ARGENTINA, INFIERNO DE INSEGURIDAD JURIDICA

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 Por VGM Dr. Carlos del Señor Hidalgo Garzòn

 

 

La esencia de un país es un pueblo jurídica y políticamente organizado y emerger como nación frente a sí mismo y el resto del mundo, vale decir confiable, responsable y creíble
Argentina, inicialmente dubitativa en la adopción de un sistema de gobierno, lógico en los avatares de la Confederación de la Provincias unidas del Rio de la Plata; y merced a la conformación cultural de los prohombres independentistas. Opta por ser República. Y así se consolida jurídicamente en 1853 con la Constitución Nacional elaborada luego del intenso estudio comparativo de todas las constituciones plasmadas al sur del Rio Bravo.
Asumirse como Estado, de acuerdo a la Ciencia Política implica objetivamente, saber y conocer racional y moralmente como emplear el Poder, y para ello en el marco del contrato social, su fórmula se sustenta en el orden natural, luego en derecho natural, forjado en la recta razón conducente al Bien Común.
Para ello la República se consolida y constituye según la más antigua doctrina y el imperio del derecho constitucional en la existencia de tres poderes, el Ejecutivo, conductor de la administración del potencial nacional y el beneficio popular; el Legislativo basado en la sensibilidad y la armonía del pueblo en la conformación de los instrumentos civilizados para la  convivencia, social, política, económica y moral del pueblo  y sus relaciones entre si y para con el estado, en tanto el poder Judicial, debe ser la vertiente inagotable de la administración y entronización de Su Majestad la Justicia.
Los poderes republicanos, en teoría y en la praxis, no solo deben ser independientes sino coadyuvantes en las bases doctrinarias constitucionales y en el equilibrio compensatorio y distributivo para el bienestar de la nación y el espíritu de identidad soberana. En pocas palabras, los argentinos nacimos y continuamos consustanciándonos en el sistema Republicano y Federal, mediante la democracia como instrumento inherente a la soberanía y la identidad del pueblo, en las concesiones que del acervo popular -in totus- se brinda en su voluntad soberana, y concedente del poder que las provincias otorgan a la nación, reiteramos cuyo objetivo es el Bien Común, en mérito de los derechos y obligaciones que conforman la persona física del plexo social encarnado en el estado,  de esencia ideal.
En esencia así se conformó la república, pero con el paso del tiempo, sus avatares, hechos y circunstancias. La Argentina pervive históricamente en un mar discontinuo de irreconciliables reyertas intestinas, y la sumatoria de crisis, dubitaciones y terribles fallas culturales, está transitando derroteros trágicos, vulnerando cíclicamente la paz social, con antojadizas disquisiciones de burda política que no permiten la paz republicana sustantiva.
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Y lo grave es que de estos  frenos inhibitorios se va modelando negativamente el prestigio generacional y frente al concierto de naciones que no atinan a comprender el drama pasional del pueblo argentino y sus díscolas estructuras de poder. Que desde siempre fue remolón al compás institucional, ya sea por acciones de facto con interrupciones abruptas aunque siempre en un supuesto patriotismo esotérico o democracias  compungidas y mediocres. Todo lo cual devino en un patrón objetivo e incalificable de corrosión y corrupción de estamentos de la sociedad política que vilipendiaron estrepitosamente la moral y la fe pública.
La Argentina, desde – por tomar un tiempo – desde la década del 30¨, muestra con sangre enferma los desatinos institucionales y las interrupciones de los sistemas constitucionales, y se monta en el incumplimiento de los paradigmas republicanos, abdicando en tiranías, dictaduras y un eterno “caciquismo, cuasi feudal y trencero”. De un paternalismo populista y demagógico. Y en nuestros días, la angurria de una clase arbitraria y sentada en ideologías perimidas, pero de voracidad financiera descarada.
La Argentina, no madura, no toma identidad y se mantiene ingrávida como una eterna adolescente. Triste pero real.
Así las cosas, llegamos a la actualidad temporo-espacial y la crueldad de los poseedores del poder han entronizado la psicopolítica del populismo y a través de una brutal demagogia clientelista, han arrasado desde lo más profundo del ser nacional la equidad, los valores culturales y morales involucrando generacionalmente al desorden y la concupiscencia de un totalitarismo ideológico , financiero y homicida.
De esta forma, producido el profundo quiebre moral y la ausencia de los valores, se ha destronado la república, para instalar ínsulas supra institucionales y en abierta dialéctica histórica, condimentada por inefables dosis de carencia divina o vigencia solapada de un nueva etapa de la teología de la liberación…y el pueblo duerme.

