ARGENTINO DEL VALLE LARRABURE – LA GRIETA Y EL ODIO EN CAMPANA, ARGENTINA

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El día 27 de septiembre pasado CLAUDIO VALERIO, residente de la ciudad de Campana, Provincia de Buenos Aires, a quien todos conocemos por sus publicaciones en esta página, escribió en “LA AUTENTICA DEFENSA”, medio periodístico de su ciudad y zona, una nota que tituló: “LARRABURE: UNA CALLE Y LA IMPORTANCIA DEL NOMBRE”. En él, por supuesto se refería al Coronel del Ejército, ARGENTINO DEL VALLE LARRABURE, mártir en 1975 del terrorismo que asolaba al país, siendo víctima en este caso del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). De  un día después, en el medio “ENLACE CRÍTICO” que también cubre la ciudad de Campana y la zona, se publicó   una dura réplica, rubricada por  H.I.J.O.S. Escobar Campana Zárate. Ambas publicaciones las ponemos a consideración, destacando y lamentando que la tragedia y el dolor del pasado, no dejara enseñanza alguna para superarnos, cerrando una grieta que nos permita un mañana mejor.

www.prisioneroenargentina.com

Octubre 11, 2020

 


 

Larrabure: una calle y la importancia del nombre

Por CLAUDIO VALERIO.

Qué importante resulta para una sociedad conferirle un nombre a cosas! Máxime si esas cosas son de dominio público y que engloban lo que podría ser el patrimonio intelectual y cultural de la misma. Bibliotecas, edificios, plazas y hasta calles constituyen una forma inconsciente, y hasta un modo indirecto, de enseñar un poco de historia. Y es así que por designar, quizás, unos de los casos más significativos, podremos mencionar la avenida Cnel. Argentino de Valle Larrabure. ¿Resulta ´raro´ este nombre nuestra ciudad?

Para entender y por otra parte, a modo de ejemplo que nos podría ayudar, tal nombre no es una práctica académica circunscrita a pocos interesados o entendidos del tema, sino que suelen ir acompañados de no poca participación ciudadana. El emplazamiento de un nombre a una calle es indudablemente un privilegio. Por esa razón, el retiro o reemplazo del mismo, no se puede observar como un hecho fruto de la casualidad sino como un cambio en los paradigmas de la ciudad.

Pero, ¿quién fue Argentino del Valle Larrabure?

Argentino del Valle Larrabure (1932 – 1975) fue un militar argentino que, durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón, fue capturado por el ERP (12 de agosto de 1974) una organización guerrillera identificada como “Ejército Revolucionario del Pueblo “. Al momento de su captura se desempeñaba como subdirector de una fábrica militar de armas y explosivos y permaneció cautivo en una denominada “cárcel del pueblo” por 372 días, hasta su muerte.***

Al terminar sus estudios fue destinado a la Fábrica Militar de Tolueno Sintético de Campana, ya con el grado de capitán, desempeñándose primero como auxiliar técnico de la dirección y luego de seis meses como jefe de producción.

Tan importante resulta la figura del coronel Argentino del Valle Larrabure, secuestrado y asesinado por el ERP en 1975, que el Ejército lo homenajeó en la Facultad de Ingeniería de la fuerza inaugurando con su nombre un laboratorio.

Ya han pasado 45 años del asesinato del coronel Argentino Larrabure, persona que padeciera un calvario, como resultarían ser sus 372 días de cautiverio, por lo que resulta importante otorgarle una visión más elevada y emotiva a su figura y trayectoria en la ciudad, por estar muy relacionado a lo ciudadano, a lo material y a lo convencional.

Bien merecido el reconocimiento que la sociedad campanense y no solo en Campana sino en otras ciudades de la Argentina.

En adelante, seguro que cuando se esté circulando por la calle/Av. Larrabure se sabrá quién ha sido está persona y el por qué ha quedado el nombre de esa avenida. Es así de sencillo. No hace falta destacar más la relevancia social que ha tenido para conseguir tan preciado privilegio y ver, al pasear por la ciudad, una calle dedicada a esa persona. Ya no caben dudas quien fue y porqué el coronel tiene una calle con su nombre.

Si se quiere saber más sobre el Coronel Larrabure consultar, entre otros, los siguientes links:

– https://n9.cl/3p8dh

– https://n9.cl/2d2e

– https://n9.cl/436v

*** (Infobae) “El sábado 10 de agosto de ese año -gobierno de Isabel Perón-, guerrilleros del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) coparon el motel Pasatiempo, primer paso para el ataque a la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos, Villa María, Córdoba.

A la una de la mañana del domingo 11, mientras en el casino de oficiales estaba por terminar una cena del personal -mayoría de civiles-, el soldado conscripto Mario Pettigiani, estudiante de arquitectura, cortó con una pinza el alambrado que rodeaba la fábrica, y entró por esa brecha un comando de 70 “erpianos” armados.

