Pese a que Canadá es uno de los principales proveedores de petróleo de Estados Unidos y uno de sus importantes socios comerciales, las relaciones entre ambos países no siempre han sido armoniosas.
Las recientes declaraciones del presidente electo Donald Trump de que el país vecino podría convertirse en el 51.º estado de EE.UU. han vuelto a poner de actualidad los debates sobre los periodos más incómodos en la relación entre Washington y Ottawa.
Durante su primer mandato, el líder republicano ya había criticado al primer ministro canadiense, Justin Trudeau, calificándolo de “débil” y “deshonesto” en medio de enfrentamientos comerciales entre ambos países.
La revista Político recordaba entonces que las dos naciones vecinas han tenido guerras e incluso planes de invasión a lo largo de 200 años de vínculos, expresando la esperanza de que Trump no decidiera acudir a la Biblioteca del Congreso en busca de alguno de ellos.
El origen de las hostilidades se remonta a 1812, cuando tropas de Canadá, entonces una colonia británica, entraron en Washington D.C. y en 1814 incendiaron la Casa Blanca durante la guerra anglo-estadounidense. El fin de este conflicto, que estableció finalmente a Estados Unidos como potencia independiente, no condujo a unas relaciones tranquilas con Canadá, sino que, por el contrario, provocó una serie de disputas sobre el trazado exacto de la frontera entre ambos países.
Los conflictos fronterizos acompañaron los años siguientes. Uno de ellos fue la guerra de los Leñadores, o guerra del Cerdo y los Frijoles , por ser este el plato favorito de esos trabajadores, que estalló en 1838 por una discusión sobre quién tenía derecho a talar los bosques de la frontera entre el estado estadounidense de Maine y la provincia canadiense de Nuevo Brunswick.
Sin embargo, el enfrentamiento terminó rápidamente después de que el Congreso de EE.UU. enviara 50.000 hombres, lo que llevó a un acuerdo entre las partes y un aumento del tamaño de Maine.
Veinte años después, estalló de nuevo entre los vecinos un conflicto por un cerdo abatido, que se conoció como la guerra del Cerdo. Los contendientes llegaron a movilizar flotas y cientos de hombres, pero la controversia se resolvió con sentido del humor, con el contralmirante británico Robert Baynes señalando que “enzarzar a dos grandes naciones en una guerra por una riña sobre un cerdo sería una insensatez”.
Tras independizarse finalmente del Reino Unido en 1867, Canadá siguió dependiendo en gran medida de la antigua metrópoli para su seguridad, ya que no tuvo un ejército propio hasta prácticamente finales del siglo XIX.
La Primera Guerra Mundial, que hizo incrementar el poder de Washington, alarmó a Ottawa e impulsó la elaboración de un plan militar para invadir al vecino del sur.
Los dirigentes canadienses encargaron al general de brigada Buster Brown que estudiara un plan de ataque preventivo contra Estados Unidos. El militar llevó a cabo reconocimientos en los estados norteamericanos que dieron como resultado en 1921 la presentación del Esquema de Defensa No. 1.
El documento contemplaba un ataque en cinco frentes diseñado para invadir EE.UU. con “columnas volantes” de tropas a través de la frontera y ocupar ciudades como Portland, Fargo, Niágara y Albany, así como lograr la devolución de Maine a Canadá.
Al mismo tiempo, los militares estadounidenses temían que el Reino Unido, irritado por el nuevo poderío de Washington, intentara invadir Estados Unidos a través de Canadá.
El Departamento de Guerra de EE.UU. pidió a la Dirección Conjunta del Ejército y la Armada que elaborara un plan de invasión de Canadá, que en 1930 cristalizó en el Plan de Guerra Rojo.
El plan incluía un triple ataque por tierra y mar, con un bloqueo naval de Halifax y el envío de columnas de tropas desde Detroit y Albany para tomar Toronto y Montreal, desde Bellingham para capturar Vancouver y desde Boston para capturar Halifax. Mientras, tropas marchando desde Albany, Vermont y Buffalo tomarían las cataratas del Niágara, inutilizando la red eléctrica canadiense.
