Reflexión y comentario sobre el editorial del diario La Nación,
El Paro Del Miedo
Escribe Silvio Pedro Pizarro.
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EL PARO DEL MIEDO
Editorial del diario La Nación
No ven la realidad”, fue la crítica que el presidente Mauricio Macri tuvo que escuchar en aquella cena que dio lugar a tanta polémica, por la forma y por el fondo. Tal vez fue un remate innecesario, luego de un mes de marzo con seis marchas y 500 piquetes en contra de las políticas del gobierno nacional señalando la misma ceguera.
La realidad es que durante 12 años no se invirtió en redes eléctricas pues las tarifas estaban congeladas y las empresas distribuidoras, en cesación de pagos. Lo mismo ocurrió con el gas natural, el transporte de personas, la producción de hidrocarburos y una larguísima lista de etcéteras. Durante años no se conocieron estadísticas de inflación y, de esa forma, se ocultó la pobreza, para no “estigmatizar” a los pobres. Se incrementó el empleo público para realizar clientelismo y encubrir la destrucción del empleo privado. Se incorporaron al sistema jubilatorio tres millones de personas sin aportes y ocho millones a los planes sociales sin financiación alguna. Desapareció la inversión productiva mientras la inversión pública se planeó con finalidades privadas. Las obras se diseñaron para inflar costos y cobrar retornos. Las importaciones de gas, para negociados del poder. Se cubrió el déficit con emisión monetaria y deuda interna, alcanzando récords mundiales de inflación.
Durante 12 años se generó, desarrolló y ocultó un tumor gigantesco en el cuerpo social de la República. Ahora que llega el momento de extirparlo, se irrumpe en el quirófano y se acusa al cirujano de crueldad, pues el enfermo lucía mucho mejor cuando aún estaba en su casa, bien diferente que ahora, con un tajo en el abdomen, respiración artificial y las crueles manchas de la sangre.
“No ven la realidad”, repiten los dirigentes sindicales, los gremios docentes, los activistas de la memoria y los kirchneristas de la victoria, mostrando las fotos sacadas en el quirófano e ignorando las ecografías anuales que anunciaban la gravedad de la neoplasia.
La realidad es que todos ellos conocen la herencia recibida y todos tienen buenas razones para distribuir helicópteros amarillos en sus marchas, pues todos tienen miedo al cambio.
El kirchnerismo tiene miedo pues necesita volver al poder para evitar la cárcel de sus principales dirigentes. Ésa es la verdad cruda y dura: no los motiva una ética solidaria ni una épica de justicia social. Son acusaciones gravísimas que están en la raíz de la tumefacción: el diseño de estructuras para la corrupción, el armado de asociaciones ilícitas, la traición a la patria y hasta el posible asesinato de un fiscal de la Nación. Corrupción en la obra pública, en la provisión de gas licuado y de agua, en los negocios con Venezuela, en las contrataciones a través de universidades nacionales, en el manejo de subsidios, exhibiciones y festivales; en las compras de trenes, en la gestión de Aerolíneas y en las adquisiciones torcidas, en todos los ministerios. Ahí están la valija de Antonini, los bolsos de López, el dragón de Carbone, las cajas de Florencia, la bóveda de Báez y los fajos de La Rosadita.
Los sindicalistas también tienen miedo. Saben que guardaron silencio durante el gobierno de los Kirchner y, como buenos hombres de negocios, entienden perfectamente la coyuntura actual. Pero también saben que si la Argentina se convierte en un país en serio, desaparecerá el esquema de poder mediante el cual hicieron política y dinero en lugar de mejorar el nivel de vida de los asalariados y aumentar el empleo. Saben bien que el desempleo, la pobreza y la marginación tienen su causa en la “década ganada” que tanto aplaudieron y ahora rememoran.
¿Creerán acaso que subiendo las retenciones al campo, revirtiendo los aumentos de tarifas y aumentando los sueldos por encima de la inflación se logrará una patria justa, libre y soberana? Nadie lo cree, pero el kirchnerismo descoloca a los gremialistas y éstos tienen sus propios miedos ante un futuro de cambio en serio.
Tienen miedo de mostrar si sus manos están limpias y de explicar patrimonios personales, como condición indispensable para predicar desde la tribuna. Tienen miedo de que se auditen los fondos que han administrado sin control, como las obras sociales o los muchos aportes arrebatados al homologarse sus convenios colectivos.
Algo de eso puede explicar la inaceptable amenaza formulada ayer por el titular del Sindicato de Peones de Taxis, Omar Viviani, a sus propios compañeros, cuando llamó a “dar vuelta los autos” de los taxistas que no se adhirieran al paro de mañana. Se trata de una amenaza agravada y una incitación a la violencia y al delito, además de una atentado contra la libertad de trabajar, que no puede ser paliada por la posterior retractación del sindicalista, cuando explicó que se le “salió la cadena”. Ninguna persona que actúa de ese modo puede estar al frente de un gremio; su lugar debería ser la prisión.