Uno de ellos preguntó por el director de la fábrica, teniente coronel Osvaldo Guardone, ausente, en su casa, dentro de la misma instalación militar. Fueron entonces por el subdirector, mayor Larrabure -estaba con su esposa, María Susana de San Martín-y el capitán García, ingenieros químicos, los secuestraron y los llevaron hacia un vehículo. García intentó fugarse, pero lo hirieron gravemente y lo abandonaron. En el breve combate murió un policía, hirieron a 7 militares, y los atacantes robaron 120 fusiles FAL, otras armas, y explosivos.

Larrabure fue encerrado en una celda, debajo de una mercería: Garay 3254 esquina pasaje Bariloche, barrio Bellavista, Rosario… Nunca más saldría de allí hasta su muerte: 19 de agosto de 1975, a los 372 días después de su secuestro, y a sus 43 años. Su cuerpo, envuelto en una sábana y una frazada, fue arrojado a un zanjón, cerca del cruce de la avenida Ovidio Lagos y la calle Muñoz”.

 


Consideramos agraviante la publicación del diario La Autentica Defensa en la Pag N° 27 “Larrabure: una calle y la importancia del nombre”, por Claudio Valerio, domingo 27 de enero de 2020. Exigimos y ejercemos nuestro derecho a réplica (Art. 14) por ser esta una publicación inexacta y ofensiva para la historia que no la hemos escrito nosotros, sino que se refleja en este caso de expedientes generados por las mismas FF.AA.

Los medios tienen responsabilidad en los mensajes que dan, no podemos quedar callados cuando estos manipulan a sus lectores con publicaciones falses y mentirosas.

En medio de una crisis sanitaria mundial, con una grave crisis económica y social local, provincial y nacional; no podemos permitir que nos mientan con publicaciones falsas que solo intentan imponer una teoría ya constatada como falaz.

Los medios de comunicación, desde tiempo históricos legitiman o deslegitiman los diferentes gobiernos desde una posición ideológica.

Jamás son ingenuos ni neutrales, abalan o destruyen ideas y acciones que pueden contribuir a la igualdad en todos los niveles de la sociedad. De esta manera, es clave el sostenimiento de un status quo o bien sus distintas maneras de cuestionarlo y apostar por reivindicación de los sectores más marginados.

En nuestro país desde hace siglos, los grandes diarios avalaron y contribuyeron al genocidio indígena y el segundo gran genocidio perpetrado desde el 24 de marzo de 1976 por el Golpe Cívico Militar. No obstante, si bien existen medios de comunicación que apuestan por la verdad sin ocultamientos ni tergiversaciones de la realidad cuestionando así los modelos económicos-político-sociales, es de esta manera que, a fin a sus ideologías jamás inocentes, se sitúan o de un lado o del otro en la historia argentina.

Fue así con el terrorismo de Estado, con la guerra de Malvinas y con todo aquello que tenga que ver con situaciones de trascendencia para un determinado modelo de país, a nivel nacional y global.

En este caso que nos atañe hoy, el “homenaje” realizado en el diario local “La Autentica Defensa de Campana” con la publicación del pensamiento ultra-personal del vecino Claudio Valerio, carente de datos objetivos y fuentes que no sean las que reivindican a Larrabure como una persona honorable, imponiendo el status de emblemática para Campana, nos sitúa del lado ideológico opuesto, ya que siempre elegimos posicionarnos desde la Verdad.

Invitamos a las y los vecinos de Campana, en especial a las generaciones más jóvenes a que sepan quién es Larrabure?, qué sucedió en aquella época? y cómo las FF.AA se sirvieron del suicidio de este personaje siniestro para justificar lo que luego daría como resultado la dictadura más feroz de la historio?; y, por último, por qué aún hoy seguimos teniendo su nombre en nuestra avenida?

El 10 de julio de 1974, el ERP tomó la Fábrica Militar de Villa María, en la provincia de Córdoba. Allí fue apresado el subdirector, mayor Argentino del Valle Larrabure. La guerrilla lo necesitaba como técnico para la fabricación de explosivos. El 19 de agosto de 1975, el mayor Larrabure se suicidó estrangulándose con un cordel en la “cárcel del pueblo” donde se encontraba, ubicada en calle Garay 3254, en Rosario.

