Margo St. James nunca siguió las reglas, especialmente cuando estas estaban diseñadas para silenciar, avergonzar o marginar. Nacida en 1937 en Bellingham, Washington, surgió de una educación conservadora para convertirse en una de las feministas prosexuales más influyentes de la historia estadounidense. Su legado está grabado en el tejido cultural y político de San Francisco, donde fundó COYOTE (Call Off Your Old Tired Ethics) y cofundó el Hospital St. James, una clínica pionera para trabajadoras sexuales.
La trayectoria de St. James hacia el activismo comenzó con un error judicial. En 1962, fue arrestada falsamente por prostitución en San Francisco, a pesar de insistir en que nunca había “prostituido”. El juez desestimó su defensa, alegando que cualquiera que conociera el lenguaje del trabajo sexual debía ser un profesional. Indignada, St. James estudió derecho, apeló con éxito su condena y se convirtió en una de las primeras investigadoras privadas de California. Pero la etiqueta se le pegó, y en lugar de huir de ella, se unió.
Para 1973, fundó COYOTE, una organización que redefinió el trabajo sexual como una labor que merecía derechos, dignidad y protección. COYOTE luchó contra las pruebas obligatorias de ETS y las políticas de cuarentena, cuestionó el uso de condones como prueba en los tribunales y abogó por la despenalización de la prostitución. Para financiar el movimiento, St. James organizó el extravagante Hooker’s Ball, que atrajo a miles de asistentes y convirtió el activismo en una celebración.
Su activismo no se limitó al trabajo sexual. St. James fue una férrea defensora de los derechos queer, la autonomía corporal y la solidaridad feminista. Forjó coaliciones entre movimientos sociales, conectando a trabajadoras sexuales con abogados, periodistas y políticos. Su carisma y brillantez estratégica la convirtieron en una figura clave en la escena política de San Francisco; incluso se postuló para la Junta de Supervisores en 1996 y en una ocasión buscó la nominación presidencial republicana en 1980, más como una provocación que como una campaña. En 1999, cofundó el Hospital St. James, una clínica que ofrece servicios médicos y sociales gratuitos a trabajadoras sexuales. Sigue siendo una institución vital en el Área de la Bahía, ampliando su alcance a las comunidades transgénero y lanzando programas de vivienda para poblaciones marginadas.
St. James falleció en 2021 a los 83 años, pero su impacto perdura. Su vida fue una obra maestra de desafío al estigma, a la injusticia legal y a las normas sociales. No solo luchó por las trabajadoras sexuales, sino que redefinió lo que significaba ser feminista, activista y una mujer sin miedo a reclamar su poder. En un mundo que aún lidia con la vergüenza y el control, Margo St. James sigue siendo un faro de liberación sin complejos.
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Margo St. James nunca siguió las reglas, especialmente cuando estas estaban diseñadas para silenciar, avergonzar o marginar. Nacida en 1937 en Bellingham, Washington, surgió de una educación conservadora para convertirse en una de las feministas prosexuales más influyentes de la historia estadounidense. Su legado está grabado en el tejido cultural y político de San Francisco, donde fundó COYOTE (Call Off Your Old Tired Ethics) y cofundó el Hospital St. James, una clínica pionera para trabajadoras sexuales.
La trayectoria de St. James hacia el activismo comenzó con un error judicial. En 1962, fue arrestada falsamente por prostitución en San Francisco, a pesar de insistir en que nunca había “prostituido”. El juez desestimó su defensa, alegando que cualquiera que conociera el lenguaje del trabajo sexual debía ser un
profesional. Indignada, St. James estudió derecho, apeló con éxito su condena y se convirtió en una de las primeras investigadoras privadas de California. Pero la etiqueta se le pegó, y en lugar de huir de ella, se unió.
Para 1973, fundó COYOTE, una organización que redefinió el trabajo sexual como una labor que merecía derechos, dignidad y protección. COYOTE luchó contra las pruebas obligatorias de ETS y las políticas de cuarentena, cuestionó el uso de condones como prueba en los tribunales y abogó por la despenalización de la prostitución. Para financiar el movimiento, St. James organizó el extravagante Hooker’s Ball, que atrajo a miles de asistentes y convirtió el activismo en una celebración.
Su activismo no se limitó al trabajo sexual. St. James fue una férrea defensora de los derechos queer, la autonomía corporal y la solidaridad feminista. Forjó coaliciones entre movimientos sociales, conectando a trabajadoras sexuales con abogados, periodistas y políticos. Su carisma y brillantez estratégica la convirtieron en una figura clave en la escena política de San Francisco; incluso se postuló para la Junta de Supervisores en 1996 y en una ocasión buscó la nominación presidencial republicana en 1980, más como una provocación que como una campaña. En 1999, cofundó el Hospital St. James, una clínica que ofrece servicios médicos y sociales gratuitos a trabajadoras sexuales. Sigue siendo una institución vital en el Área de la Bahía, ampliando su alcance a las comunidades transgénero y lanzando programas de vivienda para poblaciones marginadas.
St. James falleció en 2021 a los 83 años, pero su impacto perdura. Su vida fue una obra maestra de desafío al estigma, a la injusticia legal y a las normas sociales. No solo luchó por las trabajadoras sexuales, sino que redefinió lo que significaba ser feminista, activista y una mujer sin miedo a reclamar su poder. En un mundo que aún lidia con la vergüenza y el control, Margo St. James sigue siendo un faro de liberación sin complejos.
PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 24, 2025
Tags: Prostitución, Xaviera HollanderRelated Posts
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