El Atlántico Sur es el escenario geopolítico para la inserción de Argentina en el mundo. Las relaciones de poder en ese escenario hacen al interés vital de nuestro país como nación. A principios del Siglo XIX Gran Bretaña , que como primera potencia mundial de su tiempo dominaba los mares utilizo a Ciudad del Cabo (Sudáfrica) como punto de partida para cruzando el Atlántico Sur invadir las posesiones españolas en el Río de la Plata y así ganarlas para su imperio. Desde entonces, su presencia e influencia como potencia naval , política y económico-financiera ha sido determinante en este espacio marítimo y en el Río de la Plata. Esa influencia se ha mantenido aún después del eclipse de Gran Bretaña luego de la II Guerra Mundial. Solo quedo aferrada a las Islas Malvinas de las que se apropió ilegítimamente en el año 1883. En el año 1982 la Guerra de Malvinas marcó la primera reacción de la Argentina contra el “usurpador británico”. Pero esta vez los británicos no pudieron utilizar Ciudad del Cabo porque Sudáfrica aún siendo miembro del Commwealth le negó su uso contra la Argentina. Nuestro país tiene sobrados fundamentos para agradecer el gesto sudafricano y darle la bienvenida a la aparición de Sudáfrica como un factor de poder no británico en el Atlántico Sur. Sin embargo, en el año 1983 el Gobierno Argentino no actuó correspondiendo a ese gesto amistoso y rompió relaciones diplomáticas por razones idealistas y estériles ya que ninguna de las grandes potencias rompió relaciones ni aún Brasil que podría haber tenido más razones para ello. Fue un ejemplo más de la ceguera política y la falta de personalidad de su política exterior. En una acción totalmente personal me traslade a Sudáfrica para impulsar la apertura de Sudáfrica al incipiente Mercosur en el año 1991 luego de haberse anunciado la liberación de Nelson Mandela y con ello la decisión del Gobierno Argentino de reestablecer relaciones diplomáticas el 8 de agosto de ese año. Obtuve el apoyo incondicional de los Premios Nobeles Nelson Mandela y Williams de Klerl. Los grandes medios de prensa se referían a mi persona como el puente entre África y Sudamérica. Triunfaron los afectos personales tanto en esferas oficiales como privadas. Funde así la Southern Africa South America Trade Association que es una organización “sin fines de lucro” para promover la alianza Sur-Sur, el llamado Eje Ciudad del Cabo-Buenos Aires-Santiago de Chile. En esos tiempos Antonio Cafiero era el Embajador de Argentina en Chile y promovió el hermanamiento de Santiago con Buenos Aires. Yo tuve que esperar 25 años para que Ciudad del Cabo y Buenos Aires firmaran acuerdos de cooperación y entendimiento lo que refleja la poca visión estratégica de la Argentina que con un enorme litoral marítimo y pese a los inmensos recursos marítimos no los protege y explota como debería ser. Ciudad del Cabo es una plataforma estratégica para llegar a las Malvinas y a la Antártida.
Una gestión privada, pero con una gran trascendencia política que llevo a los observadoras a considerarme un “Mr. Argentina” una suerte de embajador no oficial de buena voluntad. Al actuar desprovisto de cualquier sentimiento prejuicio racial logre el apoyo de toda la comunidad social y los medios políticos que surgieron con la nueva democracia, la última en el Hemisferio Sur.
La labor y la lucha por lograr los objetivos fundacionales de SASATA no han sufrido ni han hecho mella por la falta de apoyo oficial de los muchos Gobiernos que han pasado desde el año 1994 a la fecha.
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1994-2019
El Atlántico Sur es el escenario geopolítico para la inserción de Argentina en el mundo. Las relaciones de poder en ese escenario hacen al interés vital de nuestro país como nación. A principios del Siglo XIX Gran Bretaña , que como primera potencia mundial de su tiempo dominaba los mares utilizo a Ciudad del Cabo (Sudáfrica) como punto de partida para cruzando el Atlántico Sur invadir las posesiones españolas en el Río de la Plata y así ganarlas para su imperio. Desde entonces, su presencia e influencia como potencia naval , política y económico-financiera ha sido determinante en este espacio marítimo y en el Río de la Plata. Esa influencia se ha mantenido aún después del eclipse de Gran Bretaña luego de la II Guerra Mundial. Solo quedo aferrada a las Islas Malvinas de las que se apropió ilegítimamente en el año 1883. En el año 1982 la Guerra de Malvinas marcó la primera reacción de la Argentina contra el “usurpador británico”. Pero esta vez los británicos no pudieron utilizar Ciudad del Cabo porque Sudáfrica aún siendo miembro del Commwealth le negó su uso contra la Argentina. Nuestro país tiene sobrados
fundamentos para agradecer el gesto sudafricano y darle la bienvenida a la aparición de Sudáfrica como un factor de poder no británico en el Atlántico Sur. Sin embargo, en el año 1983 el Gobierno Argentino no actuó correspondiendo a ese gesto amistoso y rompió relaciones diplomáticas por razones idealistas y estériles ya que ninguna de las grandes potencias rompió relaciones ni aún Brasil que podría haber tenido más razones para ello. Fue un ejemplo más de la ceguera política y la falta de personalidad de su política exterior. En una acción totalmente personal me traslade a Sudáfrica para impulsar la apertura de Sudáfrica al incipiente Mercosur en el año 1991 luego de haberse anunciado la liberación de Nelson Mandela y con ello la decisión del Gobierno Argentino de reestablecer relaciones diplomáticas el 8 de agosto de ese año. Obtuve el apoyo incondicional de los Premios Nobeles Nelson Mandela y Williams de Klerl. Los grandes medios de prensa se referían a mi persona como el puente entre África y Sudamérica. Triunfaron los afectos personales tanto en esferas oficiales como privadas. Funde así la Southern Africa South America Trade Association que es una organización “sin fines de lucro” para promover la alianza Sur-Sur, el llamado Eje Ciudad del Cabo-Buenos Aires-Santiago de Chile. En esos tiempos Antonio Cafiero era el Embajador de Argentina en Chile y promovió el hermanamiento de Santiago con Buenos Aires. Yo tuve que esperar 25 años para que Ciudad del Cabo y Buenos Aires firmaran acuerdos de cooperación y entendimiento lo que refleja la poca visión estratégica de la Argentina que con un enorme litoral marítimo y pese a los inmensos recursos marítimos no los protege y explota como debería ser. Ciudad del Cabo es una plataforma estratégica para llegar a las Malvinas y a la Antártida.
Una gestión privada, pero con una gran trascendencia política que llevo a los observadoras a considerarme un “Mr. Argentina” una suerte de embajador no oficial de buena voluntad. Al actuar desprovisto de cualquier sentimiento prejuicio racial logre el apoyo de toda la comunidad social y los medios políticos que surgieron con la nueva democracia, la última en el Hemisferio Sur.
La labor y la lucha por lograr los objetivos fundacionales de SASATA no han sufrido ni han hecho mella por la falta de apoyo oficial de los muchos Gobiernos que han pasado desde el año 1994 a la fecha.
Francisco Benard
Abogado, Analista Político
Ex-Diplomático
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 9, 2019