Todos estamos muy familiarizados con las imágenes de inundaciones en áreas bajas después de fuertes lluvias o casas destruidas por la erosión costera después de una tormenta. Para un número creciente de personas, las inundaciones costeras y la erosión son una amenaza real para la propiedad, la economía local y, en algunos casos, la vida.
Las costas apoyan industrias importantes (como los puertos y el turismo) y sus poblaciones crecen más rápido que las áreas del interior. Pero las zonas costeras también son particularmente sensibles a los impactos del cambio climático, que probablemente aumenten el alcance, la intensidad y la frecuencia de las inundaciones y erosiones.
New York
Entonces, no solo hemos ocupado áreas que naturalmente se inundan y erosionan de vez en cuando, sino que también hemos cambiado el medio ambiente de manera que aumentan las inundaciones costeras y el riesgo de erosión. Y seguimos haciéndolo, a veces con graves consecuencias legales. Mientras tanto, las políticas públicas no han sido muy efectivas en la gestión de esta situación.
Se sabe que los enfoques tradicionales de ingeniería dura de la protección costera (como espigones, revestimientos y muros de contención) causan efectos perjudiciales, que a largo plazo pueden agravar el problema que se suponía que debían resolver. El impacto del huracán Katrina en Nueva Orleans fue un claro recordatorio de que las estructuras de ingeniería no son efectivas contra todos los eventos en todo momento. Se construyen sobre la base de compensaciones entre el nivel de protección necesario y los costos de construcción y mantenimiento.
Según un trabajo liderado por investigadores de la Universidad de Stanford (EE.UU.) , para el año 2050 unas 4500 millones de personas convivirán con altos niveles de contaminación de agua y unos 5000 millones experimentarán pérdidas en las cosechas por la falta de polinización. En todo el planeta, unos 500 millones se verán afectados por la subida del nivel del mar a causa del cambio climático.
Miami
Existen dos nuevos estudios sobre el cambio climático que llegaron a la misma conclusión aterradora: “Los gases que atrapan el calor podrían desestabilizar otras partes de la Antártida, así como la capa de hielo de Groenlandia, lo que podría causar un aumento suficiente del nivel del mar que muchos de ellos las ciudades costeras del mundo eventualmente tendrían que ser abandonadas “.
Si bien el abandono real no ocurriría durante muchos años (estamos hablando de siglos), los estudios advirtieron que nuestras acciones ahora son irrevocables y bloquearán estos futuros aumentos del nivel del mar. En otras palabras, nuestros descendientes enfrentarán un daño irreversible que estamos cometiendo hoy.
Entonces, avancemos unos pocos siglos a partir de ahora, ¿cómo será el mundo? ¿Cómo será Estados Unidos? ¿La gente todavía vivirá en Miami? ¿Bilbao? ¿Shangái? No sabemos qué tecnología tendremos en ese momento y no podemos predecir el patrón de tormentas. Sabemos que el nivel del mar está subiendo y amenazará a las ciudades a lo largo de las costas de los Estados Unidos.
“Salvo algunos avances extraordinarios en tecnología que actualmente no prevemos”, dijo Robert Hartwig, presidente del Instituto de Información de Seguros, “le quedan las opciones de retirarse de las zonas costeras no solo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo, o construir fortificaciones contra el aumento del nivel del mar que haría que los proyectos que ahora vemos en lugares como los Países Bajos parezcan un juego de niños ”.
El gobierno holandés ha reservado mil millones de euros al año hasta 2100 para fortalecer las dunas y las represas en todo el país. Debido a su posición baja, Holanda es uno de los países con mayor riesgo y ya ha elaborado una estrategia a largo plazo para garantizar la supervivencia del país. Pero en los Estados Unidos, donde uno de nuestros dos principales partidos políticos sigue siendo escéptico sobre el cambio climático provocado por el hombre, es poco probable que ocurra tal planificación.
