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El 7 de abril de 1994, la violencia alimenta lo que se convertiría en el peor episodio de genocidio desde la Segunda Guerra Mundial: la masacre de un estimado de 900,000  de tutsis civiles inocentes y hutus moderados. Tras la primera oleada de masacres, las fuerzas de Ruanda logran desalentar la intervención internacional con el asesinato de 10 oficiales de mantenimiento de la paz belgas. Los tutsis, un grupo minoritario que constituía alrededor del 10 por ciento de la población de Ruanda, no recibieron asistencia de la comunidad internacional, aunque las Naciones Unidas reconocieron más tarde que apenas 5.000 soldados desplegados desde el principio habrían detenido la masacre.

Las raíces inmediatas del genocidio de 1994 se remontan a principios de la década de 1990, cuando el presidente Juvenal Habyarimana, un hutu, comenzó a utilizar la retórica anti-tutsi para consolidar su poder entre los hutus. A partir de octubre de 1990, hubo varias masacres de cientos de tutsis. Aunque los dos grupos étnicos eran muy similares, compartiendo el mismo idioma y cultura durante siglos, la ley requería un registro basado en el origen étnico. El gobierno y el ejército comenzaron a reunir a los Interahamwe (que significa “los que atacan juntos”) y se prepararon para la eliminación de los tutsis armando a los hutus con armas y machetes. En enero de 1994, las fuerzas de las Naciones Unidas en Ruanda advirtieron que eran inminentes masacres mayores.

El 6 de abril de 1994, el presidente Habyarimana fue asesinado cuando su avión fue derribado. No se sabe si el ataque fue llevado a cabo por el Frente Patriótico de Ruanda (RPF), una organización militar tutsi estacionada fuera del país en ese momento, o por extremistas hutu que intentaban instigar un asesinato en masa. En cualquier caso, los extremistas hutu en el ejército, encabezados por el coronel Theoneste Bagosora, entraron en acción de inmediato, asesinando a los tutsis y los hutus moderados a pocas horas del accidente.

Los pacificadores belgas fueron asesinados al día siguiente, un factor clave en el retiro de las fuerzas estadounidenses de Ruanda. Poco después, las estaciones de radio de Ruanda transmitían llamamientos a la mayoría hutu para que mataran a todos los tutsis del país. El ejército y la policía nacional dirigieron la masacre, a veces amenazando a los civiles hutu cuando la persuasión no funcionaba. Miles de personas inocentes fueron asesinadas con machetes por sus vecinos. A pesar de los crímenes horrendos, la comunidad internacional, incluido Estados Unidos, dudó en tomar alguna medida. Ellos erróneamente atribuyeron el genocidio al caos en medio de la guerra tribal. El presidente Bill Clinton más tarde dijo que el hecho de que Estados Unidos no haya hecho nada para detener el genocidio es “el mayor arrepentimiento” de su administración.

Se dejó al RPF, dirigido por Paul Kagame, para comenzar una campaña militar en última instancia exitosa para el control de Ruanda. Para el verano, el RPF había derrotado a las fuerzas hutu y las había expulsado del país y hacia varias naciones vecinas. Sin embargo, en ese momento, aproximadamente el 75 por ciento de los tutsis que viven en Ruanda habían sido asesinados.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Abril 7, 2019


 

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