaria necesitaba para alcanzar sus designios estaba al alcance de la mano. Había que incentivar o catalizar el antiguo conflicto preexistente y fijar un enemigo. Así lo hicieron. El terrorismo-revolucionario cabalgó los odios sociales de las “señoras gordas” -y aun mantiene a la sociedad paralizada y dividida- y fijó a su enemigo: el núcleo duro del Estado-Nación, las FF.AA.
La lucha de las Repúblicas Imperiales asolará al Hemisferio Sur entre los años ´60/80, a través del terrorismo agresor y su condigna respuesta, las dictaduras. Es la continuidad de la antigua guerra civil, que se hace revolucionaria. En nuestro país -terminados los combates- ingresamos a su etapa de explotación -1984- por vía judicial, a través del Decreto 158/84 que trastocará la victoria en los combates en derrota estratégica-política de los argentinos.
Su consecuencia directa fue la progresiva licuación institucional del Estado, proceso que continúa en constante agravamiento y que está haciendo insoportable la vida para los ciudadanos de a pie. La Argentina bordea el estatus de “Estado Fallido” (13).Una prueba contundente de esta afirmación ha sido “el banderazo” del 17 Ago 20, día en que los argentinos homenajean al Libertador. La ausencia de Instituciones se manifiesta en los recientes y sucesivos “Cabildos Abiertos” callejeros, en todo el ámbito nacional. Es el último recurso en manos del mandante, que pareciera dispuesto a emplearlo.
El sector social que en nuestro país armó el brazo de sus hijos para disputarle el monopolio de la fuerza al maltrecho Estado, en nombre de la “revolución proletaria”, bajo conducción externa, perteneció mayoritariamente a la clase media. Casi no hubo obreros en las bandas terroristas armadas. Por el contrario, muchos dirigentes obreros fueron víctimas del terror revolucionario.
Los odios y prejuicios amasados durante décadas habían encontrado un cauce dramático, mientras las publicaciones diarias satirizaban acerca de las “señoras gordas” y de los “gorilas de derecha e izquierda”, sin calar en la profundidad de este fenómeno sociológico-político.
Aun no se han asimilado debidamente las consecuencias del ataque revolucionario al Estado que, con el tiempo devendría en la actual situación de vacío institucional, caos político anárquico fruto de la incultura política de candidatos improvisados y de una clase dirigente sin convicciones, desarraigada. Llegamos así a la licuación de los partidos tradicionales -provocada por el “entrismo” revolucionario- que sobreviven sin contenidos doctrinarios y sin liderazgos reconocidos, aun por sus propios componentes. Sus marbetes son empleados por dirigentes inmorales para captar votos en tiempos electorales, para luego olvidarlos.
Desde 1982 ya no habrá recurrencia al “partido militar” como “recurso de alzada”. La “reserva moral de la Patria” también fue barrida por una estrategia de aproximación indirecta del RU (1) desde 1982. Desde entonces estamos y estaremos condenados a buscar las soluciones dentro de este sistema político y con este Estado residual, ambos cuasi inexistentes. Sin embargo deberemos recuperarlos -de algún modo- por vías constitucionales. Es la etapa en la que vivimos hoy -en el 2020- en medio de una gran confusión, envueltos en una incertidumbre que angustia, mucho más que la pandemia (10).
En 1989 llegamos a creer que ya no habría “Estado prebendario”. Las inflaciones lo habían aniquilado. El “estado de necesidad” resultante obligó a intentar -sin convicciones- una economía de producción y de mercado. Sin embargo en los 2000 ya estamos de regreso en el populismo económico subvencionado. Las falacias -en su ápice histórico– alcanzaron a manipular a una gran masa social. Entendamos que:
“las falacias son estructuras de pensamiento-acción que ratifican creencias, a partir de interpretar a la realidad a través de la apariencia de los hechos, enmarcados dentro de un contexto de ideas hipotéticas, que a su vez sostienen a estas creencias” (7).
Hemos insistido que las posguerras han producido entre nosotros un efecto de significativa transculturación. Ello acarreó un debilitamiento ético en el campo de la Política -desplazada en su rol por la embestida de una ideología fracasada- y se trasladó al pueblo como corrupción, como podredumbre moral. El “entrismo” de izquierda no ha dejado a un solo partido tradicional en pie. Escalamos así, rápida y negativamente, a una cultura contractiva cuya característica central “es evitar la responsabilidad de las situaciones que promueve, desarrollando soluciones aparentes, que siempre resultan disfuncionales”.
La especulación de los grupos corporativos, rotativamente asociados con el Estado, también ha regresado. La salida de esta crisis sociopolítica será larga y difícil, pues su solución requiere grandes transformaciones sociales y culturales. El desarrollo político no se alcanzará rápidamente.