“Si tiene un plan y una visión para permanecer allí, es más probable que ocurra”, escribió Robert Nicholls, profesor de ingeniería costera en la Universidad de Southampton, en un correo electrónico. “Pero Estados Unidos no tiene una cultura de planificación”.
La planificación no será barata. Las técnicas de mitigación necesarias para fortalecer una ciudad como Miami costarán miles de millones de dólares, si no más. Los gobiernos estatales y locales sin duda recurrirán al gobierno federal en busca de ayuda, pero eso será una pesadilla política. Los estadounidenses de las regiones no costeras probablemente se opondrán a pagar por la restauración y fortificación de las ciudades costeras que ya no son aptas para la vivienda.
“En última instancia, la realidad se establecerá también en los Estados Unidos, a pesar de ser un país relativamente rico”, dijo Hartwig. “Algunas áreas serán necesariamente abandonadas o potencialmente se convertirán, en efecto, en islas. Esa es otra posibilidad. Te dices a ti mismo, ¿abandono Miami o me limito a un cierto número de millas cuadradas de lo que actualmente es Miami y en efecto creo una isla?
“Los recursos siempre son escasos y habrá muchos en los Estados Unidos que piensan que gastar cada centavo disponible de cada dólar de impuestos disponible para salvar a las personas del aumento del nivel del mar en la costa es una pérdida total de dinero”, agregó Hartwig. “Y tendrán razón, porque están pagando dólares de impuestos en Missouri o en Dakota del Norte y no verán directamente un retorno de esta inversión”.
Geamana (Rumania)
El calentamiento global plantea riesgos además del aumento del nivel del mar. Las tormentas severas pueden aumentar en frecuencia, aunque es difícil predecir cómo se desarrollarán. La intrusión de agua salada podría poner en peligro la tierra de cultivo en el río Mississippi. Las sequías pueden volverse más comunes. Ya ahora, los científicos se preguntan si hemos alcanzado el pico de fósforo, el punto en el que alcanzamos la tasa de producción global máxima de fósforo, un fertilizante esencial para los cultivos.
Colin Green, profesor de economía del agua en la Universidad de Middlesex, escribió en un correo electrónico que les dice a sus estudiantes tres cosas: “(1) no podrán retirarse hasta que tengan 75 años; (b) necesitarán volverse vegetarianos porque no tenemos suficiente agua para mantener una dieta alta en carne; y (c) que cuando vayan al supermercado, deberán llevar consigo su orina, la cual será analizada y luego podrán comprar alimentos con el mismo contenido de fósforo que la orina que compraron”.
Hashima (Japón)
Las consecuencias de nuestra inacción hoy no serán reparables en el futuro, sin importar cuánto dinero gaste el gobierno. En cambio, nos centraremos en contener el daño, ya sea a través de la mitigación o el abandono. El seguro será una herramienta importante para permitir que el gobierno se extienda en torno a parte de ese riesgo. Pero eso supone que las aseguradoras no consideran que ciertas áreas no sean asegurables, y eso a su vez depende de lo que hagamos hoy.
“Diría que si se observa el aumento gradual del nivel del mar previsto para el próximo siglo, siempre que se realicen mitigaciones apropiadas en las estructuras y en las comunidades de las ciudades más altas, entonces el seguro es posible en estas áreas, aunque a costos más altos”. Hartwig dijo.
En algunos casos, el gobierno federal puede vender el seguro. Por ejemplo, en este momento, los federales ofrecen un seguro de inundación subsidiado a los propietarios de viviendas en áreas de riesgo. Cuando el Congreso aprobó la Ley Biggert-Waters en 2012 para permitir que esas tasas aumenten a su nivel de mercado, se enfrentaron a una reacción violenta por parte de los propietarios que iban a ver cómo se disparaban sus tasas de seguro. Dirigido por congresistas de los estados del Golfo, el Congreso destripó el proyecto de ley en marzo. Si eso es una señal de lo que está por venir, los formuladores de políticas no están preparados para los costos infinitamente más altos y las decisiones difíciles que enfrentarán en el futuro.
