“Impulsamos la reforma del régimen penal juvenil porque la ley actual es de la época de la dictadura y debe ser modificada” Palabras del Ministro de Justicia Germán Garavano alentando la reforma a causa del caso Brian.
Este proyecto de reforma, impulsado por el gobierno trae a mi memoria la nefasta decisión del tristemente recordado Presidente Menem de eliminar el Servicio Militar a causa del caso Carrasco.
Nuestros gobiernos parecen empecinados en volver a tropezar con la misma piedra.
Derogar una ley “de la dictadura” parecería ser hoy la panacea a un mal que nos ha llevado, en poco más de tres décadas, de ser una de las naciones más seguras del mundo a nuestra triste actualidad.
La desapasionada comparación de nuestro estado social de ayer y de hoy debería ser la guía de los notables profesionales, legisladores y demás peritos que integren la Comisión que a tal efecto será creada.
Tal vez deban tener en cuenta nuestra historia reciente, las decisiones gubernamentales que nos llevaron a esta situación. Podrían recordar la resolución de retirar a la Gendarmería y la Prefectura de sus funciones naturales, la bienvenida oficial a los carteles de drogas a cambio de financiar campañas electorales y el permiso de establecerse en nuestras villas, el absoluto conocimiento de autoridades y pobladores de todas las provincias sobre las pistas clandestinas y los aterrizajes constantes de avionetas depositando muerte en cada vuelo, la “cultura nac & pop” divulgada por todos los medios respecto a que los delincuentes son “víctimas” de la sociedad, el aliento a la vagancia con la lluvia de planes por “desocupación” o “parición” con el resultado de niños de padres cuya pretensión no era fundar una familia sino cobrar planes, ocasionando niños sin guía paterna que comienzan esclavos de los punteros y narcos y terminan en el crimen llegada la pubertad, los generosos regalos a piqueteros y demás delincuentes, exacción al erario público mediante, la campaña oficial de desprestigio y paulatina destrucción de la familia como célula de formación ético moral, denigración de la escuela, de la misma escuela pública y gratuita que nos supo colocar hasta hace siete décadas entre los países líderes del mundo en educación, y hoy presenciamos el barbarismo de padres que atacan salvajemente a maestros que osaran poner una mala nota, hecho que de tan repetido llevó a nuestras “calificadas autoridades educativas” a suprimir los aplazos, las malas notas, las reprobaciones bajo el disfraz de ser “discriminatorias” …
Algunas de estas lamentables decisiones ocasionaron nuestra hecatombe social, luego la corrupción generalizada, sin consecuencias de justicia para los corruptos, fue el broche de oro para una sociedad que se encuentra sumergida en la peor debacle de su historia.
Bajando la edad de imputabilidad seguimos con la filosofía menemista, no quisiera que algún día, una muerte en un hospital ocasione el cierre de la facultad de Medicina o algún derrumbe edilicio acabe con la de Arquitectura…
Yo le diría a Dr. Garavano que no sea ingenúo y el debate de ninguna menera se lleve a cabo en el <> de Zaffa… Si se corta la luz, agarrate los lienzos, Germancito!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Se ha perdido todo. Mi vecina es maestra y por no darle la nota que la madre de una alumna creia que merecía, fue y le pegó una trompada. Clase media, a ver.
Excelente escrito estimado MANUEL OTERO. Si tuviéramos en el gobierno verdaderos estadistas en vez de hipócritas mentirosos y estos se abstuvieran nada mas que a lo que Usted brevemente y verazmente expresa, tendríamos la solución de muchos problemas a nuestro alcance. Lamentablemente no se quiere cambiar, porque no sabemos, no queremos o no podemos. Mas fácil es seguir en decadente demagogia y el último que apague la luz. Gracias por su colaboración que esperamos no sea la última. Cordialmente.
“Impulsamos la reforma del régimen penal juvenil porque la ley actual es de la época de la dictadura y debe ser modificada” Palabras del Ministro de Justicia Germán Garavano alentando la reforma a causa del caso Brian.
Nuestros gobiernos parecen empecinados en volver a tropezar con la misma piedra.