El impulso de las reformas económicas en los ’90 surgió del drama hiperinflacionario. No desde la razón política-dirigencial. La libertad económica se emprendió sin recuperar las instituciones y, naturalmente fracasó. Nos llevó al drama actual por la vía de las ingenierías electorales fraudulentas. Los negocios cortos de la corrupción dirigencial anulan al bien común, que exige la gran empresa del desarrollo político e institucional.
La relativizada cultura de la clase media urbana fue la más afectada por la economía abierta y competitiva y, con la excusa de la existencia de una mayor corrupción funcional votó al “progresismo”, un neo-marxismo volcado a la moralina de un discurso hueco, con la secreta esperanza de volver a la prebenda estructural en sus diversas formas, mientras califica a la economía de mercado como “conservadurismo”.
La tenaz resistencia a los cambios estructurales e instrumentales que son exigidos por la presente civilización es tan firme en estos estamentos, como lo es su facilidad para el desliz hacia el “hombre light”, es decir, hacia la quiebra de las virtudes heredadas e incambiables.
El progresismo, para persistir en su actitud cómoda y egoísta, necesita la continuidad del deterioro de las Instituciones del Estado. Si lográramos lo contrario, restableciendo el Estado-Institucional, dándole una conducción política inteligente y luego de un gran esfuerzo, nuestra Argentina reencauzaría su destino.
Ya en el pasado tuvo la oportunidad de mostrar su gran capacidad de superación. Esa capacidad aun existe, pero hay que movilizarla. El bloqueo a la rehabilitación del Estado Nacional Necesario, como reiteradamente lo hemos expresado, está directamente relacionado con la explotación de la batalla perdida frente al totalitarismo terrorista-revolucionario de los ´70 y al resentimiento social de los grupos desarraigados que lo apoyan.
La “Primera Argentina Agropecuaria”, luego de una prolongada agonía de un siglo, agotó por estratificación al “proyecto del ’80” relacionado con el imperio hegemónico inglés hasta la Segunda Guerra Mundial. Desde 1945 -cuando el Reino Unido gana la guerra y pierde el Imperio- la Argentina navega a la deriva. Durante años será un “país paria”, “amigo de todos y aliado de nadie”.
Raymond Aron llegará a decir que “fue la decepción de Occidente en el Siglo XX”. Solo su fortaleza natural puede permitirnos tan larga y agónica decadencia. Entre 1982 y 1989 el Proyecto del siglo XIX se agotó, sin relevo.
Paul Samuelson -Premio Nobel de Economía- señaló a mediados del siglo XX …“Ha sido un milagro que la Argentina, a pesar de contar con todos los atributos para constituirse en una de las mayores economías del mundo, se convirtió en uno de los países más atrasados”…
Carlos García Martínez publicó en 1983 su oportuno y profundo libro “La Grandeza Argentina”. Una de sus conclusiones fundamentales es esta:
“…la verdadera raíz de nuestros males es la inexistencia de una concepción política capaz de renovar profundamente las Instituciones”…
El núcleo de su tesis se encuentra en la Tercera Parte de su libro:
“La Inestabilidad Política es la madre y el padre de nuestra decadencia” y
“La Inestabilidad Política y la Crisis del Estado son consecuencia y derivación de la fractura espiritual de la clase dirigente”.
La “fractura espiritual” es el extravío cultural de la clase media que gobernó durante todo el S. XX. Es la pérdida de su identidad, de su cultura.
6) La “Generación Malvinas”.
En 1982, agredidas por el “atlantismo” en Gritviken con un incidente provocado, la Argentina y parte de la América del Sur despiertan de su letargo. Pierden una batalla convencional en una extemporánea gesta anticolonial, que es a su vez el hito de un posible despegue hacia una Segunda Argentina y hacia una eventual y necesaria Unión Sudamericana.
El ideologismo que abarca a un sector de la dirigencia -autista- de la Argentina decadente, impidió abarcar y comprender el espíritu y la actitud de la naciente Generación Malvinas. No vio la oportunidad enorme que esta posguerra traía en sus pliegues. En 1983 llegó al timón un hombre con graves carencias intelectuales y una alta ideologización. Un típico argentino “desarraigado”. Iniciamos una inexplicable transición negativa.
Ortega y Gasset señalaba hace décadas que…“en el pivote de la Historia, están las generaciones”. Luego de varias generaciones argentinas ausentes, envueltas por el torbellino de nuestros desencuentros, la Generación Malvinas tiene hoy una oportunidad trascendente, tal como nuestro vecino Chile percibió con éxito en 1973.