El Ejército difundió que se lo había torturado. “Acostumbrado a torturar y fusilar a todo combatiente que cae en sus manos, el Ejército quiere justificar su miserable actitud atribuyendo falsamente a los revolucionarios los mismos métodos que él utiliza”, contestó el ERP. El sábado 23 de agosto, el cadáver del oficial fue encontrado en un zanjón ubicado y no desaparecido como era la práctica de las FF.AA

Alguien había llamado a la comisaría 18ª y sostuvo que “hay un bulto que les va a interesar”. El 4 de septiembre de 1975 el cadáver fue entregado al entonces teniente coronel Casals y los objetos personales de Larrabure fueron a manos del coronel Juan Pablo Saa, jefe del Servicio de Inteligencia del Batallón 121.

El comandante del Segundo Cuerpo de Ejército con asiento en Rosario y jurisdicción sobre las provincias de Santa Fe, Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes y Entre Ríos era Roberto Eduardo Viola.

El 9 de septiembre lo reemplazaría Ramón Genaro Díaz Bessone. El diario La Nación tituló que “oficiales del Ejército informaron que el coronel Larrabure fue ahorcado por extremistas después de entonar el Himno Nacional”. Pero el expediente judicial jamás habló de torturas, mala alimentación y mucho menos de asesinato. Sin embargo, desde los grandes medios de comunicación se impuso la falsificación de la realidad para luego ser parte del PLan Condor que ya venía operando en América Latina. Larrabure eligió quitarse la vida.

“Larrabure, Argentino del Valle-su muerte.” Así decía el expediente que se tramitó en el Juzgado Federal Número 1 de Rosario, a cargo del doctor Pedro Alegría Cáceres. Llevaba el número 27.513 y luego se le acumularon el 27.522 y 27.526.

No hablaba de asesinato. El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas tomaron el poder. El presunto asesinato de Larrabure fue uno de los elementos que consolidaron el frente interno militar y minimizaron las resistencias sociales. En agosto de 1979, el entonces coronel José Herman Llera, a cargo del denominado Juzgado de Instrucción militar número seis, dependiente del Ministerio de Defensa en la Dirección General de Fabricaciones Militares, recibió una notificación desde Rosario.

En aquella carta se informaba que no estaba “agregada la partida de defunción del occiso” y explicaba que la inscripción de la defunción de Larrabure fue ordenada por el juez nacional de primera instancia en lo criminal y correccional federal n°4 de la ciudad de Buenos Aires, doctor René Daffis Niklison.

Esa nota es una doble confesión: cuatro años después de encontrado el cuerpo de Larrabure la propia burocracia del terrorismo de estado que había hecho del caso un símbolo y una permanente excusa para secuestrar y torturar opositores políticos y sociales a la dictadura, decía que se trataba de “una muerte” y ni siquiera dudosa y, por otra parte, señalaba que desde el primer momento la reconstrucción política del caso fue llevada adelante desde Capital Federal, a más de trescientos kilómetros en donde fue encontrado el cuerpo del oficial del Ejército Argentino. No hay referencias a ningún asesinato.

La palabra homicidio fue impuesta por los jueces federales de Capital Federal, Daffis Niklison y Ramón Ojeda Febre, quienes le ordenaron que lo calificara así a su par rosarino, Aguirre Stegmann. Esa invención de la realidad se produjo el 24 de agosto de 1975, al día siguiente de la aparición del cuerpo en un baldío rosarino.

Un dato relevante es que las directivas de Febres y Daffis Niklison se emiten al mismo tiempo que se practicaba la primera autopsia, a las ocho de la mañana. “La muerte de Argentino del Valle Larrabure fue producida por asfixia por estrangulación”, dice, y también apunta que se encontraba en un “buen estado nutricional”. En ningún lugar de la autopsia se afirma que Larrabure haya sido estrangulado por un tercero.

El 27 de septiembre de 1975, otro informe elaborado por los médicos forenses Avelino Do Pico y Guillermo Osman Dick, determinó que “no surgen lesiones producidas por el paso de corriente eléctrica”, lo cual contradijo las afirmaciones de la acción psicológica castrense y del gobierno de María Estela Martínez de Perón. El médico legista de la Policía Federal, Horacio José Marinoni, comenzó el examen del cadáver a las 8 de la mañana, pero con un detalle no menor: no contaba con los medios ni el equipo de ayudantes que llevaron otros profesionales. Marinoni destaca la nutrición de un sujeto normal con respecto a su talla. Y el profesional dice algo más: su primer informe “fue hecho condicionado al resultado de la autopsia forense y de los exámenes complementarios que luego se requirieron, habiendo actuado con escasos elementos para su examen con los antecedentes que se brindaron en ese momento”.

En síntesis, la autopsia practicada en el cuerpo de Larrabure jamás ofreció como conclusión la certeza de un homicidio, al contrario, era un cadáver que presentaba indicios de buena alimentación y buen cuidado sin la menor marca de tortura o golpe alguno.
Larrabure no estaba siendo castigado ni tampoco mal alimentado. No se lo iba a matar.

H.I.J.O.S. Escobar Campana Zárate


 

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