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  Por Vivian Ward.

Incluso en la capital del placer de Venecia del siglo XVIII, los orígenes de Casanova fueron menos que de sangre azul. No nacido en la alta aristocracia veneciana ni en la clase de comerciantes respetables, nació en abril de 1725 de dos actores, Gaetano Casanova y Zanetta Farussi. Ambas figuras paternas se convertirían en arquetipos para el joven Casanova: el último por abandonarlo y teñir para siempre su asociación con las mujeres, el primero por poner en duda la paternidad de su hijo.

Más tarde, Casanova especuló que tal vez su padre no era el humilde actor parmesano, sino Michele Grimani, el dueño del teatro que empleaba a los Casanova. Ser el mestizo bastardo de una cortesana y un noble veneciano estaba mucho más a la moda para el bon vivant educado. Independientemente, Casanova se crió en esta familia ecléctica y bohemia, principalmente por su abuela Marzia después de que su padre muriera y su madre comenzara a viajar por Europa. Giacomo Casanova era un niño desgarbado, considerado lento y propenso a las hemorragias nasales.

El veneciano Giacomo Casanova, hijo de comediantes, sedujo a 122 mujeres, según cuenta él mismo en su libro Historia de mi vida, unas memorias que escribió después de cumplir 60 años por prescripción médica. Muy discreto, Casanova menciona a sus conquistas con seudónimos, auqnue los historiadores han identificado a la mayoría.

Los que estudian la vida de este italiano (casanovistas) aseguran que entre sus encantos, además de su buen porte, destacaba ser un auténtico erudito del siglo de las luces: ingeniero, violinista, filólogo, escritor de comedias y autor de ciencia ficción, matemático, químico, geógrafo… Además, viajó por toda Europa y trató con personajes como Voltaire, Catalina la Grande, Benjamin Franklin y Mozart, a quien ayudó a componer una pieza de Don Giovanni. También fundó la lotería nacional de Francia, fue espía para el rey Luis XV en Francia y encabezó la única fuga conocida de la prisión de la Inquisición en Venecia.

Hijo de un actor, Casanova fue expulsado cuando era joven del seminario de San Cipriano por conducta escandalosa y se lanzó a una carrera colorida y disoluta. Después de un tiempo al servicio de un cardenal católico romano, fue violinista en Venecia, se unió a la Orden Masónica (1750) en Lyon y luego viajó a París, Dresde, Praga y Viena. De vuelta en Venecia en 1755, Casanova fue denunciado como mago y condenado a cinco años en los Piombi, cárceles bajo el techo del Palacio Ducal. El 31 de octubre de 1756 elaboró una fuga espectacular y se dirigió a París, donde introdujo la lotería en 1757 y se hizo una reputación financiera y un nombre entre la aristocracia. Dondequiera que iba, Casanova confiaba en el encanto personal para ganar influencia y en el juego y la intriga para mantenerse.

Huyendo de sus acreedores en París en 1760, asumió el nombre de Chevalier de Seingalt (que conservó durante el resto de su vida) y viajó al sur de Alemania, Suiza (donde conoció a Voltaire), Saboya, sur de Francia, Florencia (de donde fue expulsado) y Roma. También pasó algún tiempo en Londres. En Berlín (1764) Federico II le ofreció un puesto. Casanova se trasladó a Riga, San Petersburgo y Varsovia. Un escándalo seguido de un duelo lo obligó a huir y finalmente buscó refugio en España. Permitido regresar al territorio veneciano entre 1774 y 1782, actuó como espía de los inquisidores del estado venecianos. Pasó sus últimos años (1785-1798) en Bohemia como bibliotecario del conde von Waldstein en el castillo de Dux.  

 


PrisioneroEnArgentina.com

Octubre 23, 2022


 

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