Quizás a esto lo lean muchas personas. Pero vos, vas a saber a medida que vayas leyendo, que esto es para vos.
A vos que estas encerrado o estás en libertad, pero que también esa libertad tiene un poco de encierro. ¡Y claro! ¿Como no lo va tener? Si seguro que alguno de tus compañeros no está a tu lado leyendo esto, sino que está del otro lado de un barrote.
A vos, quiero decirte gracias, estoy seguro que muchos no te lo han dicho. Pero no, no es que no estén agradecidos, es que quizás no saben cómo encontrarte. No, no es que no estén agradecidos, es que por ahí no tuvieron la posibilidad de saber lo que hiciste realmente. Te pido que los entiendas, te pido que me entiendas de porque te pido esto. Vos más que nadie sabe que el mundo no es justo, que la justicia no siempre tiene los ojos vendados ni tiene la pesa de la izquierda igual que la de la derecha. Por eso entendelos, no tuvieron a nadie que les cuente como salías en aquella época con tu uniforme mirando para todos lados, te agachabas y mirabas bajo el auto a ver si tenias algún explosivo abajo de él. Ellos no saben cómo abrazabas a tus hijos como si fuese el último abrazo que les dabas cada día que salías. Entendelos, ellos no tuvieron la oportunidad de sentir el miedo con el que se quedaba tu hermana, madre, esposa cada vez que dejabas tu hogar.
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Jamás van a saber los pensamientos y la desesperación que tus seres queridos vivían cuando te demorabas 10 minutos más en llegar a casa. Sí, sólo 10 minutos, no quisiera jamás que se imaginaran lo que tu familia se imaginaba cuando esos 10 minutos eran 4 horas o más. Entendelos, porque a ellos, no les enseñaron todos los asesinatos que grupos guerrilleros cometían persiguiendo el fin de lograr llegar al poder. No les contaron como el hijo de tu camarada fue muerto por una bomba puesta por estos grupos clandestinos, no leyeron como la esposa de tu amigo caía en el piso de aquel bar céntrico por un “ajusticiamiento”. Tampoco saben, ni sabrán lo que es dormir con un ojo semi abierto y un FAL o una 9mm al lado de la cama temiendo que en cualquier momento entren a tu casa queriéndote aniquilar a vos y a tu familia.
Por eso, te doy las gracias, yo, te doy las gracias. Yo que no viví ese miedo que desde un cochecito de bebé saquen un arma de guerra y comiencen a dispárame. Te doy las gracias, yo, que hoy como militante político puedo decidir en qué partido estar, aunque a vos no te guste, pero tengo esa libertad que la guerrilla no quería darme; porque su plan, era para siempre. Te doy las gracias, porque me enseñas cada vez que te veo lo que es el valor y el patriotismo, porque vos diste tu vida por la patria, esa patria que hoy te da la espalda y vos aún así, seguís mirando con amor y orgullo, seguís nombrándola con altura cada vez que la situación lo requiere.
Te pido perdón, desde lo más profundo de mi corazón, querido amigo porque no puedo sacarte de ahí. Te pido perdón porque vos, si tuviste, la valentía de luchar por mi libertad y yo no la tengo de luchar por la tuya, aún entendiendo y sabiendo que estas pagando un precio injusto. Te pido perdón a vos que estas afuera, porque no podés andar libremente, ni hacer escuchar la verdad ni realizar todo lo que quisieras. Porque yo no puedo garantizarte que el día de mañana seguirás libre.
Querido lector, no tengo tu valentía, ni tus fuerzas, ni tus valores, no tengo nada de eso, incluso, me conformaría con tener la mitad de los valores que hoy tenés vos. Pero tengo libertad, tengo una libertad que en parte te la debo a vos, y si hay algo que puedo ofrecerte y te cuento que al escribir esto se me cae una lagrima, porque ante tu sacrificio mi ofrecimiento es minúsculo. Te ofrezco mi palabra, mi palabra de que mientras esté en este país no voy a descansar, hasta que la verdad se sepa, hasta que la memoria sea completa y no selectiva. Hasta que la justicia sea eso, justicia, y no venganza. Te juro amigo mío que mientras escribo esta carta con las manos, mi corazón te acompaña y mis mejores deseos se van a mi cabeza queriendo que se transformen en fuerzas para vos, para seguir adelante a pesar de todo, como el buen soldado argentino que sos.
Quiero despedirme con una frase que no veo ocasión más oportuna para utilizarla.
Querido amigo, gracias por tanto y perdón por tan poco.
Querido amigo, esta carta es para vos.
