Respetable Capitán Eugenio Vilardo, luego de leer su escrito: “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, le diré que mucho lamento su triste situación. A pesar de ello, apretando los dientes y sin ilusionarse hay que luchar y darle para adelante, aceptando la realidad. Usted, yo y todos los adultos mayores en prisión por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad (según en qué parte de la grieta cada uno se encuentre) desde el mismo momento en que fuimos imputados ESTAMOS MUERTOS. Pasamos a ser simples subhumanos a disposición de los Semidioses de la “memoria, verdad y justicia”. Destaco que en estas circunstancias los milagros no existen y que rezar no alcanza. Por supuesto que la ciudadanía es indiferente, como policía que fui durante 31 años vi y sufrí viendo lo que pasa o lo que no pasa, cada vez que un efectivo hombre o mujer es asesinado por servir y proteger. Así fue siempre y así seguirá siendo, ya que Argentina es un país con una mayoría de gente desagradecida, sin sensibilidad alguna por el prójimo. Los peores, desgraciadamente, son aquellos que usan nuestros mismos uniformes, sean de la fuerza que sean. Para ellos somos contagiosos leprosos de los que huyen despavoridos, porque son guerreros de fogueo y no dominan sus miedos. A tanto llegan estos, que son incapaces de poner tan siquiera una firma por alguno de nosotros, que por estar irremediablemente presos somos “los más bobos del barrio”. Los vivos y ligeros, gozan de buena salud en libertad junto a sus respectivas familias. Nosotros somos solo un lastre para nuestras respectivas esposas ya mujeres adultas mayores. Todas con gran tristeza por lo que nos pasa, son las que sobrellevan el mayor peso de esta anómala situación y así no pocas, ya fallecieron. Muy lamentable es que se guarde tanto silencio y que estemos en un individual, “sálvese quien pueda” cuando en realidad todos tendríamos que unirnos para hacernos escuchar y decir: BASTA DE INIQUIDAD. El problema de los presos y nosotros lo somos, lo deben solucionar los mismos presos, cueste lo que cueste. De no alcanzarse ello, por lo menos habremos actuado con la dignidad que nos impone el uniforme que alguna vez con tanto orgullo vestimos.
Atentamente
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Claudio Kussman
Comisario Mayor (R)
Policía Pcia. Buenos Aires
Noviembre 28, 2019
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“No temas ni a la prisión, ni a la pobreza, ni a la muerte. Teme al miedo”
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LOS GUERREROS DE FOGUEO NO DOMINAN EL MIEDO
Por CLAUDIO KUSSMAN
Respetable Capitán Eugenio Vilardo, luego de leer su escrito: “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, le diré que mucho lamento su triste situación. A pesar de ello, apretando los dientes y sin ilusionarse hay que luchar y darle para adelante, aceptando la realidad. Usted, yo y todos los adultos mayores en prisión por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad (según en qué parte de la grieta cada uno se encuentre) desde el mismo momento en que fuimos imputados ESTAMOS MUERTOS. Pasamos a ser simples subhumanos a disposición de los Semidioses de la “memoria, verdad y justicia”. Destaco que en estas circunstancias los milagros no existen y que rezar no alcanza. Por supuesto
que la ciudadanía es indiferente, como policía que fui durante 31 años vi y sufrí viendo lo que pasa o lo que no pasa, cada vez que un efectivo hombre o mujer es asesinado por servir y proteger. Así fue siempre y así seguirá siendo, ya que Argentina es un país con una mayoría de gente desagradecida, sin sensibilidad alguna por el prójimo. Los peores, desgraciadamente, son aquellos que usan nuestros mismos uniformes, sean de la fuerza que sean. Para ellos somos contagiosos leprosos de los que huyen despavoridos, porque son guerreros de fogueo y no dominan sus miedos. A tanto llegan estos, que son incapaces de poner tan siquiera una firma por alguno de nosotros, que por estar irremediablemente presos somos “los más bobos del barrio”. Los vivos y ligeros, gozan de buena salud en libertad junto a sus respectivas familias. Nosotros somos solo un lastre para nuestras respectivas esposas ya mujeres adultas mayores. Todas con gran tristeza por lo que nos pasa, son las que sobrellevan el mayor peso de esta anómala situación y así no pocas, ya fallecieron. Muy lamentable es que se guarde tanto silencio y que estemos en un individual, “sálvese quien pueda” cuando en realidad todos tendríamos que unirnos para hacernos escuchar y decir: BASTA DE INIQUIDAD. El problema de los presos y nosotros lo somos, lo deben solucionar los mismos presos, cueste lo que cueste. De no alcanzarse ello, por lo menos habremos actuado con la dignidad que nos impone el uniforme que alguna vez con tanto orgullo vestimos.
Atentamente
[ezcol_1half]Claudio Kussman
Comisario Mayor (R)
Policía Pcia. Buenos Aires
Noviembre 28, 2019
[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]Giacomo Leopardi (1798-1837)
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 28, 2019