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  Por Eder Pecile.

Se observa lo que Perón usó como doctrina justicialista. Fue un artilugio, fácil de repetir  e ideal para estribillos, para ser cantados, con la sola intención de domesticar briosas y capaces voluntades. Propio de una forma de menoscabo de la libertad de pensamiento e imposición de un conocimiento para lograr el manejo de las masas, que estaba de moda en la época. A mi juicio no superó la manipulación, quizás con algún hilván lógico, pero carente de sustento nacional. No pasó de ser lo que carcomió el cerebro del pueblo, se instaló como ideología y sirvió para fabricar peronistas. Como no tenía ni tiene, nada de doctrina, degrada mentes y las anula, hasta crear el fanático. Ese pobre ser, es la víctima del supuesto progreso, cantaba y se vanagloriaba con el:

 – Perón Perón

– Los muchachos peronistas.

– Mi general, que grande sos,

– Primer trabajador.

Así, enfervorizados, idolatraban a quien los usó y bajo el mismo lema, siguen sin generar ideas, que les permita ejercer el don de la libertad. Aprovechando esa mercadería barata, que el “Primer Trabajador” le entrega al comunismo, que para esa época, era socialismo, se los llevó y con astutas formas educativas, generó idiotas útiles, para sus macabros fines. Lo popular, terminó en un paupérrimo populismo, vitoreado con sus cánticos que los hacía cada vez más esclavos.

La UES, con el libertinaje, sustentado por una educación laica, dio el resultado de Montoneros, ERP, etc. como referentes y propulsores de un   “sistema de cosas que tenían que cambiar”. Ellos fueron sus educandos y con la complicidad de miembros de la Iglesia,  profundizaron, el conocimiento de las clases y situaciones sociales. Aparece el pobre, como víctima de una sociedad injusta y como tal se aplica la obligatoriedad de la Caridad.

El pobre, tiene derechos a reclamarle a la sociedad, lo que le falta para estar en igualdad con lo que desea y no por  lo que merece. La igualdad, ya no era de oportunidades, sino  que se la juzgaba por la disponibilidad de bienes materiales. Aparece el derecho de poseer lo que no se tiene, sin interesar para nada la posesión del prójimo. El derecho pasa a tener preeminencia sobre la obligación y es más, con el tiempo, ésta, deja de ser una exigencia. En grande, es la educación peronista, que tergiversa el origen y bases de su mentada Doctrina.

Según Perón, se basaba era la Doctrina Social de la Iglesia.

En apretada Síntesis:

– Nada tenía de Doctrina, pero sobre ella montó una pérfida ideología.

– Nada tenía de Social, pero se la usó para fanatizar y corromper.

– Nada debía a la Iglesia pero se usó para esconder al laicismo.

Ese engendro de erpianos y montoneros, son los que acuerdan su regreso. Usan su reelección, con el 60 % de los votos para llevar a cabo su antinacional plan. Instaurar en el País una cultura extraña a su pensar y querer.

La llamaron democracia y la paternaliza Raúl Alfonsín, electo presidente, que nada tenía de argentino.

Fanático defensor de terroristas, creados por Perón.

 

Eder Pécile

 


PrisioneroEnArgentina.com

Abril 5, 2024


 

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