La política, como la vida, es circular. Luego de un largo ciclo populista que tanto daño nos ha hecho bajo la noción de que se debe administrar pobreza, antes que crear riqueza, está volviendo a la Argentina las premisas que hicieron grande al país a fines del siglo 19. Tímidamente asoma en la sociedad la conciencia de que el trabajo, la industria y la innovación, antes que color político son la verdadera identidad que nos forma como república y nos acerca a atisbar la Argentina moderna y próspera.
Hoy existe una enorme clase media -que me niego a pensar que habrá de desaparecer como predicen agoreros interesados-, muchos de ellos hijos de las políticas de base industrialista y productivo que vuelve sus ojos a las nociones liberales de las que fue pionero y divulgador Juan Bautista Alberdi, quien en sus inmortales “Bases” nos legó ideas para convertir a nuestra colonia recién emancipada de España en un país fuerte, industrioso y productivo. País moderno por entonces. País apetente de modernidad y de progreso, con una de las movilidades sociales más admirables del planeta.
Justamente señala Alberdi que la metrópoli nos ha legado una rémora de la cual aún hoy, más de 200 años después de nuestro acto de independencia político, no hemos sabido deshacernos: la voracidad fiscalista del estado. En su libro, señala que “las colonias españolas fueron formadas para el fisco y no el fisco para las colonias” Hoy día Argentina no ha logrado salir de tan lamentable concepto que sólo sirve para expoliar a quien trabaja y produce. Es intolerable que una porción de argentinos productivos sostenga a otra parte – para colmo mayoritaria en cantidad – parasitaría.
Señala Alberdi que la verdadera independencia de nuestro país no es por las armas, sino por el engrandecimiento material que sólo puede ser logrado con industria y comercio. Que aquello que produce riqueza debe ser utilizado para afianzar nuestro lugar en el mundo y ser utilizado para lograr la real independencia que las solas armas o la diplomacia no pueden mantener. Obviamente por nuestra parte agregamos que cuanto mejor diplomacia y sólida defensa tengamos, más éxito lograremos.
Compárese estas palabras que fueron escritas en fecha tan temprana como 1852, a modo de guía para lograr un país fuerte e industrial con la realidad actual de nuestra Argentina pobre, quebrada y rehén del crédito de economías potentes como China o Rusia que por monedas pueden comprar la débil voluntad de un presidente sin visión política ni plan. ¿Qué diría Alberdi, un amante de la libertad, y que conocía su coste, de que su patria hoy no tenga moneda y que su economía sea tan frágil que no puede ni siquiera defender sus fronteras?
Que premonitorio resultó al resaltar que la política sola no asegura la independencia y que una economía fuerte es la base para un país que aspira a ser libre. Lamentablemente el largo ciclo populista que ha gobernado Argentina en nombre de una falsa redistribución de la riqueza -sin generarla- desconfía de la economía y la desprecia. Como si la política y la economía fueran cosas separadas e incluso antagónicas.
Esa desconfianza casi instintiva por parte del populismo por la industria, la producción y la tecnología es la semilla de su fracaso, que lamentablemente es de todo un país. Por ello es necesario dar una nueva vuelta y retornar a las enseñanzas de Juan Bautista Alberdi.
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Por Alberto Asseff*
La política, como la vida, es circular. Luego de un largo ciclo populista que tanto daño nos ha hecho bajo la noción de que se debe administrar pobreza, antes que crear riqueza, está volviendo a la Argentina las premisas que hicieron grande al país a fines del siglo 19. Tímidamente asoma en la sociedad la conciencia de que el trabajo, la industria y la innovación, antes que color político son la verdadera identidad que nos forma como república y nos acerca a atisbar la Argentina moderna y próspera.
Hoy existe una enorme clase media -que me niego a pensar que habrá de desaparecer como predicen agoreros interesados-, muchos de ellos hijos de las políticas de base industrialista y productivo que vuelve sus ojos a las nociones liberales de las que fue pionero y divulgador Juan Bautista Alberdi, quien en sus inmortales “Bases” nos legó ideas para convertir a nuestra colonia recién emancipada de España en un país fuerte, industrioso y productivo. País moderno por entonces. País apetente de modernidad y de progreso, con una de las movilidades sociales más admirables del planeta.
Justamente señala Alberdi que la metrópoli nos ha legado una rémora de la cual aún hoy, más de 200 años después de nuestro acto de independencia político, no hemos sabido deshacernos: la voracidad fiscalista del estado. En su libro, señala que “las colonias españolas fueron formadas para el fisco y no el fisco para las colonias” Hoy día Argentina no ha logrado salir de tan lamentable concepto que sólo sirve para expoliar a quien trabaja y produce. Es intolerable que una porción de argentinos productivos sostenga a otra parte – para colmo mayoritaria en cantidad – parasitaría.
Señala Alberdi que la verdadera independencia de nuestro país no es por las armas, sino por el engrandecimiento material que sólo puede ser logrado con industria y comercio. Que aquello que produce riqueza debe ser utilizado para afianzar nuestro lugar en el mundo y ser utilizado para lograr la real independencia que las solas armas o la diplomacia no pueden mantener. Obviamente por nuestra parte agregamos que cuanto mejor diplomacia y sólida defensa tengamos, más éxito lograremos.
Compárese estas palabras que fueron escritas en fecha tan temprana como 1852, a modo de guía para lograr un país fuerte e industrial con la realidad actual de nuestra Argentina pobre, quebrada y rehén del crédito de economías potentes como China o Rusia que por monedas pueden comprar la débil voluntad de un presidente sin visión política ni plan. ¿Qué diría Alberdi, un amante de la libertad, y que conocía su coste, de que su patria hoy no tenga moneda y que su economía sea tan frágil que no puede ni siquiera defender sus fronteras?
Que premonitorio resultó al resaltar que la política sola no asegura la independencia y que una economía fuerte es la base para un país que aspira a ser libre. Lamentablemente el largo ciclo populista que ha gobernado Argentina en nombre de una falsa redistribución de la riqueza -sin generarla- desconfía de la economía y la desprecia. Como si la política y la economía fueran cosas separadas e incluso antagónicas.
Esa desconfianza casi instintiva por parte del populismo por la industria, la producción y la tecnología es la semilla de su fracaso, que lamentablemente es de todo un país. Por ello es necesario dar una nueva vuelta y retornar a las enseñanzas de Juan Bautista Alberdi.
*Diputado nacional (Unir-Juntos por el Cambio)
Alberto Asseff
pncunir@yahoo.com.ar
www.partidounirargentina.com
Colaboración: Dr. Francisco Benard
PrisioneroEnArgentina.com
Enero 10, 2022