Nuevamente creo y entiendo que un escrito de este tipo no puede pasar inadvertido por la sociedad, me ha tocado el alma y les voy a explicar el por qué:
Siempre cuento que antes de ser militar fui peón de campo, en mi querido pueblo de Uquia, allá en la quebrada de Humahuaca, luego maestro y por último militar. Como peón de campo se forjo mi espíritu en el esfuerzo y en la adversidad, cuando se perdía una cosecha no había tiempo para lamentaciones, inmediatamente había que arremangarse y continuar trabajando.
Como maestro aprendí que lo mas importantes son los niños y que el futuro de toda nación esta basado en su educación y que por ello la misión del maestro es mucho más importante que cualquier otra profesión, porque en la educación esta el futuro de nuestra Patria.
El maestro debe ante todo formar al niño en los valores éticos y morales. La degradación de la educación se ve ahora claramente en estas nefastas personas que nos gobiernan.
La militar me formó como soldado, respetuosos de las leyes de la guerra que rigen el país y sobre todo respetuoso del enemigo.
Pero las bases éticas y morales son mamadas desde chico, si ello no ocurre tenemos dirigentes políticos y generales corruptos, pareciera que su único objetivo es la traición a la patria y su bienestar económico, excepto algunas honrosas excepciones.
Por mi condición de maestro es que este escrito me ha calado muy hondo y lo transcribo tal cual lo redactara su autor.
Escribe el hijo de ERNESTO SABATO, MARIO SÁBATO
“Quiero felicitar al alumno Marito porque no le ha robado los útiles a su compañero de banco.
Jamás ninguna de mis maestras de mi escuela en Santos Lugares me dijo algo así. No me enseñaron a ser honesto.
Lo predicaron con su ejemplo y dedicación. No era un mérito, sino una obligación.
Este país, mi país, devastado por los corruptos que, como los nuevos ricos, son torpes y ridículos, y que perdona a los elegantes corruptores de siempre, se me hace como los parques de diversiones, con sus espejos deformantes que causaban, gracias a los visitantes. Se veían grotescos, alargados y empequeñecidos. Y eso provocaba sus carcajadas.
Lo mismo, creo, nos pasa ahora. Solo que los espejos no son deformantes, nos reflejan como somos, cómicos para los demás, patéticos para nosotros.
Si fuimos grandes, alguna vez, fue por la excelencia de nuestra educación pública. Todos éramos iguales, pobres y ricos, y los guardapolvos blancos nos indicaban, sin necesidad de discursos, que teníamos los mismos derechos.
Recuerdo que la directora vivía enfrente de la escuela, y su casa era una de las más importantes del barrio. No era una gran cosa, pero tampoco era menos que la del médico, en mi modesto lugar en el mundo.
Crecí de esa manera, sabiendo algo que hoy parece olvidado. Que una maestra es tan importante como un médico. Más todavía, porque a la maestra la necesitábamos todos los días, y al médico solo nos llevaban cuando teníamos fiebre.
Nos pasó lo que nos pasó, y no nos damos cuenta de que la peor enfermedad, la de la ignorancia, es crónica y nos persigue todos los días.
Creo que me estoy quedando solo, como tantas veces me ha pasado. No me conmueve la tristeza de un jugador de fútbol, aunque sea argentino y el mejor del mundo. Me gusta verlo jugar, y hasta me simpatiza. Pero no le agradezco su esfuerzo ni su pasión, ni me enternecen sus lágrimas, aunque sean sinceras. Este muchacho cobra 27 millones de pesos por mes por patear una pelota.
Y una maestra, como la que me enseñó a leer y escribir y, mucho más que eso, a centenares de chicos de mi barrio nos hizo saber qué es bueno ser una buena persona, y debe sobrevivir con algo así como 28.000 pesos mensuales. Eso sí que me hace lagrimear, y estar seguro de que vuelva Messi a la selección es mucho menos trascendente a que retorne la dignidad para los maestros que nos hicieron mejores.
Me parece infame que discutamos el valor del “Fútbol para todos” si no entendemos que es infinitamente más importante una buena educación para todos.
Sé que voy a contramano. No me habitúo a los espejos que nos deforman, que nos hacen creer que lo que vale es tener el río más ancho del mundo, la avenida más larga del planeta, o un equipo de fútbol que gana una copa de no sé dónde.
Sé también que es una obviedad lo que voy a escribir:
no es un seleccionado de fútbol el que nos va a salvar del país de los espejos deformantes. Es la educación.
Será una obviedad, pero pocas cosas son tan peligrosas como olvidar lo que debería ser obvio”.
Gracias.
Gracias en nombre de todos los maestros honestos, alejados de todo tipo de políticas partidistas, por los maestros que en vez de restar suman a la grandeza de esta pobre Nación.
PP-VGMT (PRESO POLÍTICO VETERANO DE GUERRA EN EL MONTE TUCUMANO)
◙
Por ARIEL VALDIVIEZO.
