Días pasados, a través de la cadena nacional, todos fuimos testigos de una costosa puesta en escena verdaderamente alucinante. Una más de tantas que se llevan a cabo en este país sudamericano llamado Argentina.
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En el Centro Cultural Néstor Kirchner el presidente ALBERTO FERNÁNDEZ acompañado por gobernadores provinciales (menos ALICIA KIRCHNER, ARABELA CARRERAS Y JUAN SCHIARETTI) y por el jefe del Gobierno porteño, HORACIO RODRÍGUEZ LARRETA, rindieron homenaje a los más de 95.000 fallecidos, hasta ahora, por el Covid 19. No estaban solos, los acompañaban representantes de trabajadores esenciales y de credos de pueblos originarios y de la comunidad afro argentina. “Los que se fueron están en la memoria y en nuestro corazón, siempre”, dijo el presidente, allá lejos y en el olvido parece haber quedado los vacunatorios “Vip”, la mala praxis frente a la pandemia y un plan de vacunación con cuentagotas. Mientras tanto las muertes siguen produciéndose día a día, al tiempo que una macabra contabilidad nos dice por los medios, cuantos más tendremos que recordar “por siempre”. A todo esto ¿dónde están los deudos de los fallecidos? ¿Acaso salieron a protestar, a tambor batiente por sus seres queridos a quienes no volverán a ver? ¿Se juntaron frente a la Casa de Gobierno o frente al Congreso de la Nación, de donde en mayoría salen leyes con tufo a ideologías chavistas-castristas? Nada, no pasó nada. Así una y otra vez se repite la misma historia. Por un lado, están en permanente actividad los “revolucionarios” de siempre y por el otro la mansedumbre y apatía de la gran mayoría ovejuna. En ella por supuesto incluyo a los uniformados de todas las fuerzas, los de ayer y los de hoy. Esos que se olvidaron de sus muertos por la metralla de los terroristas y de los vivos que hoy privados de su libertad, van muriendo encarcelados y cuya contabilidad también se lleva como si se tratara de otra pandemia, de la que la sociedad nada quiere saber. Esa sociedad que supo pedir a gritos que se pusiera fin al terrorismo que los acosaba produciendo muertes violentas de hombres, mujeres, niños, soldados conscriptos y todo lo que tuvieran adelante.
Esa sociedad cuyos representantes firmaron una orden de “aniquilamiento” que décadas después, ladinamente se interpretó que no quería decir lo que decía. Esta es nuestra trágica historia, nuestro trágico presente y en consecuencia nuestro sombrío futuro: para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino.
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Por MARÍA FERREYRA KUSSMAN.
Días pasados, a través de la cadena nacional, todos fuimos testigos de una costosa puesta en escena verdaderamente alucinante. Una más de tantas que se llevan a cabo en este país sudamericano llamado Argentina.
[ezcol_1half]En el Centro Cultural Néstor Kirchner el presidente ALBERTO FERNÁNDEZ acompañado por gobernadores provinciales (menos ALICIA KIRCHNER, ARABELA CARRERAS Y JUAN SCHIARETTI) y por el jefe del Gobierno porteño, HORACIO RODRÍGUEZ LARRETA, rindieron homenaje a los más de 95.000 fallecidos, hasta ahora, por el Covid 19. No estaban solos, los acompañaban representantes de trabajadores esenciales y de credos de pueblos originarios y de la comunidad afro argentina. “Los que se fueron están en la memoria y en nuestro corazón, siempre”, dijo el presidente, allá lejos y en el olvido parece haber quedado los vacunatorios “Vip”, la mala praxis frente a la pandemia y un plan de vacunación con cuentagotas. Mientras tanto las muertes siguen produciéndose día a día, al tiempo que una macabra contabilidad nos dice por los medios, cuantos más tendremos que recordar “por siempre”. A todo esto ¿dónde están los deudos de los fallecidos? ¿Acaso salieron a protestar, a tambor batiente por sus seres queridos a quienes no volverán a ver? ¿Se juntaron frente a la Casa de Gobierno o frente al Congreso de la Nación, de donde en mayoría salen leyes con tufo a ideologías chavistas-castristas? Nada, no pasó nada. Así una y otra vez se repite la misma historia. Por un lado, están en permanente actividad los “revolucionarios” de siempre y por el otro la mansedumbre y apatía de la gran mayoría ovejuna. En ella por supuesto incluyo a los uniformados de todas las fuerzas, los de ayer y los de hoy. Esos que se olvidaron de sus muertos por la metralla de los terroristas y de los vivos que hoy privados de su libertad, van muriendo encarcelados y cuya contabilidad también se lleva como si se tratara de otra pandemia, de la que la sociedad nada quiere saber. Esa sociedad que supo pedir a gritos que se pusiera fin al terrorismo que los acosaba produciendo muertes violentas de hombres, mujeres, niños, soldados conscriptos y todo lo que tuvieran adelante.
[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end] [/ezcol_1half_end]Esa sociedad cuyos representantes firmaron una orden de “aniquilamiento” que décadas después, ladinamente se interpretó que no quería decir lo que decía. Esta es nuestra trágica historia, nuestro trágico presente y en consecuencia nuestro sombrío futuro: para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino.
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 5, 2021