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Todos estamos muy familiarizados con las imágenes de inundaciones en áreas bajas después de fuertes lluvias o casas destruidas por la erosión costera después de una tormenta. Para un número creciente de personas, las inundaciones costeras y la erosión son una amenaza real para la propiedad, la economía local y, en algunos casos, la vida.
Las costas apoyan industrias importantes (como los puertos y el turismo) y sus poblaciones crecen más rápido que las áreas del interior. Pero las zonas costeras también son particularmente sensibles a los impactos del cambio climático, que probablemente aumenten el alcance, la intensidad y la frecuencia de las inundaciones y erosiones.
Entonces, no solo hemos ocupado áreas que naturalmente se inundan y erosionan de vez en cuando, sino que también hemos cambiado el medio ambiente de manera que aumentan las inundaciones costeras y el riesgo de erosión. Y seguimos haciéndolo, a veces con graves consecuencias legales. Mientras tanto, las políticas públicas no han sido muy efectivas en la gestión de esta situación.
Se sabe que los enfoques tradicionales de ingeniería dura de la protección costera (como espigones, revestimientos y muros de contención) causan efectos perjudiciales, que a largo plazo pueden agravar el problema que se suponía que debían resolver. El impacto del huracán Katrina en Nueva Orleans fue un claro recordatorio de que las estructuras de ingeniería no son efectivas contra todos los eventos en todo momento. Se construyen sobre la base de compensaciones entre el nivel de protección necesario y los costos de construcción y mantenimiento.
Según un trabajo liderado por investigadores de la Universidad de Stanford (EE.UU.) , para el año 2050 unas 4500 millones de personas convivirán con altos niveles de contaminación de agua y unos 5000 millones experimentarán pérdidas en las cosechas por la falta de polinización. En todo el planeta, unos 500 millones se verán afectados por la subida del nivel del mar a causa del cambio climático.
Existen dos nuevos estudios sobre el cambio climático que llegaron a la misma conclusión aterradora: “Los gases que atrapan el calor podrían desestabilizar otras partes de la Antártida, así como la capa de hielo de Groenlandia, lo que podría causar un aumento suficiente del nivel del mar que muchos de ellos las ciudades costeras del mundo eventualmente tendrían que ser abandonadas “.
Si bien el abandono real no ocurriría durante muchos años (estamos hablando de siglos), los estudios advirtieron que nuestras acciones ahora son irrevocables y bloquearán estos futuros aumentos del nivel del mar. En otras palabras, nuestros descendientes enfrentarán un daño irreversible que estamos cometiendo hoy.
Entonces, avancemos unos pocos siglos a partir de ahora, ¿cómo será el mundo? ¿Cómo será Estados Unidos? ¿La gente todavía vivirá en Miami? ¿Bilbao? ¿Shangái? No sabemos qué tecnología tendremos en ese momento y no podemos predecir el patrón de tormentas. Sabemos que el nivel del mar está subiendo y amenazará a las ciudades a lo largo de las costas de los Estados Unidos.
“Salvo algunos avances extraordinarios en tecnología que actualmente no prevemos”, dijo Robert Hartwig, presidente del Instituto de Información de Seguros, “le quedan las opciones de retirarse de las zonas costeras no solo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo, o construir fortificaciones contra el aumento del nivel del mar que haría que los proyectos que ahora vemos en lugares como los Países Bajos parezcan un juego de niños ”.
El gobierno holandés ha reservado mil millones de euros al año hasta 2100 para fortalecer las dunas y las represas en todo el país. Debido a su posición baja, Holanda es uno de los países con mayor riesgo y ya ha elaborado una estrategia a largo plazo para garantizar la supervivencia del país. Pero en los Estados Unidos, donde uno de nuestros dos principales partidos políticos sigue siendo escéptico sobre el cambio climático provocado por el hombre, es poco probable que ocurra tal planificación.
