“Quizás … el secreto de la gobernabilidad peronista no radique tanto
en su alianza social sino en su modo despiadado de ejercer el poder”.
Jorge Fernández Díaz.
El inconstitucional, arbitrario e infundado aislamiento que el Gobierno está nuevamente imponiendo a la ciudadanía, traducido ahora en la limitación de reingreso de argentinos que se encuentran en el exterior, no hace más que ratificar el acierto de la calificación que otorgó MSCI –una compañía evaluadora de reputación internacional- al país, haciéndolo descender dos peldaños hacia el infierno: la Argentina se ha quedado sola –“stand alone”– y entregada a su suerte.
La situación nos recuerda qué sucede en Cuba desde hace más de sesenta años y en Venezuela en las dos últimas décadas: sus habitantes, impedidos por sus regímenes totalitarios de vivir en libertad y hambreados compulsivamente, se ven obligados a emigrar y, en el primer caso la fuga se concreta en precarias balsas que exponen a frecuentes naufragios mortales a quienes prefieren el exilio a los paraísos comunistas. Gracias a Dios, ahora los Fernández respaldan a Nicolás Maduro y a Daniel Ortega, y hasta a Gildo Insfrán, todos grandes campeones de los derechos humanos.
En poco tiempo más quizás deberemos recurrir a similares métodos para llegar a Uruguay, dado que se ha cerrado casi herméticamente la puerta de Ezeiza. El disparate hizo que muchas compañías hayan anunciado la exclusión de nuestro país de sus operaciones aéreas –si no nos aplican la reciprocidad, con suerte seremos cautivos de Aerolíneas Argentinas- y está trabando por completo el tráfico de cargas; nadie vuela aviones vacíos. Por supuesto, también influyen en esa situación, y mucho, el cepo cambiario, las negativas a los importadores que requieren divisas y la imposibilidad para los exportadores extranjeros de obtener seguros de cobro, por el impago al Club de Paris, para los bienes que nos vendían.
Como tantas otras medidas (la renovada “guerra gaucha”, el cierre de las exportaciones de carnes, los avances sobre la propiedad privada, la intervención en el mercado de alquileres, etc.) de este autocalificado “gobierno de científicos”, ésta sólo es otra jabalina arrojada sobre la clase media, la que paga rigurosamente sus impuestos para sostener el clientelismo y el latrocinio que está destruyendo lo poco que quedaba en pie después de la “década ganada” kirchnerista. A la vez, sirve de leña para la hoguera de resentimiento, lucha de clases y división social que propuso Ernesto Laclau y la PresidenteVice compró a sobre cerrado.
Ahora bien, estamos en un escenario muy similar a aquél que existía a fines de 2015, y vale la pena preguntarse cómo continuará esta tragedia después de las elecciones de medio término. Cristina Fernández, la PresidenteVice, ha ordenado –al igual que hizo entonces- quemar los dólares que quedan para impedir una corrida cambiaria, imprimir todos los papelitos de colores necesarios para ilusionar al Conurbano bonaerense, reprimir artificialmente la inflación que esa emisión provoca y fundir a quien sea con tal de mantener congeladas las tarifas de servicios públicos y medicina privada, y aumentar los subsidios a la energía, otro enorme agujero que drena las reservas, ya de por sí casi inexistentes. Y por supuesto, tomar por asalto, no el Palacio de Invierno, sino todas las cajas estatales disponibles.
Los timbres que apretábamos están secos, Argentina se cayó del mapa y nadie vendrá en nuestro auxilio, salvo quizás Xi Jinping; si se presenta, no quiero imaginar cuánta más soberanía recibirá de regalo (¿la hidrovía, tal vez, más bases militares y también nuevas centrales atómicas?). Curiosamente, quienes tanto repudian una teórica dependencia nacional del “Imperio” del norte, no dudan en entregarse maniatados de pies y manos a China, a Rusia y a Irán. Hay una antigua broma que dice que, cuando un hombre se entera que su mujer le es infiel, si es italiano, la mata; si es turco mata a ella y a su amante; si es francés, se suicida; y si es un progre argentino, va a tirar piedras a la Embajada de Estados Unidos.
