Curiosidades de la historia: El cohete Congreve

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Por CLAUDIO VALERIO

Como consecuencia de la invención de la pólvora, alrededor del año 1000, los chinos desarrollaron los cohetes, añadiendo así una nueva característica a los fuegos artificiales. Lamentablemente, este desarrollo también fue usado para la guerra, con el intención de quemar las ciudades enemigas. Esta forma de ataque fue conocida por los británicos  cuando las tropas indias (Guerra Anglo-Mysore), bajo el Sultán Tipu, las emplearon contra ellos.

El oficial británico William Congreve,  desarrolló un cohete militar y en 1806 promovió su uso contra Napoleón. William Congreve nació el  22 de mayo de 1772 y fue ideólogo del uso militar de los cohetes de pólvora, y constructor de miles de ellos. Fue el inventor del cohete en 1805 en Gran Bretaña.

El cohete constaba de un cuerpo cilíndrico de aproximadamente 10 cms. de diámetro por 70 cms. de largo, realizado con una lámina de hierro y una punta u ojiva cónica muy puntiaguda  de aproximadamente 20 cms. Hecha del mismo material. En la parte cilíndrica se hallaba el combustible que oficiaba de propulsor, que era pólvora especialmente tratada y compactada, que entraba en ignición mediante el encendido de una mecha.

Para asegurar la certeza del disparo y evitar que la trayectoria del cohete Congreve fuera errática, de la parte posterior de la camisa salía una vara que servía de guía aerodinámica. Esa camisa metálica o cuerpo cilíndrico en su parte inferior externa poseía una guía que se deslizaba por una especie de riel que estaba en la plataforma de lanzamiento, siendo estos unos caballetes de hierro con rieles guía de 5 metros de longitud.

En la punta u ojiva llevaba cargas explosivas o incendiarias, que oscilaban entre 1 y 10 kilos. El cohete de 24 libras que fue el más usado llevaba 10 kilos de carga. Estos cohetes, generalmente se lanzaban en salvas, de a pares. Los artilleros que lo operaban, podían ajustar la puntería, graduando el ángulo de los caballetes de lanzamiento.

En 1814 Congreve publicó “The Details of the Rocket System”; posteriormente editó dos trabajos más: “A Concise Account on the Origin and Progress of the Rocket System”, en 1817;   y “A Treatise on the Congreve Rocket System”,  en 1827, que sería  su obra cumbre.

La mayor eficacia de estos cohetes consistía en el  efecto  psicológico que producían dado que, los atacados,  se veían afectados por estampidos y  llamaradas;  esto resultaba grave para las tropas de caballería dado que sus caballos entraban rápidamente en pánico. Las mismas consecuencias se producían en  las tripulaciones de los navíos, como también en las poblaciones civiles así bombardeadas.

Durante las guerras Napoleónicas, este cohete  se hizo famoso por provocar un grave incendio en la ciudad de Copenhague (Dinamarca) donde hay registros que se dispararon 25.000 cohetes. Esta arma utilizaba pólvora para mover los proyectiles que llegaron a elevarse hasta unos 2500 metros y estaban alojadas en capsulas de hierro, y rápidamente demostró su mortífera eficacia.  

Molesta por la interferencia británica en el comercio norteamericano, en 1812 la joven nación se declaró en guerra con Gran Bretaña. Ante una serie de derrotas los estadounidenses se sumieron a en un estado de ansiedad y desmoralización. En 1814, en un fallido ataque británico sobre Fort Mc Henry, en las afueras de Baltimore, se utilizaron cohetes Congreve; de hecho “El rojo resplandor de los cohetes” del himno norteamericano se refiere a esto.  La visión de esas “franjas anchas y brillantes estrellas” fue lo que inspiró a Francis Scott Key a componer una canción que más adelante se convertiría en el himno nacional de los Estados Unidos.

C convencido de que los cohetes iban a reemplazar a la artillería, Congreve siguió perfeccionando su arma al punto que, en 1817, disponía de proyectiles de 5, 12, 18, 32 y 45 libras, del tipo incendiario, explosivo y de “shrapnel”. Los shrapnel  son municiones de artillería que incluyen y transportan una gran cantidad de submuniciones antipersona disparadas por el cohete, para que impacten individualmente en el blanco. Su poder mortífero se basa casi enteramente en la velocidad del proyectil.  

El teniente naval inglés L. B. Mackinnon en la Guerra del Paraná, tuvo como misión la instalación de una batería encubierta o camuflada de cohetes Congreve, en una isla o islote que se encontraba frente a las baterías argentinas ubicadas en el Paso del Quebracho, la que tenía por objeto actuar contra aquellas baterías, cuando la flota pasara por el lugar.   Este combate naval y terrestre (la batalla del quebracho o de la angostura del quebracho, 1846) contra la escuadra invasora anglo-francesa, ocurrió después de la batalla de la Vuelta de Obligado contra la escuadra invasora anglo-francesa, ocurrió el 4 de junio de 1846, unos ocho meses después de la batalla de la Vuelta de Obligado. En esa acción, el teniente Mackinnon, al mando de las baterías de cohetes Congreve, formadas por 3 baterías de 24 libras y 3 caños de cohetes de 12 libras,  cuenta desde su punto de vista el desarrollo del combate, destacando  los efectos letales que dichos cohetes habrían producido entre las fuerzas argentinas.