En 1983 se iniciaba el siglo XXI para los argentinos. La transición al estado de derecho, cuando la guerra fría tocaba a su fin, debía interpretar a su circunstancia y seleccionar los pasos a seguir. No lo hicimos. Nuestros vecinos, observadores directos de nuestros dramas sangrientos, reforzaron su identidad, entendieron a su circunstancia internacional y plantearon su unidad de fines. Tuvieron la audacia de poner el reloj en hora.
Nuestro primer objetivo deberá ser la rehabilitación del “Sistema Político” y del “Estado Necesario”, vitales instrumentos para recuperar la confiabilidad, interna y externa, que permitirá alcanzar el escenario que configura a una “Segunda Argentina”, la “Argentina Posindustrial”.
1) Geografía y Cultura.
Si nos detenemos a observar el mapa físico de América del Sur, tres Regiones diferenciadas surgen de su relieve y de su hidrografía: la Orinoquia, actualmente con graves problemas políticos, económicos y estratégicos; la Amazonia, como vastísima y rica área anaecuménica y la Región del Río de la Plata, que se proyecta desde San Pablo en el Norte, hasta Valparaíso hacia el Oeste, abarcando el espacio más poblado y desarrollado de nuestro sub-continente.
Dentro de ésta última región se encuentran la mayoría de las capitales de los países con los que compartimos un origen y una cultura común: “la unidad realizable de América Latina” o “la nacionalidad territorial de la Confederación del Plata”.
La política exterior del Imperio Británico logró desintegrar a los Estados creados por España en América del Sur. La balcanización buscaba el debilitamiento de los nuevos países independientes. Los Libertadores -en su momento- intentaron en vano la recuperación de la unidad.
Alcanzado el siglo XX, luego de la Primera Conferencia Panamericana en Washington 1889-1890, el uruguayo José Enrique Rodó -en “Ariel”- planteaba un afrancesado “latino americanismo”, como respuesta a la enérgica embestida de EE. UU. sobre el Sur.
El argentino Manuel Ugarte le sigue -1910- en la misma huella, con la publicación de “El Porvenir de América Latina”. Prevé a Méjico en el Norte y a Argentina, Brasil y Chile en el Sur, como centros impulsores de la unidad.
En 1913 el peruano Francisco García Calderón publica “La Creación de un Continente”. Es la primera gran síntesis dinámica de la historia conjunta de Iberoamérica. En su último capítulo, lanza el siguiente vaticinio:
“A orillas del Plata heráldico, Buenos Aires tentacular, Montevideo reformadora; en la majestad del trópico, Río de Janeiro dominadora, anuncian por su imponente avance la futura grandeza de las naciones fraternales: sobre lentas crisálidas adivinamos ya el dorado vuelo de las alas audaces”.
La unidad iberoamericana comenzó a reconstruirse -tímidamente- cuando la alianza Buenos Aires- Brasilia -en 1977- encontró un camino estratégico. Pero no prosperó.
2) De la Confrontación Heredada a la Cooperación Necesaria.
Las expresiones mayores del rostro bifronte luso-castellano de América del Sur, habían heredado de sus Metrópolis fundadoras, un conflicto profundo. La Casa de Braganza giraba en la órbita del Imperio Británico y éste había resuelto que ambas márgenes del Río de la Plata “no podían quedar en manos de un solo Estado”.
La ocupación brasileña de la Provincia Oriental nos llevó a la guerra y la intervención de Lord Ponsomby produjo la independencia de la Provincia Oriental del Uruguay. Ésta era una provincia central del Virreinato pues disponía de los puertos y era el “glacis estratégico” de Buenos Aires frente a los luso-británicos. Desde aquellos años -y por largo tiempo- la situación estratégica sobre el foso del Paraná fue la principal preocupación estratégica de Argentina y Brasil.
En la década del ’20 el Capitán Travassos publicó “Proyección Continental del Brasil”. Este joven Oficial del Ejército brasileño advertía allí que la Argentina reforzaba la natural orientación Sur-Norte de sus Ríos principales, con el trazado de los ramales ferroviarios que penetraban hacia la profundidad de Hispanoamérica. Brasil debía cortar el ingreso argentino hacia el Norte con el dominio del “triángulo de plata”: Santa Cruz de la Sierra – Cochabamba – Sucre. Las generaciones brasileñas subsiguientes siguieron el mandato de Travassos: Golbery da Couto e Silva – Meira Mattos – Terezinha de Castro.