Las locuras que enumeré tienen fecha de vencimiento: el día siguiente a las elecciones, si es que antes no salta todo por el aire y la realidad impone un nuevo “rodrigazo”. El kirchnerismo, gane o pierda bancas, deberá enfrentarla sin armas monetarias, con menguantes recursos fiscales y con un creciente descontento social, que ya resulta inocultable. La falta de vacunas y la corrupción e impunidad que rodean al tema, la proliferación del narcotráfico, la inseguridad ciudadana y la ausencia del Estado en los barrios carenciados, la inflación y la pérdida del poder adquisitivo, la desocupación, la pobreza y la miseria están golpeando terriblemente a todos los conurbanos y, si no fuera por los punteros oficialistas, ya habrían estallado con consecuencias por completo impredecibles.
El kirchnerismo, en bloque, cometió el jueves en Diputados otra canallada sin nombre al rechazar una modificación, propuesta por la oposición, a la ley de vacunas para permitir la importación de la única viable para los aproximadamente cien mil chicos con enfermedades graves y preexistentes; el Presidente Clown rectificó el rumbo –una vez más- el viernes mediante un decreto, con la pretensión de hacerse de la autoría. Con 95.000 muertos por Covid, sólo explicables por la corrupción y la absurda posición ideológica del Gobierno, ya no alcanzan los adjetivos para calificarlo y preguntarnos cómo fue que votamos otra vez a quien nos trajo hasta este presente tan trágico y terminal. Pero, como dijo Juan José Campanella, “no dejemos que la inmensa corrupción tape la gestión; la gestión fue peor”.
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por Enrique Guillermo Avogadro
“Quizás … el secreto de la gobernabilidad peronista no radique tanto
en su alianza social sino en su modo despiadado de ejercer el poder”.
Jorge Fernández Díaz.
El inconstitucional, arbitrario e infundado aislamiento que el Gobierno está nuevamente imponiendo a la ciudadanía, traducido ahora en la limitación de reingreso de argentinos que se encuentran en el exterior, no hace más que ratificar el acierto de la calificación que otorgó MSCI –una compañía evaluadora de reputación internacional- al país, haciéndolo descender dos peldaños hacia el infierno: la Argentina se ha quedado sola –“stand alone”– y entregada a su suerte.
La situación nos recuerda qué sucede en Cuba desde hace más de sesenta años y en Venezuela en las dos últimas décadas: sus habitantes, impedidos por sus regímenes totalitarios de vivir en libertad y hambreados compulsivamente, se ven obligados a emigrar y, en el primer caso la fuga se concreta en precarias balsas que exponen a frecuentes naufragios mortales a quienes prefieren el exilio a los paraísos comunistas. Gracias a Dios, ahora los Fernández respaldan a Nicolás Maduro y a Daniel Ortega, y hasta a Gildo Insfrán, todos grandes campeones de los derechos humanos.
En poco tiempo más quizás deberemos recurrir a similares métodos para llegar a Uruguay, dado que se ha cerrado casi herméticamente la puerta de Ezeiza. El disparate hizo que muchas compañías hayan anunciado la exclusión de nuestro país de sus operaciones aéreas –si no nos aplican la reciprocidad, con suerte seremos cautivos de Aerolíneas Argentinas- y está trabando por completo el tráfico de cargas; nadie vuela aviones vacíos. Por supuesto, también influyen en esa situación, y mucho, el cepo cambiario, las negativas a los importadores que requieren divisas y la imposibilidad para los exportadores extranjeros de obtener seguros de cobro, por el impago al Club de Paris, para los bienes que nos vendían.