Nuevamente creo y entiendo que un escrito de este tipo no puede pasar inadvertido por la sociedad, me ha tocado el alma y les voy a explicar el por qué:
Siempre cuento que antes de ser militar fui peón de campo, en mi querido pueblo de Uquia, allá en la quebrada de Humahuaca, luego maestro y por último militar. Como peón de campo se forjo mi espíritu en el esfuerzo y en la adversidad, cuando se perdía una cosecha no había tiempo para lamentaciones, inmediatamente había que arremangarse y continuar trabajando.
Como maestro aprendí que lo mas importantes son los niños y que el futuro de toda nación esta basado en su educación y que por ello la misión del maestro es mucho más importante que cualquier otra profesión, porque en la educación esta el futuro de nuestra Patria.
El maestro debe ante todo formar al niño en los valores éticos y morales. La degradación de la educación se ve ahora claramente en estas nefastas personas que nos gobiernan.
La militar me formó como soldado, respetuosos de las leyes de la guerra que rigen el país y sobre todo respetuoso del enemigo.
Pero las bases éticas y morales son mamadas desde chico, si ello no ocurre tenemos dirigentes políticos y generales corruptos, pareciera que su único objetivo es la traición a la patria y su bienestar económico, excepto algunas honrosas excepciones.
Por mi condición de maestro es que este escrito me ha calado muy hondo y lo transcribo tal cual lo redactara su autor.
Escribe el hijo de ERNESTO SABATO, MARIO SÁBATO
“Quiero felicitar al alumno Marito porque no le ha robado los útiles a su compañero de banco.
Jamás ninguna de mis maestras de mi escuela en Santos Lugares me dijo algo así. No me enseñaron a ser honesto.
Lo predicaron con su ejemplo y dedicación. No era un mérito, sino una obligación.
Este país, mi país, devastado por los corruptos que, como los nuevos ricos, son torpes y ridículos, y que perdona a los elegantes corruptores de siempre, se me hace como los parques de diversiones, con sus espejos deformantes que causaban, gracias a los visitantes. Se veían grotescos, alargados y empequeñecidos. Y eso provocaba sus carcajadas.
Lo mismo, creo, nos pasa ahora. Solo que los espejos no son deformantes, nos reflejan como somos, cómicos para los demás, patéticos para nosotros.
Si fuimos grandes, alguna vez, fue por la excelencia de nuestra educación pública. Todos éramos iguales, pobres y ricos, y los guardapolvos blancos nos indicaban, sin necesidad de discursos, que teníamos los mismos derechos.
Recuerdo que la directora vivía enfrente de la escuela, y su casa era una de las más importantes del barrio. No era una gran cosa, pero tampoco era menos que la del médico, en mi modesto lugar en el mundo.
Crecí de esa manera, sabiendo algo que hoy parece olvidado. Que una maestra es tan importante como un médico. Más todavía, porque a la maestra la necesitábamos todos los días, y al médico solo nos llevaban cuando teníamos fiebre.
[ezcol_1third] [/ezcol_1third] [ezcol_1third] [/ezcol_1third] [ezcol_1third_end] [/ezcol_1third_end]Nos pasó lo que nos pasó, y no nos damos cuenta de que la peor enfermedad, la de la ignorancia, es crónica y nos persigue todos los días.
Creo que me estoy quedando solo, como tantas veces me ha pasado. No me conmueve la tristeza de un jugador de fútbol, aunque sea argentino y el mejor del mundo. Me gusta verlo jugar, y hasta me simpatiza. Pero no le agradezco su esfuerzo ni su pasión, ni me enternecen sus lágrimas, aunque sean sinceras. Este muchacho cobra 27 millones de pesos por mes por patear una pelota.
Y una maestra, como la que me enseñó a leer y escribir y, mucho más que eso, a centenares de chicos de mi barrio nos hizo saber qué es bueno ser una buena persona, y debe sobrevivir con algo así como 28.000 pesos mensuales. Eso sí que me hace lagrimear, y estar seguro de que vuelva Messi a la selección es mucho menos trascendente a que retorne la dignidad para los maestros que nos hicieron mejores.
Me parece infame que discutamos el valor del “Fútbol para todos” si no entendemos que es infinitamente más importante una buena educación para todos.
Sé que voy a contramano. No me habitúo a los espejos que nos deforman, que nos hacen creer que lo que vale es tener el río más ancho del mundo, la avenida más larga del planeta, o un equipo de fútbol que gana una copa de no sé dónde.
Sé también que es una obviedad lo que voy a escribir:
no es un seleccionado de fútbol el que nos va a salvar del país de los espejos deformantes. Es la educación.
Será una obviedad, pero pocas cosas son tan peligrosas como olvidar lo que debería ser obvio”.
Gracias.
Gracias en nombre de todos los maestros honestos, alejados de todo tipo de políticas partidistas, por los maestros que en vez de restar suman a la grandeza de esta pobre Nación.
PP-VGMT (PRESO POLÍTICO VETERANO DE GUERRA EN EL MONTE TUCUMANO)
Ariel Valdiviezo
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 5, 2021
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