A medida que se acercan las PASO presidenciales, las fuerzas opositoras vuelven a insistir con la utilización de las Fuerzas Armadas en el combate contra el narcotráfico.
De la principal oposición hay quienes anuncian que enviaran a las Fuerzas Armadas a las fronteras para “blindarlas” y así poder enviar a la Gendarmería Nacional a la ciudades, otros dicen que las utilizaran para apoyo logístico en respaldo de las fuerzas de seguridad y policiales. Desde el espacio del peluca liberal dicen directamente que modificarán la Ley de Defensa para que pueden intervenir en casos de conflicto interior.
Más allá de que resulta reiterativo explicar una vez más, que las Fuerzas Armadas no pueden intervenir, por Ley, en casos de conflictos internos, sino tan solo ante el ataque exterior de una potencia extranjera, nada más; hay un debate que las fuerzas opositoras se niegan a dar, por políticamente incorrecto, como ser el estado actual de equipamiento de las Fuerzas Armadas pero sobre todo el pasado reciente de las mismas.
Veamos. Los políticos opositores blanden la bandera de la intervención de las Fuerzas Armadas en el combate contra el narcotráfico porque resulta atractivo a los oídos de una gran sector de la sociedad, que ven con preocupación el avance de la narco criminalidad en el país; pero nada dicen del paupérrimo estado operativo de las mismas. En el Ejército no tienen balas ni para los fusiles de los soldados que hacen guardia en los Regimientos, en la Armada los nuevos oficiales no saben lo que es un barco de guerra y en la Aviación los pilotos miran los aviones de combate tan solo en la película Top Gun.
¿Que apoyo logístico pueden hacer cuando no tienen nafta ni para los autos o los radares que les compraron hace años son obsoletos además de que no funcionan por falta de repuestos? Estos mismos políticos que hoy claman por su participación, son los mismos, que consintieron la exasperante baja del presupuesto de las Fuerzas Armadas, llevándolo a límites paupérrimo, lo que hizo que no se pueda actualizar los vetustos materiales bélicos que ya no sirven ni para repuesto. Se cerraron y se desmantelaron las Fábricas Militares y hasta en la reunión del G20 en Buenos Aires, allá por el 2018, debimos aceptar el regalo de tanquetas chinas y aviones franceses porque no teníamos equipamiento para garantizar la seguridad de los Presidentes extranjeros. Dicho sea de paso, gobernaba la oposición por aquellos años.
¿Qué blindaje de las fronteras pueden hacer más que ser espectadores de lujo del contrabando de estupefacientes, siendo que si a alguno se ocurre tirarles una piedra (balas no pueden tirar porque no tienen) va a terminar preso por represor?
De anverso, las Fuerzas Armadas han sido humilladas y bastardeadas por haber cumplido una orden de un gobierno constitucional de combatir al terrorismo en los años 70, estando presos hoy quienes así lo hicieron en su momento en eternos juicios que los seguirán hasta el día de sus muertes. ¿Piensan los políticos opositores que claman por la intervención de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el narcotráfico poner fin a esa ignominiosa persecución, para que dentro de veinte años los soldados de hoy que eventualmente sean convocados a combatir el narcotráfico no terminen presos por delitos de lesa humanidad?
Más aun imaginemos que legalmente se los habilite a intervenir, ¿cuanto tiempo piensan que pasara para que los organismos de derechos humanos y los grupos “progres” conviertan el combate al narcotráfico en un plan sistemático de represión genocida, convirtiendo a los narcos en idealistas consumidores o humildes trabajadores de la economía informal? ¿Cuanto tardaran los jueces adictos en meter presos militares y policías, en encarcelar militares acusándolos de represores y de haber violado los derechos humanos de los pobres narcos?
