¿CUANTO ESTAMOS DISPUESTOS A CONCEDER POR UNA BAJA EN LA INFLACIÓN?

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   Por Juan Carlos Neves.        

Presidente de Nueva Unión Ciudadana

En Argentina escuchábamos frecuentemente durante el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner que muchos ciudadanos expresaban el temor de que pudiéramos terminar como Venezuela, es decir, quedar presos de una dictadura sin retorno. Sin embargo, es interesante tener en cuenta que Venezuela no cayó en manos de Maduro y sus secuaces por una debacle económica sino por el fracaso de sus instituciones y la inoperancia de la oposición. Durante el gobierno populista de izquierda que encabezaba Cristina Fernández de Kirchner la mayor sensación de peligro devino de su declarada voluntad de “ir por todo” que encontró sus límites en la aparición de una oposición activa y en la falta de apoyo en el sector militar.

El actual gobierno de Javier Milei fue el emergente del hartazgo social y de la búsqueda de una nueva opción que permitiera salir de la espiral inflacionaria y volviera al respeto a los valores institucionales.  Sin embargo, a medida que transcurren los meses observamos que, si bien la inflación va siendo lentamente controlada, aún a costa de una caída de la actividad económica, van surgiendo evidencias de que estamos frente a un gobierno con rasgos autoritarios que se van agudizando con el correr del tiempo.

 Al comienzo, el abuso en la promulgación de decretos de Necesidad y Urgencia que soslayaban al Congreso se justificaba por la falta de  legisladores propios del oficialismo. Transcurrido el primer año y a pesar de que el apoyo de partidos no oficialistas le permitió aprobar la Ley de Bases, que incluía un gran compendio de legislación e incluso se le concedió al presidente  poderes extraordinarios, la compulsión a gobernar por decreto y sin consenso se transformó en una marca registrada. El Congreso no sólo es soslayado en cuestiones que le son propias, como es el debate del presupuesto nacional, sino que sus miembros son frecuentemente insultados, menoscabados y maltratados verbalmente por el presidente y sus seguidores en redes sociales.

Así nos hemos resignado a que el gobierno maneje a su antojo los fondos públicos valiéndose del presupuesto del año… 2023. El argumento más escuchado es que de esa manera evita gastos superfluos y mantiene a raya la inflación. Pero se olvida que son los representantes del pueblo los que tienen que determinar la validez de los gastos y decidir si es más importante sostener la educación o ayudar a los jubilados que incrementar los gastos reservados de la SIDE o pagar los frecuentes viajes no oficiales del presidente y su comitiva.

   El presidente también maneja las relaciones internacionales con parámetros personales prescindiendo de la participación y el consejo  de los profesionales del servicio exterior de la nación. A su primera Ministra de Relaciones Exteriores la despidió sin protocolo porque supuestamente no controló que se votara en contra de Cuba en la ONU (imperdonable en un gobierno que se dice de derecha) pero hace días cambió el voto de censura a Rusia por la invasión a Ucrania  siguiendo la línea marcada por los EUA con quien se declara alineado. En un momento Milei aseguró que no haría negocios con el gobierno comunista chino pero luego aceptó que China podría ser un socio confiable. El punto es que si bien los lineamientos de la política exterior son una atribución presidencial no pueden estar sujetos a arbitrios y caprichos personales ni pueden aceptarse los agravios con que castiga a mandatarios extranjeros creando conflictos gratuitos e innecesarios. En las recientes semanas los desafueros presidenciales se incrementaron. Ya no son sólo insultos a opositores e incluso a aliados, periodistas, artistas o cualquiera que insinúe una  crítica. Su sensación de omnipotencia lo ha llevado a difundir en la red X a una cripto moneda que creció con su mención y luego se derrumbó configurando una estafa monumental. Finalmente, en esta misma semana se permitió nombrar por decreto a dos jueces a la Corte Suprema de Justicia, siendo uno de ellos el hombre más cuestionado en los ambientes judiciales y, por lo tanto, carente del prestigio y el respeto que requiere tan alta magistratura.  A toda crítica que se formule al presidente, sus seguidores contestan acusando a sus interlocutores de ser “kirchneristas” o sea servidores de la expresidente Cristina Fernández de Kirchner o alegando que todo se justifica con tal de bajar la inflación.

   La pregunta que se impone es: ¿Cuánto estamos dispuestos a conceder a cambio de una baja en la inflación? ¿Estamos dispuestos a aceptar que se violen los principios constitucionales, la división de poderes y la salud de la república? ¿Aceptaremos pasivamente el nacimiento de un nuevo líder autoritario que se ubique por encima de leyes e instituciones al grito de “yo he domado el déficit fiscal y bajado la inflación”? Así comenzó el derrumbe institucional en Venezuela celebrando los excesos de Chávez primero y Maduro después. En nuestra Argentina  es tiempo que comencemos a marcar límites y establecer prioridades. La principal responsabilidad está en manos del Congreso y de los partidos opositores que no responden a Cristina Fernández y que ya han ayudado bastante al trabajo presidencial y están en tiempo de cumplir su verdadero rol. El resto de la sociedad y los que hemos asumido responsabilidades políticas tenemos por nuestra parte la obligación de generar alternativas y tratar de llevar al Congreso en las próximas elecciones legislativas a hombres y mujeres probos, honestos, transparentes y con verdadera vocación de servicio.

Así lo estamos haciendo en la Provincia de Buenos Aires donde pronto daremos a conocer nuestros candidatos independientes que llegarán con propuestas serias y concretas para crecer, producir y desarrollarse. Ciudadanos comprometidos con la defensa de los valores patrióticos, la defensa  de la  vida y de la familia. Ciudadanos que no olviden a los que lucharon con la armas en la mano para recuperar las Malvinas y aquellos que lo hicieron para evitar que los terroristas formados en la guerra subversiva hicieran de la Argentina una nueva Cuba  y que aún hoy están pagando con prisión, mientras los que atacaron a su propio país son premiados con indultos, indemnizaciones y cargos públicos.

 Vienen tiempos de comprometerse y de ponerse firmes para hacer de la Argentina un país como Dios manda. Dios y la Patria nos lo demandan.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Marzo 1, 2025


 

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