No hay en realidad una política de derechos humanos definida y cierta en nuestro país, prima sin lugar a dudas una concepción ideologizada de quien ostente el poder. En el año 1985 Argentina rompió sus vínculos diplomáticos con Sudáfrica por entender que el apartheid implicaba una violación de los derechos humanos. El Gobierno que estaba en el poder en aquel país no estaba dispuesto a entregarle aquel a la mayoría de color que tenía el apoyo externo de Rusia y solo lo haría al concluir la Guerra Fría. Es así que eso se produjo luego de la caída del Muro de Berlín. En Argentina gobernaba el Dr. Raúl Alfonsín y su Canciller era Dante Caputo amigo personal de Mitterrand presidente de Francia. Nuestra Cancillería se inmiscuyó en los asuntos internos del país africano y esa ruptura obedeció a cuestiones internas de la Argentina, para mostrar a un presidente como Alfonsín luchador de los derechos humanos, en esta nación y en el mundo. Acotemos que Argentina es un país sin ninguna autoridad en materia de derechos humanos, estos han sido sistemáticamente violados tanto por los gobiernos militares, como por la guerrilla montonera, que hoy está en diferentes estamentos del poder gubernamental.
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¿Qué pasa con los casos de Nicaragua, Venezuela y Cuba? Los dueños del mando político en estos países están emparentados con los dueños del poder en nuestro país, a punto tal que nuestros Embajadores son políticos de extrema confianza de la “mandamás” copresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Como consecuencia nuestro Gobierno no tiene posibilidad alguna de extremar algunas medidas “fuertes y serias” en el orden diplomático. Nuestro gobierno “autocrático por cierto” coquetea con países donde gobiernan “dictadores” y al mismo tiempo debilita su relación con los Estados Unidos e importantes países europeos de los cuales necesita su apoyo en el Fondo Monetario Internaciones (FMI)
Tenemos como presidente al Dr. Alberto Fernández que se llama a sí mismo como un “hombre del derecho” apreciación que causa el hazmerreír del mundo, alegando no poder intervenir en los asuntos internos de esas tres dictaduras. Él es ciego, sordo y mudo, ante la cantidad de presos políticos, muchos de ellos candidatos presidenciales con fuertes posibilidades de llegar a la presidencia. ¿Cuál será el destino final del Embajador Daniel Capitanich llamado a informar al país? Los mandatarios de Estados Unidos y los países europeos entre ellos el presidente de Francia, Emmanuel Macron se preguntan ¿qué le pasa al profesor de Derecho “El Alberto” para el cual la “libertad no es un derecho constitucional” violado a la luz del mundo por esas tres dictaduras?
La incoherencia de nuestra política exterior en materia de derechos humanos ideologizada por este gobierno montonero-izquierdista mantiene a la Argentina en niveles de país del tercer mundo, cada vez más alejado de los países serios. Se necesita un urgente cambio en la visión de los derechos humanos tanto a nivel interno como externo.
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UN GOBIERNO MONTONERO-IZQUIERDISTA
No hay en realidad una política de derechos humanos definida y cierta en nuestro país, prima sin lugar a dudas una concepción ideologizada de quien ostente el poder. En el año 1985 Argentina rompió sus vínculos diplomáticos con Sudáfrica por entender que el apartheid implicaba una violación de los derechos humanos. El Gobierno que estaba en el poder en aquel país no estaba dispuesto a entregarle aquel a la mayoría de color que tenía el apoyo externo de Rusia y solo lo haría al concluir la Guerra Fría. Es así que eso se produjo luego de la caída del Muro de Berlín. En Argentina gobernaba el Dr. Raúl Alfonsín y su Canciller era Dante Caputo amigo personal de Mitterrand presidente de Francia. Nuestra Cancillería se inmiscuyó en los asuntos internos del país africano y esa ruptura obedeció a cuestiones internas de la Argentina, para mostrar a un presidente como Alfonsín luchador de los derechos humanos, en esta nación y en el mundo. Acotemos que Argentina es un país sin ninguna autoridad en materia de derechos humanos, estos han sido sistemáticamente violados tanto por los gobiernos militares, como por la guerrilla montonera, que hoy está en diferentes estamentos del poder gubernamental.
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¿Qué pasa con los casos de Nicaragua, Venezuela y Cuba? Los dueños del mando político en estos países están emparentados con los dueños del poder en nuestro país, a punto tal que nuestros Embajadores son políticos de extrema confianza de la “mandamás” copresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Como consecuencia nuestro Gobierno no tiene posibilidad alguna de extremar algunas medidas “fuertes y serias” en el orden diplomático. Nuestro gobierno “autocrático por cierto” coquetea con países donde gobiernan “dictadores” y al mismo tiempo debilita su relación con los Estados Unidos e importantes países europeos de los cuales necesita su
apoyo en el Fondo Monetario Internaciones (FMI)
Tenemos como presidente al Dr. Alberto Fernández que se llama a sí mismo como un “hombre del derecho” apreciación que causa el hazmerreír del mundo, alegando no poder intervenir en los asuntos internos de esas tres dictaduras. Él es ciego, sordo y mudo, ante la cantidad de presos políticos, muchos de ellos candidatos presidenciales con fuertes posibilidades de llegar a la presidencia. ¿Cuál será el destino final del Embajador Daniel Capitanich llamado a informar al país? Los mandatarios de Estados Unidos y los países europeos entre ellos el presidente de Francia, Emmanuel Macron se preguntan ¿qué le pasa al profesor de Derecho “El Alberto” para el cual la “libertad no es un derecho constitucional” violado a la luz del mundo por esas tres dictaduras?
La incoherencia de nuestra política exterior en materia de derechos humanos ideologizada por este gobierno montonero-izquierdista mantiene a la Argentina en niveles de país del tercer mundo, cada vez más alejado de los países serios. Se necesita un urgente cambio en la visión de los derechos humanos tanto a nivel interno como externo.
Francisco Benard
Abogado
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 12, 2021