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 Escribe JORGE B. LOBO ARAGÓN.

 

Opinión

 

El atentar impunemente contra la vida, como una forma de “Neo- Colonialismo Biológico de raigambre hitleriana y totalitaria que amenaza la vida del sector más desprotegido de la Sociedad, del más desamparado, del más débil uno de los procedimientos con los que el mundo desarrollado pretende, para afianzar su dominio, limitar la vida en los países pobres. Con esa denominación, se disfraza un plan para generalizar, propagar y difundir métodos para eludir la concepción; como si el embarazo, la maternidad, fuera una terrible enfermedad de la que hubiera que defender a una Sociedad incauta. En nombre de la libertad se presiona para modificar las conductas, imponiendo subrepticiamente una mentalidad anticonceptiva motivando actitudes individuales, familiares y comunitarias favorables a la aspiración de las conductas propuestas. Un masivo lavado de cerebros, con propósitos explícitos, que tratará de orientar la sexualidad hacia el placer, el jolgorio, la diversión, a cualquier cosa, menos a su fin natural de procrear hijos como Dios manda. Como un cafisio de los bajos fondos, la ley se propone enseñar y estimular el uso de preservativos. Desde el punto de vista estrictamente jurídico, basta observar que para la moral católica todo medio que se aparte del orden natural en cuanto a la relación de los sexos es intrínsecamente malo y, como este programa ofrece servicios médicos gratuitos y también provisión gratuita de anticonceptivos, resultaría que se ésta forzando al contribuyente católico al sostenimiento de un sistema que repugna a su moral en forma absoluta, no por mera discrepancia de criterios prácticos. Sería como si al ciudadano Judío o Mahometano se obligara a sostener una dieta obligatoria con base de cerdo. Las afirmaciones francamente opuestas a la religión van más allá de todo precedente en la Legislación Argentina. Esto parece hecho para otros. Para factorías y poblaciones de esclavos, no para nuestro pueblo.Se debe instar el rechazo de esta propuesta nociva que afecta a los fundamentos de la Nación a asumir la defensa de la vida, de la familia, de los derechos del hombre, de las libertades tradicionales. Podemos invocar la religión, la moral, las costumbres, el simple sentido común y la decencia. Y también podemos invocar la actitud asumida por la Argentina en dos magnas conferencias organizadas por la O.N.U. en Egipto y en la China. Sería un espectáculo desdoroso que aparezcamos violando en el orden Internacional los mismos principios que postulamos para el orden mundial. Sobre todo cuando ellos se fundan en la observancia de la ley natural.- Dios nuestro Señor se compadezca de la Argentina.

 

Dr Jorge B. Lobo Aragón

jorgeloboaragon@gmail.com

Avda. Camino del Perú 1575 S

an Miguel de Tucumán

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