EL PUEBLO CULPABLE

Las bases culposas y carentes de un estado de derecho justo, es en gran parte de los usufructuarios del bien común, la desculturización del soberano y la desidia política y atropello de la justicia –strictu sensu- son permitidas en una ensoñación romántica latente de irresponsabilidad civil y anarquía consensuada en él toma y daca de espurios beneficios.
El pueblo, que se agita, gime y llora, también aplaude como la victima sujeta a una violación pasada a acción consentida. Todos formamos el contexto del pueblo, y nuestra defensa de los derechos civiles entronizados en nuestra  Constitución Nacional y Espíritu de la Leyes nos hacen plenamente responsables y coherentes con una historia desajustada a los estados de derechos correspondientes en todo su contexto viciado de nulidades e inexactitudes.
Decimos que el pueblo es culpable, pues de la indiferencia u anomia política y vocación por la cosa pública, y al crearse vacíos de inoperancia, estos fueron y siguen domeñados en una peligrosa carrera de autodestrucción, latrocinio de acciones , reitero, consentidas y favorecidas por la psicopolítica y la acción psicológica , en el manejo de imágenes de Estado Benefactor y dadivoso. En el fundo y a todas luces la ausencia de seguridad jurídica, nos han convertido en un país jurídicamente no confiable, internamente y frente al consenso mundial.
Y el mandante, el Pueblo, no demuestra vocación de identidad soberana y el debido recaudo en el contralor y ejercicio legítimo del poder humano e institucional.

No suena agradable, conferir culpabilidad, frente a un sinnúmero de teorías de justificación, políticas y geopolíticas. Dios ha sido generoso en cuanto al patrimonio recibido y dado en custodia y desarrollo. Seguir negándonos y ocultándonos en el facilismo condescendiente y milagrero de quienes detentan el poder, claramente estatuido en ideología y  finanzas es seguir al flautista de Hammelin.

LA IDEOLOGIA POLÍTICA Y FINANCIERA DE LOS DD HH EN LA ARGENTINA

Según está establecido en el derecho civil, se es persona al poder ejercer derechos y obligaciones y para ello disponer de la necesaria capacidad que se materializa, en la inteligencia, la voluntad y el discernimiento, esto nos permite SER y HACER, mediante el libre albedrio orientado mediante la recta razón y el derecho positivo al Bien Común.
Argentina, no fue menos permeable a los avatares de la humanidad, donde los perfiles del bien y el mal, sistemáticamente compiten por ejercicio del poder, por ello junto a ideologías totalitarias externas también hubo y hay un compromiso histórico dentro de una retórica humanitarita, pero profundamente poseedora de disvalores de acción  subversiva y disolvente  de la esencia genuina Razón de Estado acunada en 1948.
Los DDHH, en la Argentina, constituyeron sine die un plexo psico-socio-axio-político y cultural de disgregación de las bases alberdianas, para asumir con altas dosis de emotividad patrones de conducta confiscativos de la voluntad popular y conformar, con ingentes recursos financieros la toma del poder, por la violencia asesina y concomitantemente el rédito financiero. Por supuesto en base a una Nomenklatura materialista y fundamentada en acervos de caución de conciencias o simplemente por el compromiso fatuo de la conveniencia.
Los DDHH, en la Argentina, fosilizaron un nueva entente Júdico – Política, eliminando las fuentes naturales del derecho positivo y sus basamentos en el orden natural. Y así “crearon” al mismo tiempo que destruyeron la Res-publicae, una cosmovisión anti dogmática de la Penología de fondo y de Rito. Sustituyéndola por tribunales  circenses, donde todas la teorías del Derecho Penal fueron inteligentemente conculcadas hasta en los mínimos detalles histriónicos, de magistrados, fiscales, querellas y defensas anodinas encorsetadas en procesalismos no confluyentes a las acciones del nuevo derecho creado, en representación de los DDHH universales. Todo desde Patricia Derián ( 1977)– el Nunca Más y los privilegios de la holgura magnánima de las organizaciones ideológico financieras. Con más una claque amedrentadora, concurrieron y siguen profundizándose, ya que los Prisioneros Políticos, no solamente serán el escarmiento por la vindicta que estratégica y tácticamente se perfeccionó en los pasos de Identificación o Creación de blancos humanos – configuración casuística a fin apresamiento, condenas de por vida y tormento para producir el desenlace en tiempo y forma de los gerontes señalados en el “corredor de la muerte” con más la destrucción moral y afectiva y familiar y social.
Los DDHH en la Argentina , responden al formato de una Tiranía Ideológica Financiera y Asesina- TIFA- por ello ya no hay espurios planes conspirativos. Ahora claramente existe vocación probada y medios rentables, de eliminación de un grupo etario, involucrado estratégicamente con la sinrazón, el resentimiento el odio y la venganza. Todo está claro.