Derogar una ley “de la dictadura” parecería ser hoy la panacea a un mal que nos ha llevado, en poco más de tres décadas, de ser una de las naciones más seguras del mundo a nuestra triste actualidad.
La desapasionada comparación de nuestro estado social de ayer y de hoy debería ser la guía de los notables profesionales, legisladores y demás peritos que integren la Comisión que a tal efecto será creada.
Tal vez deban tener en cuenta nuestra historia reciente, las decisiones gubernamentales que nos llevaron a esta situación. Podrían recordar la resolución de retirar a la Gendarmería y la Prefectura de sus funciones naturales, la bienvenida oficial a los carteles de drogas a cambio de financiar campañas electorales y el permiso de establecerse en nuestras villas, el absoluto conocimiento de autoridades y pobladores de todas las provincias sobre las pistas clandestinas y los aterrizajes constantes de avionetas depositando muerte en cada vuelo, la “cultura nac & pop” divulgada por todos los medios respecto a que los delincuentes son “víctimas” de la sociedad, el aliento a
la vagancia con la lluvia de planes por “desocupación” o “parición” con el resultado de niños de padres cuya pretensión no era fundar una familia sino cobrar planes, ocasionando niños sin guía paterna que comienzan esclavos de los punteros y narcos y terminan en el crimen llegada la pubertad, los generosos regalos a piqueteros y demás delincuentes, exacción al erario público mediante, la campaña oficial de desprestigio y paulatina destrucción de la familia como célula de formación ético moral, denigración de la escuela, de la misma escuela pública y gratuita que nos supo colocar hasta hace siete décadas entre los países líderes del mundo en educación, y hoy presenciamos el barbarismo de padres que atacan salvajemente a maestros que osaran poner una mala nota, hecho que de tan repetido llevó a nuestras “calificadas autoridades educativas” a suprimir los aplazos, las malas notas, las reprobaciones bajo el disfraz de ser “discriminatorias” …
Algunas de estas lamentables decisiones ocasionaron nuestra hecatombe social, luego la corrupción generalizada, sin consecuencias de justicia para los corruptos, fue el broche de oro para una sociedad que se encuentra sumergida en la peor debacle de su historia.
Bajando la edad de imputabilidad seguimos con la filosofía menemista, no quisiera que algún día, una muerte en un hospital ocasione el cierre de la facultad de Medicina o algún derrumbe edilicio acabe con la de Arquitectura…
Juan Manuel Otero
juanm.otero@usal.edu.ar
PrisioneroEnArgentina.com
Enero 4, 2017
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16 thoughts on “Bajar la edad de imputabilidad o reconocer nuestras miserias”
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Garavano quiere que Zaffaroni participe … estamos del tomate!
Con la luz apagada o prendida?
Zaffaroni sabe mucho, ojo. Que sea un HDP es otra cosa.
Yo le diría a Dr. Garavano que no sea ingenúo y el debate de ninguna menera se lleve a cabo en el <> de Zaffa… Si se corta la luz, agarrate los lienzos, Germancito!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Se ha perdido todo. Mi vecina es maestra y por no darle la nota que la madre de una alumna creia que merecía, fue y le pegó una trompada. Clase media, a ver.
Por los menores no se hace absolutamente nada. Luego ya es tarde y solo saben delinquir.
Tenemos la cultura de la incultura
El grado de abuso a menores se ve con los trapitos. Simple. No podemos reeducar a los padres. Misión imposible para todo gobierno que haya pasado.
Excelente escrito estimado MANUEL OTERO. Si tuviéramos en el gobierno verdaderos estadistas en vez de hipócritas mentirosos y estos se abstuvieran nada mas que a lo que Usted brevemente y verazmente expresa, tendríamos la solución de muchos problemas a nuestro alcance. Lamentablemente no se quiere cambiar, porque no sabemos, no queremos o no podemos. Mas fácil es seguir en decadente demagogia y el último que apague la luz. Gracias por su colaboración que esperamos no sea la última. Cordialmente.
La compra de votos, y el “apoyo” de piqueteros a los Kirchners lamentablemente los pagamos nosotros.