En 195l hubo un intento de Perón, Vargas e Ibáñez del Campo para construir un “Nuevo ABC”, como “núcleo básico de aglutinación” de América Latina. Los conflictos sociales y dirigenciales y los grupos de presión, no acompañaron a estos Presidentes. Los tres cayeron en poco tiempo. Uno por suicidio y los otros dos por golpes de Estado. Las dirigencias regionales estaban preparadas para la “intermediación” de poder. La integración debía esperar.
Las ideas que en aquel momento promovieron esta iniciativa nos han llegado a través de la comunicación que el Presidente argentino hiciera llegar a Getulio Vargas, por vía del Embajador Lusardo:
“La unidad comienza por la unión y ésta por la unificación de un núcleo básico de aglutinación. Ni Argentina, ni Brasil ni Chile aisladas, pueden soñar con la unidad económica indispensable para enfrentar un destino de grandeza. Unidas forman, sin embargo, la más formidable unidad a caballo sobre los dos Océanos de la civilización moderna. Así podrán intentar, desde aquí, la unidad latinoamericana como una base operativa polifacética, con inicial impulso indetenible”.
En los años ’70, cuando los hombres de la Revolución del ’64 -en Brasil- iniciaron las grandes obras hidroeléctricas que exigía el proyecto de industrialización en marcha, el antiguo conflicto recrudece. Las obras se realizaron sobre sistemas hídricos compartidos. Debieron ser concebidas con una planificación centralizada y en cooperación, para obtener la más alta rentabilidad, el más alto cuidado del medio ambiente y del recurso natural. La situación conflictiva lo impidió. Brasil impuso su situación de país “aguas arriba”.
Como paradigma, digamos que la mayor obra hidroeléctrica del mundo -Itaipú- construida en esos años y en ese espacio, no se localizó en el punto de óptimo rendimiento económico y ecológico, sino en el de mayor rentabilidad estratégica frente a la Argentina, clausurando el Río Paraná hacia el Norte, en nuestra frontera.
Pero mientras estos hechos ocurrían, Brasil había comenzado a ampliar los espacios cultivables en sus Estados de la Cuenca Platense a través de la deforestación. En 1989 ya producía seis millones de toneladas de soja y doce millones de cabezas de ganado vacuno en esa zona y su única vía de salida económica era la Hidrovía Paraguay-Paraná-Plata, que en varias conferencias de estos últimos años hemos propuesto llamar “Sistema Hídrico Sebastián Gaboto”, en homenaje a quien lo descubriera.
También ocurría otro hecho de significativa trascendencia: en Enero de 1977 las Cancillerías de Argentina y Brasil producen un comunicado conjunto, referido a la “cooperación en política nuclear e intercambios científicos y técnicos entre las Comisiones de Energía Nuclear de ambos países”.
En 1980 se firmó el Acuerdo para “la cooperación en el desarrollo del ciclo del combustible nuclear” y en 1985 se estableció “un sistema conjunto de verificación de sus respectivos materiales nucleares”. Ambos países adhirieron al Tratado de Tlatelolco.
Estábamos en presencia de una nueva relación bilateral, política y estratégica, lograda en un brevísimo período. Ambas naciones acordaban la plena instrumentación de salvaguardias ante el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), extendiendo la confiabilidad al ámbito internacional. Los cimientos para ingresar a un proceso integrado de industrialización con altas tecnologías, estaban establecidos.
Este fue un punto de total inflexión en las relaciones regionales. De la confrontación heredada de las respectivas metrópolis, pasamos a la cooperación necesaria a ambos Estados. Poco tiempo antes, esta evolución regional era impensable. Sin embargo, la ausencia de un sostén político continuo, lleva de tropiezo en tropiezo la continuidad de la integración, hoy meramente comercial, de un Mercosur en continua degradación.
3) Desde el Mercosur a la Unión Iberoamericana.
A partir de 1989/91 el fin de la guerra fría cataliza este rumbo y se consagra en el Tratado de Asunción. Ahora la integración económica -el Mercosur- cuenta con un débil soporte político-estratégico que no había existido con anterioridad y el cuadro de situación internacional impulsa a la regionalización y a la formación de bloques económicos, en el “ámbito difuso” de la globalización planetaria posguerra fría. Ese soporte fue insuficiente (11).
Era imperioso avanzar a un acuerdo de seguridad colectiva y defensa común que se hizo inviable cuando el precio del barril de crudo se elevó significativamente y el petrodólar venezolano permitió reiniciar el proceso pseudo-revolucionario, conducido ahora por el Foro de San Pablo.
La continuidad del eventual eje político Buenos Aires – Brasilia a partir de los años 2000, se verá interrumpido por éste nuevo impulso a la pseudo-revolución marxista. EE UU ofrece en Mar del Plata el ingreso a un TLC -el NAFTA- y Buenos Aires responde con una “contracumbre” conducida por ¡Diego Maradona!
