El 19 de diciembre del año 2014, allí con 81 años cumplidos, el Comisario Omar Hernández fue detenido bajo cargos que aún hoy, más de 24 meses después, todos quisiéramos conocer.
Fue llevado a Comodoro Py, donde fue notificado que -nada menos- el juez Rafecas estaba al frente de su caso. Luego de este acto, su destino fue la Unidad Penal de Marcos Paz.
Hernández hoy -con su prisión preventiva vencida- duerme en el calabozo (Habitación según los grupos de “Derechos Humanos” argentinos) de la Unidad Penal 31 de Ezeiza. Si bien es un hombre lúcido y de buena dicción, posee problemas de salud. A los lógicos de la edad (Otra vez según los dichos de Adriana Taboada) como graves problemas de visión -cataratas- e inconvenientes odontológicos (No puede masticar) se le suman dificultades prostáticas que requieren un control cada 4 meses que nunca se lleva a cabo. Sin olvidar que su presión arterial parece estar estancada en 170-100.
Sus defensores legales han solicitado la eximición de prisión. La misma fue denegada. El paso siguiente fue el pedido de detención domiciliaria… y la aventura es la aventura: De la Cámara de Apelaciones pasó a la Cámara de Casación y de allí… nuevamente al cajón donde el juez Rafecas nunca pasa el plumero. Cuando la defensoría presentó un informe con el historial clínico del comisario Hernández, el doctor Rafecas envió el caso a juicio oral, dependiendo de la resolución del Tribunal Federal 5 de San Martín si esta fecha será en un futuro cercano o no. ¿Mi intuición? Cuatro o cinco años, siendo muy optimista. Ya no se puede decir que asombra, pero el caso del Comisario Hernández yace en un alegato de testigos que dicen haber sido arrestados y trasladados a una comisaria bajo su mando en Moreno en los años 76 o 77 donde a su vez eran transferidos a un Centro de Detención para ser sometidos a interrogatorios. No se pudo comprobar la existencia de este centro, ni el nombre o el rostro de Hernández fue mencionado o identificado.
Ya sabemos que por haber pertenecido a una fuerza en los años setentas, el Poder Judicial suele dictar imputaciones por control remoto al por mayor. El típico caso de haber estado en la profesión equivocada, en la hora equivocada: Un ex uniformado, parado en cualquier mosaico de suelo argentino.
El 19 de diciembre del año 2014, allí con 81 años cumplidos, el Comisario Omar Hernández fue detenido bajo cargos que aún hoy, más de 24 meses después, todos quisiéramos conocer.
Fue llevado a Comodoro Py, donde fue notificado que -nada menos- el juez Rafecas estaba al frente de su caso. Luego de este acto, su destino fue la Unidad Penal de Marcos Paz.
Hernández hoy -con su prisión preventiva vencida- duerme en el calabozo (Habitación según los grupos de “Derechos Humanos” argentinos) de la Unidad Penal 31 de Ezeiza. Si bien es un hombre lúcido y de buena dicción, posee problemas de salud. A los lógicos de la edad (Otra vez según los dichos de Adriana Taboada) como graves problemas de visión -cataratas- e inconvenientes odontológicos (No puede masticar) se le suman dificultades prostáticas que requieren un control cada 4 meses que nunca se lleva a cabo. Sin olvidar que su presión arterial parece estar estancada en 170-100.
Sus defensores legales han solicitado la eximición de prisión. La misma fue denegada. El paso siguiente fue el pedido de detención domiciliaria… y la aventura es la aventura: De la Cámara de Apelaciones pasó a la Cámara de Casación y de allí… nuevamente al cajón donde el juez Rafecas nunca pasa el plumero. Cuando la defensoría presentó un informe con el historial clínico del comisario Hernández, el doctor Rafecas envió el caso a juicio oral, dependiendo de la resolución del Tribunal Federal 5 de San Martín si esta fecha será en un futuro cercano o no. ¿Mi intuición? Cuatro o cinco años, siendo muy optimista. Ya no se puede decir que asombra, pero el caso del Comisario Hernández yace en un alegato de testigos que dicen haber sido arrestados y trasladados a una comisaria bajo su mando en Moreno en los años 76 o 77 donde a su vez eran transferidos a un Centro de Detención para ser sometidos a interrogatorios. No se pudo comprobar la existencia de este centro, ni el nombre o el rostro de Hernández fue mencionado o identificado.
Ya sabemos que por haber pertenecido a una fuerza en los años setentas, el Poder Judicial suele dictar imputaciones por control remoto al por mayor. El típico caso de haber estado en la profesión equivocada, en la hora equivocada: Un ex uniformado, parado en cualquier mosaico de suelo argentino.
Por Fabian Kussman.
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 28, 2016
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