El 24 de marzo de 1976 no significó, ni de lejos, un quiebre en la historia argentina. El paso de la democracia a la dictadura no fue un descenso del cielo al infierno ni mucho menos. Eso es pasto para la gilada. El gobierno peronista del presidente Cámpora y los sucesivos de Lastiri, Juan Perón y Martínez de Perón transcurrieron en medio de una guerra civil. Las facciones subversivas de Montoneros y del ERP decidían, quién sí y quién no, de los argentinos debía vivir. El peronismo oficialista respondió con la Triple A. Como si con la carnicería no fuera suficiente, la debacle económica, la anarquía y la corrupción eran imparables. Así fue la tan cacareada democracia que derrocó la dictadura. Adviértase que no estoy justificando el golpe de Estado sino, meramente, describiendo los hechos. Es que a mí no me la contaron. Tampoco se enteraron de oídas los gobernadores Carlos Verna (La Pampa), Alicia Kirchner (Santa Cruz), Mario Das Neves (Chubut) y Juan Schiaretti (Córdoba); ni los intendentes kirchneristas del conurbano bonaerense. Lo mismo el diputado Ricardo Alfonsín y el quinta columna del macrismo, Santiago Cantón. Los radicales y los peronistas (también otros), a lo largo y ancho del país, se hicieron cargo de la mayoría de las intendencias en el gobierno militar. Alicia Kirchner, no Mauricio Macri, fue funcionaria política del “Proceso” ¿A qué viene, entonces, este rasgarse las vestiduras por el movimiento del feriado? ¡Vaya hipócritas redomados! Es lo que debió contestar el presidente Macri a ese coro de farsantes. Lejos de ello, eligió, una vez más, recular en chancletas y dejarse correr con la vaina: ¡Linda manera de “construir” poder. Ya antes (cuando entregó a Darío Lopérfido) demostró su impotencia, tanto como para defender la verdad, como para evitar que le arranquen el poder a jirones. Es difícil de entender el pánico que Macri, el papa Francisco y toda la clase política le tienen a la mentirosa descarada de Estela Carlotto. Repugna al alma semejante cuota de pusilanimidad en jefes de gobierno. Está claro que Macri y su tropa no se animan, no quieren destruir el relato K o, en su defecto, lo asumen como propio. (¡Ojo, Gerardo Morales! La Carlotto va por la libertad de Milagro Sala y, por ende, por usted).
El macrismo ha devenido en algo así como un kirchnerismo no kchorro (lo que no es poco, teniendo en cuenta la ferocidad para robar de la banda que se adueñó del país durante doce años, y sobrevive en muchas provincias). La mediocridad no tiene otro destino que la máquina de picar carne del peronismo. El poder es para los que están dispuestos, para bien o para mal, a ejercerlo. Cuando una mentirosa y unos cuantos farsantes, en algo tan nimio, hacen hocicar al presidente de los argentinos, muchos se preguntan si valdrá la pena defenderlo cuando vengan por él.
Señor Presidente: por usted, pero todavía más por nosotros: ¡Compórtese como un presidente, carajo!
Escribe Mauricio Ortín.
El 24 de marzo de 1976 no significó, ni de lejos, un quiebre en la historia argentina. El paso de la democracia a la dictadura no fue un descenso del cielo al infierno ni mucho menos. Eso es pasto para la gilada. El gobierno peronista del presidente Cámpora y los sucesivos de Lastiri, Juan Perón y Martínez de Perón transcurrieron en medio de una guerra civil. Las facciones subversivas de Montoneros y del ERP decidían, quién sí y quién no, de los argentinos debía vivir. El peronismo oficialista respondió con la Triple A. Como si con la carnicería no fuera suficiente, la debacle económica, la anarquía y la corrupción eran imparables. Así fue la tan cacareada democracia que derrocó la dictadura. Adviértase que no estoy justificando el golpe de Estado sino, meramente, describiendo los hechos. Es que a mí no me la contaron. Tampoco se enteraron de oídas los gobernadores Carlos Verna (La Pampa), Alicia Kirchner (Santa Cruz), Mario Das Neves (Chubut) y Juan Schiaretti (Córdoba); ni los intendentes kirchneristas del conurbano bonaerense. Lo mismo el diputado Ricardo Alfonsín y el quinta columna del macrismo, Santiago Cantón. Los radicales y los peronistas (también otros), a lo largo y ancho del país, se hicieron cargo de la mayoría de las intendencias en el gobierno militar. Alicia Kirchner, no Mauricio Macri, fue funcionaria política del “Proceso” ¿A qué viene, entonces, este rasgarse las vestiduras por el movimiento del feriado? ¡Vaya hipócritas redomados! Es lo que debió contestar el presidente Macri a ese coro de farsantes. Lejos de ello, eligió, una vez más, recular en chancletas y dejarse correr con la vaina: ¡Linda manera de “construir” poder. Ya antes (cuando entregó a Darío Lopérfido) demostró su impotencia, tanto como para defender la verdad, como para evitar que le arranquen el poder a jirones. Es difícil de entender el pánico que Macri, el papa Francisco y toda la clase política le tienen a la mentirosa descarada de Estela Carlotto. Repugna al alma semejante cuota de pusilanimidad en jefes de gobierno. Está claro que Macri y su tropa no se animan, no quieren destruir el relato K o, en su defecto, lo asumen como propio. (¡Ojo, Gerardo Morales! La Carlotto va por la libertad de Milagro Sala y, por ende, por usted).
El macrismo ha devenido en algo así como un kirchnerismo no kchorro (lo que no es poco, teniendo en cuenta la ferocidad para robar de la banda que se adueñó del país durante doce años, y sobrevive en muchas provincias). La mediocridad no tiene otro destino que la máquina de picar carne del peronismo. El poder es para los que están dispuestos, para bien o para mal, a ejercerlo. Cuando una mentirosa y unos cuantos farsantes, en algo tan nimio, hacen hocicar al presidente de los argentinos, muchos se preguntan si valdrá la pena defenderlo cuando vengan por él.
Señor Presidente: por usted, pero todavía más por nosotros: ¡Compórtese como un presidente, carajo!
PrisioneroEnArgentina.com
Enero 29, 2017
Related Posts
Con Kirchner y Macri, sarna y cucarachas. Con Milei-Villarruel… chinches
◘ Por Claudio Kussman. Teniendo en cuenta que [...]
Cristian Ritondo (a) “Pucho”… otro “exitoso” aliado de Javier Milei
◘ Por Claudio Kussman. No es descabellado decir [...]
POST DATA DE… ¿POR QUÉ, JAVIER?
◘ Por Dr. Enrique Guillermo Avogadro. Como se [...]