Como tantas otras medidas (la renovada “guerra gaucha”, el cierre de las exportaciones de carnes, los avances sobre la propiedad privada, la intervención en el mercado de alquileres, etc.) de este autocalificado “gobierno de científicos”, ésta sólo es otra jabalina arrojada sobre la clase media, la que paga rigurosamente sus impuestos para sostener el clientelismo y el latrocinio que está destruyendo lo poco que quedaba en pie después de la “década ganada” kirchnerista. A la vez, sirve de leña para la hoguera de resentimiento, lucha de clases y división social que propuso Ernesto Laclau y la PresidenteVice compró a sobre cerrado.
Ahora bien, estamos en un escenario muy similar a aquél que existía a fines de 2015, y vale la pena preguntarse cómo continuará esta tragedia después de las elecciones de medio término. Cristina Fernández, la PresidenteVice, ha ordenado –al igual que hizo entonces- quemar los dólares que quedan para impedir una corrida cambiaria, imprimir todos los papelitos de colores necesarios para ilusionar al Conurbano bonaerense, reprimir artificialmente la inflación que esa emisión provoca y fundir a quien sea con tal de mantener congeladas las tarifas de servicios públicos y medicina privada, y aumentar los subsidios a la energía, otro enorme agujero que drena las reservas, ya de por sí casi inexistentes. Y por supuesto, tomar por asalto, no el Palacio de Invierno, sino todas las cajas estatales disponibles.
Los timbres que apretábamos están secos, Argentina se cayó del mapa y nadie vendrá en nuestro auxilio, salvo quizás Xi Jinping; si se presenta, no quiero imaginar cuánta más soberanía recibirá de regalo (¿la hidrovía, tal vez, más bases militares y también nuevas centrales atómicas?). Curiosamente, quienes tanto repudian una teórica dependencia nacional del “Imperio” del norte, no dudan en entregarse maniatados de pies y manos a China, a Rusia y a Irán. Hay una antigua broma que dice que, cuando un hombre se entera que su mujer le es infiel, si es italiano, la mata; si es turco mata a ella y a su amante; si es francés, se suicida; y si es un progre argentino, va a tirar piedras a la Embajada de Estados Unidos.
Las locuras que enumeré tienen fecha de vencimiento: el día siguiente a las elecciones, si es que antes no salta todo por el aire y la realidad impone un nuevo “rodrigazo”. El kirchnerismo, gane o pierda bancas, deberá enfrentarla sin armas monetarias, con menguantes recursos fiscales y con un creciente descontento social, que ya resulta inocultable. La falta de vacunas y la corrupción e impunidad que rodean al tema, la proliferación del narcotráfico, la inseguridad ciudadana y la ausencia del Estado en los barrios carenciados, la inflación y la pérdida del poder adquisitivo, la desocupación, la pobreza y la miseria están golpeando terriblemente a todos los conurbanos y, si no fuera por los punteros oficialistas, ya habrían estallado con consecuencias por completo impredecibles.
El kirchnerismo, en bloque, cometió el jueves en Diputados otra canallada sin nombre al rechazar una modificación, propuesta por la oposición, a la ley de vacunas para permitir la importación de la única viable para los aproximadamente cien mil chicos con enfermedades graves y preexistentes; el Presidente Clown rectificó el rumbo –una vez más- el viernes mediante un decreto, con la pretensión de hacerse de la autoría. Con 95.000 muertos por Covid, sólo explicables por la corrupción y la absurda posición ideológica del Gobierno, ya no alcanzan los adjetivos para calificarlo y preguntarnos cómo fue que votamos otra vez a quien nos trajo hasta este presente tan trágico y terminal. Pero, como dijo Juan José Campanella, “no dejemos que la inmensa corrupción tape la gestión; la gestión fue peor”.
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
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Cel. en Argentina (+54911) o (15) 4473 4003
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E.mail: ega1@avogadro.com.ar
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Julio 3, 2021
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