Cuatro años después de la firma del acuerdo de paz con las FARC, Colombia enfrenta un recrudecimiento de la violencia que se manifiesta en el asesinato de exguerrilleros y líderes sociales, así como en un ola creciente de masacres que solo esta semana se ha cobrado la vida de más de 15 personas.
La esperanza de cambio que tenía el país ante el histórico acuerdo que firmaron el Gobierno y la que era entonces la mayor guerrilla de Colombia se ha ido diluyendo con el paso del tiempo, pese a que aún hay sectores políticos que confían en que la nación dé un paso definitivo para salir del conflicto armado.
Pero la realidad es que desde el 24 de noviembre de 2016 han sido ultimados al menos 242 exguerrilleros y cerca de millar de líderes sociales, mientras que en los últimos meses han muerto centenares de personas en masacres perpetradas por grupos armados a lo largo y ancho del país.
Las últimas dos ocurrieron el fin de semana en el municipio de Betania, en el departamento de Antioquia, donde fueron masacrados diez recolectores de café, y en Argelia, en el convulso Cauca, donde fueron asesinadas otras cinco personas en el caserío de El Mango.
Violencia creciente
Según un análisis de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), las acciones de los grupos armados en el cuarto año del “post-acuerdo de paz” han aumentado en un 65 % frente al primero, al pasar de 225 a 318.
“Antes del cese al fuego de las FARC, el 78 % de las acciones armadas eran responsabilidad de esta guerrilla. Cuatro años después, el 38 % de las acciones fueron realizadas por el ELN (Ejército de Liberación Nacional) y otro 34 % por las disidencias de terroristas”, ha explicado la FIP.
En defensa del acuerdo
El expresidente Juan Manuel Santos, quien firmó el acuerdo con el último jefe de la guerrilla, Rodrigo Londoño, ha defendido su legado al asegurar que “hay que distinguir la paz con las FARC y la violencia que otros grupos criminales han generado”.
“La paz con las FARC ha funcionado y las cifras de reducción de los indicadores de violencia como los homicidios, las tomas guerrilleras, los ataques a la infraestructura, o los secuestros, hasta los años 2017 y 2018, fueron reducciones muy significativas, del orden del 70, el 80 %”, ha afirmado el exmandatario en una entrevista con la agencia EFE.
Visión de La FARC y del Gobierno
El senador Julián Gallo, conocido en su época de guerrillero como Carlos Antonio Lozada y uno de los líderes del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), ha manifestado que lo positivo es que se detuvo una guerra de más de 50 años y despertaron “fuerzas sociales y políticas que estaban adormecidas como producto del conflicto”.
En respuesta a las críticas, el consejero presidencial para la Seguridad Nacional, Rafael Guarín, ha asegurado que los negociadores de paz del Gobierno de Santos y de las FARC “le vendieron al país la idea de que la firma del acuerdo era el fin de la violencia, que la criminalidad se evaporaría casi que por arte de magia, que las masacres iban a desaparecer”.
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Cuatro años después de la firma del acuerdo de paz con las FARC, Colombia enfrenta un recrudecimiento de la violencia que se manifiesta en el asesinato de exguerrilleros y líderes sociales, así como en un ola creciente de masacres que solo esta semana se ha cobrado la vida de más de 15 personas.
La esperanza de cambio que tenía el país ante el histórico acuerdo que firmaron el Gobierno y la que era entonces la mayor guerrilla de Colombia se ha ido diluyendo con el paso del tiempo, pese a que aún hay sectores políticos que confían en que la nación dé un paso definitivo para salir del conflicto armado.
Pero la realidad es que desde el 24 de noviembre de 2016 han sido ultimados al menos 242 exguerrilleros y cerca de millar de líderes sociales, mientras que en los últimos meses han muerto centenares de personas en masacres perpetradas por grupos armados a lo largo y ancho del país.
Las últimas dos ocurrieron el fin de semana en el municipio de Betania, en el departamento de Antioquia, donde fueron masacrados diez recolectores de café, y en Argelia, en el convulso Cauca, donde fueron asesinadas otras cinco personas en el caserío de El Mango.
Violencia creciente
Según un análisis de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), las acciones de los grupos armados en el cuarto año del “post-acuerdo de paz” han aumentado en un 65 % frente al primero, al pasar de 225 a 318.
“Antes del cese al fuego de las FARC, el 78 % de las acciones armadas eran responsabilidad de esta guerrilla. Cuatro años después, el 38 % de las acciones fueron realizadas por el ELN (Ejército de Liberación Nacional) y otro 34 % por las disidencias de terroristas”, ha explicado la FIP.
En defensa del acuerdo
El expresidente Juan Manuel Santos, quien firmó el acuerdo con el último jefe de la guerrilla, Rodrigo Londoño, ha defendido su legado al asegurar que “hay que distinguir la paz con las FARC y la violencia que otros grupos criminales han generado”.
“La paz con las FARC ha funcionado y las cifras de reducción de los indicadores de violencia como los homicidios, las tomas guerrilleras, los ataques a la infraestructura, o los secuestros, hasta los años 2017 y 2018, fueron reducciones muy significativas, del orden del 70, el 80 %”, ha afirmado el exmandatario en una entrevista con la agencia EFE.
Visión de La FARC y del Gobierno
El senador Julián Gallo, conocido en su época de guerrillero como Carlos Antonio Lozada y uno de los líderes del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), ha manifestado que lo positivo es que se detuvo una guerra de más de 50 años y despertaron “fuerzas sociales y políticas que estaban adormecidas como producto del conflicto”.
En respuesta a las críticas, el consejero presidencial para la Seguridad Nacional, Rafael Guarín, ha asegurado que los negociadores de paz del Gobierno de Santos y de las FARC “le vendieron al país la idea de que la firma del acuerdo era el fin de la violencia, que la criminalidad se evaporaría casi que por arte de magia, que las masacres iban a desaparecer”.
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 26, 2020