Al estigma que más le temen la mayoría de los políticos argentinos es el de ser catalogado de derecha. En este país y en buena parte del mundo ser corrupto, autoritario, tránsfuga, prevaricador e incluso genocida es menos grave si, también, se es de izquierda. A excepción de cuando le tocan las alforjas nadie, pública o privadamente, se reivindica derechista y defensor de la propiedad privada. No son pocos, en cambio, los que con aires de superioridad moral expresan su filiación de izquierda. Para la actual justicia argentina, también, ser de izquierda es mejor que ser de derecha.
Ello se hace evidente en el hecho de que un militar que combatió a la subversión o un civil que prestó su apoyo es pasible de ser acusado y condenado por crímenes de lesa humanidad. Por el contrario, un guerrillero que cometió crímenes en su intento de derrocar el gobierno constitucional es considerado una víctima o, a lo sumo, alguien que ha cometido un delito menor. Así, por ejemplo, el Dr. Juan Alemán, por no haber denunciado la existencia del centro de detención clandestino de la ESMA, está siendo juzgado como criminal de lesa humanidad.
Por el contrario, los señores Vertbisky, Firmenich y otros cinco montoneros, acusados de colocar la bomba que asesinó a veintitrés personas y dejo heridas a otras cincuenta, han sido sobreseídos definitivamente por los jueces argentinos (el atentado fue asumido como propio en la revista de la banda) ¿Qué delito es más grave para la justicia? ¿Asesinar tirando bombas en comedores públicos o no denunciar centros clandestinos de detención y aniquilación de personas? Si es lo segundo, muchos montoneros y erpianos (detenidos y liberados por la dictadura) que conocían dichos centros y no hicieron la denuncia tendrían que estar sentados al lado de Aleman el excanciller y funcionario kirchnerista, Rafael Bielsa, entre otros ¿Porqué para los jueces, los señores Aleman, Blaquier y Levin que no son responsables de homicidios pueden ir presos y los que asesinaron no? Se deberá entonces a que unos son de derecha y los señores, Vertbisky y Firmenich y demás, de izquierda? Si esta es la razón de la sinrazón; entonces, lo que hacen los señores jueces en su función es un escándalo que no tiene nada de republicano y si mucho de mamarracho totalitario.
La derecha como tal, no existe. Es un invento de la izquierda que, con el objeto de ocultar sus crímenes y atropellos, postulan la existencia de un demonio que está al acecho. El nazismo, por ejemplo. Mas, este fue la dictadura más parecida a la comunista. Tan genocida una como la otra.
Para la izquierda argentina Mauricio Macri, Domingo Cavallo, los productores de soja, los miembros de la Sociedad Rural o los periodistas de Clarín son la derecha. Los neoliberales a los que hay que temer y odiar. Pero no sólo a la izquierda, esta tara afecta a casi todo el arco político. Es un hecho, la izquierda sigue triunfando la batalla de las ideas y, por ende, se cree con autoridad moral para “juzgar” y condenar a lo que se le resiste: la derecha. El liberalismo es una palabra maldita para el totalitarismo de cualquier signo. Mientras no lo advirtamos estamos condenados a convivir con él.
Escribe Mauricio Ortín.
20 DE SEPTIEMBRE 2012 – 22:38
Al estigma que más le temen la mayoría de los políticos argentinos es el de ser catalogado de derecha. En este país y en buena parte del mundo ser corrupto, autoritario, tránsfuga, prevaricador e incluso genocida es menos grave si, también, se es de izquierda. A excepción de cuando le tocan las alforjas nadie, pública o privadamente, se reivindica derechista y defensor de la propiedad privada. No son pocos, en cambio, los que con aires de superioridad moral expresan su filiación de izquierda. Para la actual justicia argentina, también, ser de izquierda es mejor que ser de derecha.
Ello se hace evidente en el hecho de que un militar que combatió a la subversión o un civil que prestó su apoyo es pasible de ser acusado y condenado por crímenes de lesa humanidad. Por el contrario, un guerrillero que cometió crímenes en su intento de derrocar el gobierno constitucional es considerado una víctima o, a lo sumo, alguien que ha cometido un delito menor. Así, por ejemplo, el Dr. Juan Alemán, por no haber denunciado la existencia del centro de detención clandestino de la ESMA, está siendo juzgado como criminal de lesa humanidad.
Por el contrario, los señores Vertbisky, Firmenich y otros cinco montoneros, acusados de colocar la bomba que asesinó a veintitrés personas y dejo heridas a otras cincuenta, han sido sobreseídos definitivamente por los jueces argentinos (el atentado fue asumido como propio en la revista de la banda) ¿Qué delito es más grave para la justicia? ¿Asesinar tirando bombas en comedores públicos o no denunciar centros clandestinos de detención y aniquilación de personas? Si es lo segundo, muchos montoneros y erpianos (detenidos y liberados por la dictadura) que conocían dichos centros y no hicieron la denuncia tendrían que estar sentados al lado de Aleman el excanciller y funcionario kirchnerista, Rafael Bielsa, entre otros ¿Porqué para los jueces, los señores Aleman, Blaquier y Levin que no son responsables de homicidios pueden ir presos y los que asesinaron no? Se deberá entonces a que unos son de derecha y los señores, Vertbisky y Firmenich y demás, de izquierda? Si esta es la razón de la sinrazón; entonces, lo que hacen los señores jueces en su función es un escándalo que no tiene nada de republicano y si mucho de mamarracho totalitario.
La derecha como tal, no existe. Es un invento de la izquierda que, con el objeto de ocultar sus crímenes y atropellos, postulan la existencia de un demonio que está al acecho. El nazismo, por ejemplo. Mas, este fue la dictadura más parecida a la comunista. Tan genocida una como la otra.
Para la izquierda argentina Mauricio Macri, Domingo Cavallo, los productores de soja, los miembros de la Sociedad Rural o los periodistas de Clarín son la derecha. Los neoliberales a los que hay que temer y odiar. Pero no sólo a la izquierda, esta tara afecta a casi todo el arco político. Es un hecho, la izquierda sigue triunfando la batalla de las ideas y, por ende, se cree con autoridad moral para “juzgar” y condenar a lo que se le resiste: la derecha. El liberalismo es una palabra maldita para el totalitarismo de cualquier signo. Mientras no lo advirtamos estamos condenados a convivir con él.
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 8, 2017
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