CARAS Y CARETAS* – ABRIL DE 1901 . DEFRAUDACIONES Y CUATRERISMO EN CHACABUCO

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Los continuados robos de hacienda que se venían cometiendo en el partido de Chacabuco, realizados por ladrones desconocidos y que tenían desde hace algunos años en constante alarma a los estancieros, exigieron la intervención de la policía, quién después de hábiles pesquisas y de labor no muy fácil, dio con el domicilio del jefe de los cuatreros, detuvo algunos de éstos y pudo devolver a sus dueños parte de los animales robados.

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La cabeza dirigente de tales amigos de lo ajeno créase era el estanciero Van Zuylen, que en vez de preocuparse de refinar ovejas, vacas y caballos, había encontrado el medio de crearse una fortuna con los caballos, las vacas y la ovejas de los demás. Hombre de suerte, había logrado que nadie lo señalara como autor de los robos y aún se dice que hace poco tiempo había ganado noventa mil pesos a la lotería.

El cuatrerismo en Chacabuco estaba montado a la alta escuela. No se trataba de un pobre diablo, sin hogar, sin abrigo, que recorre campo y se apodera de un mísero caballejo o carnea una oveja para alimentarse. En esta ocasión la policía se ha encontrado con una cuadrilla de individuos, algunos de ellos en buena posición, que con criterio proudhoniano determinaron convertirse en grandes estancieros.

Robaban en distintos puntos del partido y se repartían equitativamente las ganancias. En cuanto a las marcas de los animales robados, trataban de de que desapareciesen como Dios les daba a entender, si es que Dios da a entender semejantes cosas.

Arrancaban un trozo de cuero, lo quemaban con fuego o con un ácido, todo ello torpemente, pues los encargados de recuperar el producto de las cuatrerías, no les ha sido tarea imposible de averiguar la procedencia de caballos y vacas que, con la marca borrada groseramente, encontraron en poder de diferentes personas. Se supone que Van Zuylen era el que más partido sacaba de las provechosas empresas llevadas a cabo por su gavilla. Se reservaba la parte del león y había conseguido imponerse a sus cómplices, quienes le suponían provisto de alguna gracia celestial que le hacía invisible e ignorado como cuatrero a los ojos de las autoridades.

Los robados ponían el grito en el cielo lamentándose de lo que les pasaba. Y se hubiesen quedado afónicos de tanto gritar, a no ser por la intervención de comisarios y jueces.

Los empleados que llegaron de La Plata, pusiéronse a la tarea con ahínco y el resultado no se hizo esperar. Fueron detenidos Rafael Casco, Abel Cadelago, Estanislao Chaparro y muchos otros cuyos nombres pueden leerse en esta página y en la anterior. En las indagaciones efectuadas, la policía reservaba verdaderas sorpresas a los vecinos de Chacabuco. En los campos donde a nadie se le hubiera ocurrido hacer una visita de inspección, han sido hallados animales cuya desaparición databa de hace ya bastante tiempo y entre los que fueron citados u detenidos por indicaciones de los que corrían con la investigación, hay algunas personas cuyo encarcelamiento ha producido sensación entre el vecindario.

El soldado de policía que figura como compañero o auxiliar de Van Zuylen, llámase Honorario Leguizamón. En el campo del jefe de la cuadrilla hallábase el referido agente, acompañando a la comisión parcial de estancieros y encargado de la vigilancia del detenido Telmo Ortega, cuando el señor Thorme pudo observar que el vigilado escribía apoyando el papel sobre una pierna, en lo que parecía fijarse Leguizamón. Registradas las ropas de éste, encontráronse en ellas Cincuenta y Nueve Pesos, cuyo origen o medio de adquisición no supo explicar.

El vigilante hallábase preso a su vez y del interrogatorio a que fue sometido, resultó un nuevo camino que seguir en la laboriosa pesquisa.

Al fin, como la fortuna se cansa de mimar a sus favoritos, Van Zuylen, al saberse descubierto, huyó sin dejar rastros. No así varios de sus cómplices, entre ellos el citado agente, que se hallan en poder de la justicia.

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Han trabajado en esta pesquisa el Comisario Inspector señor Villafañe, el Comisario de Mercedes señor Rojas, el doctor Llosa y varios más y simultáneamente ha debido intervenir en otro no memos ruidoso asunto como es el de la venta de tierras de Guardias Nacionales. En esta embrollada madeja aparece complicado en primer término, Carlos A, Pécora, pero se sabe que existen otras personas enredadas en aquella.

 

*Revista Caras y Caretas, es un conocido semanario argentino publicado en diferentes períodos históricos. Su primera, y más exitosa versión, se imprimió entre 1898 y 1939 basada en la publicación uruguaya del mismo nombre que se editó entre 1890 y 1897. Posteriormente volvió a publicarse en Argentina el 10 de octubre de 1951 (Editorial Haynes, números 2140 al 2186), en 1982, y desde 2005 hasta la actualidad. Wikipedia

 


PrisioneroEnArgentina.com

Octubre 10, 2021


 

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