¿Cuando tardara la misma sociedad que hoy clama por su actuación en reprobar su accionar en caso que lo efectivamente lo hagan? Una sociedad que reclama mano dura pero la rechaza cuando se lo hace. ¿Cuanto tardara la sociedad en oponerse a un reequipamiento de las mismas ante la grave crisis económica que atraviesa el país? Quieren combatir al narcotráfico pero no pagar el precio de hacerlo.
No quieren entender estos políticos que el problema no es legal sino cultural. Que hay que cambiar el paradigma cultural que impuso el kirchnerismo desde que asumió, que todo lo que lleve uniforme es malo, que siempre lo serán y que hagan lo que hagan serán eternamente represores. El caso Maldonado es el más claro ejemplo. Paradigma, claro, que plácidamente aceptó la sociedad como muchos de los complacientes Altos Mandos Militares. Hasta nuestros héroes de Malvinas son denigrados. Reiteramos el cambio es cultural no legal.
El problema del narcotráfico es un problema policial. Basta de discursos demagógicos y de usar a las Fuerzas Armadas como profiláctico. Dedíquense a entrenar debidamente a las fuerzas policiales y de seguridad, páguenle buenos sueldos, equípenlas debidamente, déjenlas actuar como corresponde y premien a los buenos policías; utilicen a la AFI para hacer inteligencia sobre los grupos narcos y no para espiar la vida de los opositores y hacer operaciones de prensa en su contra.
Instruyan a los jueces para que dediquen su tiempo a investigar y sancionar debidamente a los grupos narcos, sus ramificaciones empresariales y políticas, y dejan de investigar hechos que ocurrieron hace 50 años, que a nadie le importa ya. Retomen el verdadero sentido de las cárceles, hoy devenidas en hoteles cinco estrellas, donde los presos tienen todos los privilegios que pueden darles, desde celulares, teléfonos fijos hasta Internet.
A las Fuerzas Armadas hay que reivindicarlas, saldar su pasado y equiparlas debidamente para que eventualmente puedan defender la soberanía de la Patria. Nada más.
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Por Dr. Gonzalo P. Miño.
A medida que se acercan las PASO presidenciales, las fuerzas opositoras vuelven a insistir con la utilización de las Fuerzas Armadas en el combate contra el narcotráfico.
De la principal oposición hay quienes anuncian que enviaran a las Fuerzas Armadas a las fronteras para “blindarlas” y así poder enviar a la Gendarmería Nacional a la ciudades, otros dicen que las utilizaran para apoyo logístico en respaldo de las fuerzas de seguridad y policiales. Desde el espacio del peluca liberal dicen directamente que modificarán la Ley de Defensa para que pueden intervenir en casos de conflicto interior.
Más allá de que resulta reiterativo explicar una vez más, que las Fuerzas Armadas no pueden intervenir, por Ley, en casos de conflictos internos, sino tan solo ante el ataque exterior de una potencia extranjera, nada más; hay un debate que las fuerzas opositoras se niegan a dar, por políticamente incorrecto, como ser el estado actual de equipamiento de las Fuerzas Armadas pero sobre todo el pasado reciente de las mismas.
Veamos. Los políticos opositores blanden la bandera de la intervención de las Fuerzas Armadas en el combate contra el narcotráfico porque resulta atractivo a los oídos de una gran sector de la sociedad, que ven con preocupación el avance de la narco criminalidad en el país; pero nada dicen del paupérrimo estado operativo de las mismas. En el Ejército no tienen balas ni para los fusiles de los soldados que hacen guardia en los Regimientos, en la Armada los nuevos oficiales no saben lo que es un barco de guerra y en la Aviación los pilotos miran los aviones de combate tan solo en la película Top Gun.