Cinco años después, el Congreso de EE.UU. gastó 57 millones de dólares en una versión actualizada del documento. Estos fondos se utilizaron para construir tres aeropuertos civiles en la frontera con Canadá, que más tarde resultarían ser aeródromos militares.
La medida también impulsó el mayor ejercicio militar de la historia de Estados Unidos, en el que participaron 36.000 soldados en Fort Drum, a tan solo 30 millas (unos 48 kilómetros) de la frontera canadiense. Por lo demás, otras cláusulas del plan nunca llegaron a aplicarse y el documento fue desclasificado en 1974.
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Julieavis
1 year ago
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Dos mujeres tienen más huevos que todos los uniformados juntos. INCREIBLE
Anonymous
1 year ago
Muy buen acto. Respetuoso y veraz. Y valiente ante el extravío cultural.
Sandra
1 year ago
Seamos coherentes, si hubo para las victimas de la junta, que haya para las victimas del terrorismo
este pais es incoherente
Basta de traidores
1 year ago
Que pais fascinante. Las victimas de los militares son las unicas que sufrieron. Las del terrorismo no.
Estamos rodeados de personas sin integridad. Ni las madres de plaza tienen una pizca de humanidad.
Patricio
1 year ago
Flor de despelote se armó en la calle, frente a la Legislatura y la Nona Barnés (no es Carlotto, sino Viuda de..) horrorizada. Menos mal que Mamá Hebe ya no está, sino el circo, completo.
Sonia S
1 year ago
A mi me parece súper bien este acto y necesario, las víctimas de los miserables terroristas eran inocentes.
Eso sí, siempre que no sea aprovechado para enaltecer los crímenes de la dictadura, eso no se puede esconder bajo ninguna justificación.
Tal como hacen algunos izquierdistas, que aprovechan tributos para reivindicar una lucha que nada tenia de “democrática” e “idealista”
Claudio Kussman y familia
1 year ago
Victoria Villarruel y su equipo, logró por primera vez romper en forma total, el inhumano muro de censura existente sobre el accionar criminal de los grupos terroristas que enlutaron el país, visibilizando a sus victimas. Felicitaciones. Cordialmente CLAUDIO KUSSMAN Y FAMILIA
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Las recientes declaraciones del presidente electo Donald Trump de que el país vecino podría convertirse en el 51.º estado de EE.UU. han vuelto a poner de actualidad los debates sobre los periodos más incómodos en la relación entre Washington y Ottawa.
Durante su primer mandato, el líder republicano ya había criticado al primer ministro canadiense, Justin Trudeau, calificándolo de “débil” y “deshonesto” en medio de enfrentamientos comerciales entre ambos países.
La revista Político recordaba entonces que las dos naciones vecinas han tenido guerras e incluso planes de invasión a lo largo de 200 años de vínculos, expresando la esperanza de que Trump no decidiera acudir a la Biblioteca del Congreso en busca de alguno de ellos.
El origen de las hostilidades se remonta a 1812, cuando tropas de Canadá, entonces una colonia británica, entraron en Washington D.C. y en 1814 incendiaron la Casa Blanca durante la guerra anglo-estadounidense. El fin de este conflicto, que estableció finalmente a Estados Unidos como potencia independiente, no condujo a unas relaciones tranquilas con Canadá, sino que, por el contrario, provocó una serie de disputas sobre el trazado exacto de la frontera entre ambos países.
Los conflictos fronterizos acompañaron los años siguientes. Uno de ellos fue la guerra de los Leñadores, o guerra del Cerdo y los Frijoles , por ser este el plato favorito de esos trabajadores, que estalló en 1838 por una discusión sobre quién tenía derecho a
talar los bosques de la frontera entre el estado estadounidense de Maine y la provincia canadiense de Nuevo Brunswick.
Sin embargo, el enfrentamiento terminó rápidamente después de que el Congreso de EE.UU. enviara 50.000 hombres, lo que llevó a un acuerdo entre las partes y un aumento del tamaño de Maine.