Urgía encontrar en el ambiente altamente riesgoso de la guerra mundial “contraterrorista global” -desde el año 2001- el camino hacia un sistema colectivo de seguridad estratégica que preserve un futuro político en Paz frente a los nuevos riesgos y amenazas internacionalizadas que el área no puede enfrentar con éxito en la soledad de cada uno de sus actores regionales.
Se hace imprescindible salvaguardar a los Estados Nacionales Necesarios como instrumentos jurídicos de la Seguridad, la Justicia y la Equidad Social, ya que el mayor riesgo estratégico iberoamericano posguerra fría es, justamente, la pérdida de las instituciones estatales, desquiciadas durante el desarrollo de la guerra contrarrevolucionaria -1959/1989- y, particularmente en la etapa subsiguiente: el actual “estado de guerra civil revolucionario” -1989/…- (1).
Esta exigencia conduce -necesariamente- a un “Mercosur Político” y este exige una Política de Seguridad Colectiva y Defensa Común. Esta nueva organización –“Federal Continental”- obligará a las dirigencias políticas regionales a superar sus muy bajos rendimientos frente a graves conflictos generalizados, que les han anulado la confianza y credibilidad de los representados. La despolitización de la juventud es una demostración de su desesperanza. El número de bajas, el escandaloso agravamiento del tipo de delitos y la metástasis de la corrupción social, son algunos indicativos de la situación alcanzada (12).
Un nuevo entramado institucional, competitivo, abierto a las relaciones regionalizadas continentales, desbordará a los antiguos egoísmos clasistas y localistas. Surgirán nuevas visiones y mayores controles cruzados que anulen el alto estándar de corrupción política.
Alberto Methol Ferré, desde la ROU lo expresaba, hace unos pocos años:
“las visiones de justificación exclusiva, darán paso a la visión inclusiva de la dinámica integradora”.
De los 800 millones de potenciales habitantes del futuro continente integrado -actualmente con serios y antiguos disensos regionales y sufriendo las extemporáneas aspiraciones revolucionarias del populismo neo marxista- la mitad corresponde a nuestro hemisferio iberoamericano. Quienes reflexionen desde lúcidas percepciones históricas y políticas deben asumir cuál es el “subsuelo-soporte cultural” de este nuevo actor internacional hispano-luso americano. Se trata del Occidente Cristiano -de su reserva contemporánea-, ante la crisis prolongada del “viejo continente”.
El pretendido camino de retorno a los ’70 intentando una “internacional socialista iberoamericana” con el apoyo y la coacción del petróleo, del gas o del narcoterrorismo es, como mínimo, extemporáneo. Una utopía ideológica que inexorablemente nos lleva a la autodestrucción. La demostración cabal de esta situación quedó plasmada el 17 Ago 20, en todo el país.
Organizar y consolidar los instrumentos básicos de la integración política subcontinental, para lograr su eficiencia funcional en el mundo multipolar del siglo XXI, nos lleva a proponer sin demora el cambio de rumbo de nuestra Argentina y recuperar -en el más breve lapso- las décadas perdidas.
Actos político-estratégicos que las circunstancias fueron imponiendo nos acercaron al fallido Mercosur Económico. Fueron aquellos que permitieron pasar de la “confrontación heredada, a la cooperación necesaria”. La situación actual, conflictiva y sin horizontes, “en un nuevo orden internacional complejo y difuso”, exige nuevos actos políticos, dentro de un proceso que no acepta demoras para llegar a la integración regional: el Mercosur Político.
La Argentina no puede tomar la iniciativa para tan enorme empresa, sin integrar previamente su propio territorio y quebrar la “continuidad de su estado de guerra civil-revolucionario” (1). Para ello nuestro Instituto ha elaborado -a nivel esquemático- un Plan Estratégico Nacional -de base geopolítica- que titulamos “La Segunda Argentina Posindustrial”.
Para que esta posibilidad encuentre viabilidad deben cumplirse, entre otros y como mínimo, los siguientes pasos prioritarios y simultáneos:
Cumplidas estas condiciones básicas y prioritarias y lanzada la recuperación del concepto de República y del Estado Institucional, habrá que instrumentar:
5) Una Segunda Argentina es posible.
Nuestra Patria no puede ingresar a la integración regional-continental -planteada por nuestros Libertadores- si previamente no integra y desarrolla su propio territorio.
Cumplidas las condiciones señaladas en el punto 4) -sin hesitaciones ni demoras- la Argentina deberá lanzarse a la conquista de sus objetivos políticos de largo plazo. La “visión estratégica” deberá dejar de ser discursiva, para ingresar a los hechos -“a las cosas”– que nos lleven a “La Argentina Posindustrial”.
