Para disimular la emisión de moneda que hacía la Administración anterior a la actual, emitió títulos denominados Lebacs que daban impresionantes intereses. Con ese atractivo, los que tenían pesos en su poder debido al impresionante déficit fiscal, en lugar de comprar dólares o mercaderías con lo cual elevaban su precio, adquirían Lebacs. La moneda desaparecía de la plaza y no presionaba sobre el precio de los bienes ni sobre el dólar. La idea pareció genial a sus progenitores, pero en lugar de suprimir las causas de inflación, lo que no deja de ser engorroso y muchas veces impopular, actuaba sobre sus efectos, lo que es mucho más fácil…aunque más temprano que tarde, empeora la situación. Los Lebac tenían tres “pequeños” defectos: 1)Aumentaban el gasto público porque sus intereses suculentos había que pagarlos a sus adquirentes, de manera que constituían una causa muy eficiente de inflación.2) Los que los enarbolaban como arma antiinflacionaria, dejaban intactas las fuentes de inflación y no las corregían, sino que las disimulaban en el corto plazo retirando artificialmente circulante de la plaza y 3) El Banco Central no tenía permiso del Congreso para emitirlas, lo que era esencial para que tuvieran validez legal.(Artículo 75, incisos 4 ,7 y 8 de la Constitución Nacional). Dicho en términos jurídicos las Lebacs eran nulas, de nulidad absoluta. Nada valían porque constituían una flagrante violación a la Carta Magna lo que perjudicó notablemente la credibilidad del Gobierno. Los Gobiernos que son respetados son aquellos que son guardianes de la Constitución Nacional y no sus verdugos. El Banco Central de la anterior administración emitió 350.000 millones de las Lebacs. Quienes vinieron después del 10/12/2015 no solo no convocaron al Congreso para que resolviera que se debía hacer con tamaña deuda y la inseguridad jurídica que traía aparejada sino que emitieron más las Lebacs en una cifra espeluznante: Le añadieron al stock existente algo así como un billón de dichos títulos. La clase política y la mayor parte de nuestros economistas guardaron silencio ante esta aberración de inmensos contornos –pese a que tenían la obligación de pronunciarse -y mucho más quienes ocupaban escaños en el Congreso Nacional. Finalmente todo terminó en una crisis que se llevó puesto al campeón de semejante desatino a la sazón presidente del Banco Central y a buena parte de su Directorio. La Argentina se quedó sin crédito internacional. En lugar de terminar con las Lebacs aprovechando su nula calidad legal transformándolas en un instrumento de crédito con sanción del Congreso de por lo menos cinco años de plazo, de buena estirpe, rodeado de garantías acerca de su seriedad y atractivo por ser el fruto de un acuerdo de partidos y con algún interés razonable, dejaron instalada una bomba de tiempo en la economía argentina. Las Lebacs no podían competir ni con la credibilidad del dólar ni con el déficit fiscal ni con la ausencia de una política que asegurara su repago porque no había ninguna. Finalmente la bomba estalló porque el mercado terminó por no aceptarlas e internacionalmente se cerró el crédito para la Argentina. Los responsables de desarmar ese artefacto infernal habían mirado para otro lado, pese a que muchos de ellos eran funcionarios especializados, o eran miembros del Congreso o eran supuestos economistas o políticos de envergadura que debían haber formulado una política destinada a expandir la economía, hacer crecer al país y obtener ingresos para el Fisco desde el agrandamiento del producto bruto interno y no desde las exacciones a los contribuyentes. En lo que concierne a los imprescindibles dólares estos se deben obtener desde el incremento de la exportación y el estímulo al turismo externo. Se necesitan divisas ganadas y no prestadas. En cambio de las Lebacs, la actual Administración emitió otros instrumentos que se llaman Lelics y han alcanzado el 29 de Agosto de 2019 a la cifra de 1 billón, trescientos mil millones con fecha de vencimiento a siete días. O sea que son todavía peores que los anteriores y fácilmente se puede venderlos para comprar dólares y generar que estos continúen su, al parecer, imparable carrera hacia el alza. Las Lelics son otra bomba de tiempo. Cuando esto se escribe su tasa anual de interés es del 83 y algo más, por ciento, que es impagable y se trata de otra fuente de inflación. Las Lelics deberían ser sustituidas como dijimos que debió ocurrir con las Lebacs, con títulos cuya descripción ya dimos más arriba y con un plazo no menor a cinco años. Esos nuevos instrumentos de crédito deberían estar asidos a una política económica de tal seriedad que asegurara su repago al propietario. Desde luego que formando parte de esta política se debe terminar también con los feriados injustificables, las huelgas que perjudican a terceros ajenos al conflicto gremial, la impunidad de quienes apedrean a la policía, los intereses que se pagan para camuflar la inflación, los empleados públicos nombrados “a dedo” sin antecedentes de ninguna índole y sin necesidad funcional, las obras sociales sin adecuados controles, y demás lacras que hemos denunciado desde estas columnas. Le es muy sincero, Guaresti.