“Si tiene un plan y una visión para permanecer allí, es más probable que ocurra”, escribió Robert Nicholls, profesor de ingeniería costera en la Universidad de Southampton, en un correo electrónico. “Pero Estados Unidos no tiene una cultura de planificación”.
La planificación no será barata. Las técnicas de mitigación necesarias para fortalecer una ciudad como Miami costarán miles de millones de dólares, si no más. Los gobiernos estatales y locales sin duda recurrirán al gobierno federal en busca de ayuda, pero eso será una pesadilla política. Los estadounidenses de las regiones no costeras probablemente se opondrán a pagar por la restauración y fortificación de las ciudades costeras que ya no son aptas para la vivienda.
“En última instancia, la realidad se establecerá también en los Estados Unidos, a pesar de ser un país relativamente rico”, dijo Hartwig. “Algunas áreas serán necesariamente abandonadas o potencialmente se convertirán, en efecto, en islas. Esa es otra posibilidad. Te dices a ti mismo, ¿abandono Miami o me limito a un cierto número de millas cuadradas de lo que actualmente es Miami y en efecto creo una isla?
“Los recursos siempre son escasos y habrá muchos en los Estados Unidos que piensan que gastar cada centavo disponible de cada dólar de impuestos disponible para salvar a las personas del aumento del nivel del mar en la costa es una pérdida total de dinero”, agregó Hartwig. “Y tendrán razón, porque están pagando dólares de impuestos en Missouri o en Dakota del Norte y no verán directamente un retorno de esta inversión”.
El calentamiento global plantea riesgos además del aumento del nivel del mar. Las tormentas severas pueden aumentar en frecuencia, aunque es difícil predecir cómo se desarrollarán. La intrusión de agua salada podría poner en peligro la tierra de cultivo en el río Mississippi. Las sequías pueden volverse más comunes. Ya ahora, los científicos se preguntan si hemos alcanzado el pico de fósforo, el punto en el que alcanzamos la tasa de producción global máxima de fósforo, un fertilizante esencial para los cultivos.
Colin Green, profesor de economía del agua en la Universidad de Middlesex, escribió en un correo electrónico que les dice a sus estudiantes tres cosas: “(1) no podrán retirarse hasta que tengan 75 años; (b) necesitarán volverse vegetarianos porque no tenemos suficiente agua para mantener una dieta alta en carne; y (c) que cuando vayan al supermercado, deberán llevar consigo su orina, la cual será analizada y luego podrán comprar alimentos con el mismo contenido de fósforo que la orina que compraron”.
Las consecuencias de nuestra inacción hoy no serán reparables en el futuro, sin importar cuánto dinero gaste el gobierno. En cambio, nos centraremos en contener el daño, ya sea a través de la mitigación o el abandono. El seguro será una herramienta importante para permitir que el gobierno se extienda en torno a parte de ese riesgo. Pero eso supone que las aseguradoras no consideran que ciertas áreas no sean asegurables, y eso a su vez depende de lo que hagamos hoy.
“Diría que si se observa el aumento gradual del nivel del mar previsto para el próximo siglo, siempre que se realicen mitigaciones apropiadas en las estructuras y en las comunidades de las ciudades más altas, entonces el seguro es posible en estas áreas, aunque a costos más altos”. Hartwig dijo.
En algunos casos, el gobierno federal puede vender el seguro. Por ejemplo, en este momento, los federales ofrecen un seguro de inundación subsidiado a los propietarios de viviendas en áreas de riesgo. Cuando el Congreso aprobó la Ley Biggert-Waters en 2012 para permitir que esas tasas aumenten a su nivel de mercado, se enfrentaron a una reacción violenta por parte de los propietarios que iban a ver cómo se disparaban sus tasas de seguro. Dirigido por congresistas de los estados del Golfo, el Congreso destripó el proyecto de ley en marzo. Si eso es una señal de lo que está por venir, los formuladores de políticas no están preparados para los costos infinitamente más altos y las decisiones difíciles que enfrentarán en el futuro.
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 31, 2020