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Por CLAUDIO VALERIO

Cuando yo era pequeño pregunté: «¿En el cielo hay bicicletas?» Porque con lo que a mí me gustaba la bicicleta yo pensaba que en el cielo no podía ser feliz si no tenía una bicicleta. Tanto me gustaba la bicicleta que mi padre me compró una grande siendo yo un chiquillo. Tan grande que no llegaba a los pedales si me sentaba en el sillín.

Y me decían: «Sí hombre, sí. En el cielo tendrás todo lo que quieras» Ahora comprendo que en el cielo no hay bicicletas; ni falta que hace para ser feliz. Porque la felicidad del cielo está en el amor. No en el amor físico que tanto se preconiza, sino en el amor espiritual, que da mucha más felicidad que el placer sensitivo. Lo espiritual nos da más felicidad o sufrimiento que lo sensitivo.

La felicidad consiste en un amor espiritual: Amar a Dios, por sobre todas las cosas,  y ser amado de Dios.

Si el amor a personas llenas de defectos nos hace tan felices en la Tierra, ¿qué será el amor a Dios?

Hay personas que sufren porque no son amadas como ellas desean. En el cielo, ellas  se sentirán saciadas del deseo de ser amadas.

Nadie nos puede amar más de lo que Dios nos ama. Sentirnos amados de Dios nos debe llenar de felicidad.

Dios es omniperfecto, y el más  digno de ser amado, pues es infinitamente perfecto. Y en el cielo lo conoceremos como es; porque en la Tierra, con la limitación de nuestro entendimiento, lo que conocemos de Él es una caricatura, como dice San Pablo.

Y eso por toda la eternidad. Porque bien que se acaba no hace feliz. El pensamiento de que se va a acabar, entristece… Porque,  si a un ciego le devuelven la vista por un día; o a un preso la libertad por una hora. Eso no les hace felices. Y esto me sugiere hablar del cielo, donde toda la felicidad consiste en estar con el Señor.

No nos inquietemos. Si escuchamos correctamente, descubriremos que el amor de Dios consiste en estar siempre perdonándonos. Y, si creemos esto, nuestras vidas cambiarán; porque conoceremos la paz del corazón.

Podemos abrirle la puerta al amor,  o bien rechazarlo. Pero no es lo mismo vivir con o sin él.

Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires) recibe un saludo, y mi deseo que Dios te Bendiga y prospere en todo lo que emprendas, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.

 

Claudio Valerio

 


PrisioneroEnArgentina.com

Marzo 7, 2020


 

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