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Por Juan Jose Guaresti (nieto)
Para disimular la emisión de moneda que hacía la Administración anterior a la actual, emitió títulos denominados Lebacs que daban impresionantes intereses. Con ese atractivo, los que tenían pesos en su poder debido al impresionante déficit fiscal, en lugar de comprar dólares o mercaderías con lo cual elevaban su precio, adquirían Lebacs. La moneda desaparecía de la plaza y no presionaba sobre el precio de los bienes ni sobre el dólar. La idea pareció genial a sus progenitores, pero en lugar de suprimir las causas de inflación, lo que no deja de ser engorroso y muchas veces impopular, actuaba sobre sus efectos, lo que es mucho más fácil…aunque más temprano que tarde, empeora la situación. Los Lebac tenían tres “pequeños” defectos: 1)Aumentaban el gasto público porque sus intereses suculentos había que pagarlos a sus adquirentes, de manera que constituían una causa muy eficiente de inflación.2) Los que los enarbolaban como arma antiinflacionaria, dejaban intactas las fuentes de inflación y no las corregían, sino que las disimulaban en el corto plazo retirando artificialmente circulante de la plaza y 3) El Banco Central no tenía permiso del Congreso para emitirlas, lo que era esencial para que tuvieran validez legal.(Artículo 75, incisos 4 ,7 y 8 de la Constitución Nacional). Dicho en términos jurídicos las Lebacs eran nulas, de nulidad absoluta. Nada valían porque constituían una flagrante violación a la Carta Magna lo que perjudicó notablemente la credibilidad del Gobierno. Los Gobiernos que son respetados son aquellos que son guardianes de la Constitución Nacional y no sus verdugos. El Banco Central de la anterior administración emitió 350.000 millones de las Lebacs. Quienes vinieron después del 10/12/2015 no solo no convocaron al Congreso para que resolviera que se debía hacer con tamaña deuda y la inseguridad jurídica que traía aparejada sino que emitieron más las Lebacs en una cifra espeluznante: Le añadieron al stock existente algo así como un billón de dichos títulos. La clase política y la mayor parte de nuestros economistas guardaron silencio ante esta aberración de inmensos contornos –pese a que tenían la obligación de pronunciarse -y mucho más quienes ocupaban escaños en el Congreso Nacional. Finalmente todo terminó en una crisis que se llevó puesto al campeón de semejante desatino a la sazón presidente del Banco Central y a buena parte de su Directorio. La Argentina se quedó sin crédito internacional. En lugar de terminar con las Lebacs aprovechando su nula calidad legal transformándolas en un instrumento de crédito con sanción del Congreso de por lo menos cinco años de plazo, de buena estirpe, rodeado de garantías acerca de su seriedad y atractivo por ser el fruto de un acuerdo de partidos y con algún interés razonable, dejaron instalada una bomba de tiempo en la economía argentina. Las Lebacs no podían competir ni con la credibilidad del dólar ni con el déficit fiscal ni con la ausencia de una política que asegurara su repago porque no había ninguna. Finalmente la bomba estalló porque el mercado terminó por no aceptarlas e internacionalmente se cerró el crédito para la Argentina. Los responsables de desarmar ese artefacto infernal habían mirado para otro lado, pese a que muchos de ellos eran funcionarios especializados, o eran miembros del Congreso o eran supuestos economistas o políticos de envergadura que debían haber formulado una política destinada a expandir la economía, hacer crecer al país y obtener ingresos para el Fisco desde el agrandamiento del producto bruto interno y no desde las exacciones a los contribuyentes. En lo que concierne a los imprescindibles dólares estos se deben obtener desde el incremento de la exportación y el estímulo al turismo externo. Se necesitan divisas ganadas y no prestadas. En cambio de las Lebacs, la actual Administración emitió otros instrumentos que se llaman Lelics y han alcanzado el 29 de Agosto de 2019 a la cifra de 1 billón, trescientos mil millones con fecha de vencimiento a siete días. O sea que son todavía peores que los anteriores y fácilmente se puede venderlos para comprar dólares y generar que estos continúen su, al parecer, imparable carrera hacia el alza. Las Lelics son otra bomba de tiempo. Cuando esto se escribe su tasa anual de interés es del 83 y algo más, por ciento, que es impagable y se trata de otra fuente de inflación. Las Lelics deberían ser sustituidas como dijimos que debió ocurrir con las Lebacs, con títulos cuya descripción ya dimos más arriba y con un plazo no menor a cinco años. Esos nuevos instrumentos de crédito deberían estar asidos a una política económica de tal seriedad que asegurara su repago al propietario. Desde luego que formando parte de esta política se debe terminar también con los feriados injustificables, las huelgas que perjudican a terceros ajenos al conflicto gremial, la impunidad de quienes apedrean a la policía, los intereses que se pagan para camuflar la inflación, los empleados públicos nombrados “a dedo” sin antecedentes de ninguna índole y sin necesidad funcional, las obras sociales sin adecuados controles, y demás lacras que hemos denunciado desde estas columnas. Le es muy sincero, Guaresti.
PrisioneroEnArgentina.com
Septiembre 2, 2019
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