Esto ocurrió en San Miguel de Tucumán, en la casa de Francisca Bazán de Laguna. Naturalmente, diversas provincias que habían formado parte del Virreinato de La Plata no enviaron diputados. Algunas del Alto Perú no lo hicieron justamente porque eran un bastión realista por aquellos entonces; La Liga Federal o Liga de los Pueblos Libres resolvieron no llevar representantes por desacuerdos importantes entre Artigas y figuras tales como la del director supremo Antonio González Balcarce (una posición lógica ante el centralismo y unitarismo de la ciudad puerto Buenos Aires), otras como la de la actual Patagonia o sur argentino, además del Gran Chaco, por estar prácticamente deshabitadas u ocupadas por pueblos originarios y finalmente Paraguay por José Gaspar Rodríguez de Francia, cuyo poder omnímodo le dio autonomía a dicha nación no solo respecto a las Provincias Unidas del Río de la Plata, sino también del Imperio de Brasil y la corona española. Estas fisuras preludiaron el hecho que las naciones independientes posteriores de Sudamérica sean mucho más pequeñas que la formación virreinal que las antecedió. Por lo tanto, ese martes 9 de julio de 1816 29 diputados suscribieron al acta de independencia. En el Congreso estuvieron representadas las provincias de Buenos Aires, Tucumán, Salta, San Juan, Mendoza, San Luis, La Rioja, Catamarca, Córdoba, Jujuy, Santiago del Estero; además de regiones que hoy son parte de Bolivia como Charcas, Chicas y Mizque. La sesión comenzó bien temprano, con los diputados ingresando al recinto a las 8 de la mañana, en un día que las crónicas recalcan como soleado. Nueve horas de reunión ininterrumpidas, 17 temas a tratar, de los cuales el tercero era justamente la declaración de independencia (para otros se tardó menos, porque habría comenzado la sesión a eso de las dos de la tarde). Sánchez de Bustamente, diputado de Jujuy, pidió abordar la temática de liberación del país; Juan José Paso, secretario del congreso y diputado de Buenos Aires, preguntó si sus colegas querían que las Provincias de la Unión fuesen libres de los reyes de España y su metrópoli. Todos los diputados aprobaron esta propuesta. Días después, el 19 de julio, y por previsión de uno de los diputados de Buenos Aires, Pedro Medrano, se añadió en el acta autonomista que la nueva nación era libre de toda dominación extranjera. Era una forma de poner coto a otros proyectos paralelos que anhelaban, por lo menos como rumor, cambiar de dominio hacia Portugal o Inglaterra.
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Esto ocurrió en San Miguel de Tucumán, en la casa de Francisca Bazán de Laguna. Naturalmente, diversas provincias que habían formado parte del Virreinato de La Plata no enviaron diputados. Algunas del Alto Perú no lo hicieron justamente porque eran un bastión realista por aquellos entonces; La Liga Federal o Liga de los Pueblos Libres resolvieron no llevar representantes por desacuerdos importantes entre Artigas y figuras tales como la del director supremo Antonio González Balcarce (una posición lógica ante el centralismo y unitarismo de la ciudad puerto Buenos Aires), otras como la de la actual Patagonia o sur argentino, además del Gran
Chaco, por estar prácticamente deshabitadas u ocupadas por pueblos originarios y finalmente Paraguay por José Gaspar Rodríguez de Francia, cuyo poder omnímodo le dio autonomía a dicha nación no solo respecto a las Provincias Unidas del Río de la Plata, sino también del Imperio de Brasil y la corona española. Estas fisuras preludiaron el hecho que las naciones independientes posteriores de Sudamérica sean mucho más pequeñas que la formación virreinal que las antecedió. Por lo tanto, ese martes 9 de julio de 1816 29 diputados suscribieron al acta de independencia. En el Congreso estuvieron representadas las provincias de Buenos Aires, Tucumán, Salta, San Juan, Mendoza, San Luis, La Rioja, Catamarca, Córdoba, Jujuy, Santiago del Estero; además de regiones que hoy son parte de Bolivia como Charcas, Chicas y Mizque. La sesión comenzó bien temprano, con los diputados ingresando al recinto a las 8 de la mañana, en un día que las crónicas recalcan como soleado. Nueve horas de reunión ininterrumpidas, 17 temas a tratar, de los cuales el tercero era justamente la declaración de independencia (para otros se tardó menos, porque habría comenzado la sesión a eso de las dos de la tarde). Sánchez de Bustamente, diputado de Jujuy, pidió abordar la temática de liberación del país; Juan José Paso, secretario del congreso y diputado de Buenos Aires, preguntó si sus colegas querían que las Provincias de la Unión fuesen libres de los reyes de España y su metrópoli. Todos los diputados aprobaron esta propuesta. Días después, el 19 de julio, y por previsión de uno de los diputados de Buenos Aires, Pedro Medrano, se añadió en el acta autonomista que la nueva nación era libre de toda dominación extranjera. Era una forma de poner coto a otros proyectos paralelos que anhelaban, por lo menos como rumor, cambiar de dominio hacia Portugal o Inglaterra.
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Julio 9, 2021