EL MUNDO QUE NOS VE

No hacen falta de grandes esfuerzos investigativos, para comprender, que los pilares de la república, están subsumidos por la venalidad, y ello merece una autocrítica profunda del pueblo argentino – responsable y concupiscente sodomítico, de la destrucción institucional y la pérdida del poder. Su poder. Y en ejercicio racional de la democracia.
El mundo nos ve con recelo, pues ha calado hondo LA INSEGURIDAD JURIDICA, y las pruebas están a la vista, en nuestras pobres relaciones internacionales, la suspicacia contractual y fundamentalmente la seriedad como país.
Si un día fuimos el granero del mundo, y por la mala política, consentida popularmente caímos en esta debacle, la solución, que requeriría ingentes esfuerzos humanos – culturales y de honestidad republicana, La república – La nación el estado y el plexo institucional, merecen un replanteo de vocaciones en las generaciones en marcha. Con liberación de atavismos y vocación mediante, renacer de las cenizas. A una Justa y Gloriosa nación.

CONCLUSIONES

Sin irnos demasiado lejos , tomemos el desajuste político, económico y jurídico, en parte es consecuencia de las cosmovisiones sectarias, con pátinas patrióticas, pero esencialmente desvinculadas del contexto Constitucional e Institucional republicano.
La soberbia de los “mandones” y la desculturización endógena y exógena, conformaron hasta la fecha y ahora con mayor virulencia un contexto psicopolítica, basado en la angurria ideológica – financiera. Con proyección sobre personas sistemáticamente seleccionadas por instrumentos humanos e institucionales y focos de poder. Y eso debe terminar, mientras los Prisioneros Políticos, siguen poblando las mazmorras del connubio político – Júdico – carcelario, hasta el momento de su desenlace. Siempre todo contra derecho , ya que los ingentes beneficios generan un chorro de divisas que permiten sostener un sistema populista y demagógico, basado en la mentira y la dialéctica histórica.
Los argentinos debemos asumir nuestras irresponsabilidades, en las dispensas de poderes caníbales. Es una tarea ardua, solo para convicciones profundas.
Es necesario restablecer la Moral Pública y los Valores, más allá de toda utopía o tentaciones de bendiciones vacías de contenidos.
Dios que es justo, quizás desde hace mucho tiempo, nos está observando, para que le demos cuenta, que hicimos y que hacemos con el patrimonio territorial y geopolítico. Basta de mentirnos y mentir al mundo. Si deseamos ser respetados en el concierto de las naciones, urge restituir la República tal como enuncia la Doctrina y la Teoría de las Ciencias Políticas y fundamentalmente, re-entronizando SU MAJESTAD LA JUSTICIA. Solo así creceremos y creeremos en nosotros mismos y el mundo nos dará crédito. En un marco de SEGURIDAD JURIDICA. Con respeto, tolerancia y honestidad en todos los actos dentro de una sana convivencia y aferrados a la Libertad, que nos regala LA VERDAD.
* Dr. Derecho – Criminologìa – Cs. Polìtica-Psicólogo

 

 

 


PrisioneroEnArgentina.com

Septiembre 16, 2017.


 

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