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  Por Jason Riccardo.

Byrd comenzó su vida política como un cíclope exaltado en el Ku Klux Klan. En 1944, Byrd escribió lo siguiente en una carta al senador Theodore Bilbo: “Nunca lucharé en las fuerzas armadas con un negro a mi lado… Prefiero morir mil veces y ver la vieja gloria pisoteada en el suelo para nunca resurgir, que ver esta amada tierra nuestra degradada por mestizos raciales, un retroceso al espécimen más negro de las selvas”. Byrd obstruyó la Ley de Derechos Civiles de 1964 durante 14 horas.

Byrd cambió de opinión más tarde en su vida. En algunos aspectos, ese cambio parece haber tenido motivaciones políticas; tal vez solo fuera política al principio. En 1997, dio este consejo a los políticos emergentes: “Asegúrense de evitar el Ku Klux Klan. No se pongan esa carga alrededor del cuello. Una vez que cometen ese error, inhiben sus operaciones en la arena política”. Eso suena como una evaluación fríamente calculada del riesgo político. Byrd no ocultó la decisión que tomó de restar importancia a sus opiniones segregacionistas para avanzar en Washington y acercarse a la corriente dominante. 

Pero mientras se producían los cambios cosméticos, algo también estaba sucediendo dentro de la mente de Robert Byrd. En oportunidades habló sobre por qué votaría de manera diferente sobre el proyecto de ley de derechos civiles de hoy. Dijo: “Pensé, bien, supongamos que yo fuera negro, y mi nieto y yo estuviéramos en la carretera a media mañana o medianoche, y me detuviera en un lugar para comprarle un vaso de agua a mi nieto o para que fuera al baño, y hay un cartel que dice ‘SOLO BLANCOS’… los negros aman a sus nietos tanto como yo a los míos, y eso no está bien”. George Rutherford, de la NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color) de Virginia Occidental, dijo que creía que la metamorfosis de Byrd era sincera, que su conversión era tan verdadera como la de Saul. 

Su conversión es una historia poderosa y significativa como cualquier otra historia de derechos civiles en Estados Unidos. Su muerte es el fin de una era. Con él se va una generación de estadounidenses que fueron prejuiciosos porque crecieron sin ver ni conocer realemente a nadie de piel morena. Con él se fue la fealdad de los miembros del KKK en el Capitolio, pero también la belleza de la transformación que llega con la iluminación.

 

 


PrisioneroEnArgentina.com

Agosto 24, 2024


 

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