La “Proto-Argentina” nos había entregado un fuerte soporte cultural que nos permitió ser expansivos: lo hemos perdido y hay que recuperarlo.
La “Argentina Agropecuaria” -que hemos llamado “Primera Argentina”- aun nos brinda generosamente el escalón que nos permitiría ascender a
la “Segunda Argentina Posindustrial” y ésta nos ingresaría a la “Civilización del Conocimiento” en plena expansión, en el ámbito complejo de la globalización planetaria.
Necesariamente la Argentina, para emprender la inmensa empresa que la lleve a alcanzar su destino, debe encontrar el o los Estadista (s) que lidere (n) con firmeza su nuevo rumbo y éste o estos hombre (s), emergente (s) de la “Generación Malvinas” deberá (n) tener la firme audacia de declarar solemnemente la Pacificación Nacional.
Ambas condiciones -imprescindibles- para emprender el magno desafío ya fueron recorridas con total éxito -a fines del siglo XIX- por una Argentina postrada, luego de la Guerra de la Triple Alianza, envuelta en una violenta guerra civil y con un ochenta por ciento de analfabetos.
El lema de aquellos años -que permitió llegar a nuestro zenit histórico- fue: “Paz y Administración”.
Aquel proyecto agropecuario que encumbró a la Primera Argentina -como lo describimos en I. 2)- sumó en una síntesis exponencial a los objetivos exitosos de los últimos gobiernos nacionales: la Constitución, la inmigración, la alfabetización, los ferrocarriles, etc., que fueron -aisladamente- civilizando a la joven nacionalidad argentina. La lucidez del estadista Julio A. Roca los sintetizó en una combinación proyectada al futuro que le dio una nueva impronta -al país casi inexistente- e ingresó así al “top-ten” internacional, en menos de una década.
¿Era un milagro?, ¿tenía Roca una varita mágica?: No, el tucumano era un estratega y un estadista nato. Esa fue la clave.
Héroe en la retirada de Curupaytí, factor de la victoria en Ñaembé, Comandante en Jefe en la victoria de Santa Rosa -que nadie esperaba-, es éste último hecho político-militar el que salva la continuidad constitucional de la presidencia del Dr. Avellaneda, produce el ascenso a Grl. de Roca, luego su exaltación al Ministerio de Guerra y Marina desde donde resuelve la centenaria guerra contra el “malón”, triunfa en la Revolución del ´80 y -consecuentemente- llega su natural candidatura a la presidencia de la república, que obtiene a través de la Liga de Gobernadores del Norte -del País Tucumanés Fundacional-.
La pacificación nacional roquista se alcanzó en dos frentes: terminó con la centenaria “guerra contra el malón” en ocho meses y al menor costo de sangre. Ello permitió al país la expansión hacia el Sud, ocupado a lo largo de décadas por los araucanos chilenos que llegaban en su rapiña violenta hasta el Río Salado o a la Villa de Luján. El otro frente fue el de la guerra civil histórica: la Confederación contra la Provincia de Buenos Aires. Derrotados “los rifleros de Tejedor”, Roca -generosamente- abrió el diálogo político interpartidario y así llega a un primer lapso de Paz. El primero, desde el 25 de Mayo de 1810.
La Argentina tiene las puertas abiertas para progresar. Se afirma la Constitución y hay un proyecto de país en marcha.
6) Un plan estratégico no escrito.
Los camaradas que en los fogones de la guerra civil o en la del Paraguay llamaron a Julio Argentino Roca “el Zorro”, ¿qué querían significar?, ¿porqué lo comparaban con ese ágil habitante de nuestro variado espacio físico, que aun hoy intenta organizarse como Nación? La aguda observación de aquellos aguerridos oficiales lo distinguían así porque el joven tucumano veía un poco más allá que sus pares. Tenía “visión estratégica”, no solamente para descubrir lo que había detrás de la niebla que oculta al futuro, sino porque llegaba a la “ola profunda”, a lo sustantivo, a la naturaleza de las cosas a resolver. Y esa cualidad -natural en él- lo había llevado a una carrera meteórica que coronó como Grl invicto, cuando recién cumplía sus treinta años.
Asumida la presidencia de la república convocó a los mejores talentos para conformar su gabinete. Podrá decir a la Asamblea Legislativa del mandato inaugural que todos sus Ministros eran “presidenciables”. Dialogó con cada una de las corrientes de opinión opositoras y elaboró su plan de gobierno -sin siquiera escribirlo- sumando los hechos positivos que se habían realizado hasta entonces pero, el presidente los “combina”, “los unifica” en el proyecto de la “Primera Argentina Agropecuaria”.
