Si bien es cierto y ponderable que el Gobierno haya adquirido algún pragmatismo, esencial para lograr las leyes que necesita el modelo libertario para avanzar en el histórico giro copernicano que se ha propuesto, no lo es menos que algún límite moral debe tener la cintura política.
Nuestro país ha comido, a lo largo de los últimos ochenta años, demasiados sapos como para intentar que continúe digiriéndolos, en especial cuando quien los ofrece sea una fuerza política que se presenta ante la sociedad como reconstructora de los principios que hicieron grande a la Argentina.
Es por ello que arde tanto en la piel social la candidatura de Ariel Lijo para integrar la Corte, ya que no ha sido suficientemente justificada por el Presidente y habilita las peores sospechas, ahondadas por la continuidad en cargos cruciales de la administración de connotados massistas y kirchneristas, como es el caso de la oscurísima Aduana, que tantas alegrías en efectivo le brindó al candidato perdedor en el ballotage.
ESPERO QUE EL ACTO CONVOCADO PARA EL LUNES 6, A LAS 1830, ANTE EL PALACIO DE TRIBUNALES PARA EXPRESAR LA OPOSICIÓN CIUDADANA A TAN REPUDIABLE NOMBRAMIENTO, Y QUE LAS CARTAS INDIVIDUALES REMITIDAS AL MISMO EFECTO SE CONVIERTAN EN UNA MONTAÑA SOBRE EL ESCRITORIO DEL MINISTRO DE JUSTICIA, MARIANO CÚNEO LIBARONA, casualmente defensor del impugnado Juez cuando éste fue acusado de delitos comunes, como enriquecimiento ilícito, además de cajonear causas dramáticas, entre las que destaca la re-estatización de YPF que, de haber progresado normalmente, hubiera evitado la condena que se impuso al país, por US$ 16.000 millones, en los tribunales de Nueva York.
Me parece, entonces, que si la bancada de Unión por la Patria permite, sea votando afirmativamente, sea ausentándose de la sesión, la consagración de este dislate institucional, el precio reputacional que deberá pagar Javier Milei será inmenso y la caída en su popularidad, irrecuperable.
El Presidente está más que obligado a reflexionar sobre este insólito asunto porque, si insiste en su posición, será altamente probable que su gobierno fracase y, si así fuera, la Argentina habrá vuelto a caer en el trágico remolino que la ha impulsado al fondo económico, social, educacional y político en que vivimos hasta el 10 de diciembre de 2023.
Hasta el sábado, si Dios quiere, cuando reincidiré en amargar el fin de semana de mis lectores.
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Por Dr. Enrique Guillermo Avogadro.
Si bien es cierto y ponderable que el Gobierno haya adquirido algún pragmatismo, esencial para lograr las leyes que necesita el modelo libertario para avanzar en el histórico giro copernicano que se ha propuesto, no lo es menos que algún límite moral debe tener la cintura política.
Nuestro país ha comido, a lo largo de los últimos ochenta años, demasiados sapos como para intentar que continúe digiriéndolos, en especial cuando quien los ofrece sea una fuerza política que se presenta ante la sociedad como reconstructora de los principios que hicieron grande a la Argentina.
Es por ello que arde tanto en la piel social la candidatura de Ariel Lijo para integrar la Corte, ya que no ha sido suficientemente justificada por el Presidente y habilita las peores sospechas, ahondadas por la continuidad en cargos cruciales de la administración de connotados massistas y kirchneristas, como es el caso de la oscurísima Aduana, que tantas alegrías en efectivo le brindó al candidato perdedor en el ballotage.
ESPERO QUE EL ACTO CONVOCADO PARA EL LUNES 6, A LAS 1830, ANTE EL PALACIO DE TRIBUNALES PARA EXPRESAR LA OPOSICIÓN CIUDADANA A TAN REPUDIABLE NOMBRAMIENTO, Y QUE LAS CARTAS INDIVIDUALES REMITIDAS AL MISMO EFECTO SE CONVIERTAN EN UNA MONTAÑA SOBRE EL ESCRITORIO DEL MINISTRO DE JUSTICIA, MARIANO CÚNEO LIBARONA, casualmente defensor del impugnado Juez cuando éste fue acusado de delitos comunes, como enriquecimiento ilícito, además de cajonear causas dramáticas, entre las que destaca la re-estatización de YPF que, de haber progresado normalmente, hubiera evitado la condena que se impuso al país, por US$ 16.000 millones, en los tribunales de Nueva York.
Me parece, entonces, que si la bancada de Unión por la Patria permite, sea votando afirmativamente, sea ausentándose de la sesión, la consagración de este dislate institucional, el precio reputacional que deberá pagar Javier Milei será inmenso y la caída en su popularidad, irrecuperable.
El Presidente está más que obligado a reflexionar sobre este insólito asunto porque, si insiste en su posición, será altamente probable que su gobierno fracase y, si así fuera, la Argentina habrá vuelto a caer en el trágico remolino que la ha impulsado al fondo económico, social, educacional y político en que vivimos hasta el 10 de diciembre de 2023.
Hasta el sábado, si Dios quiere, cuando reincidiré en amargar el fin de semana de mis lectores.
Un gran abrazo.
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
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Cel. en Argentina (+54911) o (15) 4473 4003
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Mayo 6, 2024
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