Tienen miedo los activistas de los derechos humanos que acusan a la gobernadora Vidal de ser una asesina que mata de hambre a la gente y “lleva comida podrida a los chicos a los comedores”. Más que miedo, es desesperación. Cuando reivindican al ERP y a Montoneros en realidad demuestran su pavor de que se hagan públicos expedientes que el kirchnerismo mantuvo secretos. Las indemnizaciones indebidas, mediante trámites torcidos, todavía ocultos al escrutinio público por tratarse de datos “sensibles”. Así como los desvíos de recursos en planes como Sueños Compartidos, la Universidad de las Madres o los administrados por Milagro Sala.
Tienen miedo quienes se desgañitan gritando que “no ven la realidad”, aferrándose a designaciones clientelistas aun a sabiendas del costo que implica para la sociedad mantenerlos, natural correlato del desempleo en el sector privado. Tienen miedo quienes operan en estructuras de corrupción en áreas críticas, como la seguridad, la Aduana o la salud; en particular, a perder los vínculos con el narcotráfico, los contenedores truchos, los medicamentos adulterados y las licitaciones amañadas.
El paro de mañana es a sabiendas de que el principal obstáculo a la inversión es la duda acerca de la capacidad del Gobierno para introducir cambios duraderos, teniendo minorías parlamentarias frente a poderosísimos intereses creados. El paro pretende demostrar que el pasado tiene más fuerza que el futuro, que esa capacidad no existe y que lograrán la profecía autocumplida.
Será entonces otro paro teatral, con consignas falsas y de palabras huecas. Impulsado por el miedo de que la República cambie hacia una nación más normal, donde se retribuya el mérito, se aplauda el esfuerzo y se libere al Estado de quienes lucran de lo público en forma inmerecida o ilegal, destruyendo el empleo y expulsando la pobreza. Quienes no advierten esto no ven la realidad.
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¡”CHAPEAU”! LA NACIÓN
Por Silvio Pedro Pizarro.
El editorial de hoy miércoles 5 del diario La Nación. “El paro del miedo” es un documento extraordinario que merece ser calificado, además, como un artículo de colección, según lo denomina un caro amigo mio de la red social, Enrique Stel.
En honor a su injusta situación de preso político que ostenta con dignidad, van estos comentarios relacionados con el admirable editorial.
Cuando el artículo expresa que “No ven la realidad” los dirigentes sociales, los gremios docentes, los activistas de la memoria y los kirchneristas de la victoria, me permito agregar por razones bien fundadas, a los jueces y fiscales que procesan a los acusados de delitos de lesa humanidad y a un núcleo importante de periodistas en el ámbito radial y televisivo. Cuando expresa “No ven la realidad” en el manejo de subsidios, exhibiciones y festivales; en la compra de trenes, en la gestión de Aerolíneas y en las adquisiciones torcidas, en todos los ministerios, me permito agregar que tampoco la ven en el corrupto organismo ANSES, no auditado ni investigado por razones no aclaradas, pero que ha sufrido los mayores saqueos y desfalcos en favor de las arcas de los jerarcas kirchneristas, en perjuicio inhumano de millones de jubilados.
Cuando expresa que los activistas de derechos humanos, cuando reivindican al ERP y a Montoneros, en realidad demuestran su pavor de que se hagan públicos expedientes que el kircnerismo mantuvo secretos, me permito agregar que tienen miedo de que salga a conocimiento público la farsa de los juicios ilegales llevados a cabo, en nombre de los derechos humanos, por una justicia mercenaria que todavía continúa prevaricando.
Cuando expresa tienen miedo quienes operan en estructuras de corrupción en áreas críticas, como la seguridad, la Aduana o la Salud, me permito agregar las dos estructuras faltantes en la enumeración y que ya fueron objeto de nuestra atención.
El área de la previsión social donde ANSES otorgó jubilaciones a decenas de miles de extranjeros de países limítrofes y repartió fondos e indemnizaciones de la caja de jubilados por orden de la expresidente, y el área de la justicia federal , una estructura de corrupción incalificable por tratarse del atropello absoluto a los derechos humanos.
Por último, me permito agregar que al procurar la vuelta al anterior gobierno es porque tienen miedo al fallo de la justicia y de la sociedad por la criminal acción cometida por dejar vacías las aulas de los colegios públicos, en perjuicio de millones de niños argentinos, por motivos ajenos a los convenios salariales, y que responden a la complicidad con organizaciones sindicales de ultra izquierda y movimientos piqueteros y subversivos.
De ahí la realidad de un editorial sin desperdicios, “El paro del miedo”.
