Fueron muchos los heroicos soldados que protagonizaron la epopeya de la lucha contra los malones que asolaban la llanura pampeana. Los más no lograron que sus nombres trascendieran el anónimo. Sin embargo, la historia recogió los de algunos de aquellos hombres que no titubearon en jugarse la vida en la guerra contra el indio. Tal el caso del Sargento Ángel Peralta, arrojado combatiente que en más de una oportunidad supo demostrar su coraje en el campo de batalla. Prueba de ellos, es el episodio que lo inmortalizó en las cercanías de Chiquiló o Chiquilofó (partido de Lincoln) cuando fue sorprendido por un centenar de indígenas en pié de guerra mientras conducía una partida de nueve soldados.
Los Indios – algunos a caballo, la mayoría a pié – atacaron divididos en dos grupos, ululando en forma aterradora. Cuando se hallaban a unos 50 pasos de los milicos, fueron recibidos por una descarga devastadora y se replegaron espantados. La tensa calma que precedió a la lucha se vio pronto interrumpida; por todas partes comenzaron a brotar llamas alrededor de los soldados; los indios habían incendiado los pastos resecos y se proponían quemar vivos a Peralta y sus hombres. En seguida se lanzaron sobre los soldados, que se trabaron en cruenta pelea cuerpo a cuerpo. Uno a uno fueron cayendo los hombres de Peralta, hasta que solo quedaron en pié el Sargento y dos de sus valientes. Con la frente ensangrentada por un lanzazo, Peralta rechazó una y otra vez los embates de los indios casi toda una hora. Y cuando ya se disponía a ofrendar su vida, agotado por la heroica resistencia, quiso la suerte que pasara por allí una patrulla al mando de Teniente Daza, que al acercarse puso en fuga a los indios.
Peralta se cuadró ante su superior y le rindió el parte de la batalla con la misma tranquilidad con que lo hubiera hecho ante una formación. Daza emocionado por el relato, no pudo ocultar las lágrimas y sólo atinó a estrechar fuertemente entre sus brazos al brazo Sargento.
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Fueron muchos los heroicos soldados que protagonizaron la epopeya de la lucha contra los malones que asolaban la llanura pampeana. Los más no lograron que sus nombres trascendieran el anónimo. Sin embargo, la historia recogió los de algunos de aquellos hombres que no titubearon en
jugarse la vida en la guerra contra el indio. Tal el caso del Sargento Ángel Peralta, arrojado combatiente que en más de una oportunidad supo demostrar su coraje en el campo de batalla. Prueba de ellos, es el episodio que lo inmortalizó en las cercanías de Chiquiló o Chiquilofó (partido de Lincoln) cuando fue sorprendido por un centenar de indígenas en pié de guerra mientras conducía una partida de nueve soldados.
Los Indios – algunos a caballo, la mayoría a pié – atacaron divididos en dos grupos, ululando en forma aterradora. Cuando se hallaban a unos 50 pasos de los milicos, fueron recibidos por una descarga devastadora y se replegaron espantados. La tensa calma que precedió a la lucha se vio pronto interrumpida; por todas partes comenzaron a brotar llamas alrededor de los soldados; los indios habían incendiado los pastos resecos y se proponían quemar vivos a Peralta y sus hombres. En seguida se lanzaron sobre los soldados, que se trabaron en cruenta pelea cuerpo a cuerpo. Uno a uno fueron cayendo los hombres de Peralta, hasta que solo quedaron en pié el Sargento y dos de sus valientes. Con la frente ensangrentada por un lanzazo, Peralta rechazó una y otra vez los embates de los indios casi toda una hora. Y cuando ya se disponía a ofrendar su vida, agotado por la heroica resistencia, quiso la suerte que pasara por allí una patrulla al mando de Teniente Daza, que al acercarse puso en fuga a los indios.
Peralta se cuadró ante su superior y le rindió el parte de la batalla con la misma tranquilidad con que lo hubiera hecho ante una formación. Daza emocionado por el relato, no pudo ocultar las lágrimas y sólo atinó a estrechar fuertemente entre sus brazos al brazo Sargento.
Envío y colaboración: Sr. Patricio Anderson
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 17, 2021