 En el segundo año de la “Guerra de la Triple Alianza”, en la batalla de Yataytí Corá, desde corta distancia los paraguayos dispararon sus cohetes Congreve contra las tropas enemigas.  La utilización de esos  cohetes ocasionaría el  incendio de pastizales, con la consecuente producción de humo que, al ser tanto, no les permitió detectar la aproximación desde el sur de la reserva argentina hasta que ésta abrió fuego sobre las tropas paraguayas, obligándolas a replegarse escaramuceando hasta una corta distancia.

Como la precisión en dar en el blanco no era muy exacta, el uso de esos cohetes declinó como mejora de la artillería. Sin embargo, su uso en los barcos se siguió haciendo para, por ejemplo, enviar una cuerda a tierra en caso de naufragio. Y así se vendieron cohetes comerciales.

“…nunca se podrá entender completamente cómo un país con tanto potencial ha tenido un pasado tan retorcido.” —DAVIDE G. ERRO (Resolving the Argentine Paradox)

William Congreve (1772 – 1828)

Fecha de nacimiento 20 de mayo de 1772

Lugar de nacimiento de Kent

Fecha de fallecimiento 16 de mayo de 1828

Lugar de muerte Toulouse

En lo que se refiere a América del Sur, muchas son las citas que se podrían mencionar. A modo de ejemplo, el primer uso de los cohetes Congreve en América del Sur fue el fallido ataque al puerto del Callao por  la flota chilena al mando del Almirante Thomas Cochrane en 1819.

En 1821 las tropas del General José de San Martín los utilizan en Mirabé al sur del Perú.

En 1827 en la batalla naval de Juncal.

En 1841, en acción  entre siete barcos argentinos y cuatro uruguayos.

 En 1845 en combate de la vuelta de Obligado.

En 1846 en dos acciones bélicas en el Río Paraná a la altura de El Tonelero.

En 1852 en la Batalla de Caseros (entre el ejército brasileño  y las fuerzas Argentinas de Rosas).

En 1853, en el sitio de Buenos Aires (Coronel Martín Arenas).

En 1864, en la guerra de la Triple Alianza (1964-1870), Paraguay utiliza cohetes Congreve.

William Hale,  otro inventor inglés, en 1844 perfeccionó un cohete que podía para rotar sobre sí mismo como un proyectil de fusil, de manera que se podía prescindir una varilla para estabilizarlo durante su recorrido, aunque no mejoró la estabilidad direccional del proyectil. Este misil fue utilizado en la Guerra de Crimea (1853-1856). El cohete diseñado por Hale mejoró al Congreve por eliminar la necesidad de un palo para sostenerlo y poder apuntarlo hacia la dirección deseada y, además, mediante la adición de orificios que funcionaban como bocas de salida de los gases se lograba, de este modo, que el cohete girara, o mejor dicho que rotara como la bala de un rifle.

Sin embargo, y en términos generales, los grandes avances hechos en la técnica de la artillería durante el siglo XIX hicieron que el cohete fuera desplazado y reemplazado por el cañón.

Para muchos,  los cohetes representan la única forma verosímil de alcanzar el espacio exterior.  Así, en 1883 se considera el comienzo de la era espacial a partir de un visionario científico ruso Konstatin Eduardovitch Tsiolkovki (1857-1935) quien se dio cuenta de esto. Fue Konstantin  el que impulsó con entusiasmo los vuelos espaciales y escribió libros donde desarrolla su teoría de la propulsión a chorro y explicaba que un cohete podía funcionar incluso en el vacío. 

Tenemos que saber  distinguir entre un cohete y un turborreactor. El primero lleva consigo la provisión de oxígeno (o una sustancia que puede suministrarlo); el segundo depende del oxígeno contenido en el aire para pueda quemar su combustible. Esto significa que mientras el cohete puede ser empleado en el espacio exterior (donde no hay oxígeno), el turborreactor funciona únicamente dentro de la atmósfera terrestre. Ahora bien, Ya sea que se trate de un combustible del tipo  polvo comprimido (sólido) o líquido, como por ejemplo el peróxido de hidrógeno, para suministrar el oxígeno necesario y kerosene  como combustible, un cohete no es sino un cilindro que posee un extremo abierto y el otro cerrado. Eso sí,  ambos  basan su funcionamiento en el principio de acción y reacción enunciado por el físico y matemático Inglés, Isaac Newton (a toda acción corresponde una reacción igual y de sentido contrario).  Esto puede ser mejor comprendido si nos referimos directamente al cohete.

Distinguido poseedor de una dignidad de 2° Baronet (Bart). General e inventor británico quien perfeccionó la fabricación de la pólvora y de los cohetes de guerra. Fue pionero en el desarrollo y uso de cohetes en artillería e inventó uno que lleva su nombre y que, en 1806, fuera utilizado por las tropas británicas contra los franceses. Además, ideó un procedimiento para imprimir en varios colores y fundó una compañía a fin de introducir el alumbrado de gas en las ciudades.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Marzo 17, 2020


 

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