Hoy podemos homologar sus pasos para alcanzar la “Segunda Argentina Posindustrial”.
Sobre el firme cimiento de la cultura fundadora de la Argentina -1560- que el nuevo presidente tenía incorporada desde su patricio hogar tucumano, noble y austero y, desde su escuela primaria franciscana en San Miguel de Tucumán, hizo deslizar audazmente a la civilización de su tiempo recibida de los profesores franceses del Colegio Nacional de Concepción del Uruguay y de sus permanentes lecturas.
Superó a la larga discordia, pues comprendió las verdaderas causas de los sangrientos desencuentros. Éstos lo habían mantenido en campaña durante décadas, desde su adolescencia, en la larga guerra civil argentina.
Pacificado el país, la “estancia vieja” -ovejera- se expandió y se alambró. Se transformó en la “estancia nueva” -vacuna-, que mestizó a la vaca criolla -devenida de los animales lanzados a la pampa por Don Pedro de Mendoza- con toros puros, importados. El mejoramiento de la calidad de las carnes permitió las exportaciones a nuevos y ampliados mercados, enfriadas por la nueva tecnología del frigorífico. El “tasajo” y el “saladero” quedaban en la historia. Las nuevas tierras -recuperadas al delictivo ocupante bárbaro y extranjero- empezaron a roturarse y pronto la Argentina se convirtió en el “granero del mundo”.
El plan ferroviario del Ingeniero Emilio Mitre, que abarcaba a la “pampa húmeda”, conformaba dos grandes abanicos de rieles con base en los puertos de Rosario -“la Chicago Argentina”- y de Buenos Aires, ahora Capital Federal, con Aduana Nacional.
Éste plan ferroviario fue la “base geopolítica” de un explosivo desarrollo económico.
Sobre estas redes ferroviarias se establecieron las estaciones de carga cada veinticinco Kms., facilitando así el acceso de los carros hipomóviles, cargados de granos, desde las “chacras gringas”. Sobre esas estaciones ferroviarias se formaron pequeños poblados al servicio del hinterland “agropecuario”. Así se pobló, ordenadamente, con alto “control social”, el territorio pampeano naturalmente regado. Frente a una de esas estaciones ferroviarias he nacido y he tomado las vivencias que aquí describo.
Fuera de esa “pampa verde” se extendía aquel fundacional “interior profundo”, el “amplio secano argentino”, el “país tucumanés”, casi anaecuménico y la recién recuperada Patagonia inexplorada, en donde permanecían algunos antiguos “oasis” y “economías regionales”, progresivamente empobrecidas y aisladas -fuera del mercado de la nueva economía competitiva- por los crecientes costos del transporte automotor y por la ausencia de un sistema de transporte multimodal que se adecuara a las grandes distancias del país, y posibilitara el alcance a los puertos de mar, con una estructura de costos razonable.
La ceguera ideológica y la “visión de campanario” impidieron actualizar dinámicamente el proyecto inicial e instrumentar el acondicionamiento del espacio geográfico con los avances científico-tecnológicos, paso a paso, a lo largo del siglo XX. El exitoso “Proyecto de la Primera Argentina” se estratificaba y la Argentina no integró su espacio.
El “cuestionamiento social” paralizaba al dinamismo del pensamiento político. Ver I., 3) 4) y (3) (4) y (5).
Se iniciaba así el largo lapso de “cuestionamientos sin propuestas”. Crecía el conflicto social -guerra social- producto de la cíclica escasez y de la ausencia del diálogo político.
El gran país del Plata carecía de grandes políticos: de estadistas y estrategas.
Desde 1959 la histórica guerra civil se hizo “revolucionaria” (1) y el cuasi Estado Nacional reaccionó tarde y mal, recién en 1974. En 1982 un “incidente provocado” es escalado a guerra limitada -frente a la OTAN- y nos llegó una derrota “convencional”.
Al año siguiente -explotando el colapso del Proceso- los simpatizantes de los “revolucionarios marxistas” alcanzan -con sigilo- el poder y el RU, con una admirable maniobra estratégica de aproximación indirecta, logra que “los entrismos de izquierda” se apoderen de los “derechos humanos” -para ellos desconocidos-, legislen sobre la “inseguridad nacional” y así, en pocos años la Argentina empobrecida, desarmada y confundida, se dirige aceleradamente -desde el 2001- hacia el estatus de “Estado Fallido” (13) (14) (15).
La tensa y grave situación que vive la sociedad argentina del presente tiene una “válvula de escape” en las próximas elecciones y la esperanza de un cambio de rumbo que exige, como condición central, la pacificación nacional. Sin instituciones, el “mandante” se encuentra en el 2020 en “cabildo abierto” permanente y se expresa en las Fechas Patrias.