Reflexión y comentario sobre el editorial del diario La Nación,
El Paro Del Miedo
Escribe Silvio Pedro Pizarro.
EL PARO DEL MIEDO
Editorial del diario La Nación
No ven la realidad”, fue la crítica que el presidente Mauricio Macri tuvo que escuchar en aquella cena que dio lugar a tanta polémica, por la forma y por el fondo. Tal vez fue un remate innecesario, luego de un mes de marzo con seis marchas y 500 piquetes en contra de las políticas del gobierno nacional señalando la misma ceguera.
La realidad es que durante 12 años no se invirtió en redes eléctricas pues las tarifas estaban congeladas y las empresas distribuidoras, en cesación de pagos. Lo mismo ocurrió con el gas natural, el transporte de personas, la producción de hidrocarburos y una larguísima lista de etcéteras. Durante años no se conocieron estadísticas de inflación y, de esa forma, se ocultó la pobreza, para no “estigmatizar” a los pobres. Se incrementó el empleo público para realizar clientelismo y encubrir la destrucción del empleo privado. Se incorporaron al sistema jubilatorio tres millones de personas sin aportes y ocho millones a los planes sociales sin financiación alguna. Desapareció la inversión productiva mientras la inversión pública se planeó con finalidades privadas. Las obras se diseñaron para inflar costos y cobrar retornos. Las importaciones de gas, para negociados del poder. Se cubrió el déficit con emisión monetaria y deuda interna, alcanzando récords mundiales de inflación.
Durante 12 años se generó, desarrolló y ocultó un tumor gigantesco en el cuerpo social de la República. Ahora que llega el momento de extirparlo, se irrumpe en el quirófano y se acusa al cirujano de crueldad, pues el enfermo lucía mucho mejor cuando aún estaba en su casa, bien diferente que ahora, con un tajo en el abdomen, respiración artificial y las crueles manchas de la sangre.
“No ven la realidad”, repiten los dirigentes sindicales, los gremios docentes, los activistas de la memoria y los kirchneristas de la victoria, mostrando las fotos sacadas en el quirófano e ignorando las ecografías anuales que anunciaban la gravedad de la neoplasia.
La realidad es que todos ellos conocen la herencia recibida y todos tienen buenas razones para distribuir helicópteros amarillos en sus marchas, pues todos tienen miedo al cambio.
El kirchnerismo tiene miedo pues necesita volver al poder para evitar la cárcel de sus principales dirigentes. Ésa es la verdad cruda y dura: no los motiva una ética solidaria ni una épica de justicia social. Son acusaciones gravísimas que están en la raíz de la tumefacción: el diseño de estructuras para la corrupción, el armado de asociaciones ilícitas, la traición a la patria y hasta el posible asesinato de un fiscal de la Nación. Corrupción en la obra pública, en la provisión de gas licuado y de agua, en los negocios con Venezuela, en las contrataciones a través de universidades nacionales, en el manejo de subsidios, exhibiciones y festivales; en las compras de trenes, en la gestión de Aerolíneas y en las adquisiciones torcidas, en todos los ministerios. Ahí están la valija de Antonini, los bolsos de López, el dragón de Carbone, las cajas de Florencia, la bóveda de Báez y los fajos de La Rosadita.
Los sindicalistas también tienen miedo. Saben que guardaron silencio durante el gobierno de los Kirchner y, como buenos hombres de negocios, entienden perfectamente la coyuntura actual. Pero también saben que si la Argentina se convierte en un país en serio, desaparecerá el esquema de poder mediante el cual hicieron política y dinero en lugar de mejorar el nivel de vida de los asalariados y aumentar el empleo. Saben bien que el desempleo, la pobreza y la marginación tienen su causa en la “década ganada” que tanto aplaudieron y ahora rememoran.
¿Creerán acaso que subiendo las retenciones al campo, revirtiendo los aumentos de tarifas y aumentando los sueldos por encima de la inflación se logrará una patria justa, libre y soberana? Nadie lo cree, pero el kirchnerismo descoloca a los gremialistas y éstos tienen sus propios miedos ante un futuro de cambio en serio.
Tienen miedo de mostrar si sus manos están limpias y de explicar patrimonios personales, como condición indispensable para predicar desde la tribuna. Tienen miedo de que se auditen los fondos que han administrado sin control, como las obras sociales o los muchos aportes arrebatados al homologarse sus convenios colectivos.
Algo de eso puede explicar la inaceptable amenaza formulada ayer por el titular del Sindicato de Peones de Taxis, Omar Viviani, a sus propios compañeros, cuando llamó a “dar vuelta los autos” de los taxistas que no se adhirieran al paro de mañana. Se trata de una amenaza agravada y una incitación a la violencia y al delito, además de una atentado contra la libertad de trabajar, que no puede ser paliada por la posterior retractación del sindicalista, cuando explicó que se le “salió la cadena”. Ninguna persona que actúa de ese modo puede estar al frente de un gremio; su lugar debería ser la prisión.
