CRECE LA ESPIRAL DE INSEGURIDAD MIENTRAS NOS ADORMECEN CON EL FALSO DILEMA DE GARANTISMO O MANO DURA.

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  Por Dr. Gonzalo Pablo Miño.

Nuestro país vive en un eterno “dejá vu” en esta pandemia que asola al mundo, a la espera de las salvadoras vacunas, que dicho sea de paso llegan a cuentas gotas. Todo en medio de restricciones que ya nadie cumple, ante un gobierno que va detrás de los acontecimientos y que realmente no tiene la más mínima idea de que como seguir adelante en materia sanitaria. 

Ya nos adelantó el ministro de salud de la provincia de Buenos Aires, el que dijo que el Covid viajaba en las pelotitas de tenis, que recién para el último trimestre del año podríamos tener algo de normalidad. A preparase, hasta fin de año todo será un eterno presente.

Pero este no es el único mal que azota a la Argentina. La espiral de inseguridad se va agigantado cada día. Basta mirar los canales de noticias para ver, casi en vivo y en directo, los violentos robos a los que nos vemos sometidos los ciudadanos, sin solución de continuidad.

¿La inseguridad es un problema nuevo?, no, viene desde hace décadas, pero debemos advertir que se agrava día a día, sin que las autoridades encargadas de conjurarlo hagan algo al respecto.

Es falso que el mismo se deba al denominado “garantismo”, doctrina a la cual enfrentan a la denominada “mano dura”. Antes que nada, debemos de pensar, que todos somos garantistas, pues todos defendemos las garantías constitucionales y procesales que reinan en nuestro país, incluso para las personas acusadas de cometer un delito. Entonces vemos que el llamado garantismo nada tiene que ver con el problema, es una clásica salida para desviar la atención de la gente y evitar discutir quien es el verdadero responsable del problema: los gobiernos.

Todos los gobiernos, sin excepción, desde el avenimiento de la democracia hasta el día de hoy, han puesto su granito de arena en demonizar la palabra represión, palabra que se repite mil veces en el Código Penal cuando se sanciona una conducta como delictual. En efecto, esa demonización ha llevado, a lo largo de tantos años, a que se pretenda combatir la delincuencia, pero sin represión. Lo que trajo la lógica consecuencia de que no se prepare a las fuerzas policiales para tal misión, no se las equipe adecuadamente, no haya protocolos de actuación y muchos jueces se han convencido que la persona delinque por ser víctima de una sociedad injusta. Hasta se ha llegado al colmo de sostener que la delincuencia es producto de las políticas capitalistas y liberales que expulsan al pobre de la sociedad y ello lo lleva a delinquir. 

No hay nada más discriminador que sostener que la delincuencia es producto de la pobreza, pues estigmatiza a muchísima gente humilde que se levanta cada mañana de madrugada para ganarse el pan dignamente.

No se puede avanzar en un país, que ha hecho de la “memoria emotiva”, su filosofía de vida. No podemos seguir girando locamente en el circulo vicioso al que nos lleva el impuesto trauma de la represión. Ya es hora de superar el mismo.

Si a esta degradación de la sociedad le sumamos el auge del narcotráfico, tendremos la explicación de lo que nos pasa. Todos sabemos que el narcotráfico anida en los barrios más humildes, en los cuales hace rehenes a los más jóvenes, quienes ven que es más redituable ser soldaditos de ellos y no tener un trabajo digno, frente a un Estado total y absolutamente ausente.

Ningún gobierno, ninguno ha trazado políticas de estado sea para combatir la delincuencia y el narcotráfico, sea para generar puestos de trabajos y combatir la pobreza, sea para terminar con la nefasta ideología que pretende demonizar todo lo que se relacione con la represión. Solo se han preocupado por asegurar sus intereses personales. Sin olvidar que la propia clase gobernante, oposición incluida, infringen la ley sin que reciban sanción alguna. Si hasta tuvimos un ministro de la Suprema Corte que en sus departamentos funcionaban prostíbulos.   

No se trata de garantismo o mano dura. Se puede tener mano dura con garantismo, como sucede en cualquier parte del mundo, donde al delincuente se lo juzga duramente asegurándolo todas las garantías procesales y constitucionales que correspondan. Se trata de que alguna vez, tengamos un gobierno que se avoque a gobernar en serio, con los pantalones bien puestos (por ser educado) con verdaderas políticas de Estado; pensando en un país a treinta años y no en las elecciones venideras.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 10, 2021


 

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