Querido lector, estimado lector…
Quizás a esto lo lean muchas personas. Pero vos, vas a saber a medida que vayas leyendo, que esto es para vos.
A vos que estas encerrado o estás en libertad, pero que también esa libertad tiene un poco de encierro. ¡Y claro! ¿Como no lo va tener? Si seguro que alguno de tus compañeros no está a tu lado leyendo esto, sino que está del otro lado de un barrote.
A vos, quiero decirte gracias, estoy seguro que muchos no te lo han dicho. Pero no, no es que no estén agradecidos, es que quizás no saben cómo encontrarte. No, no es que no estén agradecidos, es que por ahí no tuvieron la posibilidad de saber lo que hiciste realmente. Te pido que los entiendas, te pido que me entiendas de porque te pido esto. Vos más que nadie sabe que el mundo no es justo, que la justicia no siempre tiene los ojos vendados ni tiene la pesa de la izquierda igual que la de la derecha. Por eso entendelos, no tuvieron a nadie que les cuente como salías en aquella época con tu uniforme mirando para todos lados, te agachabas y mirabas bajo el auto a ver si tenias algún explosivo abajo de él. Ellos no saben cómo abrazabas a tus hijos como si fuese el último abrazo que les dabas cada día que salías. Entendelos, ellos no tuvieron la oportunidad de sentir el miedo con el que se quedaba tu hermana, madre, esposa cada vez que dejabas tu hogar.
[ezcol_1half]Jamás van a saber los pensamientos y la desesperación que tus seres queridos vivían cuando te demorabas 10 minutos más en llegar a casa. Sí, sólo 10 minutos, no quisiera jamás que se imaginaran lo que tu familia se imaginaba cuando esos 10 minutos eran 4 horas o más. Entendelos, porque a ellos, no les enseñaron todos los asesinatos que grupos guerrilleros cometían persiguiendo el fin de lograr llegar al poder. No les contaron como el hijo de tu camarada fue muerto por una bomba puesta por estos grupos clandestinos, no leyeron como la esposa de tu amigo caía en el piso de aquel bar céntrico por un “ajusticiamiento”. Tampoco saben, ni sabrán lo que es dormir con un ojo semi abierto y un FAL o una 9mm al lado de la cama temiendo que en cualquier momento entren a tu casa queriéndote aniquilar a vos y a tu familia.
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Por eso, te doy las gracias, yo, te doy las gracias. Yo que no viví ese miedo que desde un cochecito de bebé saquen un arma de guerra y comiencen a dispárame. Te doy las gracias, yo, que hoy como militante político puedo decidir en qué partido estar, aunque a vos no te guste, pero tengo esa libertad que la guerrilla no quería darme; porque su plan, era para siempre. Te doy las gracias, porque me enseñas cada vez que te veo lo que es el valor y el patriotismo, porque vos diste tu vida por la patria, esa patria que hoy te da la espalda y vos aún así, seguís mirando con amor y orgullo, seguís nombrándola con altura cada vez que la situación lo requiere.
Te pido perdón, desde lo más profundo de mi corazón, querido amigo porque no puedo sacarte de ahí. Te pido perdón porque vos, si tuviste, la valentía de luchar por mi libertad y yo no la tengo de luchar por la tuya, aún entendiendo y sabiendo que estas pagando un precio injusto. Te pido perdón a vos que estas afuera, porque no podés andar libremente, ni hacer escuchar la verdad ni realizar todo lo que quisieras. Porque yo no puedo garantizarte que el día de mañana seguirás libre.
Querido lector, no tengo tu valentía, ni tus fuerzas, ni tus valores, no tengo nada de eso, incluso, me conformaría con tener la mitad de los valores que hoy tenés vos. Pero tengo libertad, tengo una libertad que en parte te la debo a vos, y si hay algo que puedo ofrecerte y te cuento que al escribir esto se me cae una lagrima, porque ante tu sacrificio mi ofrecimiento es minúsculo. Te ofrezco mi palabra, mi palabra de que mientras esté en este país no voy a descansar, hasta que la verdad se sepa, hasta que la memoria sea completa y no selectiva. Hasta que la justicia sea eso, justicia, y no venganza. Te juro amigo mío que mientras escribo esta carta con las manos, mi corazón te acompaña y mis mejores deseos se van a mi cabeza queriendo que se transformen en fuerzas para vos, para seguir adelante a pesar de todo, como el buen soldado argentino que sos.
Quiero despedirme con una frase que no veo ocasión más oportuna para utilizarla.
Querido amigo, gracias por tanto y perdón por tan poco.
-Nahuel Sotelo
Colaboración: Gustavo Cardozo
PrisioneroEnArgentina.com
Marzo 6, 2018
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