Tienen miedo los activistas de los derechos humanos que acusan a la gobernadora Vidal de ser una asesina que mata de hambre a la gente y “lleva comida podrida a los chicos a los comedores”. Más que miedo, es desesperación. Cuando reivindican al ERP y a Montoneros en realidad demuestran su pavor de que se hagan públicos expedientes que el kirchnerismo mantuvo secretos. Las indemnizaciones indebidas, mediante trámites torcidos, todavía ocultos al escrutinio público por tratarse de datos “sensibles”. Así como los desvíos de recursos en planes como Sueños Compartidos, la Universidad de las Madres o los administrados por Milagro Sala.
Tienen miedo quienes se desgañitan gritando que “no ven la realidad”, aferrándose a designaciones clientelistas aun a sabiendas del costo que implica para la sociedad mantenerlos, natural correlato del desempleo en el sector privado. Tienen miedo quienes operan en estructuras de corrupción en áreas críticas, como la seguridad, la Aduana o la salud; en particular, a perder los vínculos con el narcotráfico, los contenedores truchos, los medicamentos adulterados y las licitaciones amañadas.
El paro de mañana es a sabiendas de que el principal obstáculo a la inversión es la duda acerca de la capacidad del Gobierno para introducir cambios duraderos, teniendo minorías parlamentarias frente a poderosísimos intereses creados. El paro pretende demostrar que el pasado tiene más fuerza que el futuro, que esa capacidad no existe y que lograrán la profecía autocumplida.
Será entonces otro paro teatral, con consignas falsas y de palabras huecas. Impulsado por el miedo de que la República cambie hacia una nación más normal, donde se retribuya el mérito, se aplauda el esfuerzo y se libere al Estado de quienes lucran de lo público en forma inmerecida o ilegal, destruyendo el empleo y expulsando la pobreza. Quienes no advierten esto no ven la realidad.
[/ezcol_2third] [ezcol_1third_end]¡”CHAPEAU”! LA NACIÓN
Por Silvio Pedro Pizarro.
El editorial de hoy miércoles 5 del diario La Nación. “El paro del miedo” es un documento extraordinario que merece ser calificado, además, como un artículo de colección, según lo denomina un caro amigo mio de la red social, Enrique Stel.
En honor a su injusta situación de preso político que ostenta con dignidad, van estos comentarios relacionados con el admirable editorial.
Cuando el artículo expresa que “No ven la realidad” los dirigentes sociales, los gremios docentes, los activistas de la memoria y los kirchneristas de la victoria, me permito agregar por razones bien fundadas, a los jueces y fiscales que procesan a los acusados de delitos de lesa humanidad y a un núcleo importante de periodistas en el ámbito radial y televisivo. Cuando expresa “No ven la realidad” en el manejo de subsidios, exhibiciones y festivales; en la compra de trenes, en la gestión de Aerolíneas y en las adquisiciones torcidas, en todos los ministerios, me permito agregar que tampoco la ven en el corrupto organismo ANSES, no auditado ni investigado por razones no aclaradas, pero que ha sufrido los mayores saqueos y desfalcos en favor de las arcas de los jerarcas kirchneristas, en perjuicio inhumano de millones de jubilados.
Cuando expresa que los activistas de derechos humanos, cuando reivindican al ERP y a Montoneros, en realidad demuestran su pavor de que se hagan públicos expedientes que el kircnerismo mantuvo secretos, me permito agregar que tienen miedo de que salga a conocimiento público la farsa de los juicios ilegales llevados a cabo, en nombre de los derechos humanos, por una justicia mercenaria que todavía continúa prevaricando.
Cuando expresa tienen miedo quienes operan en estructuras de corrupción en áreas críticas, como la seguridad, la Aduana o la Salud, me permito agregar las dos estructuras faltantes en la enumeración y que ya fueron objeto de nuestra atención.
El área de la previsión social donde ANSES otorgó jubilaciones a decenas de miles de extranjeros de países limítrofes y repartió fondos e indemnizaciones de la caja de jubilados por orden de la expresidente, y el área de la justicia federal , una estructura de corrupción incalificable por tratarse del atropello absoluto a los derechos humanos.
Por último, me permito agregar que al procurar la vuelta al anterior gobierno es porque tienen miedo al fallo de la justicia y de la sociedad por la criminal acción cometida por dejar vacías las aulas de los colegios públicos, en perjuicio de millones de niños argentinos, por motivos ajenos a los convenios salariales, y que responden a la complicidad con organizaciones sindicales de ultra izquierda y movimientos piqueteros y subversivos.
De ahí la realidad de un editorial sin desperdicios, “El paro del miedo”.
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Abril 5, 2017
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