Share

Cuenta Salvador de la Colina en sus “Crónicas Riojanas y Catamarqueñas”, editadas en Buenos Aires en 1920, que, al ir a establecerse como abogado en Catamarca en 1880, se encontró con que la mayoría de sus colegas “se habían graduado a si mismos y se llamaban Letrados con igual derecho que los Jefes de las Montoneras – Santos Guayana, Carlos Anjel, Elizondo, etc., – se titulaban “Coroneles”. Como era de esperar, la actuación de estos improvisados hombres de derecho, provocaba divertidos y a veces dramáticos episodios, pues, como señala el cronista, aunque no eran peritos en derecho, estaban magníficamente preparados para la “Sátira y el apóstrofe, de que no escapaban ni los jueces si no providenciaban a su satisfacción”

En esta cuestión de agredir Magistrados se destacaba un “fraile franciscano” de vasta clientela que, aunque “no conocía los códigos ni de vista”, gustaba de lucir su firma esplendorosamente estampada en los escritos tribunalicios. Fue así que en cierta oportunidad declaró públicamente que para “litigar ante el juez Bascoy era necesario tener los bolsillos llenos de plata”. Cuando el acusado lo intimó a que demostrara la veracidad de su afirmación, Reynoso, que tal era su apellido, se negó a hacerlo argumentando “yo no tengo que probar nada; es Bascoy el que debe justificarse”.

Claro que el Padre Reynoso era solo un exponente de esa extraña fauna leguleya que se había enseñoreado del foro catamarqueño. Entre sus colegas había muchos que no le iban en zaga en eso de  desbocarse.

El mismo Salvador de la Colina recuerda el caso de aquel patrocinante que, llamado al orden por un juez debido a ciertas irrespetuosidades que se habían deslizado en un escrito, se disculpó por sus brusquedades proclamando su respeto por la justicia “aunque estuviera representada por un negro de tamaña trompa”. Es casi excusado aclarar que el magistrado era de piel morena “tenía chata la nariz y los labios gruesos”.

Pero no sólo los abogados patrocinantes usaban lenguaje tan pintoresco. Los mismos miembros del Poder Judicial hacían lo propio, y se cuenta el caso de un Vocal del Tribunal que informaba a la Cámara de Justicia sobre una visita a la cárcel, en estos términos: “Se ha practicado, Excelentísima Cámara, la visita anual de cárcel y lo primero que he preguntado a los presos es si les dan bien de comer, porque, Señor, lo primero es la Barriga”.

Sin embargo, los fallos dictados por los tribunales catamarqueños de la época no debieron ser del todo equivocados. El mismo cronista reconoce que el sentido común, el profundo conocimiento de los litigantes y de los asuntos en disputa permitían dictaminar con ecuanimidad y acierto. Gracias a ellos muchos funcionarios judiciales desarrollaron brillantes carreras. De la Colina recuerda el caso de uno de sus parientes Fermín Aurelio, a quien llama Doctor, aunque no lo fuera, porque se había ganado el título “con su esfuerzo propio y exclusivo, como Facundo se hizo General, con sus puños”

 

Envío y colaboración: Sr. Patricio Anderson

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 6, 2021


 

0 0 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
guest
7 Comments
Newest
Oldest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments
7
0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x