Veinte años después, estalló de nuevo entre los vecinos un conflicto por un cerdo abatido, que se conoció como la guerra del Cerdo. Los contendientes llegaron a movilizar flotas y cientos de hombres, pero la controversia se resolvió con sentido del humor, con el contralmirante británico Robert Baynes señalando que “enzarzar a dos grandes naciones en una guerra por una riña sobre un cerdo sería una insensatez”.
Tras independizarse finalmente del Reino Unido en 1867, Canadá siguió dependiendo en gran medida de la antigua metrópoli para su seguridad, ya que no tuvo un ejército propio hasta prácticamente finales del siglo XIX.
La Primera Guerra Mundial, que hizo incrementar el poder de Washington, alarmó a Ottawa e impulsó la elaboración de un plan militar para invadir al vecino del sur.
Los dirigentes canadienses encargaron al general de brigada Buster Brown que estudiara un plan de ataque preventivo contra Estados Unidos. El militar llevó a cabo reconocimientos en los estados norteamericanos que dieron como resultado en 1921 la presentación del Esquema de Defensa No. 1.
El documento contemplaba un ataque en cinco frentes diseñado para invadir EE.UU. con “columnas volantes” de tropas a través de la frontera y ocupar ciudades como Portland, Fargo, Niágara y Albany, así como lograr la devolución de Maine a Canadá.
Al mismo tiempo, los militares estadounidenses temían que el Reino Unido, irritado por el nuevo poderío de Washington,
intentara invadir Estados Unidos a través de Canadá.
El Departamento de Guerra de EE.UU. pidió a la Dirección Conjunta del Ejército y la Armada que elaborara un plan de invasión de Canadá, que en 1930 cristalizó en el Plan de Guerra Rojo.
El plan incluía un triple ataque por tierra y mar, con un bloqueo naval de Halifax y el envío de columnas de tropas desde Detroit y Albany para tomar Toronto y Montreal, desde Bellingham para capturar Vancouver y desde Boston para capturar Halifax. Mientras, tropas marchando desde Albany, Vermont y Buffalo tomarían las cataratas del Niágara, inutilizando la red eléctrica canadiense.
Cinco años después, el Congreso de EE.UU. gastó 57 millones de dólares en una versión actualizada del documento. Estos fondos se utilizaron para construir tres aeropuertos civiles en la frontera con Canadá, que más tarde resultarían ser aeródromos militares.
La medida también impulsó el mayor ejercicio militar de la historia de Estados Unidos, en el que participaron 36.000 soldados en Fort Drum, a tan solo 30 millas (unos 48 kilómetros) de la frontera canadiense. Por lo demás, otras cláusulas del plan nunca llegaron a aplicarse y el documento fue desclasificado en 1974.
PrisioneroEnArgentina.com
Enero 11, 2024
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Dos mujeres tienen más huevos que todos los uniformados juntos. INCREIBLE
Muy buen acto. Respetuoso y veraz. Y valiente ante el extravío cultural.
Seamos coherentes, si hubo para las victimas de la junta, que haya para las victimas del terrorismo
este pais es incoherente
Que pais fascinante. Las victimas de los militares son las unicas que sufrieron. Las del terrorismo no.
Estamos rodeados de personas sin integridad. Ni las madres de plaza tienen una pizca de humanidad.
Flor de despelote se armó en la calle, frente a la Legislatura y la Nona Barnés (no es Carlotto, sino Viuda de..) horrorizada. Menos mal que Mamá Hebe ya no está, sino el circo, completo.
A mi me parece súper bien este acto y necesario, las víctimas de los miserables terroristas eran inocentes.
Eso sí, siempre que no sea aprovechado para enaltecer los crímenes de la dictadura, eso no se puede esconder bajo ninguna justificación.
Tal como hacen algunos izquierdistas, que aprovechan tributos para reivindicar una lucha que nada tenia de “democrática” e “idealista”
Victoria Villarruel y su equipo, logró por primera vez romper en forma total, el inhumano muro de censura existente sobre el accionar criminal de los grupos terroristas que enlutaron el país, visibilizando a sus victimas. Felicitaciones. Cordialmente CLAUDIO KUSSMAN Y FAMILIA
Felicitaciones a estas 2 valientes mujeres