ANTOLOGIA SEMILLAS DE PAZ

SEMILLAS GENERACIONALES
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  Prof. Dra. María Elena Cisneros Rueda

…tenía las ropas raídas y polvorientas, el cabello enmarañado, los ojos tristes y su pequeña hija envuelta entre sus brazos. Sus adornos colgaban casi destrozados y el desaliento colmaba esas horas decisivas. Pertenecía a la etnia Chaná-Timbú que había sufrido muchísimos cambios a través de las épocas. Su compañero de vida, Caraguatay había llegado desde el norte muy lejos y enseguida se sintieron atraídos el uno por el otro. De hecho ella era producto de la migración de sus ancestros desde la Pampa. Su nombre era Amancay y su vida placentera y ordenada, alegre, bullanguera y completa estaba a punto de terminar…

 Se había desatado una campaña al Desierto para exterminar a los indígenas y las tropas “habían ido un poco más lejos” para terminar con esa indiada que asolada con sus malones a los pobladores de Buenos Aires.

Caraguatay tuvo la idea de salvar a la pequeña Tataendy dejándola en una canoa cubierta de camalotes y hacia el lugar escogido se dirigía Amancay con su hijita dormida y envuelta en sus mejores ropitas. De la cintura de Amancay colgaba un bolsillo de cuero muy usado dentro del cual había guardado semillas de algarrobo, para que su hijita no olvidara nunca sus orígenes,

Caraguatay había cabalgado tres días hasta la hacienda del rico estanciero que tan amablemente solía darles alimentos y ropas. Entre señas y algunas palabras en castellano, otras en su lengua y señas, le hizo saber que le dejaba un tesoro en una canoa en el río, tenía que ir a buscarla de inmediato. Don Barreto comprendió que algo importante se guardaría allí y asintió. El jinete montó sobre su bagual, que solo él podía montar y picando los flancos con los talones desapareció con una espesa polvareda.

Don Barreto volvió al casco de la estancia habló con su mujer, le contó lo ocurrido y montando un caballo de buen porte y galope largo, tomó rumbo hacía ese lugar del río que le señalara el indígena. Al llegar se le erizó la piel porque notó algunas serpientes no lejos del camalotal creado por el indígena, pero tomado coraje se acercó y quedo aterrado. Allí, en medio de la canoa, dormía plácidamente una criatura cuidadosamente envuelta sobre cuyo pecho se había depositado una bolsa de cuero gastado que contenía  semillas de algarrobo…

Lucía creció alta, de tez morena, ojos chispeantes, largos y lacios cabellos, única heredera del terrateniente más rico de la región. Sus padres le contaron la historia de su llegada a la casa y juntos plantaron algunas de las semillas de algarrobo con las que había sido dejada en la canoa. Contrajo matrimonio con un joven andaluz de muy buena posición Roque Rueda. Tuvieron seis hijos. A cada uno le repartió algunas semillas de algarrobo que había recibido de sus padres. Su tercer hijo Secundino Rueda se casó con una joven francesa Jerômine Villecourt con la cual tuvo seis hijos. La tercera de los cuales Lucía Cirila Rueda  se casó con un joven trovador  Ramón Ignacio Cisneros de origen castellano, descendiente del Virrey y tuvieron una sola hija: YO

Siempre se habló de las semillas de algarrobo como un legado de amor, de reconocimiento, de deseos de vivir en paz debajo de los frondosos árboles que las semillas gestaban,

Cuando yo tenía doce años plantamos las últimas semillas que quedaban del gastado bolsillo de cuero de la bisabuela Lucía. Abuelo Secundino, su tercer hijo y padre de mamá tenía una gran cantidad de algarrobos en sus dominios pero esos que venían de esas semillas eran especiales. Tenían un significado mucho más profundo que el hecho de dar sombra, cobijo y frutos.

Me sentí  triste porque ya no quedaban semillas de aquellas para que yo plantara al formar mi propio hogar y tener mis propios hijos. Mi abuelo entonces me explicó que las semillas de amor y paz de tatarabuela Amancay nunca dejarían de ser mientras que yo tendiera mi mano al necesitado, dijera una palabra de aliento al desalentado, compartiera mis alimentos con el hambriento, no dudara en entregar abrigos al harapiento y nunca negara una sonrisa a nadie. Cuando alguien necesitara de mi ayuda, no importaba cuánto podía costarme, no debía claudicar ni dejar de hacerlo.

Entonces y solo entonces, las semillas de paz y amor seguirían existiendo, dando frondosa sombra al viajero cansado, otorgando alimentos al que lo necesitara, permitiendo que reposara en paz y con tranquilidad ante cualquier acecho.

Las semillas existieron, pero hoy, que se convirtieron en actos de altruismo y comprensión, tiene más valor incluso que cuando fueron guardadas en un bolsillo de cuero gastado y puestas en el pecho de una pequeña niña para que nunca olvidara su origen pero sobre todo para que nosotros, las generaciones que la continuamos, no olvidáramos jamás que el logro de la Paz mundial puede comenzar con una franca sonrisa y un verdadero apretón de manos.

A LA MEMORIA DE MIS ANCESTROS!

Glosario

Chaná-Timbú: etnia del litoral del río Paraná de Argentina

Algarrobo: árbol típico argentino muy útil por todas sus utilidades

Amancay: Azucena en castellano

Caraguatay: localidad del departamento de Cordillera de Paraguay.

Tataendy: Luz de llamas.

Bagual: caballo indómito.

Bolsillo de cuero: bolsa para guardar cosas.

 


PrimeroEnArgentina.com

Octubre 31, 2022


 

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