Navidad palabra escrita con letras de esperanzas, tinta de ilusiones sobre renglones de deseos sin tiempo. Siempre nuestros sentimientos marchan sobre la misma letanía, paz, solidaridad, perdón, amor. Pasan los días y las cubre el olvido, la lluvia las borra con sus lágrimas, el hombre con su falta de conciencia. El dolor de la indiferencia, el hambre del afecto, la herida de la soledad, el frío de los sueños perdidos, las vidas marchitas, la ambición de los crueles, borran el maravilloso sentido de la Navidad. En vez de juguetes llegan bombas, las risas se cubren de lamentos, en las copas del brindis no juegan las burbujas, sobre la mesa de la noche buena no hay pan ni agua para compartir. Extendido sobre ella en lugar del mantel familiar se ensancha un frío mapa con puntos rojos que se ampliarán con sangre y negros que se llenarán de cruces. A su alrededor los que no van al campo de batalla, unirán caminos por donde irán otros (sin estrellas en su pecho) hacia la destrucción de pueblos y de vidas. La estrella de Belén sufre, no puede como a los tres Reyes Magos guiarlos hacia el sendero del amor y la paz. El mundo fue creado sin fronteras para que podamos habitarlo con la libertad de nuestros pasos como los pájaros con la libertad de sus alas. No existían los “pedazos cercados de la tierra”, para impedirnos cambiar rumbos, como tampoco las jaulas para encerrar los vuelos. Se nos regaló el amor para ser felices y dar felicidad, muchos lo reemplazaron por odio para estar tristes y dar tristeza. Se nos dio inteligencia con el propósito de facilitarnos la existencia y la utilizamos muchas veces para aniquilarla. Nos crearon sin nacionalidad, religión, lenguas diferentes, ni hambrunas, ni poder. Nos regalaron la vida para que disfrutemos al mundo y él nos disfrute, pero la necedad de lo que llamamos la humanidad, creó todo eso para que unos pocos rehenes del poder y la ambición, se creyeran más Dios que el Eterno mismo y dominados por la locura y ceguera del espíritu, sembraran tanta maldad sobre la tierra de todos, no sólo de ellos. Nadie gana en una guerra, los ejércitos pierden vidas, los pueblos derechos, los seres humanos familias, los que creen ganar poder pierden tranquilidad porque no pueden guardarlo en sus bolsillos para detener su propia conciencia o su muerte. Quizás debieran ir al campo de batalla los que organizan las guerras para poder comprender porque deben detenerlas. Lo bueno es que hay seres sabios solidarios sacrificados que corren al rescate de los desposeídos, instituciones como médicos sin frontera y otros que desde el anonimato de algún pequeño lugar del mundo ofrecen un poco de su agua y un pedazo de su pan a un desconocido. Quizás en este año nuevo 2025 después de navidad nos demos cuenta que lo importante no es tener más sobre los demás, sino usar para bien lo que tenemos, para compartirlo con aquellos que les falta desde una palabra hasta un abrazo, desde un alimento hasta un abrigo, desde un medicamento hasta una compañía, desde un grito hasta un silencio, desde una mirada hasta una caricia. Y quizás sólo quizás, compartir una lágrima de tristeza o de alegría. La vida es una lucha y en ese sentido ¡Qué buenos guerreros somos! No se pueden perder los sueños. Feliz año venidero y buena vida para todos, con amor.-
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Navidad palabra escrita con letras de esperanzas, tinta de ilusiones sobre renglones de deseos sin tiempo. Siempre nuestros sentimientos marchan sobre la misma letanía, paz, solidaridad, perdón, amor. Pasan los días y las cubre el olvido, la lluvia las borra con sus lágrimas, el hombre con su falta de conciencia. El dolor de la indiferencia, el hambre del afecto, la herida de la soledad, el frío de los sueños perdidos, las vidas marchitas, la ambición de los crueles, borran el maravilloso sentido de la Navidad. En vez de juguetes llegan bombas, las risas se cubren de lamentos, en las copas del brindis no juegan las burbujas, sobre la mesa de la noche buena no hay pan ni agua para compartir. Extendido sobre ella en lugar del mantel familiar se ensancha un frío mapa con puntos rojos que se ampliarán con sangre y negros que se llenarán de cruces. A su alrededor los que no van al campo de batalla, unirán caminos por donde irán otros (sin estrellas en su pecho) hacia la destrucción de pueblos y de vidas. La estrella de Belén sufre, no puede como a los tres Reyes Magos guiarlos hacia el sendero del amor y la paz. El mundo fue creado sin fronteras para que podamos habitarlo con la libertad de nuestros pasos como los pájaros con la libertad de sus alas. No existían los “pedazos cercados de la tierra”, para impedirnos cambiar rumbos, como tampoco las jaulas para encerrar los vuelos. Se nos regaló el amor para ser felices y dar felicidad, muchos lo reemplazaron por odio para estar tristes y dar tristeza. Se nos dio inteligencia con el propósito de facilitarnos la existencia y la utilizamos muchas veces para aniquilarla. Nos crearon sin nacionalidad, religión, lenguas diferentes, ni hambrunas, ni poder. Nos regalaron la vida para que disfrutemos al mundo y él nos disfrute, pero la necedad de lo que llamamos la humanidad, creó todo eso para que unos pocos rehenes del poder y la ambición, se creyeran más Dios que el Eterno mismo y dominados por la locura y ceguera del espíritu, sembraran tanta maldad sobre la tierra de todos, no sólo de ellos. Nadie gana en una guerra, los ejércitos pierden vidas, los pueblos derechos, los seres humanos familias, los que creen ganar poder pierden tranquilidad porque no pueden guardarlo en sus bolsillos para detener su propia conciencia o su muerte. Quizás debieran ir al campo de batalla los que organizan las guerras para poder comprender porque deben detenerlas. Lo bueno es que hay seres sabios solidarios sacrificados que corren al rescate de los desposeídos, instituciones como médicos sin frontera y otros que desde el anonimato de algún pequeño lugar del mundo ofrecen un poco de su agua y un pedazo de su pan a un desconocido. Quizás en este año nuevo 2025 después de navidad nos demos cuenta que lo importante no es tener más sobre los demás, sino usar para bien lo que tenemos, para compartirlo con aquellos que les falta desde una palabra hasta un abrazo, desde un alimento hasta un abrigo, desde un medicamento hasta una compañía, desde un grito hasta un silencio, desde una mirada hasta una caricia. Y quizás sólo quizás, compartir una lágrima de tristeza o de alegría. La vida es una lucha y en ese sentido ¡Qué buenos guerreros somos! No se pueden perder los sueños. Feliz año venidero y buena vida para todos, con amor.-
Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
María Isabel Clausen – Marisa – (MIC) – Escritora
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 24, 2024
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