¿Que apoyo logístico pueden hacer cuando no tienen nafta ni para los autos o los radares que les compraron hace años son obsoletos además de que no funcionan por falta de repuestos? Estos mismos políticos que hoy claman por su participación, son los mismos, que consintieron la exasperante baja del presupuesto de las Fuerzas Armadas, llevándolo a límites paupérrimo, lo que hizo que no se pueda actualizar los vetustos materiales bélicos que ya no sirven ni para repuesto. Se cerraron y se desmantelaron las Fábricas Militares y hasta en la reunión del G20 en Buenos Aires, allá por el 2018, debimos aceptar el regalo de tanquetas chinas y aviones franceses porque no teníamos equipamiento para garantizar la seguridad de los Presidentes extranjeros. Dicho sea de paso, gobernaba la oposición por aquellos años.
¿Qué blindaje de las fronteras pueden hacer más que ser espectadores de lujo del contrabando de estupefacientes, siendo que si a alguno se ocurre tirarles una piedra (balas no pueden tirar porque no tienen) va a terminar preso por represor?
De anverso, las Fuerzas Armadas han sido humilladas y bastardeadas por haber cumplido una orden de un gobierno constitucional de combatir al terrorismo en los años 70, estando presos hoy quienes así lo hicieron en su momento en eternos juicios que los seguirán hasta el día de sus muertes. ¿Piensan los políticos opositores que claman por la intervención de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el narcotráfico poner fin a esa ignominiosa persecución, para que dentro de veinte años los soldados de hoy que eventualmente sean convocados a combatir el narcotráfico no terminen presos por delitos de lesa humanidad?
Más aun imaginemos que legalmente se los habilite a intervenir, ¿cuanto tiempo piensan que pasara para que los organismos de derechos humanos y los grupos “progres” conviertan el combate al narcotráfico en un plan sistemático de represión genocida, convirtiendo a los narcos en idealistas consumidores o humildes trabajadores de la economía informal? ¿Cuanto tardaran los jueces adictos en meter presos militares y policías, en encarcelar militares acusándolos de represores y de haber violado los derechos humanos de los pobres narcos?
¿Cuando tardara la misma sociedad que hoy clama por su actuación en reprobar su accionar en caso que lo efectivamente lo hagan? Una sociedad que reclama mano dura pero la rechaza cuando se lo hace. ¿Cuanto tardara la sociedad en oponerse a un reequipamiento de las mismas ante la grave crisis económica que atraviesa el país? Quieren combatir al narcotráfico pero no pagar el precio de hacerlo.
No quieren entender estos políticos que el problema no es legal sino cultural. Que hay que cambiar el paradigma cultural que impuso el kirchnerismo desde que asumió, que todo lo que lleve uniforme es malo, que siempre lo serán y que hagan lo que hagan serán eternamente represores. El caso Maldonado es el más claro ejemplo. Paradigma, claro, que plácidamente aceptó la sociedad como muchos de los complacientes Altos Mandos Militares. Hasta nuestros héroes de Malvinas son denigrados. Reiteramos el cambio es cultural no legal.
El problema del narcotráfico es un problema policial. Basta de discursos demagógicos y de usar a las Fuerzas Armadas como profiláctico. Dedíquense a entrenar debidamente a las fuerzas policiales y de seguridad, páguenle buenos sueldos, equípenlas debidamente, déjenlas actuar como corresponde y premien a los buenos policías; utilicen a la AFI para hacer inteligencia sobre los grupos narcos y no para espiar la vida de los opositores y hacer operaciones de prensa en su contra.
Instruyan a los jueces para que dediquen su tiempo a investigar y sancionar debidamente a los grupos narcos, sus ramificaciones empresariales y políticas, y dejan de investigar hechos que ocurrieron hace 50 años, que a nadie le importa ya. Retomen el verdadero sentido de las cárceles, hoy devenidas en hoteles cinco estrellas, donde los presos tienen todos los privilegios que pueden darles, desde celulares, teléfonos fijos hasta Internet.
A las Fuerzas Armadas hay que reivindicarlas, saldar su pasado y equiparlas debidamente para que eventualmente puedan defender la soberanía de la Patria. Nada más.
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 24, 2023