¿Debe América continuar siendo la Policía del Mundo?

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  Por Karen Boyd.

En 2014, después de afirmar su creencia en el excepcionalismo estadounidense, el presidente Barack Obama afirmó que Estados Unidos defiende “una paz más duradera que sólo puede lograrse a través de oportunidades y libertad para las personas en todas partes”. Para él, el “liderazgo estadounidense” implica “nuestra voluntad de actuar en nombre de la dignidad humana”.

Al salir de la era de la Guerra Fría y continuar durante la presidencia de Obama, llegó a haber cierto consenso sobre la retórica a favor de las intervenciones en el extranjero.

Hoy en día, la retórica ha cambiado.

Obama

El presidente Donald Trump reemplazó el excepcionalismo estadounidense por “Estados Unidos primero”. Ahora bien, Estados Unidos no se diferencia de otros países. Somos una nación como cualquier otra, dice Trump, y “todas las naciones tienen derecho a anteponer sus propios intereses”. En su discurso de política exterior de 2016, Trump calificó de “idea peligrosa” creer “que podríamos convertir en democracias occidentales a países que no tenían experiencia ni interés en convertirse en una democracia occidental”.

La semana pasada, por primera vez, Trump intentó combinar America First con el excepcionalismo estadounidense. En su discurso ante las Naciones Unidas, afirmó: “En Estados Unidos, no buscamos imponer nuestro modo de vida a nadie, sino dejarlo brillar como un ejemplo para que todos lo observen”. Estados Unidos debería modelar su camino, pero no intervenir en el camino de otros.

Sin embargo, el resto del discurso siguió pidiendo intervenciones. Lo hizo sobre la base de la soberanía. Todas las naciones, declaró Trump, deben defender “estos dos deberes soberanos fundamentales: respetar los intereses de su propio pueblo y los derechos de todas las demás naciones soberanas”.

Luego se lanzó contra Corea del Norte, Venezuela e Irán, afirmando que estos países no respetaban a su propio pueblo ni la soberanía de los demás. En esos casos, afirmó, Estados Unidos intervendría.

Aunque abundan las contradicciones en el discurso, la posición de Trump quedó muy clara: cree que el mundo estará mejor si cada nación se vuelve más egoísta.

Esta es una visión del mundo definida no por la retórica de la libertad, las oportunidades, la inmigración, el asilo o cualquier lenguaje tradicional del excepcionalismo estadounidense. En cambio, la visión de Trump se define por la soberanía y el interés propio. Está más que dispuesto a utilizar el poder de los militares, pero en términos muy diferentes.

Estados Unidos no puede ser el policía del mundo, pero no debe eludir sus responsabilidades más amplias, como está intentando hacer la administración en el poder en Washington. Ningún país, ni siquiera la única superpotencia del mundo, puede ser policía de todo el planeta. El desafío para Estados Unidos es decidir dónde participar y cómo.

Trump

No es necesario haber sido un diplomático de carrera para comprender que el presidente Trump, en su discurso debut en la Asamblea General de las Naciones Unidas, demostró que no sabe cómo tomar esas decisiones. Ciertamente respeta la soberanía, ya que la mencionó 21 veces al explicar su política exterior de “Estados Unidos primero”. Se reservó el derecho de tomar medidas contra su eje del mal (Venezuela, Irán, Siria y Corea del Norte), pero por lo demás dejó claro que Estados Unidos no estaba muy interesado en el resto del mundo. Los autócratas fuera de los cuatro países que llamó sin duda aplaudieron la luz verde que les dio para continuar reprimiendo y robando a su pueblo.

Ser un buen policía incluye fomentar el respeto por la ley y no limitarse a disparar a los sospechosos. Y la construcción de una nación apoyando la democracia puede ser mucho más efectiva que usar la fuerza, suponiendo que los ciudadanos de esa nación estén dispuestos a construirla en lugar de limitarse a luchar por el botín.

Trump –que agredió a los medios de comunicación, convocó una comisión de fraude electoral muy controvertida y afirmó deshonestamente que perdió el voto popular porque tres millones de inmigrantes ilegales votaron– ha demostrado que tiene poco respeto por la democracia en casa. Por eso no es de extrañar que no muestre ninguna preocupación por ello en el extranjero. Eso es miope; El liderazgo estadounidense importa. Puede construir todos los muros que quiera, pero no evitarán los problemas que presenta la globalización.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Noviembre 1, 2023


 

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