Para que la concordia llegue un nuevo gobierno tendrá que homologar la actitud y la decisión del Presidente Roca en 1880 al asumir su primera presidencia: abrir el diálogo político, cerrar el pasado confrontativo y plantear un destino de unidad.
Nuestro IEEBA -durante décadas- ha ido perfeccionando y actualizando un nuevo destino para la Argentina en el siglo XXI. Esquemáticamente lo expresaremos en el próximo y último punto de éste trabajo.
7) Una idea geopolítica superadora: “La Segunda Argentina Posindustrial”.
Hace quince años, como prólogo de uno de los trabajos iniciales del Plan Estratégico Nacional -que más abajo enunciaremos esquemáticamente- citábamos una frase de la sabiduría Tao (16). Vamos a repetirla:
“Aprende a no aprender, regresa por el camino que los demás ya han recorrido y así, sin atreverse a obrar, favorece la evolución natural de todos los seres. El sabio no es erudito y el erudito no es sabio. El sabio no atesora y ofreciendo a los demás, se hace rico. El camino del cielo beneficia y no perjudica. La norma del sabio es obrar sin combatir”.
“¿Aprendimos a no aprender?”. Con la situación que vivimos ¿será suficiente para reflexionar y al mirar, poder ver? En el país naturalmente rico reflexionar es difícil y aun más difícil cuando se induce, homeopáticamente, a no pensar. A improvisar según caprichos o ideologías. Sin embargo, hoy la caída es grande, en todos los frentes. ¿Es necesario enumerarlos? Creemos que no. Claro está: “no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír”.
La oportunidad ha llegado. Está en manos del soberano y debiera estar en la cabeza de sus dirigentes. Si recuperamos nuestra identidad y la Paz social y entendemos nuestra dinámica circunstancia internacional, solo nos faltaría establecer un destino para las próximas décadas: los objetivos políticos para nuestra generación. Para ello hemos elaborado el plan que responde al título de éste trabajo.
Ésta propuesta -abierta al debate- establece una maniobra integrada -“regresando por el camino ya recorrido”– que tiene por meta dar solución a los graves problemas sociales, políticos y económicos actuales. En el campo social, eliminar las “villas de emergencia” en todo el país, en un plazo de 12 años. En el campo económico triplicar el PBN y el ingreso per cápita, en el mismo plazo y en el área política, resolver cuanto antes la inseguridad, la indefensión nacional y la corrupción, recuperar la federación, el sistema judicial y el desarrollo político.
Así como la “base geopolítica” del Proyecto del presidente Roca fue el plan ferroviario del Ingeniero Emilio Mitre, nos serviremos en nuestro proyecto del Plan de Hidrovías Nacionales y Regionales del Ingeniero Geógrafo Carlos Pellegrini Felizia, que agregamos como Anexo 1. Su lema es: “ni una sola gota de agua dulce al mar, sin aprovechamiento previo”.
Allí, en el mapa anexo, podrán observarse los canales de irrigación y transporte, la localización de los puertos de transferencia de cargas de un sistema multimodal y, sobre estos puertos se establecerán una o dos “ciudades nuevas” a poblar por quienes actualmente “cercan” a las grandes ciudades, en un ambiente de pobreza y delitos. El narcoterrorismo quedará sin “santuarios” y el espacio argentino quedará integrado con un sistema de transporte en el que la autopista sirve al ferrocarril y éste a un sistema de canales fluviales, que alcanzan a los puertos marítimos de aguas profundas.
El enorme secano argentino -en clima cálido, templado o frío- tendrá riego según las especies a cultivar y éstas serán tratadas en las fábricas robotizadas próximas a las ciudades nuevas, donde habitan los servicios de apoyo para que los productos del hinterland sean productos terminados y se embarquen, para su exportación o consumo interno. El volumen y la variedad de productos aumentará exponencialmente, como lo hará el PBI y el ingreso per cápita. La Argentina recuperará el lugar que le corresponde en la región y en el mundo.
Para llevar adelante éste plan esquemático, será necesario instrumentar los siguientes programas:
PARA LOS HOMBRES DE CORAJE SE HAN HECHO LAS GRANDES EMPRESAS Y PARA AQUELLOS HOMBRES DE LA GENERACIÓN MALVINAS QUE TENGAN LOS PIES EN EL BARRO Y LOS OJOS EN LAS ESTRELLAS, SE HA PENSADO LA “SEGUNDA ARGENTINA POSINDUSTRIAL”.
CITAS:
PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 20, 2020